Capítulo 4

«Laila»

— ¿Qué fue lo que escuchaste? —pregunto mi padre, con voz dura y la mirada oscurecida.

— ¿Cuál parte exactamente? —pregunte con sarcasmo. —la que ustedes nos guardan secretos Joseph, ¿dónde quedaron los padres honestos que dicen ser? —pregunte ahora con el rostro sombrío y haciéndose notorio mi enojo.

Mi padre separo los labios, pero luego volvió a unirlos ahora formándose en ellos una dura línea, yo seguía a la espera de alguna respuesta por parte de los mayores a mi alrededor, pero ninguno se atrevía a pronunciar palabra. Los pasos de Matt y Joshua irrumpieron en el patético silencio que se había formado en aquel lugar, mi hermano nos miró cruzando sus cejas y con su mirada recorrió cada uno de los presentes hasta llegar a mí.

— ¿Y ahora qué? —resoplo con pesadez.

—Lara y Joseph, tienen la respuesta —dije volviendo la vista a mis padres. —Tú también deberías hablar con Jocelyn y Edward —dije ahora clavando mi sombría mirada en Matt. —creo que tienen muchas cosas que contarte Matthew —este me miro algo confundido.

Llene mis pulmones y luego deje salir el aire, me adentre en la cocina dejando a todos cabizbajos, saque un termo lleno de sangre del congelador y lo vertí en un gran vaso, esta situación tan incómodo me había dejado más hambrienta, de lo que ya me encontraba, escuche la puerta cerrarse y deduje que Joshua y su querido amigo se habían marchado, los demás volvieron a la cocina, ahora uniéndose a ellos la tía Emma.

—Laila —dijo mi madre con cierto aire melancólico, yo detuve mis pasos.

—Déjala —dijo mi padre y yo seguí el camino a mi habitación.

El portazo que di resonó en toda la casa e hizo que se agrietara la pared próxima a la puerta, pero la misma seguía intacta, papa hace algunos años había reforzado las puertas de cada una de las estancias, ya que Josh y yo cuando estábamos enojados siempre terminábamos descargando nuestra ira con ellas. Un mensaje de texto ilumino la pantalla de mi teléfono, suplique que no fuese Becka, no estaba de humor para sus tonterías.

«Laila, te esperamos en la reserva, cerca de la playa»

Joshua

Sé que mi hermano puede sentir mi enojo y parte de la incertidumbre que en este momento recorre cada milésima de mí. No entiendo porque Lara y Joseph insisten en mantenernos alejados de todo esto, cuando ellos mismos nos hicieron parte, desde el momento en que nacimos, merecemos estar preparados para lo que se aproxima.

Me coloque mi chaqueta, abrí despacio la ventana de mi habitación y salte por ella, podía haber salido por la puerta principal, pero esto hace, que se torne más dramático mi enojo. Adentre mis manos en los bolsillos de mi chaqueta en cuanto el aire frió impacto en mis manos descubiertas, la temperatura había descendido a tal punto que humo salía por mi boca.

—Aquí esto —dije en cuanto estuve frente a ellos.

—Ahora si nos explicaras, ¿Qué paso allí dentro? —Joshua se frotaba las manos para mantenerse caliente y me miraba fijamente en espera de mi respuesta.

—Al parecer, alguien está reclutando humanos, para convertirlos en neófitos y se están acercando Josh —dije bajando la mirada. — ¡pero eso ya lo sabíamos! —agregue refiriéndome a la muerte de aquella chica.

—La muerte de Sarah no fue una coincidencia —Dijo Matt.  — ¿creen que estén tras nosotros? —dijo poniendo en duda aquello.

Los tres nos quedamos callados, analizando la posibilidad de que si podrían estar tras nosotros y todo tenía sentido, porque precisamente en el momento, que solo quedábamos nosotros en la escuela ocurre lo de Sarah, quien lo hizo sabía que estábamos allí y su única intención era que encontramos aquella nota.

—Somos los únicos Híbridos que existen —dije irrumpiendo en nuestros pensamientos. —Sabemos que, eso no es algo bien visto por los vampiros o somos uno de ellos o simplemente nos desaparecen… —la frialdad en mis palabras hizo que el rostro de los chicos palideciera.

—No podemos hacer nada, de todos modos —dice Joshua. —Seguimos siendo humanos, enfrentarnos a ellos es una muerte segura —se acercó a mí despacio. —debemos hacer caso a nuestros padres y mantenernos al margen de todo esto, hasta que la decisión de dar el próximo paso este tomada.

