Capítulo 1

Me encuentro caminando por las calles de Toledo, España. Esta mañana hace menos frío, está iniciando el verano y aunque me agrada el invierno, los cálidos días como este no caen mal. Días así me recuerdan a mi país, mi preciosa tierra canalera. 

Con un largo suspiro continuo mi camino, debo iniciar mi rutina diaria.

         Llego a mi lugar de trabajo, soy la que se encarga de dar las órdenes para acondicionar el lugar, no es gran cosa pero me ayuda a pagar facturas y a sobrevivir.

—Hola Tom. —Saludo con demasiado entusiasmo a mi compañero. Tom junto conmigo se encarga de abrir el supermercado diariamente y de que todo esté en perfecto orden. Después, él se encarga de la seguridad. Este me dedica una gran sonrisa y no puedo evitar notar ese brillo al mirarme que indica seré su víctima del día, aunque en realidad, soy su víctima de todos los días, tiene el don de molestarme siempre que la oportunidad se le presenta.

—¡Hey! Pero si ha llegado la chiquita, la... ¿Nena Love? —Su tono es de mofa, volteo mis ojos hasta dejarlos en blanco. El apelativo de "chiquita" me lo dicen todos solo porque soy más bajita que la mayoría, pero ¿Qué tiene de chiquita medir 1.65 cms? Bueno, al menos en mi país, tengo la apariencia de una clásica panameña, soy morena de ojos castaños y cabello completamente rizado y abundante, mis facciones si bien son muy finas al estilo europeo, tengo ese toque latino que me identifica, mi complexión es muy delgada con unas maravillosas curvas, las cuales no me gusta mostrar tanto y respecto a mi tamaño, soy de una estatura promedio, cosa que les recuerdo todos los días, pero parece que pasan de ello, el de "Nena Love" sí que no lo soporto.

—Que no me llames por ese ridículo sobrenombre. —Para hacer notar mi molestia,  gruño y hago un falso gesto de estar enojada, no me gusta que me llamen por mi nombre de pila, pero ese “Nena Love” me fastidia.

—Vale, vale. —Una gran sonrisa se dibuja en su rostro como otras muchas veces, quisiera no conocer sus gestos tanto como lo hago, le conozco demasiado bien y eso en ocasiones me asusta, sé que dirá algo que no me va a gustar.

—¿Prefieres que te llame Neon?— ¡boom! suelta la bomba y esta me da directo en la cara. 

—¡No te atreverías! —entrecierro los ojos y mi tono es amenazante, —además que ese "Nena Love" no va y lo sabes. —Pero como siempre, pasa de lo que le digo, nunca se calla y por eso chocamos casi siempre, porque yo tampoco me corto ni un poco a la hora de hablar. 

—Claro qué tiene que ver ese apodito "La Nena del Amor" —extiende demasiado esta última palabra, que no tiene nada que ver conmigo, no significa nada para mí— y antes de que digas nada... —Se apresura a decir, dejándome con la palabra en la boca. —Tú misma lo has gritado a todo pulmón y no en cualquier lugar, nada más y nada menos que en el King West, y sus palabras señorita fueron... "Yo soy Nena Love, la Nena del Amor" —dice justo las mismas palabras que salieron de mi boca en una forma teatral <<¿Pero qué le pasa? Eso fue hace dos años atrás, ¡dos años!>> pienso molesta. Resoplo con desesperación, en serio no puedo con él, por lo general es un amor, pero cuando está en plan toca pelotas nadie se lo gana. 

—Estaba como una cuba de lo borracha. —Me defiendo, dicho esto sigo mi camino y casi me voy de bruces sobre la puerta, aún no se ha abierto, le miro. 

—¿A qué esperas? Venga, vamos abrir esto que debemos trabajar ¡Vamos! —Ordeno apresuradamente, él hace lo que le pido y una vez abierta la puerta, sigo mi camino a guardar mis cosas pero claro todavía no termina y sigue mis pasos.

—Ya voy. —Responde en su defensa como si tal cosa. —Eres una chiquita con un carácter imposible. 

Me detengo, doy media vuelta y le miro de frente aunque no debería, tendría que haber seguido mi camino y pasar de él, pero no.

—Pero sé que por ahí —prosigue con lo que dice y me señala con su dedo índice el lugar donde está el corazón— hay amor y algún día lo vas a dar todo. 

