Capítulo 7

Eso mi bella salvaje, tu puedes aguantar más —le decía a María en una sesión intensa.

Llevaban juntos un año, María le había bombardeado con preguntas por tres meses, prácticamente le había sacado toda la información que contenía su cerebro. Se había convertido en un arma letal, pregunta que surgía, respuesta que absorbía. Estaba realmente impresionado por el funcionamiento del cerebro de María, lo que había visto al principio no era ni raspada la superficie, su sumisa, era un diamante puro.

La tenía suspendida en posición vertical mirando al piso, sus pechos estaban atados a la viga, junto con su torso, cadera y piernas, la cuerda pasando por sus axilas y hombros para ayudar a soportarla mejor. Una pierna recta, y la otra abierta al máximo hacia una punta de la habitación. Sus piernas

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