Capítulo 5

  —¿Estás dormida? —Lían estaba recostado sobre la puerta de la habitación de Diana mientras daba pequeños golpecitos. Ella no había salido de allí desde el mediodía y ya estaba anocheciendo.

 —¿Necesitas algo? —La voz apagada de la muchacha se escuchó desde el otro lado de la puerta.

 —Ah... —Rascó su cabeza—. No, solo quería saber si estás bien... ¿Tienes hambre?

La puerta se abrió y una Diana con los ojos hinchados y nariz roja lo recibió.

 —Veré que puedo preparar —respondió con la voz ronca y Lían la miró desconcertado.

 —Espera, no te llamé para eso... no, yo te preparé un sándwich, es lo más que puedo hacer en la cocina. —Sonrió. Ella lo miró avergonzada.

 —No tengo hambre —dijo desganada.

 —No has comido nada desde esta mañana, no aceptaré un no por respuesta. —La agarró por la muñeca y se la llevó a rastras hacia la sala. Se pararon frente al pequeño comedor y ella se conmovió al verlo tan arreglado. Él le había puesto un mantel crema y un jarrón con flores en el centro: sobre la mesa yacían dos platos con un sándwich cada uno y dos vasos de jugo.

 —Esto está muy bonito... —dijo admirada—. ¿De dónde sacaste las flores y el mantel?

 —El mantel estaba en una de las gavetas de la cocina y las flores las recogí en el pequeño jardín que está en el frente —respondió apenado, pues había recogido las flores porque pensó en ella cuando las vio.

Diana lo miró a los ojos ensimismada, no se esperaba tanto detalle de un chico con su apariencia.

 —No me imaginaba que fueras tan estético a la hora de servir la cena —bromeó con media sonrisa.

 —Es que estoy acostumbrado a este tipo de cosas. En la mansión y en el palacio todo está bien arreglado hasta para comer una merienda. Mi abuela me enseñó que siempre hay que mantener la elegancia y la clase, no importa la situación o el lugar.

 —¡Cierto! Olvidaba que eres un príncipe que vive rodeado de lujos. Pero no me esperaba que hicieras las cosas por tu cuenta.

 —Mis padres me enseñaron a ser útil y sobrevivir por mí mismo. Toma asiento, bella dama. —Él arrastró la silla para que ella se sentara y luego tomó asiento él, quedando frente a esta. Diana no pudo evitar mirarlo un poco más, a simple vista parecía un chico presumido e indiferente, pero en realidad su comportamiento era muy dulce y educado, todo un caballero.

 —No sabía que había pan, al parecer revisaste toda la cocina. —Mordió su comida.

 —No solo la cocina. Revisé toda la casa buscando alguna pista. —Él bebió de su jugo.

 —¿Encontraste algo? —inquirió esperanzada.

 —No mucho... creo que nos perdimos.

 —¿Nos perdimos?

 —En el espacio y el tiempo, es una teoría que aún no compruebo, así que no te daré muchas explicaciones ahora. Si mis cálculos no me engañan no nos perdimos solos y las personas que nos atacaron deben estar en este mundo; y no solo ellos, las lágrimas que me faltan, también —respondió.

 —¿Tienes algún plan?

 —Por ahora: encontrar las lágrimas y buscar la manera de contactar con Destello o Lucero verde. Es probable que nos estén buscando, si logro abrir un espacio dimensional y enviar una señal, ellos podrían encontrarnos.

 —Bien, yo no entiendo mucho de esas cosas, pero quiero regresar con mi familia. Cuenta conmigo para la que necesites —ofreció con una sonrisa que lo estremeció. Esa sería la parte difícil de la situación en la que se encontraba, no podía permitirse involucrar sus sentimientos con esa chica. No solo porque fuera la novia de su primo, sino que él había escogido a Beka como pareja y ella estaba esperando por él; además, esa chica era de otro mundo, no era necesario complicarse la existencia.

 —Debemos aprender sobre este mundo para poder sobrevivir y encontrar las lágrimas. Según el panorama, se creó una realidad paralela, lo que significa que este no es un mundo receptivo e irrumpir en él altera el orden y la realidad. Es posible que tengamos una "vida" aquí —expuso mientras limpiaba su boca con la servilleta. Diana se quedó pensativa un rato y recordó una de las historias que su padre les contaba a ella y a su hermano.

