Capítulo 1

Tres meses después

Dicen que la felicidad plena no existe, que siempre entre tantas risas existe el momento de llorar con desesperación. Dicen que cuando más feliz te ve el mundo, más tristeza se guarda en tu alma. No sé cuánto de cierto haya en eso, pero de algo estaba segura Mayra; en otra vida su felicidad fue plena.

Desde que despertó sin recuerdos de aquel accidente, solo ha sentido miedo. Su corazón a menudo le grita que su presente es una pesadilla y debe despertar.

—¿Te sucede algo princesa? —pregunta su madre al notar que no le presta atención.

—Solo, intentaba recordar algunas cosas de la universidad. Pero parece que mi mente sigue en blanco.

—No te esfuerces por ello, princesa. Solo sigue las indicaciones de tu esposo y todo saldrá bien, ya verás que muy pronto podrás tener de vuelta todos tus recuerdos. —Sigue mostrándole fotografías de amigos y familiares —No sabes lo feliz que estamos tu padre y yo de tenerte de vuelta, creo que jamás hubiese soportado la idea de perderte y enterarme de que nunca conocería a mi nieto. —le acaricia el rostro —Gracias a Dios no perdiste al bebé.

—Hay cosas que no comprendo y parecen no tener sentido ni conexión; como este embarazo, mi accidente, mi boda en secreto, el romance con mi maestro. Algo me dice que yo no sería tan imprudente ¿O sí, mamá?

—Las equivocaciones del ayer no importan, sé que lo hiciste por amor. ¿Quién no ha hecho tonterías de adolescente?

—Me siento tan avergonzada, por razones como estas, agradezco no recordar lo que hice mal.

—La confusión terminará pronto, hijita —La toma de las manos para darle consuelo —La amnesia no es permanente, Valentino ya nos lo dijo, solo tenemos que esperar, continuar con el tratamiento, ser pacientes, seguir viendo fotografías, recorrer lugares que conoces y…

—¿Y cómo haré eso ahora que estoy en Estados Unidos?

—Es solo por unos meses, cariño, fue necesario traerte aquí. Valentino salvo tu vida, en Lima hubieses muerto; allá no se podía hacer nada. —deja correr unas lágrimas — Tras el choque quedaste muy malherida, tu padre y yo estamos muy agradecidos con él, se encargó de las visas, transporte y alojamiento. Es un verdadero ángel y te ama mucho. Tenías razón cuando dijiste que lo aprobaríamos de inmediato al conocerlo. Es todo lo que esperábamos del hombre que estuviese contigo.

—¿En serio?

—¡Por supuesto! Valentino es un gran hombre, es todo un príncipe azul, estoy segura de que por eso lo elegiste. Nunca dudamos de tus buenas decisiones, cariño.

¿A quién creerle? Su corazón decía una cosa y sus padres decían otra. A ellos los reconocía, se sentía segura a su lado; más, al gran amor de su vida le temía. Cada vez que la besaba y le mostraba afecto, sentía rechazo y asco.

—¡Mamá! Tengo miedo, no lo reconozco. Es amable, paciente, dulce y muy tierno conmigo todo el tiempo, pero mi corazón se siente vacío… yo… Aún no puedo creer que me haya casado con él. Tiene el doble de mi edad y me aterra la idea de vivir con él.

—Para tu padre y para mí también fue una gran sorpresa. Esa mañana cuando hablaste de tu novio y dijiste que era un poquito mayor, nosotros imaginábamos aún chico de cuatro o cinco años más. Pero en cuanto nos mostró sus fotografías y su felicidad era notoria, ya no nos quedó alguna duda. Tu misma has visto las fotos, en ellas, la dicha brota en tu mirada.

—¿Y si nunca lo recuerdo? ¿Qué es lo que haré? ¿Viviré con miedo y vacía toda mi vida?

—Estoy segura de que volverá a reconquistarte, si ya lo hizo una vez, lo hará de nuevo. Dale tiempo al tiempo —le sonríe. —Y, sobre todo, dale la oportunidad de acercarse más a ti. Te ama, cariño. Mi corazón de madre no se equivoca, ese hombre daría la vida por ti.

