Capítulo 3. El peor día de mi vida. Parte 2.

Llegue al edificio, el taxista se me quedó viendo así que pague y me bajé. Me quedé contemplando el edificio mientras entraba, en la recepción estaba una secretaria muy sonriente y hermosa, se notaba lo joven que era por la manera en que me hacía las cosas, demasiado entusiasta. Así que apenas me vio le pregunte por el Licenciado Marcelo Varela, la secretaria inmediatamente se levanto y dijo: –¡Eres la señorita Verónica Rivera?.

– Si, soy yo.-

Mi aspecto debió impresionarla porque no hizo ningún comentario.

–Acompáñeme, la están esperando desde hace 30 minutos señorita.

Todos tenía una apariencia de preocupación en la sala estaban Kendall, mis padres Miguel y Noelia, mis hermanos, dos amigos de mi papá Arturo, Vanessa y por supuesto el licenciado Marcelo. Kendall llevaba un ramo de flores en la mano, además estaba vestido con un traje impecable de color negro, una camiseta color blanco lizo por debajo y una corbata roja, él era alto, con muchas líneas de experiencia en su rostro el cual parece que tenía varios hematomas, seguramente producto de Lucas, se notaba que de joven debió ser guapo, pero ahora solo se notaba la factura que le había pasado la vida, le hacía parecer de más edad.  Mi padre llevaba un traje azul, mi madre y hermanos estaban vestidos como si fueran a un velorio, mientras que Arturo llevaba un atuendo más informal y que combinaba con el vestido rojo que llevaba Vanessa.

Cuando me vieron todos exhalaron de manera coordinada, a mis padres se les rompió el corazón en el momento en el que me vieron, tal parece que mi aspecto era terrible para este punto.

– ¡Hija de verdad no tienes por qué hacer esto!, prefiero vivir en la calle que tener que ver como mi hija se casa con alguien que tiene la edad de ser su abuelo.- dijo mi madre desesperada y con ojos suplicantes.

–Si tengo que sacrificarme para que mis hermanos puedan tener un futuro y estudiar una carrera, así como un techo sobre sus cabezas, lo haré sin pesar…- dije, llena de determinación.

Mi respuesta sorprendió a todos los presentes. Tal parece que el comentario de mi madre y el mío hicieron que Kendall se enfadara porque estaba rojo de ira, pero aún así se acercó a mi y me dio el arromo de rosas que llevaba en la mano. Yo observé el ramo de rosas que me había dado e inmediatamente lo tiré al suelo.

–Quieres casarte conmigo y ni siquiera sabes que soy alérgica a las rosas, mira mis manos se están comenzando a hinchar.- lo mire con furia.

Se quedó mirándome con ojos de sorpresa y me dijo: – Lo siento mucho, no lo sabía.- dijo.

–Ahora si lo sabes.-

– Bueno ya que están aquí los contrayentes y también los testigos podemos proceder a la firma del Acta Matrimonial. Señorita Sofía es mi deber preguntar, ¿está aquí bajo su propia voluntad y no media ninguna coacción o amenaza?.- dijo el abogado.

–Si, estoy bajo mi propia voluntad.-

–Señor Kendall, ¿está aquí bajo su propia voluntad y no media ninguna coacción o amenaza?.-

–Si, estoy aquí bajo mi propia voluntad.- dijo Kendall con tono despectivo.

–¿Si alguien conoce algún impedimento por el que estos contrayentes Kendall y Vanessa no puedan o no deban unirse en matrimonio, que hable ahora o calle para siempre?.-

Reino el silencio de la sala, todos sabía porque estaba haciendo esto, pero nadie fue tan valiente como para decir algo, sabían que si no me casaba mi hermano Pedro no podría seguir cursando la universidad, mis otros hermanos Lucas y Roberto ni siquiera conocerían el campus universitario, eso sin contar con el hecho que ni siquiera tendrían donde vivir. Así que nadie se opuso, nadie podía salvarme de mi destino.

–Bueno, si nadie se opone, los declaro marido y mujer… pueden darse los anillos y firmar el acta matrimonial, primero los contrayentes, después los testigos Arturo y Vanessa Scott.-

Una vez firmada mi sentencia de muerte nos dirigimos fuera del despacho, mi madre y hermanos estaban llorando y mi padre ni siquiera tenía la valentía de verme a la cara, sabía que lo que me había orillado hacer era lo más bajo del mundo y no tenía perdón de Dios, ni mucho menos de yo lo perdonaría.

–Hermanita si necesitas algo cualquier cosa cuenta con nosotros, sabes que somos una pandilla y nos va faltar nuestra líder.- dijo mi Roberto entre sollozos.

–Si te toca aunque sea un pelo, le partiré la cara otra vez, te lo prometo.- dijo Lucas también entre sollozos, pero con una pizca de determinación en su voz.

–Hermanita te voy a extrañar muchísimo, por favor no me abandones, ven a verme las veces que puedas.- dijo mi hermano Pedro, quien tenía los ojos llorosos.

Mi madre por otra parte no se despidió con palabras de mí, me miró con ojos tristes y me abrazó muy fuerte, me dio un cariñoso beso en la frente y se alejó.

–Te quiero Mamá.-

– Podemos terminar con esta cursilería e irnos de una vez por todas, ya tus cosas están en la casa.- dijo Kendall.