 —Mi padre me dijo que él viajó a un planeta una vez, donde unas personas de su mundo quedaron atrapadas y tenían una vida que no era las de ellos...

 —¡Espera! ¿Dijiste unas personas de su mundo? ¿A qué te refieres con su mundo? ¿Él no es de Lucero verde? —Lían la interrumpió sorprendido.

 —No, él es de tu mundo. Viajó a Lucero verde, se enamoró de mi madre, se casaron y él se radicó allá —respondió.

 —Entonces, eres mitad destellana.

 —Se podría decir, aunque nunca he visitado Destello y mi padre no me ha hablado mucho de su mundo. A veces me da la impresión de que es una parte de su vida que quiere olvidar.

 —Tal vez tuvo un pasado difícil. —Lían asumió y ella asintió—. Mis padres quedaron atrapados en un planeta no receptivo mucho antes de mis hermanos nacer. Pero con ellos fue diferente porque sus recuerdos se borraron y vivieron un tiempo con una vida falsa y separados. Fue el resultado de alterar las reglas de la fuente y de un movimiento desesperado de mi madre. Al parecer nos pasó algo similar, con la diferencia de que no perdimos nuestros recuerdos. Seguiré revisando esta casa para saber qué vida tenemos en este mundo y como movernos en él.

 —Bien. Esto parece uno de esos libros de fantasía romántica... —Diana se sonrojó al caer en cuenta de lo que dijo—. Quitando lo romántico, claro —arregló.

***

Lucero verde 

 —¡Ulises! —La voz insistente de Dimitri llenaba el lugar por lo que Ulises no tuvo más remedio que mandarlo a pasar. Dimitri y Ana entraron nerviosos y con pavor en sus miradas, estaban tan abrumados que no repararon en los demás.

 —¡Diana está desaparecida! —Ana espetó con lágrimas en los ojos y Ulises la miró con pesar.

 —Necesitamos que uses tus habilidades para encontrarla. —Dimitri lo abordó desesperado, nunca lo había visto tan descompuesto y asustado—. Ella estaba en la casa anoche y esta mañana nos dimos cuenta que no durmió en su habitación. Ya no sabemos dónde buscar... Es extraño, porque Diana nunca ha amanecido fuera de casa, temo que le haya pasado algo.

 —Dimitri... —Jing dijo casi en un susurro y este fijó su mirada sorprendida sobre él.

 —Jing... —respondió parándose frente a su rival. Ambos se mantenían en la misma posición y sin mediar palabras, sus ojos se examinaban el uno al otro con desafío.

 —Hola, Ana. —Leela la saludó y ella hizo lo mismo con entusiasmo. Ambas observaban en silencio a los infantiles de sus esposos que, pese a los años, mantenían su extraña rivalidad y nunca pudieron superar el pasado.

 —¡Vaya que estás viejo! —Jing rompió el silencio y Dimitri hizo una mueca.

 —No todos tenemos una joyita anti edad en el cuello. —Esbozó media sonrisa y Jing se la devolvió sin quitarle la mirada de encima—. Hola, Leela. —Dimitri la saludó y ella le sonrió—. Debo decir que eres una mujer con mucha paciencia, soportar a Jing por tantos años es digno de admiración.

 —Hago lo que puedo. —Ella bromeó ganándose la mirada de desaprobación de su esposo.

—Ustedes pueden ayudarme a encontrar a mi hija, ella es una chica juiciosa, nunca nos preocuparía de esta manera. —Dimitri dijo con tristeza y todos se miraron con complicidad. ¿Cómo decirle lo que pasó?

 —Diego, busca a Dan. —Ulises ordenó y el chico obedeció. Desde donde estaban se escuchaban discusiones; Ulises respiró profundo del hastío, entonces movió sus dedos y Dan venía flotando por los aires tratando de liberarse. Ulises hizo un movimiento brusco con sus manos y el chico cayó de golpe sobre el piso.

 —¡Auch! —se quejó mientras sobaba su trasero.

 —Bien, Dan, cuéntale a Dimitri lo sucedido con Diana. —Ulises ordenó y Dan lo miró con ruego en los ojos. Estaba temblando y sentía que se desmayaría en cualquier momento.

