Capítulo 4

Al día siguiente me levanto y me coloco mi mejor vestido, después de todo, una no se casa todos los días, aunque sea de mentira, así que me muevo a toda prisa para ir a la corte, donde debe estar esperándome mi futuro esposo falso. También hago una pequeña maleta con ropa suficiente para pasar el resto de la semana.

― ¿A dónde vas? ―me pregunta Maggie en cuanto me ve―no iras a trabajar así, ¿verdad? ―me dice y me señala de pie a cabeza mi traje, mi mejor vestido de coctel.

―No, hoy no trabajaré―le digo con una sonrisa―alguien me pidió que fuera hasta una isla hasta el domingo y eso es lo que haré.

― ¿A una isla? ¿sabes que eso puede ser peligroso? ―me dice preocupada―ahora siento miedo por ti, no vaya a ser que...―trata de decirme, pero la interrumpo.

―No es nada malo, iré a limpiar una gran mansión por allá, por eso me tomará todo ese tiempo―le aseguro y me voy, para que no me siga preguntando.

Unos minutos después, estoy frente al señor Pemberton, quien me ve llegar al juzgado y yo respiro profundo.

―Veo que lo pensaste bien―me dice con una sonrisa que me corta la respiración―por cierto, te ves hermosa―me señala, lo cual me hace sonreír.

―Sí, acepto su propuesta―le respondo y él me mira y toma mi mano y la besa, lo cual me pone toda nerviosa, y él se nota satisfecho por haber logrado lo que quería.

―Esto va a ser un dinero fácil para ti―me dice―la pasarás bien y ganarás dinero, además―me asegura y ahora recuerdo en dónde ha quedado el cheque en blanco que me dio, en las medicinas de Eliana―y, por si fuera poco, tendrás todos tus papeles en regla―me señala y eso sí que me entusiasma.

Sin embargo, no puedo negar que me encanta la compañía, aunque sea un esposo de mentira.

Entonces, él me toma por el brazo, acercando su cara a la mía, como si fuéramos una pareja de verdad, lo cual me pone toda nerviosa y eso le hacer reír, porque sabe el efecto que causa en mí.

―No vas a usar esa ropa―me dice con una ceja levantada, en cuanto ve la maleta que tengo en la mano―ya mandé a comprar lo que vas a usar mientras estés a mis servicios―señala y quedo anonadada.

―Pero es que no podía saber que aceptaría―le contesto y él sonríe.

―Siempre espera lo mejor―agrega y yo hago un bufido―además, te hice una propuesta irresistible―indica y es cierto, porque, con lo guapo y rico que es, de seguro que está en los sueños de cualquier indocumentada o persona legal en este país.

Entonces, ambos entramos a los juzgados, en compañía del abogado que prometió y una hora más tarde, ya con nuestro título matrimonial y mi nueva identificación, salimos todos de la corte, no sin antes hablar con su subordinado.

―Veré cómo llevar todo a los diferentes registros, para que tenga un número de seguro social, entre otros documentos―dice el hombre de mediana edad, quien ahora sé que se llama Frederick, el abogado del señor Pemberton.

―Por supuesto, Fred, nos vemos en la oficina el martes―le dice su jefe con una sonrisa y el abogado toma un taxi.

Luego vamos a una limosina, en donde están dos enormes hombres vestidos de traje negro, quienes se notan intimidantes.

―Por cierto, te presento a Nessim y a Selim, mis guardaespaldas―me dice y ellos me hacen un asentimiento de cabeza y yo trago en seco, recordando la advertencia de Maggie de esta mañana.

Y es que presentado así, con una limosina y dos matones además de decir que se va a hacer negocios con un socio en una isla, pareciera un mafioso o algo por el estilo.

― ¿Hay algún peligro en esa isla, señor Pemberton? ―le digo y él me mira con el ceño fruncido―lo pregunto, porque es la única razón por la cual tendría guardaespaldas― le recalco y él me sonríe.

―Son solo por precaución―me asegura, pero su respuesta no es que me dé tranquilidad.

Entonces, él se acerca a mí y toma mi mano en la suya, lo cual me pone nerviosa, así que muevo mi cuerpo para ver la ventana.

― ¿Le tienes miedo a algo, Valery? ―inquiere y me mira directo a los ojos, pero no le voy a insistir con el tema de la trata de blancas, aunque sí, tengo miedo por eso.

―Pues, si usted me asegura que son solo por precaución, entonces le creo―le digo y él vuelve a sonreír.

Y tampoco le diré mis sospechas, porque, si resulta ser un mafioso de verdad, ya me veo con unos zapatos de cemento en un lago o como quiera que los mafiosos se deshagan de los cuerpos de sus víctimas.

―Bien, porque Nessim te estará siguiendo a todos lados―me indica y luego me mira con una ceja levantada y yo asiento con la cabeza―él será mis ojos y oídos, mientras estemos en la fiesta de los Clarkson.

―Está bien, señor Pemberton―le indico y trago en seco, porque eso quiere decir que no me tiene nada de confianza, pero, estamos a mano, porque yo estoy temiendo sobre todas las cosas que siempre hemos escuchado Maggie y yo referente a mujeres indocumentadas como nosotras.

―Ahora tengo dos peticiones más que hacerte―me indica, lo cual me pone en alerta, pero él se toma su tiempo para decírmelas.

― ¿Y cuáles serían, señor Pemberton? ―le digo, tragando en seco.

―Pues, lo primero que quiero es que me llames Dylan delante de todos, para que parezca de lo más natural nuestra relación, ¿de acuerdo? ―me solicita y yo muevo mi cabeza en afirmación, lo cual me da alivio, ya que no me ha pedido que sea su mujer de verdad.

No quisiera que mi primera vez fuera con una persona que me ha pagado por ello y solo espero que no me lo pida.

Aunque, para ser justa, él está siendo bastante delicado conmigo.

Nada que ver con esas escenas violentas en las películas, en donde el tipo quiere tener intimidad con una, sí o sí.

―Por supuesto, señor Pemberton―le respondo y él arquea las cejas.

―Debes hacer tu papel a la perfección, haciendo que todo el mundo crea que eres mi esposa de verdad, que tenemos algún tiempo juntos―me pide y yo consiento con mi cabeza.

―Sí, señor Pemberton, así lo haré―le digo, pero él me sonríe y mueve la cabeza de lado a lado.

―Mejor ve practicando en llamarme Dylan―me dice y yo respiro profundo.

―Sí, Dylan, así lo haré―le reitero y él hace un bufido.

―Ahora, mi segunda petición es que quiero saber por qué Neil McCain te estaba buscando ayer―me dice y esta sí que no me la veía venir―porque no te creas que no noté que te escondiste en cuanto escuchaste su nombre―agrega y ahora estoy debatiéndome entre contarle o inventarle una mentira.

―Verá, él y yo nos conocemos de mi país natal―le cuento una media verdad―y no quisiera que me reconociera como una mucama aquí, en mi condición de ilegal―le aseguro y él está evaluando mi respuesta, pero ahora tengo un escalofrío que recorre todo mi cuerpo.

―Bien, eso explica mejor por qué te buscaba―se limita a decir, sin embargo, yo tengo una duda.

― ¿Y qué relación tiene usted con él? ―le pregunto y él me mira con el ceño fruncido.

―Él es mi rival comercial y ahora iremos a ver cuál de los dos se ganará el contrato anual de Clarkson Enterprise―me revela y yo quedo anonadada.

Ahora resulta que estaba más segura si hoy hubiera ido a trabajar y, sin embargo, estoy muy clara en que las tengo todas para perder.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo