CAPITULO 1

En los barrios bajos de Queens, vive una familia muy modesta, el padre trabaja de fontanero, la madre de lavandera y su única hija es el soporte de esta familia, la goma que los une, el amor filial que sostiene el núcleo familiar, sus padres luchan por subsistir en su entorno lleno de malvivientes, de pandillas, de dolor y muerte, tratando de cuidar a su hija de toda esa lacra, trabajando de sol a sol para darle una vida algo cómoda a Jessa Marggui, una chiquilla llena de sueños de inocencia, una bella jovencita sin prejuicios, sin maldad, eso le habían inculcado a pesar de tener amigos de familia de delincuentes estos ayudaban a cuidarla era su hermanita menor para ellos, algunos robaban y le daban monedas para que guarde y ahorre para cumplir su más caro sueño: ser bailarina.

Nadie se burlaba de su sueño, sus padres vivían agradecidos de sus vecinos que les ayudaban a cuidarla, ir a la escuela era un espectáculo, iba rodeada de muchos de esos pandilleros, que la dejaban y amenazaban que nadie la toque o se atendrían a las consecuencias, fue creciendo hasta que le toco ir a la secundaria pública, nunca estaba sola, por eso nadie se atrevía a molestarla por nada, tenía amistades en la secundaria, luego en la preparatoria lo mismo, era su vida una rutina divertida para ella, siempre tenía con quién jugar, era feliz.

Pero una noche se escuchó una balacera intensa afuera de la casa, ella estaba en el patio tendiendo su ropa, cuando vio que algo cayó dentro del patio, se veía un bulto que se movía, se acercó a observar y se dio cuenta de que era un hombre herido que se quejaba muy bajito, miró a todos lados y no había nadie, el hombre solo la miró y susurro

—Ayúdame por… favor —Jessa lo ayudó a pararse y juntos caminaron hacia la parte de atrás donde ella jugaba con sus juguetes, el hombre se doblaba por el dolor, pero ella trataba de sostenerlo, en un sofá roído lo sentó. Él tenía su mano tapándose la herida en el abdomen, sangraba profusamente, Jessa había aprendido con sus amigos primeros auxilios y sabía cómo sacar una bala y suturar, pero le hacían falta los antibióticos y desinflamatorios, le dijo que no haga ruido que iba a conseguirlos y lo curaría al regreso.

Salió al patio y llamo a su pequeño vecino Jorge, un puertorriqueño y pidió

—Jorge, por favor, tengo una emergencia, necesito antibióticos muy fuertes y desinflamatorios como los que le dieron a tu tío cuando lo hirieron de bala, ¿te acuerdas cuáles son?

Jorge recordó los nombres y solo le pidió que le espere que los conseguiría en 10 minutos, se fue mientras ella esperaba temerosa de que regresen sus padres, pero justo ese día se quedaron a una reunión en su trabajo, dando tiempo para que su hija ayude y salve al desconocido herido

El chico regreso trayendo todo y se lo entrego diciendo que no le debe nada, a lo cual Jessa agradeció, entro llevando también alcohol, gasa, un cuchillo, vendas, aguja e hilo y pastillas para la fiebre, lo encontró desmayado, pero se apresuró a taparle la boca con un trapo limpio, desinfecto el cuchillo y muy despacio lo enterró en la herida buscando la bala, el hombre despertó al sentir el intenso dolor y escucho

—Por favor no grite, le voy a sacar la bala, tengo todo para desinfectarlo y curarlo, soporte el dolor hasta que le saque la bala, por favor —el hombre comprendió, se tapó la boca y gritaba del dolor hasta que le saco la bala, le limpio bien, le suturo la herida lo tapo con la gasa y las vendas.

Cuando termino, le dio el antibiótico, el desinflamatorio y la pastilla de la fiebre, parece que reconoció las medicinas, se las tomo con una botella de agua que ella le dio en las manos.

Respiraba muy rápido, pues estaba cansado y débil por la pérdida de sangre, se vio una sombra y ambos se asustaron, pero era Jorge que no pudo con la curiosidad de saber para qué quería todo lo que le pidió, observo al hombre y dijo

—Jessa este señor se ha desangrado, necesita una transfusión de sangre —miró al susodicho y pregunto

—¿Qué tipo de sangre es usted? —el hombre contesto muy débil que era O positivo, entonces el chico dijo

—Jessa ya te traigo como sea, pero te traigo todo para la transfusión, no hagan ruido por favor

Salió corriendo y desapareció, mientras Jessa se acercó al hombre y pregunto

—¿Qué le pasó? ¿Sabe quién lo hirió? —el hombre apenas contesto —me emboscaron unos sicarios —Jessa se sorprendió observándolo, ya que estaba vestido muy elegante, su perfume olía muy rico a perfume muy costoso, llevaba un reloj de oro muy grueso, una cadena de oro gruesa también, fueron interrumpidos por Jorge que regresaba con todo, le dejo y se fue dejándolos solos

Jessa procedió a ponerle la transfusión, lo recostó, puso la bolsa de sangre encima de un pedestal y le puso en el brazo, movió la mariposilla al goteo que iba a hacer y dijo

—No se duerma, le voy a traer comida, debe alimentarse también, se fue, no demoró mucho, le trajo la cena y el hombre engulló todo sin imaginarse siquiera que era la cena de la chica.

