Por suerte Carolina sabía cómo animar a Débora y tras calmarla la llevó a una papelería, la cual era como el paraíso para la castaña, quien no dudó en comprarse varios plumones, bolígrafos de diferentes colores, libretas, algunas carpetas y varios artículos más de oficina con diseños adorables. - En verdad que tú no cambias, un poco más y compras toda la tienda – bromeó la pelinegra mientras guardaban las bolsas de compras en el auto. “Claro que no” – indicó apenada y divertida. - Ah… si así fueras con tu ropa y accesorios, no habríamos tardado tanto en buscar tu ropa nueva. “Que mala y yo que te compre algo” – indico pasándole una bolsa de papel con algunos artículos de papelería para ella. - Gracias – dijo tomando la bolsa - pero estoy en lo correcto ¿o no? “Am… tal vez” – Débora río, pues hacía mucho que no se divertía y compraba cosas para sí misma. - Bueno ahora que regreses a casa, estarás muy entretenida acomodando tus cosas – comentó Carolina mientras se subían al auto
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