CAPÍTULO 2

Al día siguiente la vida aburrida de Lesley continúa, es la misma rutina para ella todos los días; realizar reuniones, firmar contratos, revisar libros de nuevos autores, y lo más difícil conseguir ser la primera en el rankin editorial. 

 Sé que suena exagerado, pero ya no lo soporto más, tengo que encontrar una solución para ayudar a esta mujer, se me parte el alma de verla así de mal. Me destroza el corazón verla entrar con esa cara todas las mañanas, y lo que más me fastidia es que ella no consiga olvidarse de Bryan. Ese hombre ha sido un cretino todos estos años, estoy desesperado por solucionar sus problemas, aunque..., se me está ocurriendo una genial idea. 

 ¡Ya lo tengo! Lo será ir a casa de Aurora tengo que hablar con ella. Aurora es la madre de Lesley, y creo que ella me puede llegar ayudar bastante en mi argucia.  

Tengo la esperanza de que entre los dos llegaremos a una conclusión, y podremos preparar algo a lo grande sin que Lesley se entere, así se llevará una gran sorpresa; y aunque ponga mi vida en juego, pero merecerá la pena. 

—Hola, Aurora soy Abraham. Me gustaría poder hablar con usted dentro de un rato, por que tengo un ratito libre —le comento cuando descuelga el teléfono. 

—Hola, mi niño, claro que sí pasa por mi casa cuando quieras, estaré aquí todo el día —me respondió enseguida, ella sabe que cuando yo la llamo es por algo relacionado con Lesley. 

Cuando terminamos de hablar, termino mis quehaceres en la empresa, y después le pido permiso a Lesley para ausentarme unas cuantas horas. No tengo que deciros que por su puesto me lo da y ya sabéis todos en que lo voy a aprovechar.  

Me dirijo a casa de Aurora, ella es una mujer muy sofisticada, y en realidad tampoco quiere ver que su hija lo está pasando tan mal por culpa de Bryan. Después de dos horas de charlas ya sabemos que es lo que vamos a hacer, pero Aurora ha decidido dejar que sea yo quien ayude a su hija. 

Para ayudarme a que Lesley reciba la gran sorpresa inesperada, me acaba de extender un cheque con treinta mil euros, para los primeros gastos.  

Salgo de la casa lleno de satisfacción, con el cheque entre las manos y muy contento por el agrado de Aurora y su comprensión. Voy derecho a una compañía de viajes, en la cual, hago la reserva del vuelo y el hotel, para nada puedo dejar que me pille el toro. 

Un poco más tarde y con todo organizado, regreso a la empresa y continuo con mi trabajo, llamo a todos los distribuidores y proveedores: y me encargo de comunicarles que, por primera vez en nuestras vidas, Lesley y yo vamos a coger quince días de vacaciones, por lo cual en su empresa; solo quedarán los servicios básicos. 

Espero que las navidades de este año sean muy especiales para Lesley, ya que tengo el presentimiento de que todo irá genial, y espero que por lo menos ella encuentre algún hombre que la enamore de verdad esta vez. Reconozco que siento envidia y si soy solo un poquito franco con todos vosotros, yo tengo ya una edad en la que también espero encontrar el amor; o por lo menos algún morenote, o rubio que me mime los quince días que estemos de vacaciones. 

Dos días después…  

Espero a Lesley sentado en su escritorio, para intentar que no me mate cuando la de parte de la noticia. Yo mismo la he preparado, un café capuchino humeante, con poca azúcar, leche desnatada, en tacita pequeña y mucha espuma. Sé que son sus preferidos, ahora me toca rezar, y esperar a que llegue. 

—Buenos días, amigui —la saludo, levantándome del sillón en cuanto la veo entrar en su oficina.  

—Buenos días —me responde extrañada, con cara de no querer hoy muchos amigos—. ¿Abraham qué demonios haces tú aquí? —pregunta atónita, al saber que siempre la espero en mi mesa de trabajo.  

—Traqui, tranqui. Amigui—respondo con una mano extendida hacia arriba en son de paz, mientras que con la otra tomo el café, para ofrecérsele—. Solo tengo que decirte… Que tengo una sorpresa super importante para ti —afirmo poniéndome en pie, para

poder comenzar a dar saltitos de alegría. Tratando de dar más emoción al asunto, y que alegre esa cara.  

—En verdad, no quiero saberlo —comenta con poco entusiasmo.  

Reconozco que, para mí cualquier cosa por muy pequeña que sea, es una buena noticia. Pero esta chica ya está pasándose, me tiene cansado, no se alegra con nada. Me acerco a ella, la abrazo muy fuerte, y cuando termino la pregunto con ironía: 

—¡Hay amigui! ¿Cuándo vas a dejar de tener esa cara de lechuga mustia?   

—No puedo dejar de pensar en él.  

—Tienes que buscarte otro hombre, estoy seguro de que Bryan no te merecía. Ese hombre solo se ha reído de ti —comento, limpiándola una lágrima de su mejilla.  

—Tienes que reconocer que estaba bueno. Y me enamoré de él perdidamente —me reclama suspirando, intentando serenarse para que su rímel no se corra.  

Trato de sacar a Lesley de sus pensamientos, levanto su barbilla y digo:  

—Esta noche tengo una sorpresa para ti.  

