Capítulo 5: Éxtasis.

Los labios de Alexander Murth se deslizaron por la boca de Selena con una voracidad animal, depredadora y bestial.

El hambre, enredado con las ansias y el deseo, se habían apoderado por completo de su alma.

Muy lejos había quedado el hombre bueno y caballeroso que rescató a una hermosa dama de un cruel destino.

Sin embargo, Selena no podía decir que aquello le disgustara.

Los labios del millonario eran precisos y seductores, mientras que su lengua demandante se deslizaba de manera tortuosa al interior de su boca, demostrándole con claridad lo que ocurriría si el llegaba a colocarse entre sus piernas.

Aquel pensamiento arrancó un gemido de los labios de la hermosa mujer; uno que rápidamente fue ahogado por el profundo y extasiado beso de Alexander.

La mente de ella daba vueltas, perdida en el frenesí de emociones y sensaciones, mientras sentía como las manos del millonario comenzaban a apretar su trasero, restregandolo con deleite tortuoso contra su considerable erección.

Hacía unos minutos atrás, el destino de Selena era, muy posiblemente, morir en las oscuras y asquerosas calles de la zona roja, luego de ser violada y brutalmente torturada por Maleck.

Sin embargo, a la vida le gusta jugar sus propias cartas, y sorprendernos en nuestros peores momentos.

Permitiendo que la embriagadora colonia de Alexander inundar sus pulmones y nublara su mente, alejando cualquier penoso recuerdo; ella deslizó los dedos por el sedoso cabello dorado del millonario, jalando con delicadeza de las hebras para arrancar bajos gemidos de sus labios.

Cuando el último de estos fue arrancado de las profundidades del pecho del hombre, el poco autocontrol que Selena tenía sobre sí misma también desapareció, algo que rara vez ocurría.

Ella mordió el carnoso labio inferior del hombre, mientras atrapaba su mirada esmeralda, la cual había adquirido un tono tan oscuro que bien podría confundirse con sus pupilas.

Con habilidad y simpleza, el hombre la elevó entre sus brazos, mientras las piernas de Selena se enredaban con decisión en su cintura, dejando expuestas sus zonas más erógenas.

Alexander no demoró en empujar el cuerpo de la dama contra la pared más cercana, mientras presionaba su erección contra la pelvis de ella.

—¿Qué te parece este lugar para hacer nuestro hijo?—ronroneo él con la voz afectada, mientras separaba sus labios de los de ella el tiempo justo para besar su mentón y cuello.

Sin embargo, las palabras del hermoso hombre de cabello color sol, se hundieron en la mente de la prostituta; y al igual que una semilla fértil, está hecho raíz.

Con brusquedad, la chica de mirada color gris, apartó al millonario de un fuerte empujón a la altura de sus hombros.

Una vez que la colonia del atractivo hombre estuvo fuera de su alcance, su mente comenzó a enfriarse, al igual que ciertas partes de su cuerpo.

—¡¿Hijo?!—dijo histérica la prostituta de cabello castaño rojizo—. Por favor, Alexander, no me digas que ibas en serio con esa m****a.

Dolido, el hombre de mirada esmeralda y cabello color sol dió un paso hacia atrás, mientras observaba atónito y perplejo el rostro de la hermosa mujer ante él.

—Te dije que te tenía una propuesta, yo asumí que aceptabas—respondió él sin comprender la situación—. ¿Por qué otro modo saltarias sobre mí de esa forma?

—¡Mierda, Alexander, creí que decir esas cosas era tu fetiche!—dijo perpleja Selena, mientras pasaba una mano por sus labios, para borrar el dulce sabor de sus besos—. No serías el primero que tiene esa clase de fetiches… pero un hijo real.

Selena negó varias veces con la cabeza, mientras aquella idea oscilaba en su mente, prometiendole colarle la cabeza en cualquier momento.

Sin embargo, aquel día ya había sido suficiente; las emociones habían logrado saturarla.

—¿Sabes que? A la m****a, yo me marcho—sentenció ella, mientras pasaba a su lado, con el rumbo fijado hacia la puerta de salida del ascensor.

Pero fue la mano de Alexander, la que se envolvió con gentileza pero decisión alrededor de su muñeca, impidiéndole seguir su camino.

—Por favor, Selena, no te vayas, eres mi única esperanza—imploro el millonario, con su mirada esmeralda colmada de desesperación.

La hermosa prostituta cuya mirada gris se asemejaba a una tempestuosa tormenta, volvió su rostro hacia él con firmeza y decisión.

—Mira, Alexander Murth. No me conoces ni yo a tí—comenzo a decir ella con el tono más cordial y amable que pudo—, por lo que me resulta imposible pensar la idea de tener un hijo así como así contigo.

El millonario soltó la mano de Selena, mientras un puñal se clavaba con fuerza en el centro de su corazón, arrebatándole el aire de sus pulmones y llenando todo su ser de dolor, mientras la esperanza lo abandonaba.

»—Entiendo, eres asquerosamente rico y ya no sabes qué demonios hacer con tu dinero; pero te aseguro que crear tu familia falsa no llenará ese vacío en el corazón que tienes… porque si, lo ví desde el primer momento en que nos conocimos, Alexander, estás hasta la cabeza de m****a.

Selena tenía razón, no en todo lo que decía, pero si en la última estrofa, ya que él estaba profundamente roto y vacío. De una forma que nadie sabía o tan siquiera conocía…

Nadie a excepción de la hermosa prostituta frente a él.

—Te equivocaste, Selena, yo no quiero un hijo para jugar a la familia feliz—escupió el hombre pasando una mano por su melena color sol—. Necesito un hijo para solidificar un trato billonario en mi empresa, y se me acaba el tiempo.

Las palabras se borraron de la mente de la hermosa mujer de mirada gris tormenta, mientras sus carnosos labios se separaban notablemente en forma de "O".

Es por esta reacción, y por el hecho de que ella no continuó con su partida, que Alexander Murth, decidió continuar con su propuesta:

—Te propongo algo, Selena—dijo el millonario pasando una mano por su cabello color sol—. Ten a mi hijo y a cambio te daré cualquier cosa que pidas.

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