La casa grande

Vanda fue muy amable en ayudarme con Graciela y guiarme al comedor donde desayunaría. En cuanto Yvonne salió supe que no la tendría de vuelta rápido, así que apuré el paso para tener todo listo. Aproveché de hablar con mamá y preguntarle cómo estaba todo, era algo tarde allá pero igual respondió, en esta casa la señal era buenísima. No sólo a mí se me iban los ojos, a Graciela también, todo olía muy bien, a pesar de lo sencillo era todo muy de lujo, los pisos brillaban, los techos eran altos, la luz entraba a placer junto con la brisa refrescante. Los cuadros eran paisajes, las cerámicas Capo Di Monti o Jadró, imágenes religiosas, jarras, campesinas, ceniceros, alfombras entre marrones y doradas y repito...un olor peculiar que Yvonne había empacado con ella tras irse a buscarme. La cama hab&iac

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