Capítulo 28.

Aquellas gruesas cadenas quemaban en su hermosa piel cada que daba un movimiento, de sus labios salió un gemido de dolor debido aquello, movió su cabeza hacia la izquierda comenzando abrir sus ojos poco a poco, pudo divisar un pequeño rayo de luz que se colaba por un pequeño agujero, estaba mareada y aturdida, su nariz dolía aún y su cabeza igual. Se sentó a duras penas quejándose por el ardor en su cuerpo, giró su cabeza hacia la derecha para retirar el mechón de cabello que cubría un poco su cara, dio un respingo al notar una silueta justo en el último escalón de la escalera, achino un poco sus ojos para tratar de visualizar mejor a la persona.

Cerró sus ojos negando con una sonrisa amarga en sus lindos labios.

—¿Te dijo tu jefe que vinieras a tortur

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