Capítulo 5

Días después.

—Estoy agotada— Dejo caer su cabeza en la fría mesa.

—Lo se, pero es necesario si quieres estar al corriente con tus compañeros de universidad.— Acarició su cabeza, despeinadandola. —Aun no me dices que es lo que quieres de regalo por tu certificado de preparatoria.—

—Sabes que es lo que quiero.— Murmuró, incorporándose nuevamente.

—Por el momento no es posible kiara— La miro con cansancio.

Hace una semana había logrado sacar su certificado, tan solo había tenido tres días para estudiar, todo un reto pero a pesar de todo lo había logrado.

—¿Quieres ir a comer a algún lado? ¿Ir al cine?— Propuso.

—Tal vez...

Una llamada interrumpió.

—Permiteme, contestare.— El hombre se levantó saliendo del estudio. 

No sonaba nada mal ir al cine, hace mucho que no veía una película en una gran pantalla. 

Pasaron minutos y el hombre no volvía.

—¿Porque no vuelve, salió?— pensó. 

Decidida salio a buscarlo.

Al pasar por la habitación del hombre pudo escuchar cosas ser arrojadas al suelo.

—¿Está todo bien.?— Pregunto tras la puerta, dando pequeños golpes en ella.

—No es buen momento Kiara, solo ve a seguir estudiando.— Su voz se escuchaba agitada y furiosa.

Sin importar lo que pudiera pasar giro la perilla.

—¡Carajo!— Grito el hombre estrellando su puño en el espejo que adornaba su pared.

Miro con pánico a su alrededor, su boca se secó, recuerdos dolorosos empezaron a pasar por su mente.

—¡Para!— Grito asustada. El tiempo que tenía encerrada, nunca lo había visto así.

Verlo de esa manera le recordaba mucho a....

Demián.

—¡Te dije que te fueras!—Grito, abriendo y cerrando el puño.

El cuerpo de Kiara tembló.

—Te estás dañando.— Intento calmarse. Tenía ganas de salir corriendo. Pero su cuerpo por alguna razón no le respondía.

su estómago se revolvió al ver como el se iba acercando.

—Quiero que te quedes en tu habitación Kiara— La tomo del brazo al ver que no se movía.

—Me lástima— Murmuró, soltando un quejido.

El hombre al verla en tal estado la soltó.

—Lo siento... Yo..

De sus ojos caían lágrimas.

Quería ser fuerte, quería pensar que ese hombre no le haría daño que no era como Demián, le estaba dando su libertad no podía ser tan malo.

No, no. No lo podía ser. No era Demián, no lo era.

El hombre paso su mano por su cabello y después su cuello. Caminaba de un lado a otro.

—Lo siento Kiara. ¿Está bien tu brazo? No volverá a pasar, yo.. no se que me sucedió.— Se dejó caer quedando recargado en la pared, tapando su rostro.

—Estas sangrando— Le miro la mano. —No se que sucedió para que reaccionaras así pero esta no es la forma de sacar la frustración..—

Se acercó agachándose para quedar a su altura. Tomo sus manos.

—Estas temblando del miedo y es por mi culpa, te prometí que no sería como el bastardo de Demián y mírame.— Acarició las manos de Kiara.

Ella negó.

—Solo fue un pequeño apretón, no quedará marca. ¿Que paso para que reaccionaras así?— Preguntó.

—No te lo puedo decir. No ahora.—

Kiara entendió que no podía seguir insistiendo.

—Ya se a donde quiero ir.— Sonrió. Cambio de tema, intentando que el ambiente se sintiera más tranquilo

—¿Donde?— Pregunto, viendo cómo se levantaba imitando la.

—Al cine, por comida y tal vez a una feria.— 

—Espera.. te estás aprovechando de la situación.— 

—Asi es, ahora vamos a limpiar tu herida, ver la sangre me está mareando.— Fueron en busca del botiquín.

Después de tal escena cada uno fue a su habitación a arreglarse. 

El hombre miro a su alrededor, todo era un caos. Sabía que tenía que controlarse o todos sus planes quedarían arruinados.

Su venganza está por ponerse verdaderamente en marcha.

Solo unos días más.

Unos días más y acabaría con Demián.

Unos toques en la puerta lo hicieron regresar a la realidad.

—Pasa.— 

—Es un caos todo esto, ¿No quieres que mejor nos quedemos a limpiar?— Pregunto mirando pedazos de vidrios en el suelo.

—He llamado a alguien que se encargará, así que mejor vamos saliendo.— Salieron de la casa. —Por cierto, te vez muy linda kiara.—

—Gracias.— Sonrió.

********************

DEMIÁN WEST.

—Debiste de aprovechar, está muy buena tu secretaria.— 

—Dejate de estupideces Marcelo.— Se dejó caer en su silla. —¿Cómo van las cosas con tu esposa?—

—Se podría decir que bastante bien.—

—Y ¿Tu hijo?— 

—Es un tremendo remolino.— Suelta un suspiro. —Jamas me imaginé con familia.—

—Creeme ni yo te imaginaba siendo un hombre de familia. Lo bueno de todo esto es que dejaste de lado lo de aquel asqueroso lugar.— 

—Por ese lugar conocí a mi esposa. Así que tuvo algo de bueno.— Dijo en broma.

—Mejor dime querido primo, ¿A qué debo tu visitá? No creo que un gran mafioso como tu no tenga cosas que hacer.— Lo miro con desconfianza.

—Vine por que te necesito de nuevo en el negocio.— Dice sin rodeos. —Una nueva mafia a aparecido, está en lo de trata de personas, drogas y venta de órganos.—

—No, no regresaré. Te cedi mi lugar como líder Marcelo por que quería dejar toda esa m****a.—

—Lo se, pero los malditos cada día se hacen más fuertes.— Formó su mano en puño. —Hace poco intentaron secuestrar a mi familia.— Alzó la voz.

—En lo único que te puedo ayudar es en cuidar a tu familia, les daré un lugar seguro en lo que resuelves tus problemas. Sabes que no puedo hacer más.— Siseo. 

No volvería a hacer ese bastardo despiadado ya no más.

—Bien, Dejó a mi familia en tus manos.— Se levantó. —El amor te cambio primó— Negó con la cabeza. —Aun que ahora seas un santo ella nunca lo sabrá.—

—Los cuidare con mi vida, te lo prometo. Aún que ella ya no esté no volveré a ser ese imbécil de antes.— 

—Como gustes entonces, me iré ahora. Te mandaré mensaje para que sepas que día llegará mi familia a tu hogar.— Acomodo su costoso traje.

—Espera..Marcelo, pronto llegará Kendra. Quiere hacer una comida en el jardín.—

—¿Es una invitación o me estás presumiendo?— Alzó una ceja.

Demián sonrió.

—Una invitación. Estoy seguro que a Kendra le agradará verte.—

—No estoy muy seguro de eso. Pero aún así iré.— Se despidió saliendo de su oficina.

Cuando por fin su primo se fue, abrió unos de sus cajones sacando una foto de su hermosa esposa.

Tenía una en su escritorio y otra guardada.

En aquella foto está Kiara con su pequeña Emily durmiendo en su pecho.

Aún recuerda cuando la tomo, había llegado de su trabajo cuando abrió la puerta, en uno de los sillones estaba durmiendo al igual que la pequeña. 

Tan encantadora y hermosa escena tenía que ser fotografía así que en secreto saco su celular colocando la cámara y dándole click. 

Una foto que jamás mostró.

—¿algun día podré olvidarte.?— Susurro con melancolía.

La respuesta estaba más cerca de lo que pensaba. 

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