Pongo los ojos en blanco nuevamente, no me sorprendería que un día se queden en este estado permanentemente, no hay un día en el que no ponga los ojos así, no si estoy hablando con Tom. Para hacer notar mi cabreo, gruño como una loba rabiosa, levanto mi mano derecha y hundo mi dedo índice en su pecho, le miro directo a esos preciosos ojos que tiene. 

—Thomas Gutiérrez, estoy de muy buen humor y no quiero que me jorobes el día con tus chorradas del amor. —Dicho esto y aclarado mi sentir, sigo mi camino dejándolo ahí plantado, Voy a los casilleros y guardo mis pertenencias, me quito mis audífonos que tengo alrededor de mi cuello y los meto junto a mi bolso, una vez que he marcado, me apresuro a iniciar con mi trabajo. Debo ordenar todo lo que está fuera de lugar. Quince minutos después, entran mis compañeros del primer turno. Treinta minutos más tarde, ya todo está en su lugar, me dirijo a mi puesto de trabajo, voy a mi caja, siempre es la misma, enciendo el monitor y saco mi gaveta para hacer el conteo de dinero.

—Neon —escucho la voz de mi jefe pronunciar mi nombre, le miro no muy feliz, enseguida se da cuenta de mi gesto, así que se limita a sonreír y a encogerse de hombros.

—Lo siento chiquita. —Se disculpa, ahora si nos estamos entendiendo y pensar que al inicio les daba batalla a capa y espada para que no me llamaran así, pero ya estoy resignada y acostumbrada al apodito ese.  —¿Cómo estás? —Se interesa y posa su mano en mi hombro como parte del saludo, me incomodo porque no me gusta el contacto físico con nadie, bueno tal vez si los tengo, pero no son muy seguidos ni muy cariñosos. Le sonrío.

—¡Estoy de maravilla! —Me sincero, es la verdad estoy feliz me siento bien. —¿Y cómo está el mejor jefe del mundo? —Pregunto más por cortesía, sé lo que me va responder.

—Estoy bien —da un suspiro agotador— ya sabes en mi lucha constante con Carmen. ¿Puedes creer que se quiere ir de viaje otra vez a New York? —Dios que penita me da mi pobrecito jefe. Es un hombre algo cargado en edad, con apariencia de ser tan bueno y lo es, su cabello totalmente encanecido con una entrada casi hasta la nuca <<¡No sé porque no se rapa y ya está!>> Su piel tan pálida como una hoja de papel blanco, esos preciosos ojos color avellana y regordete, es totalmente adorable. Carmen es todo lo contrario al buenazo de mi jefe, él es amable, humilde, cariñoso, es un excelente humano en toda la extensión de la palabra, además, es un hombre caritativo que le gusta ayudar a los menos favorecidos, y parte de las ganancias del supermercado las dona a centros de acopio para niños y ancianos abandonados, por supuesto a escondidas de la insufrible de su mujer. Ella es la típica mujer que lo tiene todo, cuándo, dónde y cómo quiere sin mover un solo músculo de su operado cuerpo. En resumen, una "mujer parásito", no es que la odie ni mucho menos, pero Carmen se ha encargado de hacernos saber cuál es su posición y la nuestra en las clases sociales, nunca antes conocí a una persona tan egocéntrica y que se vanaglorie de una manera tan estúpidamente arrogante como ella lo hace, tal vez suene algo dura, pero no es fácil tratar con ese tipo de brujas, que por donde sea que vaya va gritando "miradme, soy mejor que vosotros". La verdad, no sé porque mi jefe está con ella, es mucho más joven que él, eso lo entiendo, pero sin duda alguna una mujer bastante interesada, es ahí mi incomprensión. 

—Lo siento. —Es lo único que le puedo decir al hombre que me ayudó a tener un trabajo cuando estaba recién llegada y no tenía nada. Él me ayudó sin más, me contó que él también llegó a este país sin nada.

         —Bien chiquita te dejo trabajar, ya casi es hora de iniciar ¡Feliz día bo¬¬¬¬¬¬¬¬nita! ¬—dicho esto, da media vuelta, les da un vistazo a mis dos compañeras que están varias cajas después que la mía y se marcha.

Son las 9 horas y ya es tiempo de abrir el local, miro la caja que está a mis espaldas y aún no llega esa irresponsable, niego con la cabeza. Terminando el conteo, cierro la gaveta y abro la caja, veo a Tom tomar su lugar en la entrada y da paso a los clientes y es ahí cuando inicia nuestro día laboral. 

          Estoy perdida en mis pensamientos mirando al vacío, eso es normal en mí, no sé cuánto tiempo llevo sumergida en mi mundo mágico, cuando una voz entusiasta me saca de mis pensamientos.

