Capítulo dos: Extorsionado—¿A París? —preguntó Heather como un eco, más que sorprendida.Pero Andrew ya había abierto la puerta y le decía impaciente:—Vamos.—¿Quieres que vaya contigo a París? ¿Yo? ¿Ahora mismo?—Sí.—¿Pero por qué?—Un asunto relacionado con la herencia de tu padre.Heather estaba más que sorprendida ya que no se imaginaba que pudiera haber algo pendiente con relación a la herencia de su padre.A pesar de que Andrew no se había molestado en ir al funeral de su padre, había asumido con arrogancia la responsabilidad de dar instrucciones a sus abogados para liquidar sus propiedades. Mientras Heather lloraba la muerte de su padre, sumida en la gran pérdida que significaba para ella, e incapaz de ocuparse en ese momento de cuestiones materiales, Andrew había vendido todos los bienes que tenía su padre, absolutamente todos.Su hermosa casa, sus inversiones, sus exquisitos muebles y efectos personales habían sido convertidos en dinero en efectivo siguiendo las instruccio
Capítulo tres: Crueles revelacionesAndrew había pronunciado por fin la palabra.«Extorsionado». No podía ser cierto. Su padre no podía haberle hecho un chantaje. Heather estaba a punto de desfallecer. —Siempre me he preguntado por qué lo había hecho así... que tú tuvieras que ser mi castigo de por vida —soltó Andrew como pensando en voz alta—. Sin embargo, te diré una cosa, preciosa. Prefiero ir a la cárcel por estrangularte antes que cumplir esta otra sentencia.Aterrada, Heather miraba la cara de Andrew y por fin, de manera misericordiosa, dejó de verla, al mismo tiempo que Heather se desvaneció.Heather recobró la conciencia en la limusina. Andrew estaba inclinado sobre ella como cuando ella se había desmayado. En un movimiento brusco del coche, Heather se apartó hacia el lado opuesto del asiento.—¡Aléjate de mí! —le gritó presa del pánico.—¿Eres una criatura muy delicada, no te parece? De pronto te has vuelto un manojo de nervios —Andrew la miraba con satisfacción perversa; pa
Capítulo cuatro: SuciaAterrada, Heather entró en el edificio frente a ellos y se metió en el ascensor.—Recuerdos... —dijo Andrew, como si pudiera ver lo que ella estaba pensando.Heather sabía que aún no había salido del estado de shock. No decía nada, sabía que no estaba en condiciones de desafiarlo. Andrew estaba preparado. Había estado esperando el momento de la venganza. Del mismo modo que habría esperado la muerte de su padre para liberarse de ella.—Hay muchas cosas que puedo hacer por orden de otra persona, pero compartir la cama contigo no es una de ellas. Tu padre podía obligarme a casarme contigo pero no podía seguirme al dormitorio y forzarme a...—¡Cállate! —le gritó ella histérica.—¿Por qué no le contaste nunca la verdad de nuestro matrimonio?Heather se tapó la cara en un intento de no oír más.—Por favor, más no... —murmuró y no le importó rogarlo.Sin embargo, él le sujetó por los hombros con firmeza y le dijo:—¿Por qué aceptaste la triste realidad de tu cama matrim
Capítulo cinco: ConfusaHeather no podía creer lo que oía. Sin embargo, Andrew esperaba que su orden fuese cumplida. Lo demostraba en su gesto expectante.Heather sintió que se le secaban los labios, que sus pulmones se quedaban sin aire, que un calor asfixiante se apoderaba de su cuerpo entero. Sus pech0s de pronto se volvieron pesados, sus pez0nes se irguieron volviéndose más sensibles.—Eres tan pequeña, pero guardas unas proporciones tan perfectas... —musitó él en el denso silencio.Heather no podía creer lo que oía de la boca de Andrew. Éste era un Andrew que ella jamás había conocido, pero que de algún modo siempre había sospechado que podía existir. Era un hombre que despedía una vigorosa sexualidad. Había algo fascinante de manera peligrosa en la corriente sexual que emanaba de él, algo atávico y elemental. Daba la sensación de ser depredador como él mismo se había nombrado alguna vez con candor. Y lo era, ahora ella lo podía comprobar.—¿Me disculpas? Voy a vestirme, si no te
