3. No sabes los cotilleos del tal Da Rossa

— Creí que te gustaban más delicados … — dijo Alessia en un susurro, cada vez que le había conocido un amante a su prometido, esos chicos solían ser bastante delicados y se veían algo más jóvenes que él, por eso siempre asumió que su futuro esposo era el que llevaba el rol activo, pero aquel hombre al que no le sacaba el ojo de encima, además de parecer heterosexual por la mujer que llevaba al lado, se veía bastante masculino.

— No es eso… No me gusta, es otra cosa — Lysander era incapaz de explicar del todo lo que sucedía.

— ¿Qué otra cosa?— dijo ella tras agradecer al camarero que le sirvió su copa de vino.

— Se nota que has estado fuera mucho tiempo, que no sabes los cotilleos del tal Da Rossa — Lysander sonrió, estaba seguro de que a su futura esposa le fascinaría la historia, como siempre se divertían bastante contándose los cotilleos de los que se enteraban.

— Pero espero que tú me los cuentes.

Lysander también agarró su copa y se alejó un poco de la mesa de bebidas para estar en un lugar algo más discreto con Alessia.

— El tipo tiene un montón de amantes, hombres y mujeres, parece que no le importa demasiado, aparece con personas distintas en los eventos a los que va y, dicen las malas lenguas, que vive con todos ellos en la misma casa.

Explicó volviendo a mirar en su dirección solo para toparse con esa mirada de nuevo que le hizo apartar la suya de golpe, era extraño el modo en que le intimidaba y a la vez no podía dejar de desear observarlo.

— Así que es un millonario excéntrico, interesante, a ver cómo encaja en esta sociedad tan retrógrada — Dijo Alessia observando como el tipo se acercaba a la mesa de las bebidas y queriendo comprobar si realmente le gustaban también los hombres se llevó la copa a los labios y se la bebió de golpe solo para dársela de vuelta a su prometido.

— Sé un buen futuro esposo y ve a por otro de esos cócteles para mí.

Pidió Alessia al ver como su padre se acercaba a ellos como si pretendiera ayudarla a enfrentar su plan.

— Eso o enfréntate a las propuestas de negocios de tu agradable suegro.

Lysander observó a su suegro caminando en su dirección y asintió.

— ¿Cómo no le traería bebida a mi futura esposa?

De repente él también se había bebido su copa de golpe y caminaba de vuelta a la mesa de las bebidas, Lysander tenía una gran tolerancia al Alcohol, era capaz de beber muchísimo, pero no recordaba haberse emborrachado jamás, como mucho había llegado a estar algo más feliz de lo normal a causa del alcohol pero nada más.

Al llegar a la mesa de las bebidas tomó una de las copas ya servidas y se rozó con una mano, fue a penas una leve caricia, pero lo dejó completamente estático, congelado por un instante para descongelarse de repente al escucharlo hablar.

Stéfano se percató de la presencia del joven Simeone, mucho más antes de que este apareciera. No podía explicarlo, pero él siempre lograba saber cuando el joven hijo de su socio estaba cerca.

Sin embargo, eso no fue lo que hizo que Stefáno Da Rossa se molestara y gruñera. Lo que lo hizo hacer ese ruido fue el ver la forma tan familiar con la que trataba a la joven rubia que se lanzó a sus brazos nada más lo vio.

—¿Ocurre algo?— le pregunto curiosa su pareja al ver el cambio de ánimo de su alfa, buscando el motivo.

Como era de esperar, su alfa no respondió, al menos no del modo que ella esperaba. Su respuesta fue un gruñido que la hizo soltar un suspiro hondo.

Sobre todo al ver acercarse a un par de hombres importantes de la alta sociedad.

—Por favor trate de mantener el control, recuerde que necesitamos mantener las apariencias y las buenas relaciones con estos hombres.

