CAPÍTULO 6: “PÚRPURA”.

CALEB

Necesito despejarme.

Soy un mentiroso y pagaré con creces esto.

La verdad es que no es fácil para mí… pero al menos si le hago creer eso, Caddie se mantendrá a raya conmigo.

Ella se encargará de poner distancia.

La conozco y sé que siempre que hago ése tipo de comentarios, ella se aleja un poco.

De lo contrario, no estaríamos aquí.

De lo contrario, yo ya no tendría cordura.

Los recuerdos de esa noche vienen a mí como dagas y siento que me acuchillan el cerebro.

Su sabor, cómo nos acoplábamos al otro.

Nuestra vibrante conexión que me doblegó.

Dulce… Sus labios.

La habitación comienza a sentirse pequeña y me asfixia escuchar el sonido de la ducha encendida.

Me asfixia saber que Cadence está allí, bañándose a unos metros de distancia.

Tuve que haber hecho algo muy malo en otras vidas, para merecer esto.

Sintiéndome desesperado por huir, bajo al lobby. Finjo distraerme observando a las personas y la decoración.

Siendo consciente de que es estúpido bajar las incontables escaleras (cuando puedes pedir cualquier cosa por teléfono), ubico al recepcionista y pido unas toallas extra, al recordar que no empaqué una.

Él me observa un poco descolocado, pero no dice nada mientras entra a una pequeña habitación detrás de él y regresa con dos toallas.

Una vez que tengo las toallas en mi poder, hago algunas llamadas a la empresa para asegurarme de que todo esté marchando bien.

Le escribo a Papá y a Jhyn, para que estén tranquilos de que llegamos a salvo.

Siempre se preocupan cuando vuelo sólo, ahora que Cadence vino conmigo, estoy seguro de que se preocuparán mucho más. Han sido sobreprotectores desde lo que pasó con mamá.

Les informo todo lo necesario, pero decido guardarme para mí el temita de la habitación, porque la verdad es que no creo que sea necesario que conozcan ese tipo de pormenores.

Ni te conviene que los conozcan.

Alejando mi enfoque de mis pensamientos, doy un vistazo a mis redes sociales y comienzo a sentirme aburrido. Tengo algunos mensajes de mujeres con las que he salido y ni siquiera me preocupo por responderles. Son hermosas, me dieron un buen rato y se merecen lo mejor de la vida, pero no conmigo.

No con alguien que ya está dañado para amar  y confiar en alguien más que él mismo.

Me doy ánimos para regresar a la habitación.

No serás ni el primero, ni el último que tenga éste tipo de tentación, Caleb.

Subo y al entrar no veo a Cadence por ningún lado.

El sonido de la ducha continúa y me da mucha curiosidad el hecho de que Caddie aun no salga.

Decido no profundizar en ello, porque sé que me hará mal, y aprovecho que estoy solo para cambiarme.

Ni modo, tocará la ducha en la madrugada.

Tomo un pantalón gris de algodón para dormir y una camiseta blanca.

Me cambio y lanzo la ropa que antes tenía puesta sobre una de las sillas que están en la mesa/desayunador.

¿Será que quiere que yo duerma en el suelo?

Nunca he dormido en el suelo, pero debe de ser horrible.

Decidido a no dejarme mangonear por Cadence, me recuesto del lado izquierdo de la cama.

Pongo mis manos detrás de mi cabeza, estiro mis piernas en toda su longitud y me relajo, pensando en todo lo que debemos hacer mañana.

—De seguro que ya Caddie tiene a Louvre comiendo de su…—comienzo a susurrar pensativo, pero la puerta del baño se abre y yo me siento congelado en mi lugar.

De pronto olvido cómo formular una frase siquiera.

M****a.

En segundos logro identificar las cosas peligrosas a las que tendré que sobrevivir esta noche.

Cabello largo.

Rostro sin una gota de maquillaje.

Su cuerpo con sólo una camiseta gigante.

Y doble m****a… Piernas. Brillantes y sedosas piernas.

—¿Por qué no puedes ponerla en el lugar que va?—dice sonando indignada, mirando el desastre que hice sobre la silla con mi ropa.

