Capítulo 4

A pesar de que no quería hacerlo terminé por acceder, me subí en la espalda de este hombre, él quitó sus zapatos para evitar ensuciar, me ofrecí a cargar dicho objeto, fue ahí que me di cuenta que eran muy caros, cuando llegamos a mi apartamento iba a ir por una toalla para Mehmed quién se encontraba titiritando de frío y descalzo.

_ Espere señorita Montalvo _ él me detuvo _ llenará la sala de fango, la llevaré a su baño.

Mehmed me tomó entre sus brazos, él subió conmigo de esta forma hasta que me colocó en la tina de mi baño, abrió la llave y con sumo cuidado fue lavando mis pies hasta que estuvieron blancos.

_ Muchas gracias Mehmed, te daré una salida de baño para que te cambies de ropa y de pasó date un ducha, no quiero que te enfermes, dame las prendas que tienes mojadas que las meteré en la secadora.

Mehmed aceptó, le di la salida de baño, era la más grande que tenía así que suponía que le iba a quedar, luego él me dio su ropa húmeda y la metí en la lavadora para después hacer lo mismo con la secadora.

Escuché que la ducha estaba abierta, después de unos minutos Mehmed llegó bañado, limpiaba sus zapatos llenos de fango cuando él me miró.

_ ¿Qué se supone que hace? Deje esos zapatos, puedo irme descalzo, no quiero que sus manos se vean empañadas por algo tan sucio como el fango.

Mehmed me quitó los zapatos y simplemente los tiró a la basura, él miró mis manos que por suerte estaban limpias, suspiro y pude escuchar que susurro “¿Qué voy a hacer con usted?” pero no se atrevió a repetirlo cuando se lo pedí.

Desde su cabello hasta su piel olía como yo, era obvio, usó mis productos de aseo personal, solo que en medio de todos los olores había una masculinidad muy grande, miré que una gota de agua cayó de su pelo y se deslizó por su mejilla.

_ Voy a cocinar _ dije sin prestar más importancia a Mehmed _ te invitó a comer en agradecimiento, si no fuera por ti a estas alturas seguiría varada allá.

Mehmed aceptó, fui a la cocina y tenía todo lo necesario para hacer lasaña, puse manos a la obra y cuando todo estuvo listo decidí comer en la isla de la cocina.

_ Pensé que estabas en Dubái, no tenía idea que te encontrabas en New York todavía. 

_ Tengo que hacerme cargo de unos asuntos, pero me iré mañana mismo a Dubái, el señor Jalifa me necesita allá.

Nosotros comimos sin decirnos nada más, recordaba la manera cómo conocí a Mehmed, él era un buen hombre solo que reservado, eso lo descubrí con el tiempo debido a la manera poco común en la que nos conocimos…

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