Capítulo nueve: Mi mujerDesde que habían estado en el banco, su marido se había comportado de manera extraña. Primero con furia. Luego con una actitud más sarcástica que furiosa al creerse que ella había tratado de atraer su atención.Heather no comprendía por qué Andrew quería seguir unido a su esposa con la que se había casado por chantaje. ¿Por qué aceptaba esa farsa? ¿Y por qué la seducía buscando sexo, así, de pronto, después de cinco años de ignorarla sin ponerle un dedo encima?Y lo peor de todo, ¿por qué ella se había quedado ahí, sin hacer nada y le había permitido incluso besarla? ¡Le había correspondido! Era cierto que Andrew era un hombre muy experimentado. Tal vez cualquier hombre con esa maestría pudiera arrancarle a una mujer inexperta como ella las sensaciones que acababa de experimentar con su esposo. Sin embargo, le asombraba que Dylan, amándolo como lo amaba y con sus tiernas palabras, no lo hubiese logrado.Se avergonzaba de sí misma. El sexo, se decía, no era ta
Capítulo diez: Nulidad MatrimonialHeather abrió y cerró la boca varias veces, tratando de pensar o decir algo coherente, pero seguía en blanco, aturdido como si le hubieran golpeado en la nuca con alguna barra de metal. —Te has quedado como si necesitaras un trago, un trago fuerte.Con asombrosa calma, Andrew se puso de pie y fue a servirle un whisky escocés con dos cubitos de hielo. Se lo puso enfrente, sobre la mesa y luego se fue hacia la chimenea.—No es posible que hables en serio —le dijo ella por fin, con la boca seca.—Aparte de tu árbol genealógico, el cual deja bastante que desear —señaló su marido con evidente desagrado—, tú eres una mujer perfecta, lo que yo busco en una esposa.—Perdóname, pero no puedo creer lo que dices.—Eres guapa, atractiva y ya eres mía desde antes —enumeró sonriendo—. Y no he encontrado a otra con la mitad de las cualidades que tú reúnes, sos diabhail. Andrew seguía pronunciando esas palabras en su idioma materno que ella no conocía. —Gracias, p
Capítulo once: Abandono a mi maridoHeather vendió el collar de su abuela en la mejor joyería que encontró. Le dio pena y se sintió culpable por ello. Sin embargo, esperaba que su madre, si la veía desde allá arriba, la comprendiera.De nuevo en casa, buscó en los armarios la ropa más sencilla que tenía, vaqueros y faldas. Buscaría un hotel pequeño hasta que pudiera encontrar algo más barato para vivir. Y después buscaría trabajo, cualquier empleo estaría bien. De ninguna manera sería, como había dicho Andrew con toda seguridad, como una recién nacida desprotegida.En ese instante, sonó el teléfono interno. Era Roger, informándole de que tenía una visita abajo esperándola. Un tal señor Kenneth. ¿Había ido Dylan a su casa? ¡¿Cómo se le ocurría?! Heather no podía creerlo. Como no había llamado la noche antes, ella había creído que él no se encontraría en casa y había tratado de llamarlo más tarde, sin dar con su paradero, cuando había tomado la decisión de abandonar a Andrew.Su amante
Capítulo doce: PerdidaFrancis se quedó pasmado al escucharla. Seguro debía pensar en el escándalo que se desataría a su alrededor. Sin embargo, a ella le dio igual y siguió avanzando. No tenía caso, puesto que pronto se enterarían todos.Llegó el taxi. El taxista fue de gran ayuda en sugerirle un buen hotel. Al bajar compró el periódico. Lo primero era encontrar un lugar dónde vivir y un trabajo y en ello pasó la tarde hasta la hora de la cena. Esa noche, a las diez, golpearon la puerta de su habitación. Cuando fue a abrir con gesto extrañados, se encontró a Andrew de golpe. Intentó cerrar la puerta de nuevo al instante, pero las manos fuertes de su marido se lo impidieron, forzándola a retroceder.—¿Cómo sabías dónde estaba? —cuestionó furiosa. —Francis tuvo la brillante idea de seguirte —respondió Andrew, cerrando la puerta para poder apoyarse en ella y reparar en la figura intacta de su esposa. Mentiría si dijera que no le había preocupado. —Pues Francis no tiene ningún derech
