Capítulo 5. “Una advertencia”

Tara se observó en el espejo de cuerpo completo, estuvo a punto de romperse a llorar de la ira. El vestido que su madre le ha mandado a hacer era demasiado conservador, casi no mostraba nada de piel, se veía como una señora con un vestido hasta el cuello, muñecas y arrastrando la alfombra, cuando debería de vestir acorde a su edad. ¿Qué es lo que está pensando su madre?

―Es...―su quijada se tensaba e intentando contenerse de la frustración―...muy, muy conservador. Podría ser mi madre cincuenta años atrás.

La nana Julya se asomó desde detrás de Tara ladeando su cabeza y observando detenidamente el gesto de ella a través del espejo, sabía que el vestido que tenía puesto era una exageración por parte de Sofía, pero quiere demostrar que su hija era diferente a todas, no necesitaba mostrar para llamar la atención y así poder completar los planes que tenía en manos.

―Sé que no te gusta, pero es lo que tu madre ha pedido―Tara cerró los ojos intentando no romperse, ¿Por qué tenía que vestir de esa manera en su cumpleaños? ¿Por qué odia a su única hija?

―Tú solo cumples sus órdenes, no tienes la culpa, ¿Podrías pasarme una pistola para darme un tiro y en lugar de fiesta de cumpleaños, hacen mi funeral? ―Tara gritó al sentir el agujazo de parte de su nana.

― ¡Qué sea la última vez que hablas de esa manera! ―La nana se regresó para terminar de hacer los ajustes necesarios de la parte trasera del vestido, el fin de semana era la noche tan esperada por parte de Tara, pero ahora al medirse el vestido, lo estaba dudando.

―Lo siento, es solo que nunca he tenido una fiesta de cumpleaños, y cuándo la voy a tener, será ante miles de personas importantes, extranjeros...―se detuvo mirando su reflejo en el espejo...―y debería estar feliz.

―...Pero no lo estás. ―dijo su nana reincorporándose de su lugar, se acercó a Tara quien se abrazó a sí misma y rompió a llorar.

―No llores, tienes que pensar que tu madre lo hace por algo―Tara lloró con más intensidad.

― ¿Por algo? ¡Por...favor...nana! ―Tara mira a su nana en el espejo. ― ¡Ella solo vive para fastidiarme, para darme guerra! ¿Acaso algo he hecho y no me he dado cuenta? ¿Acaso soy... un error en su vida que se cizaña contra mí cuando puede?

La nana Julya se le estrujó el corazón al escucharla. ¿Un error? ¡Tara es los ojos de Sofía! Solo que Sofía se había empeñado en ser dura con ella, para forjarla a ser una mujer fuerte, no una débil como ella lo repetía cuando discutían entre ellas. Le había faltado la presencia de un padre y Sofía intentaba asumir ese papel también y no le importaba si a su hija le parecía bien o mal sus acciones, ella sabía que era por su bien.

Varias horas después mientras Tara seguía en sus clases de idioma, Julya aprovecha para revisar lo que tenía desde hace varias semanas y qué ha trabajado entre desveladas, cerró la puerta de su habitación con seguro, no quería ser pillada por Tara y mucho menos por Sofía.

―Veamos por última vez―dijo Julya acercándose a la funda elegante que colgaba oculta entre toda su ropa, la agarra y la cuelga en un perchero, desliza el cierre hasta el suelo y al reincorporarse sus ojos brillan de emoción. El vestido es hermoso, agarra la caja oculta entre sus zapatos y encuentra los que hacen juego con el vestido frente a ella. ―Ahora sí...

Puso cerca del vestido, una bolsa negra pequeña que contenía el antifaz, la bolsa de mano, acomodó la capa delgada a juego y en el suelo la caja de las zapatillas, se alejó para contemplarlo de lejos.

La puerta intenta abrirse, Julya jadea de la sorpresa y pánico.

― ¿Nana? ¿Estás ahí? ¿Por qué tienes el seguro puesto? ¿Nana? ― Julya no se movía para nada, mejor que pensara que no está, ya después se inventaría algo por lo de seguro de la puerta.

Se escucharon toques, después cesaron y le siguieron los pasos de los tacones de las botas de cabalgar de Tara. Julya contemplaba el regalo de cumpleaños de Tara...

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