Capitulo II

A Hanah Marshall no le hacia mucho ilusión asistir al baile anual de mascaras. Todos los años anteriores procuraba tener una buena excusa para no tener que asistir.

Como todos los años desde que tenía memoria la familia Prokopis, una de las familias más ricas y poderosas de la ciudad, daba el tradicional festival de máscaras para así dar inicio al invierno, lo que significaba el fin de la cosecha, y entonces abrían las puertas de su increíble mansión señorial, casi palaciega, para que los habitantes del pueblo disfrutaran de una noche mágica en los jardines imponentes de la propiedad, un laberinto clásico con paredes formadas por seto. 

Era lo mas acontecido que pasaba en el pequeño pueblo de Snowfiel, ubicado en las montañas de Oregón, era una localidad de vinicultores, con  viñedos de vino a lo largo y ancho de la región, eran productores del mejor vino merlot jamás probado en el mundo, gracias a su suelo fértil.

Hanah quien había estado enamorada de Ares Prokopis, desde que era una  niña. No le hacia mucha ilusión asistir a la casa de su príncipe de juventud a ver como todas las chicas casaderas del pueblo se desvivian por darle sus atenciones, mientras que ella solo se tendría que conformar con verlo de lejos y seguir teniéndolo en sus sueños cada noche, pues sabia que Ares estaba muy por encima de ella, una chica de familia humilde que había pasado toda su adolescencia siendo la hermana pequeña y gorda de Monique, la chica mas bella y mas popular de la localidad.

Hanah estaba sumida en sus pensamientos detrás del mostrador de la librería donde trabajaba, cuando entró su hermana mayor Monique junto a su séquito insoportable constituido por Linda Watson y Barbara Reint, las tres eran inseparables desde la secundaria y ahora de adultas lo seguían siendo. Ella no entendía como había durado tanto esa amistad. Monique era su hermana y rara vez congeniaba o nunca lo hacían. A su hermana mayor el tiempo la hizo muchas mas bella al igual que insoportable, pero aún asi muchos hombres la deseaban, tenia muchos pretendientes que se peleaban por llenarla de atenciones, pero a ella al parecer no le interesaba ninguno. A su hermana solo le gustaba ser el centro de atención y coquetear con uno y otro sin parar. Monique sabia lo bella que era, creció escuchándolo, estaba consiente de ello. Ella había heredado la belleza de su madre, era rubia, alta, de ojos azul claro, figura esbelta, en cambio Hanah había heredado los rasgos de su padre, su cabello era de color caoba lleno de rizos rebeldes que le caían descuidadamente hasta la cintura, sus ojos grandes eran de color gris oscuros, tenía pestañas tupidas lo que hacia que sus ojos fueran aun mas llamativos, labios gruesos, y ya no era la niña obesa, ahora tenia bonitas curvas, aunque ni ella misma fuera consiente de ello, estaba agradecida de que la pubertad hubiera sido generosa con su piel, aunque le hubiera gustado tener el cabello tan rubio y liso como su hermana Monique y ser tan sociable como ella, que siempre andaba rodeada de amigos. En cambio Hanah siempre estaba sola, no tenia amigos, con la única persona con que mantenía alguna conversación interesante era con su jefa la señora Rose, quien era la propietaria de la única tienda de libros que existía en el pueblo y en la que ella trabajaba desde antes de graduarse de la preparatoria. Ella había solicitado una beca para la universidad, pero solo le habían aprobado media beca, por lo que había tenido que ahorrar cada centavo que ganaba para costear sus estudios. Monique en cambio solo se burlaba de sus intentos por conseguir un titulo universitario, ella decía que su plan de vida era casarse con un hombre rico que la mantuviera, y le diera todos los lujos que ella se merecía. Monique era cinco años mayor que Hanah quien apenas acababa de cumplir veinte años, y aun dependía de sus padres, ni hacia el intento de buscar un trabajo para ayudar con los gastos de la casa.

_ Me enferma verte, siempre tan aburrida_ le dijo Monique a Hanah, sacándola de sus cavilaciones_ Pero dice mamá que te recuerde que esta noche si debes asistir al baile, quiere presentarte a un pretendiente... Como si eso fuera posible! _ se burló su hermana y su séquito la siguió con risas_ y quiere saber como será tu disfraz.

_ Hola Moni, me alegra de verte también. Hola chicas _ saludo la joven sarcásticamente_ dile que si ire, y ya le había dicho que ire de la Diosa afrodita _ dijo señalándole el disfraz que tenia colgado a su espalda, era un hermoso vestido rojo con un antifaz brillante a juego con el vestido.

Las amigas intercambiaron miradas complices y se rieron por lo bajo, lo que Hanah no entendió ese gesto así que no les dió la mayor importancia.

_ De donde lo sacaste de una tienda de antigüedades_ se burlo Monique.

_ Si lo que digas_ le dijo ella a su hermana con fastidio, quien ya estaba acostumbrada a sus burlas y criticas.

_ En fin ya cumplí con darte el recado_ dijo Monique y salió de la tienda seguida por sus amigas.

_ Muy considerado de tu parte_ le gritó la chica pero su hermana ya había cerrado la puerta y no pudo escucharla. 

La joven llegó a la mansión Prokopis ataviada en su hermoso disfraz de la diosa del amor Afrodita, el antifaz le cubria la mitad del rostro, se había recogido el cabello en un moño alto, dejando al descubierto la espalda, haciendo que su silueta fuera mas sensual, sus tacones hacían que ganara algo mas de estatura lo que le dio aún mas seguridad. El lugar ya estaba atestado de gente, las personas bebían y bailaban animadamente. Ya eran pasadas las diez de la noche, por lo que hacia un buen tiempo que había comenzado. No había tenido intención de ir realmente, se había refugiado en el inventario de la tienda, pero a ultima hora la señora Rose la persuadió de asistir. 

Asi qué allí estaba ella entre las sombras en un rincón de la estancia para no llamar la atención. No quería toparse con su hermana Monique ni con su séquito insoportable, y muchos menos quería afrontar los vagos intentos de su madre para encontrarle un marido y desistiera de la idea de ir a Carolina del Norte a estudiar en la universidad, ya tenia suficiente con tener que estar en la mansión de los Prokopis donde seguramente se encontraría con su amor platónico Ares Prokopis.

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