Capítulo trece: Caer en tentaciónHeather alzó las manos hasta la piel satinada de los hombros de Andrew, abrazándolo con todas sus fuerzas, como si se aferrara al único bote salvavidas en medio del mar. Rodaron por la cama y él le quitó la camiseta, dejando al descubierto las turgentes cimas de su busto, las cuales al rozar el vello del pech0 de su marido le hicieron articular un gemido salvaje. Un segundo después, ella estaba echada de espaldas de nuevo y las manos de él acariciaban las tiernas colinas que había descubierto un momento antes.Ella cerró los ojos. Le faltaba el aliento y la había abandonado por completo su parte racional. La boca de Andrew por fin alcanzó los pezones y ella se arqueó de placer, con una ferocidad que jamás había conocido antes. Su corazón galopaba a un ritmo alarmante.Su esposo la acariciaba con la lengua y con los dientes, atormentándola con el placer de su boca en los pez0nes, que ya se habían erguido para él.Entonces, ella dirigió sus propios ded
Capítulo catorce: No hay vuelta atrásHeather oyó la voz de Andrew hablando en irlandés. Sin embargo, ella estaba muy cómoda tendida sobre la cama. ¿Cómo era posible? Batió sus pestañas varias veces para volver a la realidad. Luego, centró su atención en su marido. Estaba de pie, mirando absorto por la ventana, con un teléfono móvil en una mano. Heather se sintió confusa. Entonces, a su mente acudieron imágenes de la noche anterior.No podía explicar cómo había ocurrido. Eso era lo peor. Primero le había estado gritando furiosa y unos minutos más tarde... se había rendido y, posteriormente, entregado a él. Mientras se ponía rígida debajo de las sábanas, unos músculos poco familiares se quejaron y una leve molestia en sus partes íntimas le recordó toda la pasión que había surgido entre ambos la noche anterior.Heather se sonrojó de manera repentina, al mismo tiempo que sintió el extraño calor renaciendo desde su bajo vientre, hasta llegar a las mejillas. De no ser porque Andrew estab
Capítulo quince: Casi conmovidaAndrew la llevó en brazos hasta el avión en la pista aérea privada y luego la envolvió en una manta. Algo más tarde. Heather oyó una voz que le resultó familiar.—¡Pobrecita! Me da tanta pena —no parecía sincera la mujer.Reconoció a la azafata que le daba un vaso a su marido y cuando este la incorporó para darle un trago, agregó:—Se ve fatal...—Bebe. Te hará sentir mejor —la incitó Andrew, colocando un vaso en sus labios. No había nada que pudiera hacerla sentir mejor. Su puñetero esposo se estaba aprovechando de su enfermedad. Bebió, porque supuso que ningún argumento le valdría a él y con lo débil que se sentía no podría haberle hecho frente. Lo que había hecho él no era mucho menos que un secuestro.—No puedo dejarte sola en el hotel en estas condiciones —murmuró él, como si hubiera leído los pensamientos de ella.—¡No te perdonaré jamás! ¡Ojalá te contagies de lo que sea que tengo! —titubeó Heather. ¡Se estaba muriendo! Andrew se rió de manera i
Capítulo dieciséis: Giselle Carson Heather abrió y cerró la boca varias veces antes de poder formular alguna palabra. —¿Horse Island? —aun así, la voz le salió extraña. —Sí, una pequeña isla que compró mi padre poco antes de su muerte. Es el lugar perfecto para que te recuperes y seguimos estando en terreno irlandés. —¿Una isla? —Heather se llevó la mano a la frente. La enfermedad no la dejaba pensar con claridad. Sin embargo, había algo de lo que estaba clara por lo menos: no sabía nada de su marido en absoluto, con quien llevaba casada cinco años.Lo peor era que, por el momento, estaba atrapada con él. Una criada sonriente los interrumpió para traer el desayuno. El estómago de Heather se alertó ante la vista de la bandeja y entonces, se dio cuenta de lo hambrienta que estaba.—¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí? —preguntó de repente. —Dos días...—¡¿Dos días?! En ese momento golpearon la puerta. Entró una adolescente con pantalón corto, un gracioso crop top de colores y el ca