Habían pasado cuatro días del accidente y Dayla se reusaba a hablar, andaba como alma en pena, echaba de menos a sus padres, Aileen pasaba por su casa un par de veces al día a mirar lo que hacía y a dar un reporte pero la morena se reusaba a hablar con ella o con Piero quien iba a verla una veces al día.
La mayor parte de la mañana al despertar se la pasaba llorando o vagando por la casa, en esos cuatro días se había dedicado a leer, aun no había llegado el medio día y ya se había leído cinco novelas, su madre adoraba leer, era una lectora compulsiva, tenía colecciones gigantes con las que presumía con sus amiga, ella siempre intentaba atraer a Dayla con cualquier nuevo libro por el contrario a la morena le gustaba más pasar el tiempo en con su padre en la mecánica, le gustaba armar y desarmar todo tipo de instrumentos.
<Los tres chicos se miraron y luego a la rubia. Dayla se sentía agobiada por todo lo que había tenido que pasar en una semana, eso era agotador para ella.- Alise te presento a Aileen, es mi vecina de la casa de abajo.- okey - respondió la rubia secamente - pero no me contestaron ¿quién es Piero?- Lo siento chica confundí al joven con mi hermano, su suponía que debería estar aquí cuidando de mi amiga mientras yo estaba en el trabajo – respondió la pelirroja sagazmente con un acento cubano – lo siento chico. Piero asintió como si nada pasara. La morena los invitó a sentarse pero rubia no dejaba de mirar a Aileen desafiantemente ya que esta miraba a chico con enojo. La tensión que había en el salón se podía cortar con el cuchillo, esto le provocaba a D
Dayla se lo pensó por varios minutos, no sabía que tan buena idea sería trabajar para él, le intrigaba muchísimo sus cambios de humor tan bruscos, pero no parecía una mala persona, el hombre era verdaderamente simpático, nadie podía negarlo y a ella le llamaba mucho la atención, a pesar de que se había dicho una y otra vez que debía estar sola tras lo que estaba pasando no podía negarse a sentir atracción. - ¿en qué consistiría el trabajo? – preguntó algo sonrojada. Es algo súper sencillo, solo debes traer la mercancía que necesitamos en el bar, nosotros hacemos los pedidos y tú solo los buscas. - ¿así sin más? ¿Qué tipo de mercancía seria? - ¿Qué más quieres? es algo sencillo, sería traer las cajas de alcohol, las frutas, el hielo, nosotros hacemos los pedidos y tú solo iras a buscarlos, técnicamente seria la chofer de la mercancía – bromeó dedicándole una sonrisa - te aseguro que no tendrás ningún problema, ni tendrás que lidiar con bastardos iguales que tu antiguo jefe, sol
Dayla se lo pensó por varios minutos, no sabía que tan buena idea sería trabajar para él, le intrigaba muchísimo sus cambios de humor tan bruscos, pero no parecía una mala persona, el hombre era verdaderamente simpático, nadie podía negarlo y a ella le llamaba mucho la atención, a pesar de que se había dicho una y otra vez que debía estar sola tras lo que estaba pasando no podía negarse a sentir atracción.- ¿en qué consistiría el trabajo? – preguntó algo sonrojada.- Es algo súper sencillo, solo debes traer la mercancía que necesitamos en el bar, nosotros hacemos los pedidos y tú solo los buscas.- ¿así sin más? ¿Qué tipo de mercancía seria?- ¿Qué más quieres? es algo sencillo, sería traer las cajas de alcohol, las frutas, el hielo, nosotros hacemos los pedidos y tú solo iras a buscarlos, técnicamente seria la chófer de la mercancía – bromeó dedicándole una sonrisa - te aseguro que no tendrás ningún pro
En la tarde del día anterior después de haber almorzado con Tomas, Alise y Piero, el último la llevó al hospital, bajó del auto y se dirigió a traumatología, al entrar no le agradó ver a la persona que la estaba esperando allí, Miguel estaba sentado en la sala de espera con su teléfono en mano, ella lo había estado ignorando desde que estaba trabajando en el bar.- Llegas tarde, no es propio de ti hacerlo – reconvino serio.- Se me hizo tarde.- Ya te han llamado dos veces, pasa que te están esperando. Después de que los doctores le quitaran el yeso y tras salir del hospital recibió un gran sermón por parte de Miguel por no contestar sus mensajes y señalar por qué debía dejara su nuevo trabajo, le informó que ellos estaban investigando el paradero de los jefes de aquel lugar.- Parecen ser fantasmas sospechamos que se están haciendo negocios con las personas que no deben y no quiero que estés en medio de esto cuando explote.-
