Cap. 4 - Un viaje

Al día siguiente.

Son las siete de la mañana.

Le he avisado a Chris, mi jefe, que ya pasé por migración, he revisado mi boleto, la visa, pasaporte y demás, bajo las escaleras eléctricas. Estoy a la espera de que anuncien mi vuelo por las pantallas y micrófonos del aeropuerto.

—Bueno Sanaya, la historia comienza aquí... todo por Lux.

Minutos más tarde escucho “vuelo a Dubai”, primer llamado, de inmediato me dirijo a donde me indican los guías, las puertas que conectan con la autopista se empiezan a abrir dándole toda mi atención al enorme avión plantado allí, admito que he viajado antes, pero saber que es a muchas horas de diferencia, siento un cúmulo de nervios en el estómago como si se tratase de una primera vez.

Me coloco en la fila de pasajeros, y escucho detrás de mí a un grupo de jóvenes emocionados por la aventura inexplorada que les esperaría en un nuevo país—. Sonrío, pero quien estaba detrás de mí parece no haberse dado cuenta de que nos hemos detenido en el avance de la fila, éste me empuja de una forma torpe haciéndome caer mi bolsa de mano. Volteo, éste se disculpa brevemente y asiento.

¡Ay estos hombres! —Pienso.

Acerco mi maleta, veo como los equipajes son llevados a la zona trasera del avión. Empezamos a subir de a poco, repaso el lugar para ubicar mi asiento, lo veo y es el L40 del lado de la ventana.

—¡Bien! —Pensé.

Junto a mí se sienta una joven que carga puestos sus auriculares con un mp4 en mano, parece ya aislada en su mundo, el avión se empieza a copar, parece que todos estamos listos, las azafatas dan las instrucciones del vuelo, haremos dos escalas, una en Panamá y otra en Estambul -Turquía. Un día completo y más, para viajar.

Acomodo mi asiento reclinándolo un poco, tengo puesto mi suéter y mi bufanda color rosa pastel, acomodo mi cinturón de seguridad. De a poco empiezo a sentir que el avión se mueve, al rato  de haber tomado pista, decido abrir lentamente la cortina que cubre mi ventana, y la ciudad se observa más pequeña, las nubes comienzan a espesar la cubierta verde y azul de la naturaleza que se aprecia a lo lejos, cierro la cortina de nuevo. Saco un libro de mi bolsa de mano para relajarme, pero siento que mi estómago se encoge, hago señas a la azafata para que me facilite un té, me lo trae enseguida. Eso me aliviará un poco la ansiedad, supongo.

***

Luego de las escalas, prácticamente que se nos fue un día y medio de viaje en avión.

Respiro aires de Dubai, y sí, al fin estoy en los Emiratos Árabes Unidos, el famoso Dubai; voy por mi equipaje, me inspeccionan antes de entrar al aeropuerto. Me dejan pasar. Abro mi bolsa de mano y saco el móvil para activar el roamming, llamo al hotel en el que me hospedaré aquí.

«Qué bueno que Mel me ayudó con toda la logística.» 

Responden al otro lado de la línea, me indican que ya vienen en camino. Mientras tanto me acerco a las enormes y elegantes vitrinas de moda que están en el lugar, dando tiempo a que me recojan, se observan prestigiosas marcas de ropa, perfumes, relojes y más. A los minutos vibra mi móvil, tomo la llamada buscando algo de señal.

—Señorita estamos aquí, en el andén num... —Escucho a medias.

 —¡Hola! Sí, no le escucho muy bien, dónde se encuentra. —repito.

—Ya estamos aquí.

—¡Oh ya ahí le escuché! ¿Qué placa y de qué color es su auto? —cuestiono, éste me lo describe rápidamente, me dirijo al parqueo principal arrastrando mi enorme y pesada maleta de carrito. Logro identificar el vehículo, agito mi mano para que me vea, y se acerca a la acera, abro la puerta confirmo que es del hotel y me subo.

***

Llegamos, el hospedaje es bastante lujoso y moderno, es perfecto. Plantas en la entrada, espacioso, paredes blancas, un acuario en la pared de ensueños, además me han entregado un ipad y desde allí puedo manipularlo todo dentro de la habitación: abrir las cortinas, controlar la iluminación, encender y apagar la televisión, el internet y más... ¡Esto es asombroso!

Aprovecho cambiándome de ropa, saco algunas cosas de la maleta y me recuesto en la cama por un largo rato.

***

Despierto cuando escucho tocar la puerta de mi habitación, algo somnolienta, acomodo mi cabello mientras me aproximo a abrir.

—¡Good morning Miss!

—¡Eh, hola! —respondo algo adormilada, tallándome los ojos con delicadeza.

—Oh disculpe por despertarla.

—No se preocupe, en qué puedo ayudarle.

—Señorita le aviso que las cafeterías de la planta baja y del tercer piso están habilitadas, eso está incluido en el pack ejecutivo que le ofrecimos a los señores de Lux.

—¡Oh muchas gracias por avisarme, parece que me he quedado dormida desde que llegué.

—No se preocupe eso le pasa a la mayoría de nuestros clientes. —sonríe, niega divertido parece que fuera de la India por su acento y su vestimenta, pero esta vez recuerdo que, mover la cabeza de un lado a otro, para ellos significa “Sí o afirmación de algo” al menos eso fue lo que decía el libro que vine leyendo en el avión; trato de hacer lo mismo para corresponder a su cultura pero no me sale así que asiento.

