Hola hola! Pobre Fabrizio, le toca lidiar con tercos por todas partes. Seguimos con capítulos diarios! Bso Kika
Marina — Fabrizio..realmente no entiendo —le preguntaba al vampiro, quien parecía enloquecido de un momento a otro, lo veía empacar ligero, estresado en su habitación.— Lo siento, pero lo que está sucediendo... yo…—dice él, pero sin terminarme de explicarHabía estado de viaje por un tiempo, y yo pensé que cuando volviera tendría planes y, sobre todo, me incluiría. Pero el vampiro estaba demostrando ser bastante misterioso, más de lo normal.— Fabrizio, pero...—— Marina, lo que se viene es demasiado importante y necesito que estén preparados. Y no lo puedes saber, Su Majestad. No por ahora —me dice él y me deja sorprendida. — Pero, el rey… ¿Harás algo a sus espaldas?—— Se va a enterar de esto, créeme. Pero necesito averiguar algo, primero—Se veía tan afligido que entendí que más importante era ayudar lo que responder a mis preguntas.— Dime lo que tengo que hacer. Confío en ti, siempre... lo haré ayudaré en lo que sea—le digo y él me sonríe y se acerca.— Los lobos no dejan de i
Carmen A los días, Aníbal ha mejorado solo un poco y sus quemaduras ya no son tan graves, pero, con todo y eso, simplemente no termina de levantarse, y los médicos siguen igual de perdidos. ¿Cómo había sucedido todo esto? Yo poco me había encontrado a esa loba; ella parecía aparecer y desaparecer en los momentos perfectos. Y a quien encontraba siempre fuera de la enfermería era, por supuesto, a Xavier. En estos momentos, lo encontraba peleando con Freya. —¡Se supone que yo gané! Y el imbécil ese es el que ha pasado más tiempo con ella, aunque esté inconsciente— —Lo sé, gran Alfa, pero sabes cómo, sabes tú más que nadie, cómo son las reglas en el mundo de los lobos. Si tiene una mate, debe estar cerca de él para asegurar su bienestar, — repetía ella de forma cansina. Me imaginaba que Xavier se lo estaba poniendo bastante difícil. Todo estaba peor desde que Fabrizio había desaparecido, sin siquiera despedirse. Xavier estaba al borde. —¡Mate, Cariño! —decía él cuando me veía compl
Fabrizio Sabía que la decisión que había tomado no había sido fácil, pero era peor si yo me quedaba sentado de brazos cruzados sin actuar. La historia tenía la mala propiedad de repetirse continuamente, queramos o no, y ya yo había vivido demasiadas guerras y hambrunas; había visto morir a tanta gente, tanto sufrimiento, y no estaba dispuesto a volverlo a experimentar, no si podía ser evitado. Había dejado atrás a soldados de Alaric que me estaban buscando. Me había escondido, pues no quería atacarlos, ellos no tenían la culpa. Tampoco quería que causaran alboroto y dañaran mis planes. Yo tenía que pasar inadvertido.Mi camino era largo y solitario. Me escondí en pueblos humanos, hice algunas preguntas, incluso viajé a algunas manadas.Pero fuera lo que fuera que estaba tramando Sangreoscura y su amo, parecía estarlo haciendo con excelente secreto, ya que no podía seguir sus huellas tan fácilmente como en el pasado. Y no tenía dónde comenzar.Ya había intuido que el vampiro le habí
Fabrizio Llegue buscando oro y no sé ni que encontré. Esto es peor de lo que pensaba. Mi objetivo era tener alguna noticia de dónde podría estar el enemigo de Su Majestad, pero al parecer me había encontrado con lo que parecía ser un ataque programándose. —Dicen que quiere ir contra el rey y que para eso están buscando voluntarios —decía un rogue. —¿Voluntarios? ¿Están completamente locos? Dicen que Su Majestad tiene miles de años. ¿Por qué alguien se arriesgaría a atacarlo?— gritaba otro. —Dicen que por fin se ha encontrado un importante opositor del Rey, alguien que sí se preocupa por los lobos —decía otro hombre y había un alboroto. Había emoción, ganas de pelear y violencia. Todo esto me preocupaba. Un importante opositor… para eso yo había salido del castillo. Pero había rumores, nada más. Y ahora… tenía otro problema entre manos. —¿Pero cómo vamos a lograrlo sin morir en el intento? — —¡El rey solo acabó con las pretensiones de Marco! ¡Eliminó su manada!— gritan otro.
