Capítulo 4

Harry Payne

No puedo creer lo que ha pasado con Brooklyn, llegué temprano como me pidió y estaba a punto de llamarla cuando me encuentro con esos gritos en la casa. Al reconocer las voces me detuve, hasta que ya no pude contenerme. En este tipo de situaciones es cuando me parece insoportable y me dan ganas de terminar con ella. Aunque al menos logré que se fuera, así me quedo con mi tranquilidad en casa.

Cuando voy de regreso a la cocina, veo como la chica que vi esta mañana se aleja por el corredor.

—¿Están bien? —le pregunto a Tom y Grace cuando estoy frente a ellos. 

—Sí, cariño, estamos bien. Gracias por poner en su sitio a esa loca —responde Grace.

—No es nada, saben que ella no es nadie para imponer una orden en mi casa y aunque me case con ella, ustedes seguirán bajo mi custodia.

—¿Piensas casarte con ella? —Pregunta Tom.

Asiento.

—¿Acaso estás loco? —inquiere Grace—. ¿No te das cuenta lo insoportable que es? Si se muda aquí será un completo infierno; adiós tranquilidad, no sé qué tienes en la cabeza... —suelta frustrada.

Suspiro.

—Son negocios, Grace, ya sabes cómo es esto. Me conviene casarme con ella. Este fin de semana le diré a mi madre que prepare algo en la casa para pedirle matrimonio.

Grace va a decir algo cuando Tom la sujeta y habla por ella.

—Entendemos. Es tu vida, pero esa mujer solo te traerá problemas, ya lo verás. Luego, cuando sea demasiado tarde, te diremos "te lo dije". Sabes que eres como nuestro hijo Harry, por ende, queremos lo mejor para ti y, definitivamente esa chica no lo es. Deseamos verte feliz y enamorado, recuerda, el dinero no lo es todo en esta vida…

—Regularmente, la que suele decirme estas cosas es Grace, ¿cambiaron de lugar ahora? —sonrío un poco y me siento en una de las banquetas de la cocina—. Sé que es cierto lo que dicen, pero en estos momentos lo que necesito para ser feliz es casarme con ella y hacerme cargo de la empresa de su padre, será una alianza muy beneficiosa. Además, hace mucho tiempo se me olvidó lo que era el amor, ya hasta me hice a la idea de que no lo volveré a encontrar. Así que no se preocupen tanto por mí, estaré bien. Gracias por sus palabras.

—Igual no deja de ser una loca, espero que no quiera venir a darme órdenes, porque sabes que la pondré en su lugar y no me importará quién se encuentre en la casa en ese momento. Lo tienes advertido —suelta Grace.

—Sé que es así y estás en todo tu derecho. Eres como una madre para mí, Grace. Y no toleraré que les hagan daño —sonríen ante mi confesión. 

—Bueno, ¿ya estás listo para cenar? Mía me ayudó a preparar la comida y también hizo unos ricos cupcakes. Te vas a chupar los dedos cuando los pruebes —señala una pequeña bandeja que tapa los cupcakes.

—¿Mía? ¿Quién es? —pregunto.

—La chica que contrató tu madre. Sinceramente, me ayuda mucho en la casa, es muy buena Harry. Incluso, me atrevo a alegar que cocina mejor que yo. Me ha dado algunas recetas que te aseguro, te gustarán.

—No creo que cocine mejor que tú, Grace. Amo todo lo que me preparas, me conoces a la perfección. Ahora que lo pienso esta mañana conocí a la chica, estaba en mi oficina limpiando…

—Sí, es muy juiciosa Harry, la pobre ha pasado por mucho. Se merece seguir trabajando, no la vayas a echar.

—¿De dónde sacas de que la voy a echar, Grace? ¿Pasó algo que no sepa? —Inquiero confuso.

—Bueno, es que ella me explicó lo ocurrido esta mañana, entonces ha estado bastante apenada y nerviosa de que vayas a echarla. Por favor, por lo que más quieras no lo hagas, ella me ayuda más de lo que debería y me hace bien —pide a modo de súplica.

—Realmente no había pensado en ello. Tampoco es que estuviera haciendo algo malo. Sí, me sorprendió conocerla así, sobre todo porque no estoy acostumbrado a ver este tipo de cosas, contigo nunca me pasó y sabes que estoy acostumbrado a la tranquilidad, pero, ¿de llegar a echarla, solo por eso? Claro que no. Además, por lo que me dices te cae muy bien.

—Nos cae más que bien Harry, es una chica increíble… —dice Tom sorprendiéndome—. Bueno me retiro, cariño revisaré que todo esté orden y nos vemos en la casa. —Deposita un cálido beso en su frente—. Adiós, Harry, feliz noche.

—Adiós, Tom. Buenas noches. —Me despido de él, y luego me dirijo a Grace—: Entonces la chica te ayuda más de lo que debería, ¿eh? —comento tratando de volver al tema y conocer un poco más de esta mujer.