—¿Desea que le traigamos el desayuno?

―He decidido acercarme a la cafetería personalmente, no se preocupe, muchas gracias. —asiente su cabeza de un lado a otro una vez más. —sonrío.

Él se retira y cierro la puerta. Voy por una ducha tibia, tomo la toalla y la bata de baño para relajarme luego del largo e intenso viaje que tuve.

Minutos después empiezo a organizar mi closet.

—Recuerda Sanaya es una semana en Dubai, debes adaptarte lo más pronto que puedas. —despabilo el pensamiento entonces Henry viene a mi mente, seco mi cabello, me siento al borde de la cama, suelto un suspiro pero me veo interrumpida por el móvil.

—¿Hola? —respondo sorprendida al no reconocer el número.

—¡Sanaya cómo llegaste! La señal está terrible pero te escucho al menos, ¿todo bien? Me confirmaron en el hotel que ya estás allí.

Reconozco esa voz, y es Chris mi jefe. Respondo que he llegado sin novedades, y que lo tendré al tanto de toda la negociación, le aviso que estoy por desayunar y que luego me dedicaré a revisar algunos mails en mi laptop que quedaron pendientes en la ciudad. Escucho que suelta un respiro de alivio.

 —Me alegra que todo esté bien, por favor cualquier novedad me avisas, tengo a mi abuelo encima preguntando cómo va el caso de Mr.Watson, y le he dicho que me reportarás todo para que me deje respirar, pero ya sabes cómo es el señor presidente. —ríe.

Suelto una risa también. —Sí Chris me imagino.

—No te preocupes te llamo en cuanto me contacte con el inversionista, para coordinar el lugar de la entrevista y firma del contrato aquí.

—Perfecto, registra este número, lo tendré mientras esté en Panamá, tenemos muchas horas de diferencia pero no importa déjame mails o lo que sea. —contesto que así lo haré, nos despedimos, cuelgo.

Termino de desempacar lo que resta de mi maleta, me alisto, y salgo en dirección a la cafetería, observo a través de las enormes ventanas del hotel una mañana calurosa, miro mi reloj de mano y ya son las 09h30, la cafetería está algo llena, parece que todos se han puesto de acuerdo en servirse a esta hora, veo turistas algunos norteamericanos llegando, unos árabes luciendo sus largas túnicas blancas con un turbante en su cabeza (corona de tela oscura), algo característico en su cultura, luego escucho hablar a otros, no entiendo ese idioma, por sus facciones parecieran del medio oriente.

Sigo caminando, pero me detengo, mis ojos se abren como plato al ver que no hay sillas disponibles en la cafetería con aire acondicionado de la planta baja. «Ni modo, mañana parece que debo madrugar, me ha tocado el comedor del tercer piso»

Tomo el elevador, presiono el botón que me lleva al piso 3. Luego de algunos segundos escucho el timbre avisando que ya hemos llegado, las puertas se abren.

Un radiante sol me recibe hoy, pese a ello se siente una brisa liviana que me aleja un tanto de la realidad. Doy una repasada al lugar enseguida buscando alguna silla libre, acomodo mi sombrero enorme de verano, observo un puesto disponible y me dirijo a éste.

—Disculpe, ¿está ocupado este asiento? —pregunto a la mujer con apariencia europea, al escucharme levanta su mirada, parece que le he interrumpido el sorbo de jugo, baja su bebida a la mesa, y asiente con un gesto de cederme el puesto, agradezco.

Hago señas al mesero que pasa por allí para ordenar mi desayuno, se acerca de una manera atenta y servicial, le muestro mi credencial de Executive Lux como me dijo Mel, apunta algo en su libreta y se retira.

—¿Acabas de llegar cierto? —interviene la mujer europea.

—¡Ehmm sí, vaya debo ser menos obvia! —sonrío.

—La verdad, sí se nota, pero no te preocupes, así llegamos la mayoría. —Niega divertida mientras le da el ultimo bocado a su ensalada de frutas, descubro que es italiana por el acento, pero habla español. Platicamos unos minutos del lugar, de cómo es Dubai, su gente, su cultura, ella cuenta que tiene seis meses viviendo aquí por el trabajo de su esposo, que la experiencia le ha resultado bastante agradable.

―Me quedaría a charlar, pero ya debo irme, espero disfrutes de tu estadía. ―Se despide con amabilidad, le agradezco.

Transcurren algunos minutos, me recargo en mi silla por un momento, me detengo a observar lo que hay a mi alrededor, muchos siguen compartiendo desayuno con sus familias, otros parecen estar concentrados en sus móviles en compañía de un café y algunos no pierden la costumbre de leer el periódico.

El lugar se siente como la terraza de un hotel, se ve bastante “buena onda”, estoy en una mesa esquinera, que está cerca de la alberca mediana algo honda aparentemente; el lugar tiene una vista increíble, algunas estructuras de Dubai sobresalen por sus enormes diseños en lo que se alcanza a ver a lo lejos. Algunos extranjeros están practicando sus rutinas de natación, hay mesas con parasoles beige en los costados, escucho los chapuzones, menos mal no me salpica agua a la distancia en que estoy. Decido revisar el celular dando tiempo a que me traigan el desayuno, doy una ojeada a los mails, estoy por enviarle un mensaje a... pero despabilo el pensamiento cuando de pronto una voz me interrumpe...

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