—Hola... ¡buenos días! —Repite esa voz tan conocida para mí, es la señora Benson, esa mujer que me tiene tanto cariño como yo se lo tengo a ella, me tiene designada como su cajera favorita y exclusiva, cosa que no es difícil ya que ella está siempre a primera hora en el supermercado. Giro mi cabeza al lugar de donde proviene la voz y, una gran sonrisa se dibuja en mis labios al encontrarme con unos hermosos pero viejos y cansados ojos verdes esmeralda.

—Señora Benson ¡mi clienta favorita! —Digo muy animada, esta mujer me alegra el día con su sola presencia, ella supo ganarme de inmediato con ese cariño que la caracteriza. —¿Cómo está?— sin dejar de sonreír, inicio a pasar los productos por el escáner.  —¿Cheesecake? —pregunto al ver todos los ingredientes y en especial los potes de queso crema.

—Si preciosa cheesecake tu favorito, antes de que termine el día te traeré una porción y contestando a tu primera pregunta, estoy jodida, pero feliz. —Contesta sonriente haciendo que yo ahogue una carcajada. Esa referencia es como un tipo de broma entre nosotras, aún recuerdo la cara de la pobre mujer la primera vez que se lo dije ¡Era todo un poema! Debió pensar que era una masoquista o algo por el estilo, por lo que me apresuré a aclarar y explicar mis palabras, le dije que solo era una expresión irónica, ya que todos estamos jodidos ya sea por alguna o por otra situación, sin embargo, algunas personas decidimos estar felices, a pesar de todo, y por ello es mi peculiar contestación, la mujer cuando captó la referencia soltó una carcajada con la cual llamó la atención de los demás clientes y desde ese día, nos volvimos muy unidas.

—¡Esa es la actitud! —no puedo parar de reír por lo bajito—. Pero no es necesario que venga hasta acá, podemos pasar nosotros de camino a casa.

—Si lo sé mi niña, pero de todos modos debo salir, iré a hacer algunas diligencias, así que aprovecharé para traértelo. —Dice ésta con una enorme sonrisa amable en su rostro, que no me deja más que asentir y aceptar. Termino de atenderla, se despide y quedamos para el final de mi turno, la veo desaparecer entre los autos del estacionamiento, miro la hora en la pantalla, es temprano aún y el lugar está algo vacío. Pienso en lo buena que es aquella mujer y me da pena que viva sola, aunque ella así lo haya decidido, su único hijo se fue a Francia hace años y por azares del destino ya no volvió, se enamoró de una francesa con quien decidió hacer su vida, con el tiempo él quiso llevársela a vivir con ellos, pero ella se negó, toda su vida era aquí, en su amado pueblo Toledo y él solo viene en ocasiones a visitarla, sin embargo sus visitas son muy cortas, se devuelve a las pocas horas, nunca he tenido el placer de conocerle. Estoy nuevamente soñando despierta, cuando un jaleo a mis espaldas llama mi atención. 

—¡Joder! nuevamente tarde. —Brama mi compañera atrayendo mi atención, le miro de frente.

—Venga calma, que tampoco es para tanto, casi nunca llegas tarde. —Observo la hora en mi reloj de pulso que llevo en mi muñeca izquierda, son las 10 horas y la hora de entrada del segundo turno es a las 9 horas en punto, es cuando se abre el local. —Estás bien de hora. —Digo con todo el sarcasmo del que soy capaz a mi mejor amiga y compañera de piso. Vero es una tía que mola un montón, es guapísima y todo lo contrario a mí físicamente, ella es una rubia alta, de unos 1,75 cms, cabello lacio que lleva a media espalda, ojos verdes que a veces se tornan turquesa, piel muy blanca y muy delgada, creo es en lo único en lo que nos parecemos, pero su vida es una completa locura, está loca como una cabra, lo suyo no tiene remedio ni mucho menos cura, para ella todo es como un juego y si de hombres se trata son sus favoritos, siempre gana, pero ni que hacer, la quiero y es mi mejor amiga, bueno en realidad es la única que tengo, lo somos desde que llegué a este lugar. "Dios nos crea y nosotros nos juntamos",  diría una conocida y ¿Cómo no? Si somos un desastre juntas.

—¡Ya habló doña sarcasmo! —Me gruñe y me echa una de sus típicas miradas asesinas, las cuales me causan gracia pero la miro con desaprobación. 