 —Tío... yo ... —No podía articular las palabras y Dimitri, sin entender lo que sucedía, pero sospechando que el chico tenía que ver con la desaparición de su hija, se lanzó sobre éste sosteniendo su cuello con mirada aterradora.

 —¿Dónde está mi hija, gusano? Si tú —respiró profundo—, si tú le llegaste a tocar si quiera un pelo, yo te castro con mis propias manos.

Eli gritó de la impresión del rápido movimiento de Dimitri, mientras que Ulises retenía las ganas de reírse. Dan estaba rojo y tembloroso y sudores recorrían su piel.

 —Yo... Yo no la he tocado, te lo juro, tío —dijo con dificultad por el agarre violento sobre su cuello.

 —Más te vale, gusanito. Ahora dime por qué la luciérnaga de tu padre te pidió que me explicaras sobre el paradero de mi hija, tú qué tienes que ver con eso.

 —Te lo diré todo, lo prometo; pero suéltame, por favor. —Dimitri lo soltó lentamente sin quitar su mirada espeluznante de encima del muchacho.

Dan corrió hacia su madre y se puso detrás de ella, entonces empezó su explicación:

 —Yo... no, Diana me rogó para que la lleve a la misión, pues ella tenía mucha curiosidad y estaba muy aburrida... ¡Auch! ¡Mamá, suéltame! —El chico gritó cuando Eli lo jaló por los cabellos.

 —¡Di la verdad, hijo de tu padre! —Eli reclamó con los ojos chispeantes—. Se un caballero y afronta la situación como hombre, nosotros no te criamos como un cobarde. ¡Di las cosas como realmente sucedieron, Dan, no colmes mi paciencia!

 —¡Está bien! Pero ¡suéltame, por favor!

Eli lo soltó y se cruzó de brazos. Estaba indignada por el comportamiento de su hijo.

 —Tío... —Dan miró a Dimitri con temor—. Yo fui a buscar a Diana y la convencí para que fuera conmigo a la misión, puesto que ella siempre tuvo curiosidad por ver lo que hacíamos. Escapamos con mi pulsera y bueno, el tonto de Lían me recriminó que la hubiera llevado y bla, bla, bla… Pero él no dejaba de comérsela con la mirada y no lo culpo Diana está buenisi... —El chico paró de golpe al ver la expresión de asesino verdugo que tenía Dimitri, aclaró su garganta y fue al punto—. Pues... Eliana y yo le dimos acceso a Lían y todos entramos a la montaña de Estrella Verde y ... cuando Lían estaba emparejando las piedras, unos tipos aprovecharon el momento y nos atacaron. Entonces Eliana y yo no pudimos mantener el acceso y la montaña empezó a bloquearse, ellos tenían un extraño artefacto en forma de cetro y un rayo impactó a Diana...

 —¡Qué dices! ¡A mi niña! —Dimitri se puso rojo y Jing tuvo que sostenerlo para que no matara a Dan—. ¡Suéltame, Jing! Voy a acabar con este imbécil...

 —¡Basta, Dimitri! Escucha al chico, todavía no te ha dicho lo que pasó, después yo mismo te ayudo a matarlo. —Jing bromeó y Dan tragó en seco. Se acercó a su padre por si acaso y luego continuó.

 —Pues... Eliana y yo estábamos luchando con ellos y Lían fue a socorrer a Diana...

 —¡Hijo de la desgracia! —Dimitri espetó furioso—. ¡Eres muy hombrecito para querer cogerte a mi hija, pero un maldito cobarde para no ayudarla cuando tú mismo la metiste en esa situación! ¿Un desconocido tuvo más tacto que tú? —Dimitri se quejó indignado, pues llegó a considerar la posibilidad de aceptarlo como novio de Diana si ella de verdad lo quería.

 —Todo pasó muy rápido, tío —se excusó—. Lían es más hábil y ya estaba con ella cuando lo noté. Les advertimos que tenían que escapar y todos salimos antes de que la montaña se defendiera, bueno creímos que todos. No entiendo qué pasó con ellos que se quedaron allí y... —Hizo una pequeña pausa, respiró profundo y prosiguió—. Simplemente no estaban; Eliana y yo fuimos a la casa y papá había sido advertido por su pulsera, así que él nos encontró; le explicamos lo que sucedió y él fue a la montaña, dado que solo papá podía acceder como consecuencia de lo que pasó. Como saben, él no los encontró, papá ha buscado en todo el mundo y no están.