Los chicos se marcharon y yo me quede, necesitaba aclarar mis pensamientos, ser como soy se tornaba cada día más complicado, la decisión de convertirme en vampiro por completo me asustaba cada vez más, nuestros padres y los de Matt han dejado la decisión de serlos en nuestras manos y los tres pactamos ascender juntos, pero yo, ya no estaba tan segura de sí era lo correcto.

—Laila, vuelve a casa, ya es demasiado tarde. —Era el correo de voz número no sé cuánto, que Joshua me había dejado.

La noche abrazaba la reserva, y las olas se habían intensificado, por el fuerte viento que soplaba, aun así con el frió congelando la parte más oculta de mi anatomía, mis ganas de regresar a casa estaban nulas.

—Joshua —dije casi en susurro, al escuchar unas pisadas aproximarse a mí.

Mire a mí alrededor y no había rastros de que alguien estuviese por allí. Volví mi vista al mar embravecido y ya comenzaba a sentir la pesadez en mis parpados, frote mis ojos y me abrace a mí misma, para emprender el camino, frió y desolado de regreso a casa. Solo habían pasado unos minutos de mi caminata, cuando volví a escuchar pasos, pero esta vez, las pisadas se habían multiplicado, me detuve de golpe y me voltee para ver detrás de mí, varias siluetas difíciles de identificar por la oscuridad se veían a lo lejos, un nudo se formó en mi estómago y el corazón comenzó a palpitar descontrolado. 

Marque el último número en mi bandeja de entrada Joshua, uno, dos, tres, cuatro y para colmo de males el maldito buzón de voz. –mierda, Josh ¿Dónde estás cuando te necesito? —Dije en voz baja y caminando con rapidez pero no llegue muy lejos.

— ¿Por qué tan apurada bonita? —escuche decir, la voz era ronca y extraña y quien lo había dicho, esta frente a mí, obstruyéndome por completo el camino.

A este se unieron tres más, dos se colocaron detrás de mí y el otro justo al lado del que parecía tener el mando, su piel es traslucida y sus ojos de un amarillo casi fuego, no se me hizo muy difícil descubrir que eran neófitos. Mi cuerpo se tensó, cuando la fría y asquerosa mano de uno de ellos rozo mi mejilla, mis ojos se oscurecieron en el acto y la vil criatura aparto su mano de mí, como si le hubiese provocado una descarga eléctrica.

—Vaya, vaya —dijo con cierto grado de emoción. —No fue tan difícil después de todo, ella es uno de los Híbridos —me mostró sus colmillos y sus ojos se habían tornado escarlata.

Lo siguiente fue en fracciones de segundos, flexione mis rodillas, llevando mi pecho muy cerca de ellas y salte sobre ellos, perdiéndome en el aire sobre las cabezas de aquellas ratas, es la primera vez que uso mis habilidades en esa magnitud y a decir verdad no sabía que podía hacer algo así. Mi aterrizaje provoco un gran estruendo e hizo un agujero del tamaño de un cráter en el lugar donde había caído, para mi sorpresa solo estaba a unos pasos de la entrada de mi casa y todos estaban parados allí, con los ojos desencajados.

—Están aquí —dije cuándo puede reaccionar y corrí despavorida hacia ellos, aferrándome al pecho de mi padre.

Mi padre me aparto delicadamente de él y pidió a la tía Jenni, entrar con nosotros a la casa, el, mi madre y Emma, velozmente desaparecieron ante nuestros ojos, perdiéndose entre la espesa neblina, que ya cubría los alrededores. Todavía estaba impactada, viendo a la nada, los brazos de tía Jennifer me rodearon y forzosamente me hizo entrar con ella a la casa.

***

— ¿Cómo te diste cuenta que eran neófitos? —dijo Joshua, era la quinta vez que preguntaba lo mismo.

Yo seguía en silencio, aferrándome cada vez más, a la frazada que Jenni, había colocado sobre mí, miraba insistentemente la puerta de entrada, y soltaba por momentos pequeños murmullos, que eran provocados por mi inquietante respiración.

—No quiero, que les pase nada —dije sin apartar mi mirada, de la puerta de entrada.

—Tranquila Laila, ellos son realmente fuertes —Jennifer sujeto mis manos, para reconfortarme.

