El mundo de Zaarek
El mundo de Zaarek
Por: Roox
Capítulo 1

Me acabo de despertar y no reconozco la habitación en la que me encuentro —en la que estoy ahora mismo es una suite demasiado colorida—. Aunque la sensación era extraña, me sentía como en casa.

¿Qué ha sucedido en estas pocas horas?

Miro el reloj digital que descansa en la mesita de noche —que se encontraba al lado derecho de la gran cama —, que marcaba las ocho y media de la mañana.

Echo las sábanas a un lado para poder salir de ahí. Mis ojos recorren toda la suite. ¡Es enorme la habitación! Mi cuarto comparado con este es un cuchitril. Bajo del mullido colchón, mis pies descalzos tocan las baldosas frías del suelo.

No sabía que hacer, todo lo que hay dentro de esta suite no me pertenecía en lo absoluto, era un intruso en este lugar. Debía salir de ahí y eso hice. Con zancadas largas llego a la inmensa puerta par poder abrirla y salir. Aun iba descalzo y no tenía ni la menor idea de donde se encontraba la ropa que me faltaba ni los zapatos.

Abro la puerta —si se podía llamar así —. Parece que soy un pequeño enano y esta casa está hecha a tamaño de gigante.

Lo que ven mis ojos en este momento es un pasillo ancho y largo —tan largo que no se ve dónde acaba —, puesto que dobla en una esquina que se encuentra a unos metros de donde me encuentro.

Mis piernas empiezan a moverse sin permiso alguno. Lo que mis ojos aprecian son puertas; hay demasiadas a lo largo de este pasillo. Cuando llego hasta la esquina, la doblo y al final me percato que hay unas escaleras, que a primera vista parece que ahí se encuentra un precipicio donde poder tirarse al vacío.

Todo se encuentra en silencio, parece como si nadie viviera aquí. Es una extraña sensación la que esta naciendo en mis adentros. Siento como si me faltara algo ahora mismo, siento como si me faltara algo. Compañía, por ejemplo.

—¿No hay nadie en este inmenso lugar? —solo se escucha el eco de mi voz.

La “casa” no sé si estará amueblada. Mis dos bellos ojos no han visto mucho, solamente lo que hay dentro de la suite —menos el baño —, y ahora lo que llevo de recorrido, solo veo unas mesas estrechas entre puerta y puerta, donde descansan unos jarrones con flores.

¿Quién será el dueño de esta casa? ¡Habrá costado una fortuna!

Me estoy acercando a las escaleras que conducirán a la parte de abajo —que debe ser la planta 0 —, no sé cuantos pisos tendrá este lugar. Tendré que investigarlo antes de que alguien venga, me descubra y me eche a patadas de este lugar.

Cuando mis manos tocan el posa brazos de la escalera me da por quitarla como si estuviera hecha de fuego; debido a que esta hecho con un material que debe de costar todo lo que llevo puesto multiplicado por más de mil euros.

¡Estoy en una casa de multimillonarios!

Me revuelvo el pelo y seguramente me lo dejo más despeinado de lo que ya se encontraba.

Bajo las escaleras rápidamente y en pocos segundos me encuentro en el piso 0. Desde los pies de la escalera se aprecia todo a las mil maravillas. Justo al lado del portón de la entrada —en la pared —colgaban unos cuadros. En el primero que me fijé fue en el que se encuentra un señor sentado en un trono con la corona correspondiente encima de su cabellera, un poco canosa ya.

En el segundo cuadro, se encuentra ese mismo señor, junto a dos niños que están correteando a alrededor o eso parece.

—¿Quiénes serán esas personas? No me suenan en lo absoluto —el cuadro del señor con la corona me da pistas. Aunque aun no estoy seguro de mis pensamientos. Quizás hasta estoy alucinando con todo esto —. ¡No puede ser que este dentro de un palacio!

Sacudo mi cabeza para poder despejar mi cabeza de lo que seguramente sean ideas erróneas mías.

Con sigilo y pareciendo un ladronzuelo que busca la cocina para poder robar algo, me decanto por ir a la izquierda; más tarde podré echar mejor un vistazo a todo.

En este instante solo necesito la respuesta de que hago en este lugar y por ese motivo me encuentro yendo hacia el camino de la izquierda.