—¿Cuál sorpresa? —pregunta sin ganas, al saber que no hay nada que celebrar—. Sabes que no tengo ganas, llevo casi dos meses sin dar bolo con pie.  

—Pie con bolo —la corrijo enseguida.  

—Bueno pues como se diga, no estoy en condiciones para pensar.  

—Ya sé por dónde vas, y no aceptaré un no por respuesta. Viene un taxi a recogernos después de trabajar, y más te vale que me obedezcas y hagas todo lo que yo te diga. 

—¿Me estás amenazando?  

—No es una amenaza amigui —insisto frunciendo el ceño—. Por otro lado, tampoco te diría que no, pero sí que quiero que te lo tomes como una advertencia, o si no tendré que tomar medidas al respecto.  

—¿Medidas al respecto? —me pregunta, un poco preocupada.  

—Sí —afirmo, saliendo del despacho, para volver a mi trabajo.  

—No puedo dar crédito a lo que mis oídos acaban de escuchar —la escucho decir señalando la puerta, con la palma de la mano extendida. 

♥♥♥♥♥♥♥ 

Al cabo de unos segundos, sacude su cabeza, intentando dejar de pensar en la advertencia de su amigo. ¿Qué es lo que puede llegar a saber Abraham que ella no sepa? ¿Con qué la estará amenazando? Después de unos minutos, cuando enciende su ordenador, abre la carpeta de los e-mails y escucha los mensajes de su contestador automático, de ese modo la chica vuelve a la normalidad de su día a día.  

Un día más su tremenda agenda está más apretada que nunca, hay varios escritores nóveles que intentan ponerse en contacto con ella.  

—¡Mierda! Estoy colapsada por el trabajo —dice al darse cuenta, de que en Washington tiene otra conferencia a primeros de año, y todavía no la tiene preparada.  

La mañana ha pasado y ni siquiera se ha dado cuenta. Una vez que regresaron de comer Abraham y ella, después de su mucho esmero en intentar sonsacar a su amigo; llegó a la conclusión de que es mejor esperar para ver qué es lo que tiene que pasar en la noche.  

Con el paso de las horas la incertidumbre de Lesley va en aumento. Ella se pone en pie, y mira por la ventana. Puede apreciar que el sol ya se está escondiendo, y la incertidumbre de saber qué es lo que puede pasar está noche, no la ha dejado pensar en Bryan ni un solo segundo.  

Una vez más intenta refugiarse en sí misma, recordando la última y desastrosa cena que mantuvo con su ex-novio.  

—Bryan cariño, necesito hablar contigo, tengo que salir de viaje unos días —le dijo al sentarse en la mesa para cenar.  

—¡Es odioso! Desde que has heredado esa dichosa editorial, no tenemos tiempo libre para nosotros —reclamó Bryan al instante.  

—Cariño, no me digas eso —dijo Lesley, en un intento desesperado por convencerle, de que las cosas no eran así. Para ella todo seguía siendo como el primer día.  

—No sé a qué estás jugando. Estoy cansado de llegar a casa, y ver que no estás... De tener que esperar a que llegues para poder cenar contigo. ¡Esa m*****a empresa terminará con lo nuestro!

Esas acusaciones llegaron al alma de Lesley, cada día era más pesado para ella escuchar y soportar a su novio. No tardaron en llegar sus lágrimas y en empantanar sus bonitos ojos grises. 

Cuando terminó de limpiarse las lágrimas que rodaban por su cara se atrevió a preguntar:  

—¿Bryan, por qué dices eso?  

—Olvídalo, lo mejor será que me vaya de aquí —respondió poniéndose en pie.  

Lesley enseguida le acompañó en su empeño por buscar la americana, pero; ella la vio primero y se abalanzó sobre ella.  

—Pero... ¿Qué haces? ¿Estás loca? —preguntó Bryan, al verla tan desesperada.  

—Bryan no quiero que te vayas, no puedes dejarme sola —le reprochó, mientras tiraba de la chaqueta. 

Bryan esperó hasta que soltó la chaqueta, después se la puso y se acercó a la puerta. Tras ver la cara de desesperación, sus ojos llorosos y presentir que la chica tenía mucho miedo al quedarse sola; antes de salir de la casa, con el pomo de la puerta entre las manos, decidió decir su última palabra:  

—Lo siento Lesley. Pero esto se ha terminado.  

El ruido de la puerta de su oficina hace que Lesley pierda la concentración de golpe, y al darse la vuelta se da cuenta de que se trata de Abraham.  

♥♥♥♥♥♥ 

—¿Estás preparada para esta noche? Espero que hayas terminado ya por hoy. Queda menos de una hora para empezar a pasarlo bien —irrumpo sin llamar a la puerta.  

—Dime de qué se trata, te lo suplico —me insiste, llena de intriga, con sus manos entrelazadas.  

—¡Amiguiiii! Soy un chico con mucha suerte —la digo saliendo de la oficina, cuando escucho que el teléfono de mi mesa está sonando. 

Sé que acabo de dejarla con la palabra en la boca, he tenido mucha suerte así no me podrá reclamar nada, y estoy seguro que para cuando lo haga, ya se la habrá pasado el cabreo que seguramente debe de tener por mi culpa. 

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