Absolutamente todos, incluida yo, lo volvimos a ver con ira. No podía creer que no tenía aunque fuera un poquito de tacto, sabiendo que hasta el momento había vivido toda la vida con mis padres y me estaba casando con él por obligación, aún así no dije nada y me terminé de despedir de mi familia.

–Vamos, le dije.- pasando de lado, cuando el me tomó del brazo con violencia.

–Es mejor que le vaya bajando dos rayas a tu arrogancia o te tendré que enseñar por la malas a respetarme.- me dijo con voz baja pero firme, luego me soltó con rudeza y me siguió. Obviamente me quedé en estado de shock pero no se lo hice saber.

Me monté en la parte de atrás de su auto, mientras él se montaba en la parte del conductor. El camino a mi nueva casa era largo, porque la propiedad de Kendall está en las afueras de la ciudad.

– Vaya eres muy callada, eso será bueno, así no tendré que soportar tantas niñerías, como te dije antes vas a tener que aprender a controlar tu orgullo o voy a tener que enseñarte por las malas a comportarte, nunca me sentí tan humillado en esta vida. ¿Cómo se atreve tu madre a llamarme abuelo?, como si ella fuera una princesa, ¡Como sea!, vas a tener que pagar las consecuencias de esos comentarios tarde o temprano.-

Me quedé asombrada con eso que dijo Kendall, ¿a qué se referirá con hacerme pagar?, no estoy segura pero no será nada bueno para mí, aunque igualmente tendré que seguir asistiendo a clases, así que si tengo moretes visibles los mismos profesores llamaran a la policía y ni yo podré evitarlo, así que estoy segura mientras tanto.

– Es normal que te llamara abuelo, tu prácticamente cuadriplicas mi edad. Además si crees que me podrás domar como si fuera un animal, buena suerte con eso.- dije con voz fuerte para que viera que no le tenía nada de miedo.

Entonces el frenó de repente, como no llevaba cinturón choque mi cabeza fuertemente con el siento de adelante así que me dolía mucho, tanto que no me había dado cuenta que se había bajado y le estaba dado vuelta al vehículo, cuando de repente me abre la puerta y me tira de mi cabello hasta hacerme salir del vehículo.

–Parece que tendré que enseñarte a respetar.- lo dijo con una frialdad en su voz que me hizo temblar.

–Por favor suéltame.- le supliqué.

Con lo que le dije me soltó, solo para empujarme y hacerme caer, en el momento que caí me empezó a patear fuertemente en todo mi cuerpo, mientras me gritaba: –Me tienes que aprender a respetar o te voy a enseñar por las malas quien es tu marido, ¿entendiste?.

–Ya ya, por favor para, para. Prometo portarme bien, lo prometo.- dije mientras gritaba con cada golpe que me daba.

Volvió a agarrarme del pelo, hasta hacerme levantar, me subió al auto y luego el subió para seguir conduciendo. Me dolían demasiado todo el abdomen, así que tenía los brazos alrededor de mi cintura.

–Ahora eres mi mujer así que aprenderás a comportarte como tal o tendré que hacerlo por las malas, en cuanto a tus estudios, tus padres seguirán costeándotelos, pero lo harás bajo mis reglas.

>>Tu padre es un gran estúpido, nunca se dio cuenta que si la empresa calló en quiebra es porque yo la saboteé y le di malos consejos para que llegara al borde de la quiebra, así poder orillar a tu padre a cederte a ti en matrimonio.

>>Así que te recomiendo que nunca subestimes hasta donde puedo llegar para obtener lo que quiero, aún en prisión encontraría la manera de hacerte la vida imposible; tu padre me obligó a firmar un contrato donde no te podía obligar a tener hijos, ni forzarte a tener relaciones sexuales, así que por ese lado estás segura, pero aun así te llevaré al ginecólogo para extraer tus óvulos y ponerlos en un vientre de alquiler, junto con mi esperma, así que igualmente tendremos hijos.-

Me quedé asombra del cinismo de este hombre, así que en teoría no es culpa de mi padre que esté casada con este animal. En ese preciso momento se me ocurrió una mentira gloriosa para no tener a mis hijos con él, por lo menos no que lleven mi sangre.

–Es que acaso mi papá no te dijo.- dije con el poco valor que me quedaba, y con la voz entrecortada por el dolor.

–¿Que no me dijo tú papá?.-

–Yo soy estéril, no puedo tener hijos.- sabía que si me hacían examen de óvulos iban a salir infructíferos gracias al implante anticonceptivo que me puso el doctor, y la razón no saldría en los exámenes.

–Si me estás mintiendo, te dejaré sin dientes para que nunca me vuelvas a mentir en tu vida.-

–Juro que te digo la verdad.-

En alrededor de 2 horas llegamos a la casa, no era una casa muy grande como en la que vivía con mis padres, era casi como una cabaña en el bosque hasta parecía abandonada. Salí del vehículo y esperé en la entrada hasta que Kendall bajara.

–Ven es por aquí.- dijo, mientras abría la puerta y entraba.-

Se podía ver casi toda la casa desde la entrada, se veía una sala, unas escaleras, la cocina y un mini comedor como para cinco personas, sin dudas no había nada de los lujos a los que yo estaba acostumbrada, no podía entender como alguien que vivía así pudo darle más de dos millones de dólares a mi padre para salvar la empresa.

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