UNA VIDA SORPRENDENTE

UNA VIDA SORPRENDENTE

POV. ANA LUCÍA GAITAN

Me despido de mi viejo amigo Camilo después de haber firmado los documento que exigió el  príncipe amargado y salgo a la calle. Estoy furiosa, y tengo la cara un poco roja, por la humillación que me hizo pasar del príncipe Eduard. Más  trato de empatizar la situación. Los años me han enseñado a dejar los malos momentos atrás y concentrarme en cosas más positivas.

El viento gélido me golpea el rostro… sin duda esta será una noche difícil. Me acomodo la chaqueta y me suelto la densa cabellera azabache de la cual me siento tan orgullosa.

Es normal que aquí en Varsovia  todo el mundo sea rubio, de ojos claros, casi siempre azules, rasgo que si tampoco herede  de mi padre.

Resultará que soy una copia mejorada de mi madre. Con una figura un poco  más voluptuosa y redondeada que mi progenitora y un poco más alta de estatura que ella, herede sus magníficos ojos verdes y su cabello negro… tan negro como la maldad de este mundo. «Que sin dudas no tiene límites».

Camino con paso apurado por la acera, tratando de localizar un taxi que me aleje lo antes posible de el palacio real y de la imagen de “hombre prefecto” del futuro Rey.

En días como hoy es que me legro de vivir lejos de este mundo, del mundo de los negocios, y de los hombres poderosos en general. Lejos de un mundo de apariencias donde nadie muestra sus verdaderas intensiones y nadie es lo que asegura ser. Eso lo aprendí a golpes… golpes que verdaderamente cambiaron mi vida.

Revivo  en mi mente lo que acaba de ocurrir tras los muros del palacio. No me pasó desapercibido cómo me miraba su “alteza real ”. «Es evidente que no importa el lugar que ocupen en la sociedad… o el poder que sustenten… los hombres todos tienen las mismas reacciones ante una mujer que les parezca atractiva».

Para mi mala suerte… ¡si!. Soy considerada atractiva, al punto de convertirme en un sex symbol, solamente un trofeo para uno que otro idiota que se ha obsesionado por poseerme.

Lo que si me tomó por sorpresa esta tarde, es que no se me contratara. Eso fue una novedad absoluta, un golpe de suerte del destino, pues … vaya. No puedo negar que el futuro regente me impresionó mucho.

Admito que también me falto el aliento cuando lo vi entrar a su despacho con ese traje negro confeccionado a la medida para remarcar sus anchos hombros y sus piernas torneadas.

Mis  piernas temblaron y se derritieron como mantequilla.

Eduard de Amber podrá ser muy… muy… muy… ¿Insoportable? ¿Amargado? ¿Idiota? busco una palabra que le haga justicia a su ceño fruncido y a su rostro de enojo… «no me decido por ninguna» pero nada de eso le quita lo tremendamente atractivo, ni la fuerza interior que ostenta.

Tiene un cuerpo atlético envidiable, un rostro esculpido por los mismos ángeles, su mentón transmite una determinación de acero y una fuerza poco común en alguien que pensé que sería un blandengue educado bajo las reglas de la reina madre.

«En fin… El mar»

¿La buena noticia para mi? Que no volveré a verle nunca más.

¿La buena para él? Que no tendrá que soportar mi ira por haberme humillado con el dichoso contrato de confidencialidad y después tratando que aceptara un cheque por unos honorarios de escándalo, por un trabajo realizado totalmente inexistente.

Detengo un taxi y le doy la dirección. Es media hora de viaje desde el centro de la ciudad hasta mi hogar, así que me acomodo en el asiento trasero del coche y disfruto las últimas luces de la gran ciudad, dándole paso a los barrios de la periferia, hasta acercarnos a la costa.

Treinta minutos más tarde pago el importe del taxímetro y entró al centro de buceo. Mi padre está preparando la parafernalia para la inmersión de la noche y me saluda con la mano mientras revisa el nivel de oxígeno en cada uno de los tanques de buceo que usaremos esta noche.

El grupo de turistas está en el aula que usamos para impartir los cursos de buceo, y al lancha está amarrada en el muelle.

—Pensé que no llegarías, ya me las veía arreglándomelas con el viejo Billy y con un grupo de ocho buzos principiantes— afirma mi padre. —¿Cómo te ha ido? ¿Obtuviste ese trabajo?— No me da tiempo a responder y continúa hablando— No me gusta que salgas de aquí, y mucho menos a trabajar bajo el mando de un hombre, mucho menos uno con tanto poder como un rey. ¿Si te hace algo ese bastardo como m****a te defiendo?

— Se cuidarme sola papá— me apuro en responder —Sabes muy bien que solo fui porque Camilo insistió mucho.

—Camilo… me cae bien ese muchacho— dice con su mejor sonrisa, la más pícara. Esa que solo usa cuando quiere venderme algo que sabe que no le compraré ni en mil años.

—No me vendas esa idea viejo endemoniado. Te conozco muy bien. No te preocupes, no trabajaré para el rey… resultó ser un patan, eso si:  Patan y grosero, pero no del tipo que se insinúa, o contrata a una mujer por impresionado que esté con su  físico.

—¿A si? — preguntó extrañado— Debe ser Gay— simplificó después  y explote con una carcajada.

— No lo había pensado… pero ahora que lo mencionas… — decido que es mejor cambiar de  tema— Pásame mi traje de Nepreno, está Justo detrás de ti—. Señaló mi traje de buzo negro y rosado y él me lo pasa con una sonrisa.

—Se te va a congelar el culo esta noche en el agua. Hay bastante frío— se burla de mi— Que suerte para mi que puedo mantener mi trasero seco.

—No pienses que no lo sé, venía pensando en eso en el taxi— en eso y en el futuro rey.— Dile a Billy que se prepare, me cambio en un minuto  y salimos a los arrecifes  enseguida.

Hace dos años que esta es mi rutina. Hace dos años que trabajo aquí. Tres inmersiones diarias, mucho ejercicio físico , la playa, el mar azul y mi padre cerca. ¿Podría alguien tener un trabajo mejor?

Pues si, supongo. Como también supongo que miles dirán que estoy totalmente loca. Que soy una mujer temeraria, impulsiva y que disfruto yendo en contra de lo que debería ser. También sospecho que otra buena cantidad pensarán que desperdicio mi talento, mi juventud y mis estudios. Una financista brillante como yo no, una mujer graduada con honores, que matriculo en  dos carreras universitarias al mismo tiempo, y luego logró un doctorado en ciencias económicas en tiempo récord; alguien así no   debería estar trabajando como instructora de buceo en un club náutico desconocido en el medio de la nada.

Lo cierto es que… este club náutico desconocido en el medio de la nada es el único lugar del mundo donde me siento segura. Donde no me piden documentos,  ni hoja de vida… ni mucho menos revisarán mis antecedentes penales. Porque si… los tengo. Soy  una ex convicta, una ex reclusa, y el mundo puede ser difícil para volver a reintegrarse a la sociedad después de haber pagado una condena.

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