Lo que me encontré fue una sala vacía que comunicaba con otro pasillo inmenso. ¡Esto parecía un laberinto! En cualquier momento me puedo perder.

Cuando ya llevaba al menos cinco minutos —de reloj —andando, mis ojos vislumbraron una habitación abierta, no cualquiera, está se trataba de una biblioteca.

Mis pies se movieron más rápido por las ansias que tenía yo de llegar allí y descubrir que podría a ver allí dentro.

Cuando llegué, solo asomé la cabeza para poder cerciorarme de que no había ni un alma allí dentro y que podía entrar sin problemas.

Quedé maravillado por los tantos libros juntos que se encontraban allí reunidos. Las estanterías ocupaban todas las paredes del lugar.

Con cuidado —y pareciendo un ladrón —me adentro en la inmensa sala dándome cuenta de que no solo era una simple biblioteca. Hacía dos funciones a la vez. También era un despacho.

La mesa era de roble —seguramente tallado a mano —, lo sabía por sus relieves. Me estoy enamorando de este lugar. Podría ser fácilmente —a partir de este mismo instante —, mi lugar favorito.

Cuando estoy justo frente a él, veo que hay carpetas cerradas encima de la mesa ordenadas alfabéticamente, y lo sé porque en el lomo pone cada letra.

Recorro toda la mesa rápidamente, no veo nada importante hasta que mis ojos recaen en un sobre, el cual pone mi nombre y mi apellido.

¿Será para mí? ¡Habrá que descubrirlo!

Alargo mi mano temblorosa y la cojo. Cuando la tengo entre mis dedos dudo en abrirla. Eso no dura nada, puesto que segundos después me encuentro abriéndola.

Al ver la letra, se automáticamente quien me la ha escrito y enviado: mi hermana.

Abro del todo el papel doblado y me dispongo a leerla.

Nunca imaginé que este momento llegaría tan pronto. Sé que cuando sepas lo que te voy a contar a través de la carta, quizás no me vuelvas a dirigir la palabra el resto de tu vida.

De antemano debo decirte que lo siento mucho d todo corazón. Antes no te lo podíamos comunicar. Sí o sí tenias que cumplir la mayoría de edad.

Sí has recibido la carta y la estas leyendo en estos momentos, es que ya debes tener los 18. ¡Felicidades! También debes saber que te encuentras en el palacio de Detroit.

Como te conozco a la perfección, en estos instantes te estas casi por arrancar los pelos que tienes en la cabeza.

No sabes nada de lo que va a ocurrir a partir de ahora en tu vida, lo que te espera no va a ser fácil.

¿Qué te deparará el futuro? Un mundo el cual explorar, por ejemplo.

A lo que iba. El palacio en el cual estas es tuyo. Otra vez parezco adivina. Sé lo que se te esta pasando por la cabeza.

¿Cómo es posible que un castillo sea mío? Pues efectivamente es tuyo. El bisabuelo Cibor antes de fallecer lo dejó a tu nombre. Lo leyó el juez cuando citó a papá y a mamá hace años ya.

El palacio cuenta con un personal que estarán todos a tu disposición. Solamente te obedecerán a ti, sin ninguna excepción. Dispones de guardaespaldas y personal de seguridad también, que velaran por el palacio y por ti las veinticuatro horas del día.

Podrás salir de esas cuatro paredes. No obstante, ten sumo cuidado, ve siempre con seguridad vayas a donde vayas.

No eres una celebridad ni nada por el estilo, lo sé perfectamente. Lo único que te puedo revelar es que hay personas malas detrás de la fortuna de la familia Chlebek.

He aquí la otra cosa importante que te debo decir: no confíes en nadie. A simple vista pueden engañar fácilmente. Sé hábil, astuto.

Otra cosa; el misterio de la familia corre por tu cuenta descubrirlo.

Por último, debo decirte que… ¡Ya no requerirás de tu pequeño piso del centro de Detroit!

Y con esto me despido. Te quiere, tu hermana.

Alenka.

No sé en qué estado emocional me encontraba. La carta de mi hermana Alenka me ha desequilibrado por completo. Hasta hace unas horas tenía una vida normal, vivía en mi pequeño piso en el centro de Detroit. ¿Por qué tuve que dormirme y cumplir años? ¡Esto es un completo desastre! ¿Qué haré a partir de ahora?

