Desterrados
Desterrados
Por: Johana Grettel
Capítulo 1

―Entiendo que tengamos que venir a ver cómo está todo en la manada de Los Desterrados―dice mamá y beta de la manada, quien me mira con una ceja levantada y yo me pongo a arreglar unos documentos en mi escritorio improvisado dentro de la carpa que hace la función de casa de la manada.

Y es que la insólita manada de Los Desterrados, mi responsabilidad, tiene menos de tres meses de haberse fundado. Es una especie de manada nómada que hasta ahora ha acantonado en los límites de la manada Luna Escarlata, territorios en los cuales soy Luna.

Hay tantas cosas qué hacer por aquí y sin embargo tenemos que esperar a que pase el juicio para poder organizarnos tanto aquí como en la manada Plata, donde también soy alfa por derecho de nacimiento, ya que soy la primogénita de su último líder, quien ahora se encuentra en una mazmorra por ser el tipo más odiado del mundo de los lobos.

Y pensar que hace solo unos tres meses atrás, yo, Bianca, vivía en una casa de acogida con mi cuidador, Richard, mi tío materno, quien me ocultó en el mundo humano, para evitar que mi padre, el alfa Einar, me capturara y utilizara cada minúscula gota de mi sangre para conquistar el mundo de los lobos.

Y aquí es donde cabría decir un gran ¡Buajajá! O el clásico sonido de un órgano, algo así como un “tan, tan, tan, tan”, como si me encontrara en una película de terror, de no ser porque es la pura verdad, que mi madre le hizo jurar a mis tíos que me esconderían, solo para que mi padre no me encontrara.

Ajá, este es momento de esa pregunta de por qué mi madre querría ocultarme de mi padre.

Pues la respuesta es algo horrible, porque no soy una loba común y corriente y ya, hija de un par de omegas o, en mi caso, de una beta y un alfa de linaje antiquísimo.

No, esa no soy yo, porque resulta que mi madre tampoco es que sea una beta cualquiera.

Ahí donde la ven, con esa melena castaña rojiza y esos ojos grises azulados, con su cara inocentona y tal, tiene un linaje beta más antiguo que el linaje alfa de mi padre, es más, la casta beta de mi madre es tan antigua, que ha podido ganarse el respeto en la comunidad lupina a lo largo de los años.

Y no solo eso, porque su sangre tiene, además, un linaje antiquísimo de brujas, gracias a su abuela. También tiene sangre de vampiro y humana, aunque no sé qué tanto pueda ser de valiosa la sangre humana o vampírica en todo caso, aunque, lo que sí sé es que hay una profecía acerca de ella y de mí.

Y es la razón de mi nacimiento como una alfa con sangre antiquísima de las cuatro razas, a la cual se ha unido el linaje alfa de mi padre.

Tampoco es que el todo poderoso ex alfa de la manada Plata me quisiera como a una hija, porque en su mente retorcida buscó a otros alfas de sangre tan antigua como la suya, como por ejemplo, el padre de Kieran, el alfa padre Kyle, o Aren, alfa de la manada Media Noche, quien se ha quedado al final con mi madre, quien está curando su dolido corazón, después de todos los años de encierro que tuvo en las mazmorras de la manada Plata, justo donde mi padre la dejó junto con mis hermanos gemelos Adal y Alán, quienes nacieron en cautiverio.

Sí, la vida de mi familia o la mía no ha sido para nada sencillas.

―Lo que no puedo entender es por qué no fuimos directo a Luna Escarlata, donde de seguro te debe estar esperando Kieran―recalca y ahora se para frente a mí para que no pueda evitar responderle directo a la cara.

Kieran, mi pareja destinada, es otro tema del cual no quiero discutir precisamente con mi madre, porque es… la verdad es que da vergüenza hablar de mi vida íntima con ella.

Y es bastante raro, además.