Sigue viendo las fotografías, sentada sobre su cama de hospital al lado de su madre. Poco después aparecen Valentino y su padre cargando cada uno, una bandeja.

—Hola, hola ¿Cómo están las dos mujeres más hermosas de todo el mundo? —saluda animado Valentino. —Hoy comeremos juntos, como una gran familia, espero que les guste la idea.

—Nos encanta —se apresura a hablar Marcela, apartándose de la cama para que él, pueda sentarse al lado de su hija.

—Tenemos unas fabulosas noticias que darles. —Acercando la mesa de alimentación para colocar la bandeja. —Estoy seguro de que les alegrará el día.

Se sienta al lado de Mayra y sin dejar de sonreír coloca una servilleta en el cuello de su amada para que no se mache cuando la alimente. Pues ella aún no puede sostener los cubiertos, tras el accidente se fracturó las piernas, el brazo derecho y tres dedos de la mano izquierda. De hecho, al salir del hospital en unas semanas deberá usar una silla de ruedas y dependerá de una enfermera para sus cuidados personales. Eso está deprimiéndola.

¿Cómo es que ella sufrió tanto en el choque y él, solo unos raspones y una fractura sin consideración en la pierna? Es lo que se pregunta cada vez que lo ve con detenimiento.

Valentino no es nada feo, es un guapo y atractivo hombre de casi cuarenta años, está muy bien conservado. Todas las mujeres de este lugar lo miran con ojos de borrego y murmuran cerca de ella, quizás porque al lado suyo más parece su hija adolescente y no su esposa.

“¡Joder! ¿Cómo es que pude fijarme en él?” se dice abriendo la boca para recibir los alimentos. Valentino parece muy complacido al hacerlo, como decía su madre, sin duda la amaba con devoción.

—Desde hace días me preparaba para darte esta noticia, princesa —dice él limpiando sus labios con la servilleta —Pero no quería apresurarme hasta estar seguro de que todo estaba bien, ahora que ya está confirmé tengo la dicha de decirte que tendremos dos hermosos bebés.

—¿Qué? —gritaron los padres, mientras Mayra solo abría los ojos sin poder creer lo que escuchaba.

—Tendremos gemelos—se emociona Valentino abriendo los brazos para estrujarla—Seremos padres de dos hermosos bebés, estoy rogando a nuestro señor para que así sea, ya que eso es lo que tanto has deseado.

Mayra se deja abrazar sin sentir esa emoción indescriptible que sin duda él siente, al igual que sus padres, que se abrazan, sonríen y festejan al enterarse de que serán abuelos de gemelos.

—Pero… ¿Cómo es… que…? —expresa ella, aun sintiéndose fuera de la realidad.

—Te lo comenté muchas veces, sé que aún no lo recuerdas, pero mis abuelos eran gemelos, así que está en mis genes. Y aún falta la mejor parte. —vuelve a mirar a todos realmente emocionado. Nadie duda de que ese hombre la ama y es el hombre más feliz del mundo al hablar de sus hijos. — Lo mejor es que ya tengo la casa perfecta para todos vivamos felices.

—¿Vamos a vivir aquí?

—¡Por supuesto! Era tu más grande sueño, mi princesa—dice él acercándose y acariciando su rostro —Solo estoy haciendo realidad todos tus deseos. Tu padre está conforme con la noticia, no sabes lo feliz que me hace saber que tus padres son tan comprensivos.

—Pero y sus trabajos, ellos…

—Por eso no te preocupes, mi cielo —toma sus manos y las acaricia —ya que están aquí, me encargue de conseguirle a tu padre un puesto de trabajo de medio tiempo, muy bien pagado por supuesto, así no solo podrá estar contigo, sino también puede sentirse útil ejerciendo su profesión. Por eso no te preocupes mi reina, todo está solucionado.

—Parece que ya todo lo tienes planeado. Creí que volveríamos a…

—Solo estoy cumpliendo tus deseos porque te amo —Insiste — Porque lo más importante para mí es verte feliz, pronto seremos una familia.

