5. ¿Cómo estropearlo con una chica?

Capítulo 5. ¿Cómo estropearlo con una chica?

Narrado por Roger.

Llevaba demasiado tiempo sin acostarme con ninguna chica, y podría haberme llevado mucho más si ella no me hubiese llamado con esa voz tan sensual.

Entramos en su garaje por la parte de atrás, y la empujé contra la pared tan pronto como lo hicimos, haciendo que ella me mirase sin entender, y entonces la besé, mientras subía mis manos por sus piernas, torpemente, como bien os digo, hacía mucho que no hacía aquello, estaba algo desentrenado.

  • ¿Llevas condón? – me preguntó, haciéndome dudar sobre aquello. Negué con la cabeza, observando como ella sacaba del bolsillo de su chaqueta un par de globitos.

  • Una chica preparada, me gusta.

Comenzó a besarme, de nuevo, con desesperación, dejándome claro que se moría por acostarse conmigo. Me chupó el cuello, haciéndome gemir con ello, y luego se detuvo, me miró con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro, para luego agacharse frente a mí, quitarme el pantalón y sacar a escena mi pene.

Supe en ese justo instante que era lo que ella iba a hacer, y ¡joder! Me moría de ganas de que lo hiciese.

Metió mi pene en su boca y comenzó a lamerlo con ansias, haciendo que me encantase lo que me hacía. Apreté mis puños y gemí con fuerza, mientras ella seguía haciéndome aquello.

  • Oh, ¡joder! – me quejé, haciendo que ella abriese los ojos y me mirase, deteniéndose, lamiendo la punta con su lengua, para luego volver a meterla dentro de su boca, mamando como si de un biberón se tratase - ¡qué bien lo haces! – le dije, mientras ella volvía a poner atención a lo que hacía, ayudándose de ambas manos, con una reforzando los masajes en mi miembro, y con la otra acariciando mis huevos. ¡Joder! Si esta tía seguía así iba a correrme, en seguida.

Cuando ya pensé que no podía sorprenderme con nada nuevo, y mientras gemía sobrecogido por lo mucho que me gustaba lo que me hacía, ella empezó a gemir, sobre mi polla, haciendo que aquello me gustase tanto que intensificó mis ganas de correrme en su boca. A las mayorías de las chicas no les gusta cuando te corres dentro de su boca, en su cara, sobre ella o un largo etc, pero ella, se tragó toda mi leche y luego chupó mi polla en busca de más.

Aquello me encendió de una manera, que volví a la carga en menos de dos minutos.

  • Ven aquí - le dije, agarrándola del cuello para obligarla a levantarla a darse la vuelta, colocándola sobre el cuatro por cuatro que había junto a nosotros. Le subí el vestido y le bajé las bragas, con impaciencia – vamos a ver que tienes aquí – comencé, metiendo la mano entre sus nalgas, haciéndola estremecer, sorprendiéndome a mí mismo cuando sentí lo mojada que estaba.

Necesitaba sentir esa humedad en mi polla, lo necesitaba tanto, que me olvidé hasta del condón, tan sólo quería follármela sin contemplaciones.

Se la metí, despacio, haciéndola estremecer, mientras le agarraba de los pechos y tiraba de ellos, hasta que su espalda chocó contra mi pecho. Subí su pierna izquierda al coche, y dejé la otra en el suelo, para luego volver a envestirla, esta vez un poco más fuerte, haciendo que ella emitiese un prolongado gemido, echando la cabeza hacia atrás, provocando que tuviese que besarla en su mejilla.

  • Oh, Roger – se quejó, haciendo que escuchar sus gemidos, incrementasen aún más mi satisfacción, así que, aumenté el ritmo, haciendo que ella entremezclase sus gritos con los míos, disfrutando con aquello tanto como yo – dame así – me rogaba, apretando su trasero a mi pelvis, mientras yo le daba cada vez más fuerza, provocando que ella tuviese que aguantarse con ambas manos al coche.

  • Dame el condón – pedí, repetidas veces, pero ella no parecía escucharme, y yo iba a correrme de un momento a otro, no quería hacerlo dentro, pero … - Dulce – gemí, escuchándola gemir tan fuerte y constante, que supe que ella también estaba a punto - ¡Joder, dame el puto condón! – grité, aunque sin detenerme aún, me gustaba demasiado.

  • Para – me espetó, bajándose del coche, provocando que me detuviese y la mirase sin comprender. Se dio la vuelta y me estampó la mano en toda la cara, haciendo que la mirase sin comprender - ¿Joder, dame el puto condón? – repitió, haciendo que comprendiese cuál era su enojo – pero, ¿quién te crees que eres?

Se subió las bragas frente a mí, y se colocó bien el vestido, para luego mirar hacia mí, enfadada.

  • Vete – me ordenó, haciendo que me agachase a coger el pantalón y me lo subiese, abrochándomelo, sin saber exactamente qué hacer. ¡Joder! Era el mejor sexo que había tenido en mucho tiempo y la había cagado.

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