Capítulo 3. Regimiento de Infantería Mecanizada - "LEPANTO 3" Valencia, España

En la guardia del regimiento (puerta principal)…

_Pero miren nada más quien llego, el instructor de instructores, Neythan, ¿como te fue en tus vacaciones capullo?.

_ ¡Hey Derek!, venga ese abrazo colega y gracias por el recibimiento. -Era mi gran amigo, como un hermano para mí, a quien confiaba mis secretos, nadie sabía tanto de mí como mi camarada de regimiento, el cabo Derek Zeneger.

Como siempre me esperaba con una grata sonrisa de recibimiento.

_ Ayudadme con estas maletas tío, pesan más que un matrimonio a la fuerza.

_ ¿Estás de broma?, por si no os habéis dado cuenta me acabo de hacer el manicure, al parecer tendremos

mucho de qué hablar eh!

_ ¡Anda ya! Menuda mariconaza, me importa un comino tu maniculada, cárgate la más pesada cabron. _ Y

ahí estábamos descojonados de la risa por las gilipolleces que decía Derek.

_ ¡joder! ¡Que morro tiene este tío!, ¿No os provoca algo más su majestad? – soltó Derek con fingida cara de asombro y aguantando una carcajada que no demoró mucho en salir.

_Eres un pesado eh -refunfuñó entre dientes Derek mientras hacia un esfuerzo sobrehumano por levantar la pesada maleta y subirla al coche.

_ Y tu una tiquismistis lloricona.

_ ¡Gracias Señorita Brown!

_! De nada mademoiselle zeneger! –no podía dejar de reír por las estupideces con las que salía Derek, parecía que tuviera un libro de gilipolleces memorizado por completo.

_ ¡lo que tú digas capullo! – concluyó Derek mientras hacía un ademán con

la mano a la altura de la cien para hacer un medio saludo militar, o, a eso parecía ese gracioso y patético gesto que hizo con el dedo medio de su mano rozando su sien.

_Por supuesto que si colega, no te querrás perder ni un solo detalle. –contesté

en medio de risas.

Terminamos de bajar las maletas del coche y nos fuimos rumbo a mi barraca que quedaba a unos 200 metros de la guardia principal.

En el regimiento todo seguía igual, pelotones de soldados ataviados con tanto equipaje como les fuera posible cargar, su fusil al pecho y chalecos llenos de municiones, se les veía con su peculiar equipaje trotando y animando con cantos militares bajo los rayos del imponente sol en pleno verano.

Fatiga, sueño, sudor y más sudor era lo que se podía apreciar en las caras de quien entraba al regimiento. Allí parecía nunca haber descanso para los alumnos militares de las diferentes especialidades, todo se hacía sobre la marcha, nadie caminaba a excepción de los instructores, el resto corrían en todo momento, parecía una colonia de hormigas donde todos se mueven tan rápido pero a la vez con tanta sincronía que pareciera no haber margen de error en las actividades que allí se realizaban.

El ruido procedente del polígono de granadas me hacía entrar en sintonía y recordar que estaba de vuelta en aquel lugar para cumplir con la misión de transformar jóvenes civiles en hombres con carácter de acero, protectores de los principios y buenas costumbres, bizarros y seguros en su actuar. Cualidades dignas de un militar de nuestra nación, justo como mi hermano mayor me hubiese pedido que hiciera.

Introduje la llave en la cerradura de la puerta y al abrirla sentí un fresco aroma a lavanda que acaricio mi rostro, todo estaba en su lugar, limpio y organizado, como lo había dejado un mes atrás, al parecer alguien había limpiado el polvo de esos días que estuve ausente, el cobertor de mi cama aún tenía el mismo doblés que solía dejarle al lado de la almohada, mi aroma se conservaba intacto en las sabanas, señales de que nadie se había recostado en ella, abrí la cómoda para dejar las maletas y lo primero que vi fue mi desgastado par de botas, un recuerdo cruzó en mis pensamientos como un rayo: me visualicé a mí mismo un tiempo atrás, recordando aquel día en que había decidido seguir los pasos de mi hermano mayor e iniciarme en una vida llena de sacrificio, alejado de los seres que más amaba, una vida llena de retos pero también de oportunidades, recordé con cariño la primera vez que porté orgulloso mi uniforme. En ese momento mi corazón latió fuerte a la vez que la piel se me erizaba, recordé que esa sensación experimenté el primer día, solo me hacía falta la sonrisa de mi hermano mientras me manifestaba sentirse orgulloso por mi gran logro, eso era algo que echaría de menos por el

resto de mis días…

_ Neythan, cuando supe que regresarías vine y limpié un poco el polvo para que

te resultase más satisfactorio el recibimiento, espero no te moleste.

-Me decía Derek mientras descargaba las maletas.

_ ¡Pero qué cosas dices Derek!, ¿molestarme yo? No habría porque hacerlo tío, todo lo contrario, te

agradezco con creces el favor, sabéis bien que puedes entrar a la hora que quieras, esta también es tu habitación.

El cabo Derek aparte de ser mi gran amigo, era un agente del departamento de inteligencia, por ello casi siempre solía ausentarse sin previo aviso, casi siempre andaba atendiendo alguna operación como

agente encubierto o algo por ese estilo, cosa que rara vez me ocultaba a mí.

_Bueno Neythan, tomemos asiento porque al parecer tendremos mucho de que hablar. Derek estaba ansioso por saber cómo habían transcurrido mis vacaciones, aunque yo sabía que la parte que más le interesaba era lo referente a mujeres, siempre quería saber todo ¡que chismoso!

_dame cinco minutos, me pongo mi uniforme y vamos al bar, nos tomamos algo y te voy contando como

transcurrieron mis gratificantes vacaciones, hay algo que te va a gustar escuchar eh! Mi risa maliciosa causaba mucha intriga a mi colega.

Salimos de mi habitación y no dejaba de bombardearme con preguntas, quería saber todo en cuestión de

segundos, aunque “todo” para él, era si había conocido alguna mujer interesante, y por supuesto, si tenía amigas o hermanas con las que él pudiera ligar.

Me causaban mucha risa sus preguntas una detrás de la otra, ni siquiera me dejaba responder alguna.

_ ¡ey tranquilo colega! ¡Ya vas a escuchar

todo! No hay prisa camarada.

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