Capítulo seis: Un Perfecto Marido Recordaba lo que le había dicho momentos antes: que su padre no había podido obligarlo a compartir la cama con ella. Y, sin embargo, cuando afloraban sus instintos, parecía que cualquier mujer le venía bien.Lo que estaba claro era que Andrew tenía que demostrar que era un macho. Plantearle el divorcio en esas circunstancias hubiese sido contraproducente, porque lo hubiese llevado aún más lejos en sus intentos de intimar con ella.No era el mejor momento de hablar de Dylan.Heather recogió sus prendas de nuevo.La cuestión era que su marido se había dado cuenta de que existía, aunque solo fuera de la forma que para él contaba una mujer: para el sexo.No obstante, estaba indignada. No entendía cómo se había atrevido a tocarla. No tenía derecho. Y además, de seguro le era infiel a alguna mujer. Y por descontado se hubiera aprovechado de su deseo, en caso de que hubiese existido. Él era así. Estaba acostumbrado a tomar, no a dar.Andrew había trabajado d
Capítulo siete: Lo matoUn escalofrío recorrió todo el cuerpo de Heather después de dejar caer el auricular. Andrew estaba de pie, silencioso y quieto, como una estatua. Heather se quedó paralizada ante semejante visión.Quiso decir algo, llamarlo..., pero no pudo articular una palabra. Su cuerpo no le respondió. —La cena... —murmuró Andrew—. Sin embargo, puedes terminar la llamada primero.Levantando el auricular como una, autómata Heather murmuró un escueto «adiós» y después colgó.Su corazón bombeaba sangre sin parar. Lo vio alejarse de la habitación. No podía haberla oído. En ese caso, de seguro le habría dicho algo. O reaccionado de alguna manera. En cambio, su esposo había sonreído.Al abandonar la habitación, lo oyó decir a un criado que ya no lo quería. ¿Habría planeado salir a cenar fuera y luego habría cambiado de parecer? Esperaba que no fuera por su causa. Sin embargo, era difícil que Andrew hiciera algo por ella.—Tengo que hacer un par de llamadas —le informó cuando volv
Capítulo ocho: Pesadilla«Si te has entregado a él, lo mato».La amenaza se repitió en su cabeza una y otra y otra vez. Heather no podía moverse, ni si quiera sabía cómo respirar. No podía dar crédito a las palabras de Andrew.Había mentido. Y estaba de más decirle que se trataba de una relación seria. ¿Cómo se podía imaginar que iba a tener un lío pasajero para darle celos? Estaba indignada, pero también aterrada de que Andrew pudiera hacerle daño a Dylan.—Piénsalo muy bien, querida esposa. Casi pierdo la cabeza —le confesó Andrew de pronto, dando a entender que su mentira no había sido tan convivente como pretendía.Y Heather se dio cuenta de que, de manera repentina, se le había pasado la rabia, como por arte de magia.—De acuerdo —suspiró ella con suavidad y resignación, odiando a su marido con todas sus fuerzas—. No me he acostado con él, pero...—¿Y quieres que te diga por qué? —la interrumpió él—. Un irlandés se divorciaría de una esposa infiel. Tú has llegado hasta donde has
Capítulo nueve: Mi mujerDesde que habían estado en el banco, su marido se había comportado de manera extraña. Primero con furia. Luego con una actitud más sarcástica que furiosa al creerse que ella había tratado de atraer su atención.Heather no comprendía por qué Andrew quería seguir unido a su esposa con la que se había casado por chantaje. ¿Por qué aceptaba esa farsa? ¿Y por qué la seducía buscando sexo, así, de pronto, después de cinco años de ignorarla sin ponerle un dedo encima?Y lo peor de todo, ¿por qué ella se había quedado ahí, sin hacer nada y le había permitido incluso besarla? ¡Le había correspondido! Era cierto que Andrew era un hombre muy experimentado. Tal vez cualquier hombre con esa maestría pudiera arrancarle a una mujer inexperta como ella las sensaciones que acababa de experimentar con su esposo. Sin embargo, le asombraba que Dylan, amándolo como lo amaba y con sus tiernas palabras, no lo hubiese logrado.Se avergonzaba de sí misma. El sexo, se decía, no era ta