Ella lo observaba comer con ansiedad, al terminar se llevó los platos, los dejo lavados y dijo al regresar

—Mire señor, si quiere duerma, vendré a darle la vuelta más tarde, debo cuidar de que mis padres no lo vean, tenga confianza, quiero ayudarlo —antes de irse lo tapo con un edredón que tenía allí

El hombre se durmió, el cansancio, la debilidad, las energías gastadas hicieron que cayera en un profundo sueño.

El hombre tenía pesadillas de lo que paso, reconoció a uno de los que le disparo, era uno de sus propios hombres, entonces lo habían traicionado, se despertó muy acalorado, se fijó que estaba casi en penumbras, pero recordó a la chica que lo ayudó, la bolsa de sangre todavía estaba a la mitad, así que se acomodó para seguir durmiendo.

Jessa estaba ya con sus padres conversando como siempre, ya era tarde y se despidió de sus padres para dormir, ella había comido un pedazo de pan con leche para llenar su barriga, sus padres se fueron a dormir, en cambio, la pequeña chica estaba preocupada por la salud del hombre herido, espero casi una hora, subió a revisar puso su oído pegado a la puerta del cuarto de sus padres y escuchó sus leves ronquidos, bajo muy despacio sin hacer ruido y fue a ver cómo estaba el herido, lo encontró dormido y la bolsa de sangre casi vacía, se sentó en el suelo, recostada en las piernas del hombre dormido, oliendo el rico aroma del perfume.

Se adormitó un poco, pero el movimiento del herido hizo que despertase, se levantó rauda y le sacó ya todo para la transfusión y puso un pedacito de algodón en su brazo, el hombre la observo, era una linda jovencita, de ojos azules y cabello castaño, sus facciones muy finas y dijo

—Hola, me llamo Alexander, gracias por ayudarme en... todo, salvaste mi vida niña ehm… puedo preguntar ¿cómo te llamas?

Jessa ahora si se fijó bien, era un hombre muy atractivo, fornido, su perfume la traía loca, se notaba que era un hombre con mucho dinero y le contesto

—Jessa, pero de cariño me dicen Rubí —Él al escucharla sonrió, tenía sus dientes muy blancos, bien cuidados y expreso

—Rubí se escucha más lindo, te queda muy bien ese nombre, todavía tengo un poco de mareo, debe de ser por la pérdida de sangre, quisiera irme, pero no puedo ni pararme, no deseo que tengas algún problema con… tus padres

Jessa solo dijo con su dulce voz —Mis padres están dormidos ya, no se preocupe a las 7 am, ya se van a sus trabajos, mañana le pido a Jorge que traiga otra bolsa de sangre para hacerle otra transfusión.

Alexander la miraba, era linda, muy tierna, muy inocente, pero a esa edad y ya sabía cosas de enfermería, la curiosidad le pudo y le pregunto

—Rubí, ¿cómo aprendiste a hacer transfusiones a… sacar una bala y suturar la herida?, lo hiciste muy bien —a lo que Jessa le respondió sonriente y muy segura de si

—Vivo en una zona peligrosa y mis amigos como Jorge son… pandilleros, me han enseñado todo lo que sé, pero me cuidan de todo, me quieren mucho, por eso nadie se ha atrevido a lastimarme, no quieren que integre la pandilla siempre me dicen que… soy una niña de bien y que debo ser alguien en la vida

—Eso demuestra que de verdad te quieren Rubí, otros hombres se hubieran aprovechado de tu inocencia, ¿tienes algún sueño Rubí? ¿Tienes algo que desees en tu vida?

Los ojos de Jessa se iluminaron antes de contestar, se levantó, dio unas volteretas a vista de Alexander que se alegró viendo a la inocente niña bailando cuando le contesto

—Quiero ser bailarina, una famosa bailarina, ese es mi sueño —pero su semblante cambio a tristeza cuando siguió hablando

—Pero no tengo dinero para lograrlo, además si saben de dónde provengo no me admitirían jamás. —volvió a sentarse junto a Alexander que la observaba apenado, al darse cuenta de que tenía toda la razón la chiquilla, el mundo del arte es doloroso, cruel, selectivo y discriminatorio.

Jessa sin saberlo había salvado a un narcotraficante y empresario muy poderoso que había sido traicionado por su socio, que deseaba quedarse con todo, pero no contaba que estaba vivo y se vengaría con todo su poder, Jessa algún día recibiría su recompensa por hacer el bien

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