Xavier —Te estaba buscando, necesitaba tanto verte cariño… — le decía. Sentía que habían pasado muchos días desde que habíamos estado juntos. Se suponía que yo había ganado el desafío, pero con todo y eso, Aníbal se había salido con la suya, de una manera u otra. Él tenía a mi mate a su lado, y aunque estuviera inconsciente, me molestaba, me dolía, sentía que iba a explotar de un momento a otro y ahí si iba a ser el salvaje, el alfa desbocado que tanto decían que yo era.Era como si él había ganado, mientras yo me quedaba en la enfermería esperándola, soñando con verla, y ni siquiera la dejaban salir de ahí. Conformándome con sus miradas si la puerta se abría, cuidándola, vigilándola. Era injusto. Y el imbécil ese seguía echado ahí, sin ninguna intención de levantarse.Había peleado, discutido, me había enfrentado al rey, mis amigos me apoyaban, pero con todo y eso no hubo forma. Ella estaba prácticamente encadenada al lado de la camilla de Aníbal, a merced de lo que pudiera pasar
Carmen Yo había sido la chica escondida, excluida del mundo. Alejada de todos, que sufría maltratos y en el mejor de los casos, la gente ni sabía que existía.Y ahora, estaba aquí, casi desnuda, en los brazos de este poderoso Alfa, mientras gemía sin poder evitarlo y él me tocaba y tomaba como ningún hombre lo había hecho antes.Había huido, había pensado en como salir de la enfermería, lo había planificado, con la sola intención de verlo. Cuando de repente todo se desvaneció y nos encontramos rodeados por unos horribles vampiros, muy lejos de lo que era Fabrizio, el hombre más amable y elegante que yo había conocido. —Quédate atrás, Carmen— Xavier gruñía.Había pasado de ser mi apasionado mate, a un violento guerrero alfa en cuestión de segundos. Yo me acomodaba el camisón con manos temblorosas, amarrando los pedazos que habían quedado de la parte delantera, mientras veía mi bata lejos.Escuchaba afuera gritos, sonidos de combate, esto no era algo aislado… esto era un verdadero a
Xavier — ¡Están por todas partes!— gritaba mi mate asustada.— No sé cómo han podido entrar al castillo. Son tantos que parece una fuerza incontenible. — — Es por el rey…— decía Bruno inquieto. — También… creo que vienen por Carmen— decía Marina. Esto cada vez me asustaba más. — Si… dijeron que no me harían daño…buscaban a una humana— respondía Carmen mientras yo la apretaba a mí. La había perdido ya dos veces durante el ataque. No estaba dispuesto a perderla una vez más.— No dejaremos que nada te pase— le susurré. — ¡Miren!— gritó Bruno y en ese momento, observé a lo lejos a Fabrizio, parecía un torbellino. Estaba combatiendo con varios vampiros, matándolos en segundos. Se veía agotado, con su traje roto y quemado, mientras daba indicaciones a los guerreros reales para que no bajaran la protección que aún quedaba.— ¡Firmes! ¡Que no avancen! ¡Se acerca otro grupo! — gritaba.— ¡Rogues!— vociferó un guerrero y los guardias empezar a replegarse.— ¡Fabrizio! — grité yo, y
Fabrizio — ¡El rey! ¡Protéjanlo! — grité.Nuestros enemigos lo querían ver herido, que todos lo presenciaran débil y caído. Había subestimado este ataque, a pesar de haber escuchado a esos hombres.Horas antes había acabado con batallones mientras me acercaba al castillo, pero, a pesar de eso, un numeroso grupo había llegado y nos tenían aquí acorralados.—¡Repliéguense!—Ingenuamente, había pensado que, como estábamos del lado correcto de la historia, aquel que no dejaba que lobos demasiado ambiciosos lograran lo que quisieran, con eso iba a ser suficiente. Pero era mentira; los hechos se desenvuelven, no importa lo que nosotros pensemos. Alaric estaba débil, pero, con todo y eso, su poder hacía retroceder a todos, y los guerreros y amigos seguían luchando, y los enemigos parecían estar en sus momentos finales.Pero, si algo sabía yo, era que la guerra no se gana con ideas, ni tampoco con presunciones, mucho menos conteniendo.Se gana con cada golpe, y cuando vi a esos lobos dispar