Capítulo 3.

DÍAS DESPUÉS.

Demián.

*Videollamada*

—Demián, por favor…— Suplicó.

—Basta… Ya lo discutiremos luego.— Habló. —¿Ya tienes el boleto listo? ¿A qué hora llegarás a casa?— Continuó Demián, cambiando de tema.

—No puedes seguir retrasando esto, sabes que falta poco para que llegue esa fecha.—

—Lo sé, hablaremos de eso cuando estés aquí.—

—Bien hermano, iré la próxima semana, la hora de aterrizaje es a las ocho de la noche.—

—¿Quieres que vaya por ti al aeropuerto?— preguntó, miro como su hermana sonrió tras la pantalla.

—No hace falta hermano, Duncan me pasará a dejar.— 

—Me parece bien, dale mis saludos y espero venga a la casa. Quiero saber si ha cuidado bien de mi hermana menor.— 

—Él me cuida bien, no tienes porqué preocuparte. -- soltó una risa. —Tal vez podríamos hacer una carne asada en el jardín de la casa, invitar a nana, Patrick y Duncan. -- Sugirió con emoción.

—Suena bastante bien yo le avisaré a Patrick y tú llamarás a nana, últimamente ya no he hablado mucho con ella.— Unos toques en su oficina se escucharon. —Tengo que irme el deber me llama, te mandaré mensaje en la noche para que sigamos planeando.—

—Nos vemos después hermano, adiós.— Se despidieron para finalizar la videollamada.

Volvieron a tocar la puerta.

—Adelante—

La puerta fue abierta por su secretaria.

—Permiso señor West. -- Se adentro a la oficina.

—¿Dígame qué sucede?— Pregunto al ver a su secretaria que solo lo observaba.

—Disculpe señor west, Los inversionistas llegaron antes lo están esperando en la sala de reuniones.—

—Llegaron dos horas antes, ¿tenemos alguna reunión o algún proyecto ahora?— Pregunto mirando el reloj de su muñeca. 

—No señor West, es su hora de almuerzo y a la siguiente hora solo tiene que revisar unos documentos y firmarlos. -- Avisó mirando su agenda.

—Los documentos los revisaré más tarde, vayamos a la sala de reuniones, guarde mi almuerzo lo comeré más tarde.—

—Sí señor West. -- Caminaron fuera de la oficina.

Kiara.

—¿Cree que esto mejorará algún día?— preguntó, dirigiéndose más a sí misma que al hombre que se hallaba sentado al lado suyo.

-- Probablemente. -- admitió. —Quisera saber qué es lo que te sucede, aunque para ser sincero creo saber qué es.—

—¿De que me está hablando? No me sucede nada.— Aseguró.

—Desde que viste a Demián has bajado de peso, duermes demasiado en el día ya no lees y te he escuchado llorar por las noches hasta altas horas de la madrugada y eso me desagrada kiara. -- Hablo con molestia.

—Yo… ¿Me ha estado espiando?— Murmuró con enfado. 

—¿Así que no lo niegas? El no merece tus lágrimas Kiara, en tu mirada puede ver que lo extrañas y no sabes cómo me enfurece eso. -- Se levantó sacudiendo su ropa.

—Basta, mi estado de ánimo no es por él, ¡Deja de mencionarlo!— 

—¿No? Sabes que… Olvídalo entraré.— Se adentro a la casa dejándola sola.

Kiara lo ignoró recostándose en el césped, miro el cielo, sus mejillas frías y humo helado salida de su boca faltaban pocos días para que empezará a nevar este año el invierno se había adelantado.

Aún conservaba en su memoria , con tal nitidez la primera vez que vio a Demián, se recordaba sirviendo tragos una noche ajetreada la música resonando en el lugar, las personas bailando, recordaba verlo acercándose a la barra con ese rostro tan serio e imponente a pesar de la poca luz que ilumina el lugar su rostro resaltaba, cuando escucho su voz un escalofrío recorrió su cuerpo, él quería saber su nombre, vaya que daba miedo y admitía que estaba asustada pero en el fondo se decía que Demián era hermoso.

—Si tan solo hubieras sido amable. -- Susurro. —Las cosas hubieran sido diferentes.—

Cerró los ojos.

El frió estaba traspasando su abrigo y la sudadera que tenía puestos.

Todo lo que pasó con tan solo dieciocho años, la había dejado con demasiadas cicatrices tanto en su cuerpo como en su alma. De manera inconsciente, pasó sus dedos por su muñeca izquierda, sintió la cicatriz de cuando intentó acabar con su vida. Recordó lo que tenía marcado debajo de su pecho, las marcas de cigarrillos en sus brazos, piernas y abdomen, Se sentía fea por tener todo aquello.

Sacudió la cabeza, como si con eso pudiera deshacerse de todos los malos recuerdos.

Y a pesar de todo eso intentaba comprender a Demián, que había pasado en su pasado para que se volviera así. Una persona no podría ser así, simplemente porque sí.

Sentía sus ojos arder, pronto empezaría a llorar. Lo sabía y no quería pero el dolor que sentía estaba creciendo.

—Tienes la nariz roja. -- Escucho la voz del hombre.

Abrió los ojos y pudo ver que la miraba.

—Deberías entrar ya o podrías agarrar un resfriado. -- En su voz podía notar la preocupación.

—Estoy bien aquí, además aún es temprano. -- Se incorporó sentándose.

—Entra a la casa por favor.— 

Lo miró con irritación para levantarse y sacudir su pantalón.

—Es de admirar que mi secuestrador se preocupe por mí.— Bromeó pasando por su lado para entrar a la casa.

—Deja esas bromas estúpidas, si estuvieras secuestrada estarías en un maldito sótano amarrada con cadenas. -- Habló con brusquedad.

—Tal vez no me tengas en un sótano pero me tienes encerrada en esta casa así que es como si lo fuera carajo. -- Alzó la voz con enfado.

—¡No me levantes la m*****a voz Kiara!— advirtió.

—O ¿Qué?— Reto. —¿Me golpearas? Anda, hazlo. No sería algo nuevo para mi.— 

—¡Nunca, nunca vuelvas a decir algo así otra vez! ¡Yo no te haré daño, nunca lo haría!— Empezó a caminar de un lado a otro. —No puedo creer que por el imbécil de Demián estemos peleando.—

—No metas a Demián en esto. Deja de hablar de él— defendió.

El hombre miró asombrado y furioso a Kiara.

—¡Carajo, no lo defiendas!— Bravo. —¿Acaso no recuerdas lo que te hizo? ¿Cuántas veces te lo tengo que recordar?—

—No lo estoy defendiendo, esto es por qué estoy encerrada no sé por cuánto tiempo estaré así, no me quieres decir el por qué de tu venganza, ya no soporto más está situación, el dolor es insoportable.— Habló entre llanto. —Quiero ir me, quiero ser libre.—

El hombre la miró con dolor.

—Siento mucho haberte arrastrado a todo esto pequeña— Intentó acercarse.

—No te me acerques. -- Dio unos pasos hacia atrás.

—Haré todo lo posible para que esto acabe pronto y puedas salir.— Sacó las llaves de su saco saliendo a toda prisa.

La puerta fue azotada, de nuevo estaba sola con su dolor.

Pasaron minutos su llanto había cesado, ahora solo eran sollozos. No se había podido mover, su cuerpo se sentía cansado. 

—Necesito dormir. -- Pensó empezando a caminar a su habitación.

No le importaba que fueran las tres de la tarde, no tenía mucho que hacer y después de la pelea solo quería sentir su cama.

“Solo quiero ser yo, sin tener que explicarlo.”

—E.P

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