Capítulo 5

La noche para Rachel no fue tan agradable, los golpes en su pierna y cuerpo le hicieron la vida imposible. Al despertar mira la enorme habitación ¿Dónde se había metido aquel idiota que no le dio nada para aliviar el dolor?

—Aquaman...— le llama en grito, ese idiota se había burlado de ella la noche anterior y lo pagaría una vez pudiera patearle el culo —joder tío, quiero irme ahora— grita más alto, quería ir a su casa y él se negó a llevarla. Paolo la escucha desde su habitación, se burlaba de aquella chiquilla caprichosa, sin comprender por qué la soportaba, pues sin duda alguna si esas escenas se las hiciera Douglas, desde hace mucho la habría mandado a freír espárragos.

—Quieres dejar ya de gritar como si te estuvieran haciendo algo— dice en tono seco y casi irritado al llegar a la habitación donde estaba esa mujer —eres una niña majadera y mal agradecida, estás lesionada, y no puedes andar jugando por ahí a ser la heroína rebelde— al escucharlo ella le mira ¿Quién se creía él para hablarle así? 

—Eres un idiota, no me hables así, si yo soy todo eso tú eres un arrogante, pretencioso y un idiota— le chilla enojada por todo le que le dijo, pero al mirar sus manos frunce el cejo —¿Qué es eso? Me dejas morir de frío desnuda ¿Y ahora me quieres encerar?— le mira con desconfianza, sabía para que servía eso ¿Pero cómo era posible que él lo tuviera? Sin duda tenía que conocer a ese hombre, sabía que debía ser inteligente y no dejarse llevar por lo mal que le caía —¿Me dirás tú nombre finalmente? Digo, así si me matas sabré quien coño lo hizo— enarca una ceja. Paolo luchaba contra sí mismo para no explotar en carcajadas, esa mujercita le divertía.

—Si quisiera una muñeca de cera podría tener a la misma Megan Fox si quisiera, pero una niña berrinchuda no es mi estilo— ríe burlón —¿Para qué quieres mi nombre si ya me has puesto uno? Y reconozco que me va muy bien— la toma en brazos directo a la tina.

Cada vez ese tío le caía más mal Rachel, era todo lo que odiaba de los hombres.

—¿Pasé de ser sirenita a berrinchuda?— pregunta con sorna —dudo que esa mujer se interese por ti, no sabes que tan mal me caes— se aferra a él —no creas que me gusta abrazarte, pero a juzgar por lo que he visto eres capaz de tirarme— trata de no reír, lo estaba catalogando como un monstruo cosa que estaba irritándolo. Al llegar a la tina sale de su duda, era lo que ella pensaba —¿Baño de será? ¿O abrirás un portal a tu reino?— ríe sin poder aguantarlo, él la vuelve a tomar en brazos y la deja caer bruscamente en la tina. 

—No te sientas tan importante nena, para entrar a mi reino tendrías que agradarme y al parecer el sentimiento es mutuo— ríe al ver como su expresión cambia al dejarla caer —ahora cállate ya que estás agotando mi paciencia— deja un té de árnica junto a la tina para curar las heridas internas, Rachel da un gruñido, le dolió y por alguna razón ese acto de su parte le recordó sus tiempos con Adrián, la tristeza se refleja en sus ojos pero cambia el semblante de inmediato.

—Eres un maldito idiota, no creas que estar en tu vida es algo que me interese, te recuerdo que fuiste tú quien me trajo a su maldita casa y no quiso llevarme a la mía— ese hombre sería el próximo en su lista, lo pondría a comer de la palma de su mano y después lo destruiría como a nadie en toda su vida —tú paciencia dices— bufa, al ver el frunce el cejo —no quiero nada de ti, solo quiero irme a mi maldita casa— le reclama, pero él no la escucha, notaba su expresión y por un instante se siente como los malditos bastardos que violaron a su hermana así que trata de suavizar las cosas sin mucho éxito, ella no se la pondría fácil, no si seguía así.

—Ya te dije que en cuanto te recuperes podrás irte, además ¿Quién te cuidará allá?— escucha que tocan la puerta, abre y es Filipo con una charola de comida, agradeciéndole a su amigo la toma en mano y vuelve con ella quien no le había quitado ojo a la puerta —debes comer— le ordena una vez llega con ella, coloca la charola frente a ella, en esta había una deliciosa lasaña preparada por él, su receta familiar, pan de ajo y vino.

