4. El amor es algo incomprensible.

—Realmente no creo que alguien de esta sala sepa lo que es estar enamorado. Mucho menos usted. Lo único que hacen es engañarse, para no estar solos.

Lysander no sabía cómo reaccionar ante la cercanía de ese hombre, apenas lo escuchó hasta que habló de lo frágil y superficial que era el amor, Lysander no podía defenderlo, no sabía lo que era, nunca había estado enamorado, para él no estaba permitido enamorarse porque era obvio que no lo haría de una mujer y no podía permitirse hacerlo de un hombre o tendría graves problemas.

— Supongo que el amor es algo incomprensible, en realidad ¿Cómo podría medirse?

La mirada del hombre se endureció tras decir eso, volteando al ver al joven.

—Ha sido un placer hablar con usted, será mejor que siga su camino y no se vuelva a cruzar conmigo— le amenazó, aunque era una advertencia para él mismo.

La mirada de Lysander se oscureció ¿Lo había amenazado? Ciertamente, no entendía muy bien a ese hombre, lo que si le hubiera gustado preguntarle era que colonia usaba porque su aroma se le hacía realmente delicioso, pero eso parecía algo irrelevante cuando se estaba despidiendo para marcharse.

A Da Rossa le estaba costando mantenerse lejos del joven, unas ganas irrefrenables e inexplicables de tomarlo entre sus brazos y llevárselo lejos, se estaba apoderando de él. Por suerte Aurora apareció justo en ese momento colgándose de su brazo y así evitar que él hiciera aquello que deseaba hacer.

—Stéfano cariño, hay gente que deseo que conozcas.

Lysander se propuso caminar hasta la mesa de bebidas para tomar la copa de hoy y de su cuando vio a aquella mujer y sin saber por qué tuvo que contener un gruñido, era extraño, jamás le había apetecido gruñir y en ese instante lo estaba ahogando en su propia garganta.

— Será mejor que regrese con mi prometida— dijo caminando hasta la mesa de las bebidas de nuevo y tomando su copa para volver donde estaba Alessia, aunque esta vez acompañada no solo de su futuro suegro y suegra, también de sus propios padres.

Sabía por qué y sabía lo que esperaban, ya estaban todas las familias importantes en el salón de fiestas, así que dejó las copas de nuevo y caminó hasta el escenario preparado para la ocasión que luego ocuparía una banda.

Subió resignado por dentro y feliz por fuera, en todos aquellos años había emprendido muy bien a disimular sus sentimientos mientras parecía contento y feliz.

Tomó el micro y le dio un par de golpecitos con los dedos para comprobar que funcionaba.

— Bien, hola a todos, ¿Me escuchan?

Lysander sonreía a quienes confirmaban que se le oía bien, no sabía por qué debía hacer ese paripé, si a pesar de que habían dicho que era una fiesta de bienvenida para su prometida, todos sabían que era su fiesta de compromiso, pero las formalidades debían ser así.

— Mi prometida volvió todavía más hermosa que la última vez que la vi ¿No creen todos lo mismo?

Lysander extendió la mano en dirección a Alessia y le hizo un gesto para que se acercara.

— Ven aquí cariño, esta fiesta es para ti, todos estamos de acuerdo que te mereces la mejor fiesta por graduarte con las mejores notas en derecho y por estar de nuevo aquí en Italia con nosotros.

La gente aplaudía mientras la chica se dirigía al escenario y todos se echaban a los lados para dejarla pasar.

Era lindo ver a Alessia levemente sonrojada, ella que jamás tenía vergüenza de nada hizo que Lysander tuviera que contener una sonrisa.

Se acercó a la escalera para ayudarla a subir y justo cuando la tuvo delante le llevo la mano al bolsillo y sacó la cajita de terciopelo morado que su madre le había entregado.

— Me gustaría aprovechar este momento para que hagamos oficial, algo que ambos llevamos años queriendo hacer. Sin duda eres la mujer de mi vida, nunca desearía otra mujer en mi vida que no fueras tú.

Lysander tenía toda la razón del mundo en lo que estaba diciendo y estaba completamente convencido, primera porque las mujeres no le gustaban y segunda porque si tenía algo compartir la vida con alguna, su mejor opción era ella.

Se agachó y abrió el pequeño estuche para mostrarle el anillo que hasta ese día había pertenecido a su madre.

— Alessia, llevó sabiendo que me casaría contigo desde que era un niño, pero no podía no pedirte personalmente si deseas hacer oficial nuestro compromiso¿Quieres convertirte en mi esposa?

Stéfano, no fue capaz de mantener sus pensamientos tan herméticos como pretendía hacerlo. Aurora se dio cuenta de la turbación que había en su alfa y el deseo que tenía.

Por lo regular siempre lo dejaban hacer lo que deseaba, como alfa no había nadie que le impidiera hacer algo, pero eso solo aplicaba en la manada entre los humanos, era diferente y ella estaba ahí para recordarle a su gruñón y malhumorado alfa que si estaba ahí era por todos no nada más por él.

—Está bien, vamos a conocer a esas personas— le respondió a Aurora caminando con ella lejos del joven, lejos de sus pensamientos y de sus deseos.

—Pensé que a nuestro alfa no le llamaban la atención los humanos— mencionó ella, recibiendo de manera inmediata una advertencia de su alfa sobre el mantener su curiosidad solo para ella.

—¿Dónde es que se encuentran esas personas?— le preguntó Stéfano llevando a Aurora a suspirar.

—Se han ido a escuchar el comunicado importante que dará Lucio y el joven con él que estabas hablando hace un momento.

Alessia no estaba preparada para lo que vendría después de que sus padres y los padres de Lysander se agruparon en torno a ella.

Con lo bien que lo estaba pasando, observando lo que ocurría entre su mejor amigo y el misterioso don Juan depravado de quien todo mundo parecía hablar.

Por lo que tras escuchar las palabras de Lysander y la pedida de mano, ella no solo no sabía como reaccionar. Se dejó llevar comportándose como todos los presentes esperaban que ella se comportara.

Aunque en el fondo ella no deseara hacerlo. No porque no le gustara Lysander, por supuesto que le gustaba su prometido y estaría feliz de comprometerse si ambos fueran las personas indicadas de uno y del otro.

Aunque las palabras de Lysander eran ciertas, ambos sabían que terminarían casándose en algún momento de sus vidas. Pero en ese momento ella sintió que era demasiado pronto, aun así no lucharía contra su destino. Aun así, el sonrojo que se hizo presente en sus mejillas fue verdadero, sobre todo al ver el antiguo y ancestral anillo de los Simeone frente a ella en una hermosa cajita de terciopelo.

—¡POR SUPUESTO QUE ACEPTO!— respondió Alessia, dejando que Lysander le colocara el anillo en el dedo correspondiente mientras todos los presentes aplaudían y ovacionaban a la feliz pareja.

Todos menos Stéfano Da Rossa quien en ese momento rompía en su mano la copa de champán que un camarero le había hecho llegar para brindar por la pareja.

Aurora se quedó sorprendida por la ira que noto en ese gesto inconsciente de Henry.

—Será mejor que nos vayamos, llamarás la atención si ves que sangras y al momento te has curado.

Stéfano se llevó arrastrar por su beta, y pareja de esa noche. Necesitaba alejarse antes de que perdiera el control y es que su ira no solo le afectaba como Stéfano Da Rossa también parecía extenderse hasta Ónix, su lobo.

Aunque no había un motivo para que la noticia de la unión del hijo de su jefe con esa otra mujer le molestara y le hiciera sentir posesivo con ese joven.

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