Al poco rato regreso, ella estaba tratando de mantenerse despejada, no permitiría que sus pensamientos la controlaran, aunque muy pocas veces lo conseguía con éxito por eso sufría de ansiedad, pero no perdía nada con intentarlo una vez más, era su primera cita en más de cinco años y comenzaba a no sentirse preparada. Tom se sentó frente a ella, le sonrió diciéndole: - eres hermosa ¿sabes? La miró a los ojos pero sonrisa de ella se había esfumado al detallarlo cuando se había sentado frente a ella, su camisa perfectamente planchada estaba arrugada y la punta su camisa manga larga azul de botones, estaba manchada; cualquiera no le hubiera prestado atención, pero ella era extremadamente detallista, algo la inquietaba, podía no solo fuera su imaginación, aunque después de todo lo que había pasado con su exesposo no le sorprendía que estuviera comparándolo con él.- ¿Aún no han traído aun lo que pedí?- No – dijo secamente - ¿Cómo estaba tu amigo? - Bastante ocupado – hizo un ademan –
*** DOS AÑOS ANTES *** – Samanta – el grito de él sonó como un estruendo cuando la vio caer en el pavimento, saltó de su Davison Fad Boy un en movimiento dejando que esta condujera sola y se estrellase, corrió y se arrodillo ante ella, el auto que le había disparado ya se había desaparecido picando caucho, él la acarició como si su cuerpo como si fuera una muñeca de cristal, un cristal que estaba a punto de quebrarse. Los ojos de la chica lo miraron con compasión, eran de un color oscuro, bastante intenso, los cuales brillaban empañados en lágrimas; él siempre había amado esos ojos, tan oscuros y profundos, creía que a través de ellos podría ver una noche estrellada, la chica intento hablar pero se ahogó y comenzó a toser expulsando un poco de sangre por su boca. – No hables nena, tranquila, lo solucionaré – le dijo con voz serena, intentó sentarla en su regazo pero ella se quejó, lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de ella, él la acercó a su pecho presionando la herida que
– Martí – otro grito, así había transcurrido la mañana – será que me puedes traer las copias joder. – Un momento señor – respondió la chica levantándose de su escritorio nuevamente. – Quiero que entres conmigo a la reunión de hoy – ordenó de forma autoritaria el hombre al ella entrar a su oficina con las copias de algunos posibles clientes, las chicas del edificio lo habían apelado “el jefe maniático play boy” – quiero que estés pendiente de la comida, el agua y todas las necesidades de nuestros invitados, que nada les haga falta, si quieren aunque sea un tampón tú tienes que dárselo. La chica miraba la boca del hombre y sus rasgos mientas hablaba, no era feo, en absoluto, para tener treinta y pico de año se veía en perfecto estado se cuidaba muy bien pero tampoco para que lo llamaran play boy, solo era un hombre simpático y musculoso, se notaba que cuidaba su figura, muchos hombres también lo hacían en esa ciudad, nada que envidiarle a cualquier otro físicamente, claro que él habí
La mañana del día siguiente la morena había pasado muy atareada, por arte de magia Martín se había presentado a trabajar, a Dayla le había tocado actualizar todo cuanto se pudiera, antes de que el hombre fuera a desaparecer de nuevo. A final de la tarde cuando su jefe ya se había ido y faltaba poco para que ella también lo hiciera, miro la pelirroja quien asomaba su cabeza por la puerta de la oficina haciendo un puchero – Day disculpa que te moleste, Arturo te solicita. La morena sacó del cajón del escritorio donde estaba sentada, un blíster de medicina para la ansiedad, tragó una pastillita y se levantó de su escritorio, tenía que prepararse para los gritos de ese día. Habían pasado muy pacíficas las horas de trabajo que llevaba ese día para ser verdad, así que emprendió camino a la oficina del jefe seguida de Aileen. - ¿Sabes que se dice por los pasillos el día de hoy? – Dayla la miro y siguió caminando sin responder, la chica siguió hablando – que Arturo se estaba acostando