—Sí, siempre le digo que no, pero suele ser bastante insistente y termino cediendo —se ríe—. Es muy agradable, siento que hasta podría irme de vacaciones y estarías bien con ella. Recuerda que no me das vacaciones desde hace mucho.

—¡¿Qué?! No. ¿Ya me quieres dejar? No te lo permito. No puedo estar sin ti en esta casa, Grace. —Me acerco a ella y la abrazo.

—Está bien. Igual tarde o temprano me tendrás que dar vacaciones. Necesito salir y disfrutar. No solo tú tienes derecho, querido.

—Después hablamos de eso. En estos momentos me basta con el tema de Brooklyn, un solo dolor de cabeza a la vez, Grace, por favor.

Ambos reímos.

—De acuerdo, ve a ducharte, voy a calentar la comida y prepararte algo de tomar —profiere.

—Está bien jefa, ya regreso. Tomaré un cupcake de estos a ver si es verdad lo que dices. —Agarro uno y lo meto en mi boca. Lo saboreo a medida que cierro los ojos deleitando mi paladar, ¡es realmente exquisito! Su textura es suave y se derrite en la boca.

—Te gustó, ¿cierto? —abro los ojos y veo a Grace sonriendo.

—¿Gustarme? ¡Me encanta! Está riquísimo.

—Te lo dije —ríe.

—Bueno, me voy a duchar. —Salgo de la cocina chupando mis dedos llenos de chocolate.

Comienzo a subir las escaleras y miro al exterior donde se aprecia la casa que le he regalado a Grace y Tom. Veo las luces de la cocina encendidas y se me ocurre una idea descabellada. Bajo rápidamente las escaleras y me dirijo hasta allí, quiero hablar con la chica y decirle que no la echaré.

Toco la puerta y al abrirse me quedo sin habla. Ella viste un conjunto deportivo y lleva su cabello suelto. Se ve increíblemente hermosa. Me recibe con una sonrisa en su rostro, seguro piensa que es Grace o Tom porque cuando me ve, su rostro pasa a asombro y nervios.

—Señor… ¿Cómo?… ¿Necesita algo?

—Sí, quiero hablar contigo un momento si me lo permites.

—Sí, claro. Deme un minuto. —Entra, dejándome plantado afuera un momento, luego vuelve a abrir la puerta y me hace pasar.

—Tome asiento. —Y eso hago, como no hacer lo que me dice; con esa boca, si me pide la luna en estos momentos, le bajo la galaxia completa.

—Usted dirá —comenta, sentándose a mi lado.

Me toma un minuto salir del trance en el que estaba para proferir:

—Quiero conversar sobre el encuentro que tuvimos esta mañana…

—Entiendo… —dice con el rostro cabizbajo—. Ya imagino lo que vino a decirme, me va a echar, ¿no es cierto? No era mi intención que me encontrara así, discúlpeme. Por favor deme otra oportunidad, necesito mucho el trabajo, le prometo que no volveré a escuchar música mientras limpio —dice esto comenzando a exasperarse. 

—Tranquila —tomo sus manos para que deje de darme explicaciones e inmediatamente me tenso. Es una sensación extraordinaria el roce de su piel. Siento una especie de conexión rara al tocarla, alejo mis manos y ella solo me ve con esos hermosos ojos—. No te voy a echar, no es mi intención hacerlo. Grace me habló bien de ti y además no vi nada de malo en lo que hacías. Si así es como te gusta trabajar, puedes hacerlo, no tengo inconveniente con ello; siempre y cuando hagas bien tu trabajo, no habrá problemas. Por eso estoy aquí, quise decirte en persona que no te preocuparas y que puedes seguir trabajando como lo has venido haciendo.

—¡Oh! Qué bien, muchas gracias. Se lo agradezco —me dice con un gran brillo en sus ojos. Debo salir de aquí o no me haré responsable de lo que pase si me quedo más tiempo.

—Bueno, eso era todo, señorita… —me hago el desentendido, claramente sé su nombre.

—Mía, soy Mía —responde.

—Un placer Mía, soy Harry —estrechamos las manos y vuelvo a sentir la misma sensación de hace un momento.

Ella solo sonríe mientras mis sentidos comienzan a desequilibrarse. Me levanto torpemente de la silla y le devuelvo la sonrisa. No puedo aguantar más estar tan cerca de ella.

—Bueno, debo irme. Grace me hace bañándome y se molestará si la comida se enfría —comento.

—En ese caso, no la haga esperar. —Sonríe.

—Por cierto, el mejor cupcake que he comido. Muchas gracias…

—No hay de qué —dice sonrojada.

Todo mi cuerpo se siente como el metal cuando es atraído por un imán, cuando estoy cerca de ella; así que algo de allí sin mirar atrás.

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