El viento golpeaba con fuerza las ventanas, provocando que las cortinas se ondearan sin parar en forma vertical. Mis sentidos se agudizaron al igual que los de Joshua, los dos nos erguimos en nuestro sitio, al sentir movimiento en el exterior de la casa, la puerta se abrió y segundos después entro mi padre seguido de Emma, por ultimo mi madre, su largo cabello negro se movía de un lado a otro cuando esta arrastraba un cuerpo y lo introducía al interior de la casa.

—Por ahora, solo esta aturdido —dijo mi madre al ver la expresión, de la tía Jennifer, que tenía una mano sobre su cintura y la otra sobre su frente.

Papá cargo el cuerpo inmóvil sobre sus hombros y lo llevo a la parte a la parte baja de la casa.

— ¿Y los otros? —pregunte, deteniéndome justo a mitad de las escaleras que conectan con el sótano.

Pude ver como el negro en los ojos de mi madre desaparecía y ahora estos se tornaban escarlatas, ella, Emma y mi padre encadenaban al neófito, mientras yo observaba detenidamente con la agilidad que ellos se movían en aquel reducido espacio.

—Digamos, que no corrieron con la misma suerte que este… —dijo mi madre con frialdad. —Vete de aquí…. —replico con voz dura y penetrante mirada.

La actitud de Lara, me había dejado estupefacta, su frialdad y falta de tacto me mostraron que no somos tan diferentes y me restregó en la cara ese lado de mí que siempre muestro a los demás, pero haberlo recibido de ella me había dolido y mucho. Me resguarde en mi escondite favorito y no dude en meterme bajo las sabanas, ahora lo único que deseaba era borrar de mi mente, el lúgubre y rígido rostro de mi madre.

 «Joshua»

Laila se había encerrado, seguía ocultándose tras aquellas cuatro paredes, que a decir verdad ya no eran tan seguras. Matt llego junto a sus padres, los que no dudaron en bajar al sótano, haciendo que todo el entorno fuese cada vez más lóbrego* y engorroso*.  Matt y yo nos habíamos movido a la cocina, sentándose cada uno al extremo del otro en la mesa de la cocina, nuestra paciencia se iba haciendo cada vez más corta.

—No entiendo, ¡cómo pudo hacerlo! —dijo Matt sorprendido, le había contado la proeza de Laila.

—Yo tampoco —Laila estaba recargada sobre el recuadro que adorna la entrada a la cocina, con los brazos cruzados y  la mirada llena de confusión.

Se acomodó en uno de los costados, de forma silente*, ocultando su rostro bajo su larga y rubia cabellera, omitiendo cualquier comentario, referente a lo que había descubierto sobre sus habilidades, la serenidad que había albergado, nuestro entorno fue sustituida, por un estrepitoso grito de dolor, los tres nos alertamos y comenzamos a caminar en dirección de donde había salido aquello, el sótano.

— ¿Creen conveniente irrumpir? —dice Matt, provocando que nuestro ojos recayeran sobre él, lo cuidadoso hace a mi amigo un poco cobarde.

Con determinación y disimulo comenzamos a descender cada peldaño de aquella escalare, yo iba delante así que fui el primero en ver, una de las extremidades superiores del neófito yacer sobre el sucio suelo de nuestro sótano, frene mis pasos al ver a mi madre caminando impacientemente de un lado a otro, con un hacha en la mano, la movía en ella de forma experta, mientras que los demás solo miraban con el ceño fruncido.

—Te lo preguntare una vez más —dijo mi madre en tono amenazador y levantando con su mano libre la cabeza de aquel vampiro, que colgaba al parecer estaba abatido. — ¿Quién te ha enviado?

El silencio se hizo presente, aumentando con este el enojo de mi madre, quien ágilmente hizo algunos trucos con su hacha y luego la dejo caer sobre el otro brazo del neófito, haciéndolo gritar nuevamente, Laila había descendido algunos peldaños y ahora se encontraba justo a mi espalda, hundió sus dedos en mi brazo al presenciar, lo que nuestra madre acababa de hacer.

—Sácalos de aquí —dijo mi madre, con la respiración agitada y sin siquiera mirarnos.

Papa camino hacia nosotros, y nos empujó escaleras arriba, cerrando y asegurando la única puerta que lleva al sótano. Mi mente estaba al borde del colapso, nunca antes había visto, las cosas de la que podían ser capaz mis padres, ¿en defensa?, sí, pero eso no los alejaba de ser lo que son por naturaleza, depredadores.

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