Alessia sonreía al confirmar lo que era evidente, a pesar de que el hombre parecía incómodo y huraño, algo parecía decirle que su incomodidad iba más allá de lo que parecía aparentar.

— No sé porque Lucio invitó a ese hombre — empezó a hablar el padre de Alessia, quien esperaba junto a ella que su futuro yerno volviera hasta ellos para saludarlo — se cree un sultán o algo así, es un degenerado que vive con un montón de amantes.— Se inclinó levemente hacia su hija como si le diera vergüenza que alguien escuchará lo que iba a decir — alguno de ellos hombres…

Stéfano Da Rossa no estaba de humor para fingir una amabilidad la cual no sentía —Entonces será mejor que te encargues tú misma de esas relaciones— le susurró al oído alejándose de ella.

Necesitaba calmarse y la única manera que podría hacerlo era ir a tomar un poco del alcohol que los humanos acostumbraban a dar en ese tipo de fiestas, eso fue lo que se dijo, aunque en el fondo lo que deseaba hacer era estar cerca del joven,

Le molestó la forma que este se había percatado de su presencia y se había alejado, la molestia que le hizo sentir en ese momento el joven con ese gesto era algo que no tenía explicación.

Lo que no se esperaba era que al momento de tomar una de las copas con cocteles, el joven también lo hiciera, rozando ambos sus manos, fue solo un leve roce de sus manos, que hizo que la entrepierna de Stéfano se despertara en ese momento.

Eso solo hizo que se mostrara hostil con el joven, alejando su mano de él y tomando la copa para el mismo,

—Es mía, será mejor que te busques otro trago joven príncipe.

— Sí, perdón. No importa, yo tomaré otra, hay muchas más.

Por alguna razón que no comprendía algo lo impulsó a obedecer cuando seguramente en otras circunstancias se habría revelado por la forma en que el tipo le hablo, pero en ese momento solo quería descubrir si realmente aquella sensación al tocarlo fue solo casualidad o en realidad algo extraño sucedía con ese hombre.

Stéfano deseaba alejarse de todos esos humanos, pero no irse solo. Si no tomar de la mano al joven que se encontraba en ese momento frente a él y salir de ahí.

Eso lo hizo ponerse aún más de mal humor, sobre todo al sentir una especie de alivio al verlo sonreír y presentarse a él.

— Perdón, no me he presentado — Lysander extendió su mano para saludar al otro hombre, ya estaba tenso ante el simple pensamiento de tocarlo, pero algo le decía que debía seguir experimentando con aquella sensación que no comprendía. — Soy Lysander Simeone, y no soy un príncipe — sonrió con una mueca tan amplia que su sonrisa le llegó a los ojos — Aunque es cierto que mi padre exageró un poco con la fiesta de compromiso.

—Sé quien eres, eres el hijo de Lucio. Tu padre y yo somos socios, mi nombre es Stéfano Da Rossa.

Fue verlo sonreír y sentir su corazón latir más fuerte, y que su entrepierna pulsara hasta incomodarlo. Él no podía sentir atracción por un humano, sobre todo por ese humano en particular. Pero eso no correspondía con lo que hacía en realidad, ya que todavía sostenía la mano del joven con la suya. Es más su cercanía de algún modo lo hizo relajarse, hasta que el joven le recordó el motivo de la fiesta. Soltando la mano del joven.

Volviendo a su extraño y huraño humor, como si le molestara la presencia del hijo de su socio junto a él

—Perdón por llamarte príncipe, pero realmente no entiendo por qué tanto alboroto por algo como un compromiso. No es como si se pertenecieran de algún modo.

Stéfano no pudo evitar decir esas palabras, los humanos no solo eran seres inferiores, también eran seres superficiales que juraban amor eterno, del mismo modo que comían.

Sí, definitivamente era una sensación extraña, Lysander lo pudo comprobar en el instante en que sus manos se estrecharon con firmeza y todo su cuerpo se estremeció provocándole una erección.

«Maldita sea»

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