XXIV. ¡Ella es mía!

Reino Witther

La mañana llego y la pequeña humana seguía arrodillada, sus rodillas se habían adormecido y sus lágrimas secado.

Le dolía todo el cuerpo mientras que su garganta seca pedía a gritos agua. Su estómago le dolía demasiado haciéndola muchas veces gemir a lo bajo, pero no podía levantarse hasta que Amanda despierte. No sólo le dolía el cuerpo también era su corazón, era una tonta. Una muy grande y completa tonta al enamorarse de aquel rey. Su sonrisa, sus labios, sus hermosos ojos y aquello que removía su corazón no le pertenecían.

Él al fin y al cabo encontraría a su compañera mientras que Esmeralda tendría que verlo ser feliz.

¿Podría olvidarme de ti?, —se preguntó mentalmente Esmeralda mientras sentía que más lágrimas descendían por sus mejillas— ¿por qué soy tan débil?

Siguió arrodillada mientras intentaba no caerse, sus ojos pesaban y su cabeza le dolía.

Amanda abrió la pu

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