―Siempre he respetado tu relación con Aren, ahora que eres su Luna―le digo, tratando de hacerle entender que se está metiendo en terreno peligroso―y creo que me guardaré mis motivos para no ir directo a la Luna Escarlata, mamá―agrego, con toda la intensión de que deje el tema por la paz.

¡Vaya que las madres son bastante metiches!

Sé que debo estar agradecida por haber encontrado viva a una madre que me había resignado no ver en la vida y lo estoy, en serio que lo estoy, pero eso no significa que me guste esa manera que tiene de volverse una especie de conciencia que no necesito, porque para eso tengo suficiente con Niebla, mi loba interior, que ya me ha reclamado hasta el cansancio por haberme ido corriendo de Luna Escarlata, justo cuando me di cuenta de que estaba entrando en mi celo.

Exactamente en el mismo estado en que se debe encontrar Kieran en este momento o, al menos espero que ya se le haya pasado, como a mí, gracias a Dios.

Sí, en celo, como cuando dos lobos se encuentran en el estado en el que pueden procrear. Es decir, Kieran y yo estábamos en capacidad de tener un cachorro y sí, ambos somos adultos y entre ambos tenemos tres manadas y la vida resuelta, si se quiere ver así.

Pero no estoy preparada.

Y es que simplemente no puedo tener un bebé todavía.

A ver, cómo lo explico.

Hasta hace unos tres meses, yo era la futura estudiante de derecho, gracias a una beca que me gané. Luego fui traída a mi realidad, donde resulta que tuve que enfrentarme a mi padre, quien intentó raptarme dos veces, incluso se enfrentó a diecisiete alfas solamente para tenerme entre sus garras.

Y desde entonces he adquirido algunas cosillas, por ejemplo, he conocido mi verdadero poder, capaz de curarme y que todos a mi alrededor sanen, sin contar con que mi sangre alfa, al unirse con la sangre de otras razas tan fuertes, me hacen superior a cualquier lobo, incluso a algunos alfas.

También está el hecho de que hasta hace poco llegué a la mayoría de edad, derroté a mi padre en combate ceremonial, yo misma, con mis propios piecitos o patitas, en todo caso, y pude liberarme del cuartel que Einar tenía en medio de las montañas en la manada Plata.

También está el tema de Los Desterrados, a quienes también represento por aquí.

Y no he sido educada para eso, para ser alfa me refiero, como la mayoría de los alfas primogénitos.

Ni siquiera estoy preparada para ser loba, en todo caso, porque no me crie como tal. En mi alma sigo siendo humana, por más que ame mi nuevo mundo.

Simplemente, no estoy preparada para adquirir una responsabilidad tan grande como ser la madre de un cachorro que heredará más de lo que yo puedo manejar en este momento.

Por lo pronto debo concentrarme en Los Desterrados, que están felices de que yo sea la voz de todas sus inquietudes, que son muchas porque jamás han tenido una manada que haya durado más de un año y eso, por lo que sé, ha sido por el sabotaje que han recibido por mano de las propias manadas y no es mentira, porque lo he escuchado decirlo de los propios alfas, que temen que una manada como esta se cree, ya que los consideran la escoria de la sociedad de los lobos, que se encargan de asechar a las manadas para robar y asesinar.

―Pues, no lo digo solamente por Kieran―me dice, todavía en modo "mamá" y respiro profundo―sino por esos alfas que han demorado tanto en reunirse para juzgar a Einar―me dice y yo trago en seco―solo te recuerdo que están aquí por ti, quien solicitó que fuera juzgado por sus pares y eso, cariño, te incluye en la lista.

―Solo quería ver cómo estaba todo por aquí, ya sabes, es una manada nueva y tal―le miento como una bellaca y ahora me río por haber pensado en esa palabra que pareciera sacada de una película de piratas o algo así.

― ¿Dije algo gracioso? ―me reclama mi madre, porque de seguro cree que me burlo de ella.