—¿Cómo es que vivimos juntas y tú llegas tarde día sí y día también? —Cruzo los brazos —¡Ah, cierto! La señorita se desaparece con quien sabe que tío y no vuelve a casa a dormir, y tampoco se digna a tomar el móvil y llamar, pero vamos te entiendo, eso es complicado. —Haciendo referencia a llamarme, le echo en cara su falta de consideración, siempre es lo mismo, los primeros meses me preocupaba demasiado hasta la angustia, hoy por hoy ya estoy acostumbrada pero tampoco es justo. —Me abandonas. —Finjo dolor.

—Sabes que te amo. —Me responde con la mirada fija en su gaveta. Está concentrada en su conteo. —Luego te cuento, esté fin de semana seré solo tuya lo prometo. —Me dice con una mirada lastimera, asiento y me acomodo debidamente en mi lugar. 

         Solo trabajamos de lunes a viernes Leonard, mi jefe, deja los fines de semana para que aquellos que estudian puedan trabajar y de esa manera ayudarlos, ese hombre más bueno no puede ser. 

—¡Mas te vale! —digo por encima de mi hombro, respondiéndole a Vero. Me centro en los clientes que están llegando a mi puesto quejándose de la lentitud en la línea de cobro, puesto que es un día sin mucho movimiento y no todos los compañeros son requeridos en el área, somos solo una cuantas cobrando <<¿Pero qué quieren? ¿Qué el personal se ocupe en un área que no es requerido? ¿Por qué no solo se quedan en casa y dejan salir a su paciencia?>> 

Transcurre el día, el almuerzo es como siempre, divertido al lado de mis dos amigos, la tensión entre ellos es realmente divertida. Terminado el almuerzo regresamos a nuestras labores, el resto del día avanza rápido <<al fin la hora de salida>> digo para mí misma, aunque ganas de gritarlo no hacen falta.

—¿Te marchas ya rizos?— pregunta mi amiga desde su lugar, sabiendo que cada día la espero una hora para irnos juntas, nuestro piso no está lejos de aquí, así que siempre andamos hasta allá

—Si, me marcho y te abandono como tú lo haces— le digo con reproche y seguramente ella ahora mismo piensa que estoy hablando enserio,  mi tono de voz y mis gestos son demasiados expresivos y quizás algo agresivos, pero como he quedado con la señora Benson, debo esperarla. Comienzo a limpiar mi área, una vez terminado, me dirijo hasta el reloj de marcación y luego pasar a los casilleros por mis pertenencias. Afuera, está Tom esperándome. Estoy por sacar mis audífonos de la Barneybolsa, así le llama Vero a mi bolso, a simple vista pareciese que no tiene fondo. Cuando escucho al toca pelotas.

—Vaya uno de estos días te tomaré en brazos y te meteré en ella. —Él ríe y por supuesto mis ojos se ponen en blanco.

—No molestes Tom. —Digo tranquilamente, al final, encuentro los audífonos, los saco y los coloco al cuello al tiempo que los conecto al móvil sin reproducir nada. Avanzo hasta Tom, quien se encuentra recargado sobre el cofre de un auto, con piernas y brazos cruzados, como si estuviera posando para alguna revista de Vogue, no sé por qué no se mete a modelo, le iría bastante bien, es guapo. Al llegar a su lado me recargo de igual manera en el auto quedando muy cerca de él pero sin tocarnos. Sin darnos cuenta del tiempo, vemos a Verónica salir del supermercado y esta se acerca con una enorme sonrisa en el rostro.

—¿Me esperabas? —Me dice Vero con un tono de victoria 

—De hecho no, la señora Benson y yo quedamos a esta hora. —En ese momento la sonrisa se le borra de golpe. 

—¡Ah! —dice Verónica en un tono más serio— ¿De nuevo pastel? ¿Pero que le has hecho a la pobre señora que te quiere tanto? ¿La tienes engañada verdad? —Dice riéndose esta vez, como si a ella no la quisiera de igual modo. 

—Soy un ángel a diferencia de ti. —Me burlo.

—Un bello ángel de piel canela. —Dice la señora Benson apareciendo por el lado izquierdo de la acera, yo sonrio.

—¿Ves? No solo lo digo yo. —Verónica nos mira sonriendo.

—Ahora no me queda la menor duda de que la tienes engañada. —La señora Benson se acerca y nos da un beso en la frente a cada uno. Ella es una de las pocas personas a las que le permito el contacto físico sin incomodarme demasiado.