La veo posar sus manos en las caderas (tomando su posición de armar jaleo), pero ignoro eso, pues lo único que noto es que la camiseta se pega a su cuerpo y revela que obviamente no está usando sujetador.

Recontramierda.

Moriré.

No puedo contra esas armas.

Miro al suelo y de pronto me parece el lugar perfecto para dormir ésta noche.

No puedo regresar al pasado. No puedo permitirme enloquecer por ella de nuevo.

Veo cómo Cadence camina hacia uno de mis calcetines que está en medio de la habitación y se agacha ante mis ojos a alcanzarlo.

Pienso en cerrar los ojos, pero me es imposible.

No puedo dejar de ver a mi más grande quimera agachándose ante mí con sólo una camiseta.

Si no fuera Cadence, creería que se trata de un ataque planificado.

Pero es ella, así que no puede serlo, ¿o sí?

La camiseta sube mientras ella se agacha y veo un retazo de color púrpura durante unos segundos.

ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO.

No otra vez…

Cadence se endereza y yo me doy cuenta del aprieto en el que me acabo de meter. Esa imagen no abandonará mi mente durante un buen tiempo.

Comienzo a recordar las razones por las que esto es un imposible.

Vive conmigo.

Creció conmigo.

Mis hermanos la aman como a una hermana.

Mi padre la ama como a una hija.

Es la hija de crianza de mi tía... Definitivamente, no puedo hacerle eso a Jhyn.

No después de lo que ha hecho por nosotros.

¿Cómo le gano la razón a la atracción?

Tomo una almohada rápidamente y la pongo sobre mi ingle, fingiendo que la necesito para apoyar mis codos.

Aunque siento más que se ve exactamente como lo que es; un intento desesperado por cubrirme las partes nobles.

De pronto, algo me golpea de lleno en el rostro.

—Eres un cerdo.— gruñe luciendo muy molesta y yo lanzo el calcetín al suelo.

—Pero, ¿qué te pasa?— pregunto sorprendido.

Caddie nunca, jamás me ha tratado así.

La veo ubicar varias cosas en el lugar al que corresponden y luego apaga la luz de la habitación.

—¿Cadence?— la llamo sintiéndome nervioso. Un extraño sentimiento de culpabilidad me inunda. Eso y la sensación de que no entiendo nada. —¿Caddie?—intento de nuevo.

¿Está molesta?

¿Qué hice además de ser un desordenado?

Siento cómo ella se mueve en la cama, y escucho el movimiento de la tela.

El tiempo pasa y comienzo a creer que se durmió lo suficientemente molesta como para ignorarme.

Suavemente, para no despertarla, comienzo a acomodarme en mi lugar.

La incomodidad en cierto lugares me hace sisear bajo.

Espero que un severo caso de bolas azules no termine matándome.

Arreglo la almohada y me giro, mi rostro hacia donde debería estar el perfil de Caddie.

Tomo la manta gruesa, y me cubro con ella.

De pronto una luz me ciega y al ajustar la vista me quedo perplejo.

Cadence está leyendo algo en su kinddle. Está usando un par de lentes de lectura que le hacen ver muy sexi y yo me siento babear.

Y justo cuando pensaba que no podía ser peor…

Siempre sí que podía ser peor.

Todos los hombres tenemos una fantasía que incluya lentes de lectura... ¿o seré sólo yo?

—¿Ya terminaste de fisgonear?— pregunta, dándome una mirada desdeñosa para regresar a su lectura.

Está muy molesta… y loca.

En silencio, me giro dándole la espalda.

De pronto, comienzo a sentirme molesto.

No le he hecho nada, ¿qué mosca le picó?

En la oscuridad de la habitación, recuesto mi cabeza cerca del respaldo de la cama y miro hacia el techo, cerrando los ojos.

La imagen de Caddie agachándose regresa… y la escena del beso que compartimos en el pasado la acompaña.

Se repiten una y otra vez en mi mente.

Creo que será un largo viaje, pero necesito recuperarme pronto, porque si me sigue sucediendo esto, voy a enloquecer.

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