―No, mamá y sí, tienes razón, debo volver lo más pronto posible a Luna Escarlata, es solo que todo por aquí está patas arriba―le comento y le abrazo los hombros, algo de lo que nunca me cansaré de ahora en adelante, por todos los cariños y arrumacos que no pude tener durante toda mi vida, gracias a Einar y su endemoniada obsesión.

Siempre me consideré huérfana y la idea de una madre es... pues, no tengo las palabras para describirlo.

―Solamente te recuerdo que todos están aquí por ti y que muchos te acusan de tener que perder el tiempo, ya que tú misma pudiste haber acabado con todo esto, mientras le hincabas los colmillos en el cuello―me dice y me devuelve el abrazo que le estoy dando y hace un esfuerzo por ponerse de puntillas y darme un beso en la coronilla, lo cual me hace sonreírle―ya sabes que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, así que no debes preocuparte tanto de cómo van las cosas por aquí, ya que me quedaré para vigilar que todo esté bien.

Entonces la miro con detenimiento todo lo bonita que es y sé lo que está pensando, que tengo que comportarme como una loba adulta y asumir mis responsabilidades, pero prefiero estar todo un año en celo y huyendo de Kieran o que me pusieran a cargo de otras tres manadas más, a tener que juzgar a Einar, porque es lo más difícil de hacer en toda mi vida.

Sí, sí, ya sé, todo el mundo debería decir que es sencillo lo que hay que hacer allá en el juicio de Einar, dar un veredicto de culpable para un hombre o lobo que manipuló a mi madre para hacerla su Luna, solamente para que me procreara y tomar mi sangre para convertirse en el mítico rey alfa.

De eso y de que encerró a diecisiete alfas en su gran salón para asesinarlos con un ejército invencible, capaz de curarse por sí mismo, gracias a la Esencia de la Bruja, una pócima cuyo ingrediente principal era la sangre de mi madre y mis hermanos.

No conforme con eso, atacó todas las poblaciones de desterrados e, incluso, manadas completas, solamente para agrandar su ejército y volverse el lobo más poderoso, además del único alfa en pie.

Entonces, ¿por qué yo debería tener algún tipo de compasión por ese hombre que trató de secuestrarme dos veces, que solo quiere utilizarnos a mí y al resto de mi familia para su propio ejército y acabar con el mundo de los lobos tal y como lo conozco?

Porque en el fondo y a pesar de que lo he renegado hasta el hartazgo, Einar, alfa de la manada Plata, el ser más malvado del planeta sigue siendo mi padre, uno que no conocí y mientras me la pasé toda la vida creyendo que era huérfana, siempre quise conocerlo y saber todo sobre él y nadie me podrá quitar la sensación de que el juzgarlo o asesinarlo está mal.

No puedo ser yo quien lo asesine.

Es mi padre.

―Lo sé, mamá y te lo agradezco―le digo con un suspiro―supongo que al mal paso hay que darle prisa y que no puedo postergarlo todo, solamente porque me he vuelto una cobarde de repente―agrego y mi madre se burla de mí y me despeina la coronilla.

―Perdón, Bianca, mi querida Alanna―me dice y me da un beso en la mejilla―tú podrás ser terca y malhumorada de vez en cuando y eso no lo puedes evitar, después de todo, eres una alfa―me indica y yo me sonrojo un poco―pero jamás serás una cobarde por no querer volver a Luna Escarlata, ya que te esperan decisiones difíciles, de esas que vuelve de gelatina al más valiente de los alfas―termina de decir y siento que hay varias bruscas en mis ojos y las lágrimas quieren salirse.

― ¿Ya hoy te dije que te quiero? ―le señalo con cierto temblor en mi barbilla y ella me vuelve a besar.

Tal parece que las madres saben leer el alma de sus hijos.

―Por supuesto que sí, pero puedes repetirlo―me dice y me da otro beso―son de las cosas que no me cansaré de escucharte decir.

―Te quiero, Luna Adara, mi mamá―le digo con un suspiro, y la suelto para ir a enfrentarme con el mundo de los lobos.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo