Reino Witther
Amanda sonreía dulcemente observándose al espejo, hoy saldría al pueblo con su amado Max a ver cómo iba la construcción de un orfanato pues el antiguo orfanato estaba viejo y desgastado.
Ella solo se concentraba en lucir hermosa para su rey, no quería verse desarreglada.
Se había colocado un vestido lila y su cabello lo había trenzado, su cuello era decorado por un hermoso collar de oro mientras que sus manos lucían pulseras con diminutos diamantes, pero para el joven rey pasar tiempo con ella era sentir un dolor punzante en su corazón, sabía que su pequeña compañera sufría por dentro.
Quería abrazarla, besarla y gritar a los cuatro vientos que ella tenía su corazón, pero no podía arriesgar la vida de su compañera. Sospechaba de Amanda y Felipe, la llegada de ambos tenía mucha extrañeza por eso sus guardias y en especial el beta no despegaban sus miradas de ellos, sobre todo de Felipe quien muchas veces se
Reino Witther La mañana llego y la pequeña humana seguía arrodillada, sus rodillas se habían adormecido y sus lágrimas secado. Le dolía todo el cuerpo mientras que su garganta seca pedía a gritos agua. Su estómago le dolía demasiado haciéndola muchas veces gemir a lo bajo, pero no podía levantarse hasta que Amanda despierte. No sólo le dolía el cuerpo también era su corazón, era una tonta. Una muy grande y completa tonta al enamorarse de aquel rey. Su sonrisa, sus labios, sus hermosos ojos y aquello que removía su corazón no le pertenecían. Él al fin y al cabo encontraría a su compañera mientras que Esmeralda tendría que verlo ser feliz. ¿Podría olvidarme de ti?, —se preguntó mentalmente Esmeralda mientras sentía que más lágrimas descendían por sus mejillas— ¿por qué soy tan débil? Siguió arrodillada mientras intentaba no caerse, sus ojos pesaban y su cabeza le dolía. Amanda abrió la pu
Reino Mítico Abrazaba con fuerza el pequeño cuerpo y casi en un murmullo tarareaba una canción de cuna. La pequeña dormía plácidamente en los brazos de su madre mientras sentía los suaves arrullos que ella le proporcionaba. Era una escena tierna y Paloma solo quería detener el tiempo para contemplar más a su hija. Su pequeña Ángel. ¿Por qué el destino fue tan cruel? Ni ella misma lo sabía y aunque no dejará de tener miedo su único consuelo era saber que después de tanto tiempo al fin tenía a su pequeña entre sus brazos, pero lo peor estaba por venir. Francesco se mantenía en calma sabiendo que pronto en todo el castillo el grito enojado de su padre asustaría a todos, pronto se enteraría de que sus "valiosas" prisioneras habían sido liberadas por una madre desesperada y su fiel hijo. ¿Qué podría hacer ante aquello? Pues solo luchar. En cambio, Manuel más de lo enojado que se sentía había una pizc
Reino Witther No dejaba de observar su rostro que ahora volvía a su color normal, sus labios resecos lucían pequeñas heridas causadas por la falta de agua y su cabellera se extendía por toda la almohada suavemente. Según el médico solo debía descansar y comer bien pues últimamente ha estado teniendo una mala alimentación algo que ni María sabía, de seguro la tristeza le quitaba el hambre. El joven rey se atrevió acariciar las mejillas de su compañera y depositar un suave beso en su frente. Sentía las inmensas ganas de llorar y el dolor que sintió cuando la vio caer desmayada. Ahora todo se complicaba, su objetivo era protegerla y ahora ya no podía ocultar que ella era su compañera. La futura reina de Witther. María observaba aquella escena en silencio con la tristeza inundando su alma y las ganas de llorar. Sabía del amor tan puro e inocente que su pequeño niño tenía hacia Esmeralda. Ambos merecían ser f
Reino Witther Era un dolor inexplicable. Un dolor que por años lo atormento y ahora desaparecía ante la vista de aquella mujer. Su compañera. Ambos se observaron por unos minutos más antes de abrazarse con fuerza sin importarle la presencia de nadie. Ella sollozaba sobre el hombro de su amado esposo y el olfateaba minuciosamente la cabellera de su amada Paloma. Ese aroma a flores enloquecía la parte lobuna de Felipe, ese aroma que por años intento volver a sentir. Ella está aquí. Conmigo. Conmigo. Volvía a la vida. Cómo si por años hubiera estado muerto y observará todo a su alrededor sin emoción, su único consuelo fue su amada Ángel, fruto de aquel amor. Sus labios formaron una sonrisa cuando su pequeña hija caminaba hacia él con pasos lentos y torpes. Ambos se soltaron y se permitió abrazar a su hija suavemente mientras depositaba suaves besos en sus mejillas.