Muchas de las personas que hay fuera de estas cuatro paredes anhelarían vivir aquí. Sinceramente yo no me vería viviendo aquí, debido a que yo no vivo con nadie más y este palacio se queda enorme para mi solo. Aunque también tendría todo a mi disposición.

Con algo de confusión salgo de la enorme y preciosa. Hago el mismo recorrido para poder llegar a la entrada del lugar. Camino con cautela hacia el portón, una vez allí agarro el pomo y lo giro para poder salir. Lo primero que vi al abrirla fue el sol de principios de octubre; el viento que hacia a estas horas de la mañana me dio en toda la cara. Definitivamente, calor no era la palabra exacta para describir el tiempo de hoy. Se notaba que empezaba a refrescar en esta época del año.

Mi vista fue a parar a mi vestimenta. Lo que llevaba eran unos pantalones vaqueros y una camiseta de manga corta. No llevaba nada más.

Aunque fuera consciente de que iba descalzo, me dispuse a bajar las enormes escaleras principales.

El paisaje que observaba era hermoso, todo estaba cuidado, desde los grandes matorrales hasta las flores que adornaban el gran jardín.

En Verdad me sentía como un intruso en este enorme sitio. Andaba con pies de plomo por si algún trabajador llegaba.

Según la carta que había leído de mi hermana todos los que trabajaban en este palacio estaban a mi disposición. Lo que pasa es que hasta que no vea a alguno de ellos y me cerciore del trato que tienen conmigo, no me creeré nada.  

Legalmente todo lo que estaba al alcance de mis ojos era de mi propiedad. ¡Me aterraba ese hecho!

¿Cuántas hectáreas podría tener este lugar? ¡Es kilométrico!

La parte mala que veía yo era que no les podría poner una excusa bastante buena para no hacer ejercicio. Solo con pasear a paso ligero por los alrededores de palacio, ya podía considerarse “hacer ejercicio”.

De un momento mis pies se encontraban moviéndose hacia uno de los laterales. Me sentía como en una nube en estos momentos. Todo lo que había aquí me sorprendía en escalas mayores.

Es como si jamás hubiera visto nada de esto. Aunque si lo pensamos bien, en realidad nunca he visto en vivo y en directo una fortaleza real, solamente por televisión.

Llevaba paseando un buen tiempo, y aun no aparecía nadie, únicamente tenía la compañía de las mariposas que revoloteaban a mi alrededor y algún que otro pájaro.

—¿Será una broma lo de mi hermana? De ella me puedo esperar cualquier cosa —parezco un pobre loco hablando solo en voz alta.

—¿Señor Chlebek? —interrumpe mi monologo una voz masculina desconocida para mis oídos. 

Lentamente voy girando mis pies para que mi cuerpo haga el mismo movimiento para poder verle el rostro a esa primera persona que me encuentro aquí.

—¿Quién es usted? —no estaba acostumbrado a tantas formalidades, solo tendré que acostumbrarme.

—¡Hola buenos días señor! Mi nombre es Aleksy. De ahora en adelante seré su representante —¿representante? No sé de lo que me está hablando esta persona. ¿Qué acaba de decir?

—¿Perdone? —pregunto —¿Qué me acaba de decir hace un segundo? —señalo con mi pulgar hacia atrás —Creo que no entendí ni media palabra de lo que me dijiste, perdone.

—Soy tu representante —me repitió de nuevo —. Soy el que llevará su agenda y el que deberá saber en todo momento que hace y que deja de hacer usted. Resumiendo lo dicho: seré su sombra personal. Sí no lo hago, su familia me aniquilará —hace un gesto con su mano libre haciendo que se cortaba el cuello.

Inspeccionando a Aleksy deduzco que no debe tener más de veinticinco años. No es de lo chicos más altos con los que me he topado. El color de su cabello es rojizo y lo lleva un poco despeinado; seguramente que sea por el tiempo que está haciendo.

Todavía no me he involucrado del todo en esta nueva vida y ya sé que no me voy a acostumbrar a la nueva vida que me va a tocar afrontar.

Aunque… ¿Qué me esperaría?

—¿Cómo es que mi familia le va a matar si no va detrás de mi trasero todo el día? Lo siento por mi expresión tan mala —me excuso —. Además, se supone que cuento con un cuerpo de guardaespaldas.

