CAPÍTULO 7. ¡¿ESTAS CELOSO LOMBARDI?!

Luego de la ceremonia, empezó la celebración, habían servido una variedad de deliciosos platos para todos los gustos, había desde papas La Bonnotte en salsa blanca, hasta trufas blancas, Atún de aleta azul, Puré de Camote con malvaviscos, queso de alce, caponata siciliana, Arancines sicilianas, risotto al limón, queso de cabra, entre otros exquisitos platos.

Liuggi terminó probando los diferentes platos, eran unas delicias, tenía una gran debilidad por la comida, eso junto con el sexo eran su mayor placer; le había tocado sentarse en la mesa con la loca del volante, quien con enfado expresó:

—Cualquiera al verte, pensaría que no habías comido en días o ¡ya sé!, eres de quienes acuden a las fiestas sólo a tragar y a beber en exceso, porque es la única manera de acceder a las cosas buenas —concluyó la mujer con una mueca.

— ¡Ah sí! Tú eres de quienes acuden a la fiesta no para disfrutar, sino para chismear y estar pendiente de los demás, no esperaba menos de ti—le comentó alzando las cejas.

—Eres el hombre más desagradable a quien he tenido la desgracia de conocer—expresó acercándose a él, con los puños apretados a cada lado de su cuerpo.

—Me manejo por el principio de reciprocidad ¿te parece has sido muy agradable conmigo? Te voy a dar un pequeño resumen, chocaste el auto, me golpeaste, arrojaste al suelo, tomaste mi taxi cuando tenía una reunión urgente y ¿aún te atreves a cuestionarme porque soy desagradable contigo?

En ese momento, fueron interrumpidos, los estaban llamando para estar junto a los novios, ambos se levantaron incómodos, sin embargo, no pudieron evitar ser invitados a bailar el Vals Voces de Primavera, iniciaron la danza a un paso lento en compás de tres ritmo, ambos erguidos, sin mover sus brazos y caderas, la mano derecha de Liuggi la posaba en la espalda de Mariana, mientras con naturalidad y delicadeza iban alternando giros a la derecha, a la izquierda, los dos se acoplaban con exactitud, bailaban tan bien, dando la impresión de flotar al deslizarse por la pista.

Fueron transcurriendo los minutos, Mariana se sentía embargada por la excitación, se fue acercando de manera provocativa a Liuggi, con insinuaciones, apretó más sus senos a su pecho, coqueteaba, le deslizaba la mano por su tórax con un gesto seductor, él sonrió y dijo dentro de sí “Ya tengo mi próxima conquista Lisbani Angélica. Te quiero ver emigrando de mi cabeza, de una vez por todas”.

Poco a poco fue bajando su mano acariciándole la espalda hasta posarla en la parte baja, mientras la acercaba más al cuerpo para hacerla sentir la fuerza de su excitación, percibía el deseo de Mariana en sus ojos, en la respiración entrecortada, el pecho le subía y bajaba con un gesto provocativo.

Se miraron fijamente de manera profunda, esa mirada inquietó a la mujer, se sintió atraída, no obstante, también percibió un pequeño susto porque aún cuando había tenido varias relaciones anteriores, jamás había sentido de esa manera, por ello sin titubeos y apretando los dientes le espetó.

—¡Aléjate de mí! Y haz el favor de subir tu maldita mano a mi espalda, porque de lo contrario no me va a importar hacer un escándalo, te la voy a retorcer hasta rompértela por atrevido—pronunció con ojos chispeantes.

—Mira Mariana, es lamentable como una mujer como tú, ni siquiera sepa lo que quieres, pero ni por el cariño a Nick, me voy a seguir exponiendo a bailar contigo, eres una loca de atar, primero te acercas a mí de forma provocativa, sonsacándome, como soy hombre respondo en consecuencia, porque es imposible para mí negarme a un cuerpo voluptuoso y caliente, como estabas hace un momento, después intentas hacerte la ofendida, como si tú fueses una reina y yo un plebeyo.

» No te equivoques conmigo, soy el hombre más pacifista del mundo, no tolero las discusiones, ni los conflictos, sin embargo, desde el momento de conocerte tú eres un caso especial, tienes la capacidad de encenderme la sangre e irritarme como nadie, y como quiero mantener mi actitud incólume, prefiero dejarlo hasta aquí. No te preocupes a partir de éste momento me mantendré alejado de ti.

Sin mediar más palabras se alejó de ella, dejándola sola en la pista, mientras se retiraba a un lugar solitario en los grandes jardines de la villa donde no estaba expuesto a la vista de los demás invitados.

Se recostó en un banco, pasándose ambas manos por el cabello, esa mujer del demonio vino a incordiarlo ¿Quién se creía?, primero buscaba provocarlo y cuando el reaccionaba como era natural en un hombre, se hacía la vejada, ¡por Dios!, era suave al tacto, despertaba curiosas sensaciones en él, como no lo habían hecho otras mujeres, bueno a excepción de su Ángel, con esa hechicera todo era diferente, aunque jamás cedería ante ella.

“Ya cerebro estúpido, deja de recordarla, ella no es tú Ángel, olvídala de una vez”, expresó en voz alta. ¿Cómo lo haría? Se preguntó a sí mismo, apenas esa mujer tocaba su cuerpo reaccionaba como una planta al sol y al agua.

Enseguida frenó esos pensamientos, de repente habían empezado a girar en torno a Lisbani, los sustituyo por los de Mariana, quien era una mujer bastante deseable con buena figura y se había sentido atraído por ella, su defecto esa característica mordaz, eso no le agradaba. Ese par de mujeres lo iban a volver loco. Sin pensarlo un minuto más marcó a Lisbani, ésta le respondió a la tercera timbrada.

—Hola Antonelli, ¿Qué haces? —saludó mientras su corazón palpitaba acelerado con solo escucharle la dulce voz.

—Hola Lombardi. La fiesta no está siendo muy divertida, si te escapas para llamarme a mí. Y para responder a tu pregunta estoy en la cama con una lencería muy sexy, deseosa de dar y recibir placer— le contestó sensualmente —. Sin embargo, no me esperaba tu llamada —expresó para ver su reacción.

—¿En serio? ¿Entonces a quien tienes en mente para darte placer? —preguntó con un tono de enfado.

—No sé, veré, tengo una gran lista de hombres ardientes bien disponibles para mí, de todos los colores, sabores y continentes —manifestó sonriente, con ganas de seguir provocándolo —Tú puedes hacer lo mismo, debe haber alguien en esa fiesta quien llame tu atención. Total, ambos somos solteros sin ningún compromiso con nadie.

De todas las palabras de ella la única rondando su cabeza era lo referido a los hombres ardientes y por allí comenzó a discutir con ella.

—Tú no vas a llamar a ningún hombre ardiente. El único hombre en tu vida soy yo. Soy el único que te hace vibrar, quien te folla duro como deseas, más nadie va a tocarte.  ¿Entendiste? —concluyó molesto por las insinuaciones de Lisbani.

—¡¿Estás celoso Lombardi?! —exclamó.

Entretanto se mordía el labio inferior complacida, mientras emocionado su corazón le golpeaba con fuerza en el pecho, además sentía como su vagina palpitaba, por la anticipación de imaginar las escenas a las cuales hizo referencia con sus palabras.

“Los sueños son sumamente importantes. Nada se hace sin que antes se imagine.” George Lucas.

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