XLV. Un pelea entre gritos de muerte

Entonces el lobo negro aulló observando a su rival quien yacía más grande y deforme que él. Sus filosos colmillos escurrían saliva, su pelaje estaba erizado y sus ojos rojos resplandecían de odio. Ambos lobos se observaron en silencio mientras que los fieles sirvientes de Jacob dejaron sus formas lobunas para formar un círculo entre ambos. Maximiliano sintió miedo, pero no quería rendirse. Se prometió acabar con aquel ser que les arrebató la vida a sus padres, aquel ser que se escondió entre las sombras disfrutando el dolor ajeno.

Por la memoria de mis padres.

Por mi amada Esmeralda.

Por mi hijo.

Y fue ahí que ambos corrieron lanzándose uno encima del otro, el joven rey mordía con furia el lomo de Jacob mientras que esté yacía en el suelo, con toda su fuerza se puso de pie y de un golpe lanzó lejos el cuerpo del lobo negro. Este cayó gimiendo de dolor mientras que Jacob disfrutaba de aquello.

¿Acaso crees que una

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