—Aquí tienes una gran porción —dice entregándome un Tupper— lo compartes con Vero. —Me dice mientras le toca el brazo a esta y le tiende un recipiente a Tom.

—De acuerdo, pero será pequeño, este es mi favorito. —Me pongo muy seria, pero en realidad estoy bromeando.

—Ay mis niñas ¡No sé qué haré con ustedes! Si no fuese por Tom sus disputas estarían fuera de control. —Este sonríe orgulloso. —¿Vendrán el domingo a cenar conmigo a casa? —pregunta la amable mujer, al estar ella sola, nosotros nos hemos convertido en sus nietos y gracias a Dios, porque nos consiente siempre.

—!Claro que sí! —Responde Vero. Nos despedimos de Tom quien vive al lado contrario a nosotras y las tres juntas iniciamos nuestro camino, la casa de la señora, queda cerca a la nuestra. 

—Mi querido nieto vendrá pronto de visita y quiero que os conozca a los tres. —Dice la señora Benson rompiendo el agradable silencio.

—¿Cuándo vendrá? —pregunto con curiosidad, cuando viene nunca puedo conocerlo.

—En unas cuantas semanas estará aquí y se quedará por un buen tiempo. —Canturrea esto último muy feliz.

—¡Me alegro mucho! —sonríe Vero muy conmovida— aunque ahora ya no nos consentirá igual. —Concuerdo totalmente con mi amiga.

—¡De eso nada! Será siempre igual, así que no digáis esas cosas. —Sonreímos con aprecio a la mujer.

—¡Genial! Porque en unas semanas nos dan vacaciones y tendremos mucho tiempo libre. —Respondo entusiasmada.

—¡Pero qué alegría! —Aplaude la mar de contenta.

Al llegar a su edificio, nos despedimos y seguimos nuestro camino, 20 minutos después estamos ya en nuestro piso.

—¡Dios, pero que cansada estoy! —Se queja mi querida amiga. 

—¿No dormiste? —pregunto a la vez que me quito los tenis, detrás de estos, la ropa quedando en ropa interior en plena sala,  la recojo envolviéndola en mis manos.  —Voy a la ducha. —Le aviso, pero llama mi atención con un gran suspiro.

—Pues como iba yo a dormir con el Apolo que tenía a mi lado, no estoy loca como para ello. —Dice como si eso fuera un pecado u ofensa si llegara a pasar.

—¡No tienes remedio! —Giro sobre mis talones y me dirijo a mi habitación a dejar mis cosas para luego ir a la ducha. 

Una hora después las dos bañadas y en “lazy mood” activado, tiradas en el sofá comiendo chuches y demás, somos unas tragonas, vemos una peli en Netflix, no sé cuál es pero los dibujitos son un desastre.

—¿Sabes qué? No lo veré más, no puedo verlo más. —Suelta Vero de pronto, no le miro.

—¿El qué? —Sigo sin verla, pero sé que ella tiene su mirada fija en mí.  

—A Carlos... no lo veré más, no quiero nada serio y él ya está hablando de presentarme a su familia. ¿Qué tío presenta a su familia solo por tener sexo casual?— Le miro <<¿vaya no estaba con Lucas?>>

—Pues los tíos que te quieren solo para sexo ¿No? —Digo como si fuese una idea que te viene de golpe, ella gruñe.

—¿Puedes dejar de hablar con sarcasmo, ironía o lo que sea el tono en el que me estás hablando por un momento? —Yo sonrío.

—Pues solo déjalo y no pienses más en ello. —Centro mi atención en la pantalla frente a nosotras, por lo menos los muñequitos de la TV no tienen tanto drama como los de mi amiga.

—Un amigo me ha hablado de un antro monísimo que está próximo en abrir, dice que le vendría bien si trabajamos para él. —Cambia de tema haciendo que vuelva a mirarla. Desde hace mucho nos estamos planteando trabajar los fines de semanas, nos queremos mudar a un departamento propio y con ascensor, eso de estar subiendo cinco pisos por escalera no es nada divertido y, gracias a Dios que solo son estos cinco pisos.

—¿En serio? —pregunto como una tonta sabiendo que es verdad. 

—¡No! —responde en el mismo feo tono con el que yo le conteste minuto atrás. 

—Pues en serio... —hace voz de burla— Él dice que nos llamará, espero que sea pronto. —Al decir esto, da un bostezo que me contagia pero ninguna se va a dormir, seguimos viendo la película hasta que, sin darnos cuenta, nos quedamos profundamente dormidas.

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