Acerca sus labios a su boca y la besa repentinamente provocándole un terrible escalofrío que hizo paralizar su corazón de terror.

Sus padres parecían estar muy felices y sin importar lo que ella sintiera debería intentar continuar con su vida, porque ese era su camino, Valentino era el hombre que ella había elegido amar desde hace dos años, cuando apenas tenía diecisiete, ahora tendría un par de hijos de él y solo sentía mucho miedo.

—No te gusta la idea, hija mía —Se acerca su padre al verla desorientada mirando el vacío, en tanto valentino se abrazaba con su amada suegra.

—Es que… no sé… tengo miedo —. Susurra.

—Todas las mujeres embarazadas viven ese temor —la abraza de costado—Pero con el trascurso de los meses, eso cambia. ¿Sabes? No estarás sola, mami y papi estarán contigo. Además, Valentino te ama y no dejará que nada malo te pase, ¡Míralo! Es el modelo del hombre perfecto, nunca podrías encontrar a alguien mejor que él en tu vida.

Sí, un hombre demasiado perfecto del que nadie sospecharía sus malas intenciones. Un esposo modelo, atento con su esposa y sus necesidades. Un muy amoroso futuro padre que hasta acaricia el vientre de la joven y le habla con dulzura a sus futuros hijos, arrancando lágrimas de su suegra que ya está amándolo. Y confundiendo más a Mayra, que sigue metiéndose en la cabeza la idea de volver a amar al hombre de sus sueños.

Poco después de terminar con el almuerzo, una enfermera llega para informarle que lo esperaban en su despacho. La cara muestra un pequeño gesto de enojo, pero cambia al instante, deja un respiro y se despide de su esposa por un momento, pues debe volver a su labor de médico.

Se aleja de la habitación y haciendo puños en sus manos se acerca a su privado. La persona que lo espera lo ve entrar y se mantiene sentado. El hombre amable y cara de ángel se transforma en una fiera al cerrar. Sin decir nada se acerca al sujeto y lo levanta con violencia de la silla.

—¡Maldito imbécil! ¿Dónde estuviste todo este tiempo? —le reclama.

—Encargándome de otros asuntos, tus problema no son nuestros, pero aun así cumplimos con tus caprichos. ¿Por qué la agresividad, si la mujer ya es tuya?

—Te dije que no se te pasara la mano con ella y lo hiciste, por poco la matas con este golpe y luego exageraste demasiado con el choque, casi la deja inválida. —gruñe acercándolo a su cara.

—Eres un gran cirujano, así que deja el drama, volverá a caminar en unos meses y mientras eso pasa, hasta puedes hacer que se enamore de ti, aprovechando que puedes sembrar nuevos recuerdos. Fue un golpe de suerte ¿Verdad? —se carcajea.

—¿Te estás burlando acaso? —vuelve a tirar con fuerza de su saco.

—Bájale una rayita a su reclamo infundado, doctor Arias. El jefe ya le cumplió su capricho, lo que pase después, es problema suyo. Dese por bien pagado por sus servicios médicos. —aparta sus manos y acomoda su traje— Si estoy aquí es para informarle que todo está listo para el próximo envío, espere la llamada y luego de atender a los pacientes, recibirá su pago.

El sujeto sonríe y camina a la salida.

—¿Te encargaste de su novio? —Pregunta deteniendo sus pasos.

—Eso no es asunto del jefe, pero como un bono extra por tu buen trabajo, me tomé la libertad de mandarlo a la otra vida para que deje de llorar por ella. —lo mira de lado abriendo la puerta para salir. —Ahora Mayra es toda tuya, no la pierdas.

La puerta se cierra y valentino por unos segundos ahoga su rabia. Luego respira y piensa en todo lo que ha hecho estos meses para tenerla.

“Me encargaré de que así sea, nunca podrá recuperar su memoria y aprenderá amarme por las buenas o las malas. Será mía hasta muerte” se dice acariciando unos pequeños frascos con pastillas en el bolsillo de su chaqueta.

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