Dimitri se quedó estático mientras Ana se rendía al llanto. Sus manos empezaron a temblar y su mirada expresaba algo que ellos no pudieron descifrar. Luego empezó a reír como loco y todos se pusieron alerta. Dan no sabía si correr, esconderse o simplemente esperar una muerte lenta y dolorosa. Dimitri seguía riendo y las primeras lágrimas se abrieron paso, entonces miró a Ulises con reclamo y luego a Jing y por último a Dan.

 —¡¡Miserable!! —Dimitri se lanzó encima de él de una forma tan rápida que nadie se esperaba. Dan cayó contra la pared que estaba detrás de él, como resultado, se le rompió la nariz. Otro golpe en el estómago hizo que escupiera sangre, entonces Jing y Ulises intervinieron. Jing lo atrapó, pero era difícil mantenerlo quieto; por su parte, Dan corrió y se colocó detrás de su madre, quien se puso nerviosa por el estado de su hijo. Ulises envolvió a Dimitri con su energía verde para paralizarlo.

 —Dimitri debes calmarte. —Ulises advirtió.

 —¡¿Calmarme?! Solo lamento no haber traído mi espada. Es fácil pedir que me calme cuando todos tus hijos están a salvo y mi polilla —las lágrimas volvieron a salir y su voz se quebró—, mi polilla no está, ¿qué le hicieron a mi niña? Ella nunca me había desobedecido, tenía que ir tu hijo con su mala influencia y mira, ella es la que paga. Si algo malo le pasó, me olvido de ser una buena persona y mato a todos los culpables, ella es mi bebé... —Dimitri tapó su rostro con sus dos manos sin poder soportar el dolor y el miedo. La sensación de que la vida le podría cobrar toda su maldad pasada lo aterraba. Todas las veces que arrebató hijos e hijas a sus padres o viceversa, todas las lágrimas y él sufrimiento que causó; tenía miedo y le daba pavor imaginarse pagar sus pecados con la pérdida de su hija, eso no lo soportaría. Ella era inocente y una buena chica, preferiría mil veces padecer él, daría su vida por su familia o en su defecto, las quitaría.

Ulises lo soltó conmovido y Dimitri abrazó a Ana, quien estaba desconsolada. Dan se acercó a él lentamente con expresión arrepentida y tembloroso por los nervios.

 —Lo siento, tío. —Dan dijo con la voz en un hilo y las lágrimas se abrieron paso—. Sé que fui un irresponsable y un descuidado. Me confié y no me percaté de que Diana estuviera a salvo; como ella es muy buena en las artes marciales, creí que saldría airosa y además estaba con Lían... Él la estaba cuidando... —Suspiró—. No debí dejarlos a su suerte, yo la llevé allí y yo debí hacerme cargo de ella; perdón tíos, no lo hice con mala intención. Yo aprecio mucho a Diana, ella es mi mejor amiga; les prometo que voy a encontrarla, por favor, perdónenme. —Se tiró de rodillas frente a ellos. Dimitri lo miró con desconcierto y se acercó a él con mirada tenebrosa y pasos lentos y ambivalentes, levantó su mano hacia él quien cerró los ojos por instinto. La sorpresa lo abordó y el aliento volvió a él cuando la mano de Dimitri se extendió para que él se apoyara. Dan miró la oferta de apoyo con escepticismo y se aferró a ella dudoso. Se puso de pies y Dimitri palmó su hombro.

 —Fuiste un maldito irresponsable y sonsacador, pero mi hija es culpable también. Ella me desobedeció y se lanzó al peligro, ustedes fueron atacados y me imagino el momento de confusión. No te despedazaré por hoy, pero no te quiero cerca de Diana. Me decepcionaste, con tu comportamiento me demostraste que ella es solo un entretenimiento para ti.

Dimitri volvió al lado de su esposa y la envolvió entre sus brazos. Dan dejó salir el aire retenido y su hermano Diego se quedó mirándolo entre sorprendido y burlón.

 —¡Qué desagradable! ¡¡Dan, mojaste tus pantalones!!

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