Rachel estaba por responderle, pero los pensamientos de cómo la hizo sentir no la dejaban, todos los hombres eran unos malditos, mira la charola y a punto de mandarlo a la m****a se detiene, ante ella estaba su platillo favorita, además tenía hambre así que la toma y come cómo si no hubiera comido en días.

—Carajos esto está bueno, felicidades al chef— le mira por un instante, aquel hombre alto y apuesto que ya la había visto desnuda y que la había hecho coger mucho corajes parecía un maldito Dios con toda su estúpida belleza, reaccionando desvía la mirada —tengo dos amigos que me cuidarían bien— da su respuesta tardía, pero se interrumpe por un jadea que le saca el exquisito sabor de esa lasaña.

—Tus amigos salieron corriendo tras el idiota que te accidento, así que por ahora te quedarás aquí a recuperarte y ya no rezongues— sonríe al verla comer tan desesperadamente —tranquila, no se irá a ningún lado y si quieres más puedo hacerla— con un gesto le agradece las felicitaciones, pero Rachel que un poco más y se ahoga al darse cuenta que fue él quien lo preparó solo le miraba  —era la receta de...— su rostro cambia al recordar a Isabella, cosa que ella pudo notar al instante —no importa, disfrútalo en un rato más vendré a ver como sigues... Y por favor no intentes escapar de nuevo, ella le mira alertada.

—¿En serio fueron tras el hombre?— maldice internamente, esos dos podían hacer una locura. La expresión de ella le decía más de lo que sus palabras expresaban y sabía que debía investigar más.

 —no voy a rezongar solo porque esto está delicioso— el tono se le había subido por como el la miraba comer —lo siento es solo que esto es mi favorito y está muy buena, casi se compara a la que hace mi amigo— sin poder aguantárselo más pregunta —¿Lo has hecho tú en serio?— su permanencia abierta por el asombro ¿Cómo era posible que ella no supiera cocinar y ese hombre si? Al ver cómo cambia su rostro le mira con más curiosidad, pero no obtiene nada, él lo cambia de una vez, así que se da por vencida —y contestando a tú pregunta— se encoje de hombros —no prometo nada, quiero irme a mi casa y tu no quieres llevarme— no pensaba quedarse más en ese lugar.

—Bueno es una simple lasaña, cualquiera la puede hacer— le quita importancia a su asombro, no había duda, era una bebé de papá. Deja un batín de seda sobre un sillón y suspira— bien haz lo que quieras, solo quiero ver como sales de aquí desnuda —toma el batín de nuevamente y todas las toallas y albornoz y se los lleva con sigo, sin ropa quizás no sería capaz de irse hasta su casa, ella le mira boca abierta, este tipo era un bastardo. Sin poder moverse por la cera que ya se había endurecido decide relajarse para que su cuerpo sanara.

Paolo la deja ahí metida, no la soportaría por todo el día, debía investigar a sus amigos, su tono y su gesto al preguntar si fueron por aquel sujeto decían mucho. Llega con Filipo, su amigo debía ayudarlo.

—Eh amigo ¿Ya te la goloseaste?— pregunta William riendo, su amigo no perdía el tiempo y esa chica era sexy.

—No me jodas colega, solo estoy trabajando— mira a Filipo —necesito más información sobre los competidores, todos— su amigo enarca una ceja y pone una media sonrisa.

—¿Sabes quién nos daría mejor información al respecto? Ella llegó horas después que nosotros y...

—No le pediré ayuda a Douglas— le interrumpe —ya está demasiado involucrada como para que la meta más— le advierte casi molesto, que Douglas estuviera también en los Estados Unidos podía ser divertido para el cuerpo, pero no quería meterla en esta venganza personal, ella lo podía estropear todo.

—Involucrada por ti sin duda— dice algo molesto Filipo mirando a su amigo.

—Basta Filipo, sé que la cagué al enredarme con ella, sé que lo llevé mucho más allá de una noche de buen sexo, pero ya no tiene caso reprochármelo... Necesito esa información— cada vez se arrepentía más por la relación entre él y Douglas.

—Pues da igual si le pides ayuda o no, será incluso mucho más rápido, sácale la verdad mientras te la tiras, no te lo negara— sonríe mirando el gesto de su colega, sin duda tener a la hijo del hijo de perra que tanto daño nos hizo lo estaban superan, eso, o no se sentía capaz de hacer algo así. Ve irse a Paolo quien sus palabras le habían cabreado, Paolo enojado sale de ahí hacia el estacionamiento, toma su moto y arranca furioso, debía hacer esto, si era posible fallarse a Douglas para que ella le diera todo lo que él necesitaba, después de todo esa chica sabía mucho de este lugar.

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