Reino Witther ¿Qué ocurría con su reflejo? Ni él mismo lo sabía, su reflejo era distinto, su mirada oscura y ese pelaje oscuro. No era ese su lobo. ¿Qué era? Negó con la cabeza cerrando sus ojos, tal vez era una ilusión creada por su mente, pero no era así, nuevamente el reflejo del lobo negro se deslumbraba en el espejo. Lo observaba fijamente esperando alguna reacción, no había ninguna. —Esto somos ahora, —el lobo abrió su hocico mostrando sus afiliados dientes mientras la saliva escurría por estos— somos más poderosos Jacob abrió los ojos sorprendido, su lobo hablaba de nuevo. Después de tantos años esperando que esté dijera algo al fin hoy pronunciaba alguna palabra. Sus labios formaron una sonrisa ladina. —¿Así que somos esto? —observó al lobo de pies a cabeza— Magnífico —¿Qué deseas hacer primero? —Mi nieto aún es un niño, así que preparémonos para morir y lu
Reino Witther Su mundo se detuvo cuando de los labios de Felipe salió aquel nombre. Jacob Witther. Su propio abuelo. No podía ser posible, su cabeza empezó a dar vueltas mientras que su respiración se entre cortaba. Las voces se iban alejando poco a poco. —Su majestad —una mano se posó en su hombro tratando de llamar la atención de Maximiliano— ¿se encuentra bien? Pero Maximiliano se mantuvo en silencio. Su lobo aullaba de dolor. Su propia sangre lo había hecho sufrir arrebatándole a sus padres. Su propio abuelo. Tal vez era solo una confusión, tal vez no es cierto. Tal vez... ¡No! —un rugido infernal salió de sus labios, sus ojos poco a poco se iban oscureciendo tornándose rojos —Su majestad, —el beta se asustó al escuchar aquel grito— por favor tranquilícese —los presentes observaban como el rey respiraba con dificultad, sus ojos rojos d
Reino Witther Camino adentrándose al bosque que lucía oscuro, algunos grillos cantaban escondidos y los búhos la observaban desde lo más alto de los árboles. Sintió más frío. Se regañó mentalmente al no haber traído una manta, pero ahora no importaba. Solo el bienestar de su majestad. Sus pasos eran lentos y su mirada desesperada, buscaba por todos lados, aunque la poca luz que la luna emitía no la ayudaba mucho, pero aun así no se rendiría. Se llevó una mano a la cabeza cuando un leve mareo apareció provocando que caiga con brusquedad al frío suelo. Gimió del dolor cuando sus rodillas desnudas chocaron con la tierra. Cerró sus ojos mientras trataba de calmar el mareo. Hasta que asustada los volvió abrir, una rama crujió cerca de ella. Alzó la mirada asustada y de la oscuridad iba saliendo un lobo negro. Este había sentido el aroma de su compañera y corrido hacia ella. Ambos se observaban fijamente mient
Reino Witther Delineo con sus dedos el rostro de su compañera mientras la observaba con una sonrisa. Ella yacía a su lado, recostada de lado y cubierta con su vestido gris con algunos rastros de tierra, el cual él agradeció no romper anoche. Sus cabellos negros se extendían por todo el pasto mientras su pecho subía y bajaba lentamente, no pudo evitar recordar cómo anoche unieron sus cuerpos hasta convertirse en uno solo. Fue algo hermoso y único. Algo que quedará impregnado en sus recuerdos. El sol poco a poco se iba posando en los más alto del manso cielo despertando a cada ser dentro y fuera del muro. Se puso de pie y sacudió su cuerpo, algunos rastros de tierra y pasto habían quedado pegadas a su piel desnuda. Porque aún seguía desnudo y eso no le importaba. Tomó entre sus brazos el cuerpo de su compañera quien se acurrucó buscando calor y camino de regreso a su palacio. El beta esperaba en la reja d