—Déjelo estar señor, no vaya a ser que meta la pata —al parecer Aleksy respeta mucho su puesto de trabajo y lo quiere conservar, ante todo.

¿Llevará muchos años trabajando para mi familia? ¡Es muy joven aun!

—Aleksy, ¿lleva mucho tiempo siendo un empleado de la familia Chlebek? —mi pregunta no le sorprende en lo absoluto.

—Todos mis antepasados han servido siempre a su familia —mis dos orbes se abren de par en par. Con toda la sinceridad que tengo debo decir que me sorprende mucho que trabaje desde hace tiempo con lo joven que es.

—Usted me dice si se siente incomodo con la pregunta que e voy a formular y esta en pleno derecho a no responderla —me anticipo a decir —. ¿Usted tiene estudios y metas que alcanzar en un futuro cercano?

—No se preocupe —le han dado una buena educación a este chico. ¡Me gusta! —. Y sí, he ido a la universidad. He estudiado arquitectura y construcción —se queda unos segundos callado mirando la fachada del castillo real —. Este sitio no se ha construido solo. Hace un par de semanas que terminamos de construirla. Nunca se acabó la obra por completo y ha estado años en ese proyecto. Ha quedado perfecta a mi parecer —dice plenamente orgulloso de su trabajo.

De hecho, debe estarlo, es magnífico lo que han hecho. Lo que sucede es que no me cuadra algo. ¿Este castillo no era de mis antepasados? ¿Cómo es que acaban de terminar de construirlo? ¡No entiendo nada!

—Hiciste un buen trabajo junto a tu equipo —lo alago —. Lo que me no me cuadra es una cosa, ¿el castillo no estaba construido ya? —pregunto.

Espero que me resuelva esa duda existencial que me carcome.

—Muchas gracias señor —me agradece para después aclararse la garganta —. Sí, estaba hecho desde hace siglos. Sin embargo, debíamos remodelar algunas partes, respetando la fachada anterior.

—Deja las formalidades por favor Aleksy. Soy más pequeño que usted y al hablarme del modo que lo haces, me hace sentir mayor —dogo con toda la sinceridad del mundo —. Solo dime Zarek.

—Lo siento mucho señor Chlebek. Eso no puede ocurrir bajo ningún concepto —hace una mueca mirándome fijamente a los ojos —. ¿Quiere que le muestre los alrededores? —intenta cambiar de tema con éxito.

—Te lo agradecería —sí no puedo lograr que me hable como las personas normales, al menos que me enseñe los alrededores.

—Sígame —me indica —, cogeremos uno de los coches especiales para estos casos.

Mientras vamos andando hacia el sitio donde se encuentra el vehículo, se me vino otra pregunta a la cabeza.

—Tengo una duda —él no se detuvo, sino que siguió caminando mirándome expectante —. ¿Voy a vivir solo en este enorme sitio? —él ríe por como gesticulo cuando me expreso. 

—Usted no será el único habitante en el palacio. Nosotros vivimos también, por supuesto que en los cuartos de empleados —cuando le iba a interrumpir sigue parloteando —. Vendrán también unos invitados especiales a vivir aquí. Cortesía de tu pariente.

¿Quién será esa persona tan misteriosa que ni el nombre me podían decir?

—¿Quién osa irrumpir en mi humilde morada? —digo vacilante y con toques de humor notorios.

—Sus mejores amigos: Dagmara, Eunika, Bogdan y Julek —al menos no me encontraría solo, tendría buena compañía.

—¿Ellos están al tanto de todo? —no me puedo creer que mi entorno sepa lo que está ocurriendo y yo este con el culo al aire, sin saber lo que ocurre. ¡Esto me frustra demasiado!

—Si no llegan hoy, lo descubrirás en los próximos días —yo asiento —. ¿Has leído la carta que te dejó su hermana en el escritorio?

—Sí —digo sin explayarme de más.

—¿No te da curiosidad del porque todo esto? —señaló en todas las direcciones posibles sin reparar en uno solo.

—La verdad es que sí. ¿Lo malo? Que estoy intuyendo que me van a decir la mitad a medias.

—Con el trascurso de los días, supongo que iras descubriendo todo este mundo señorito.

—¿No me puedes adelantar algo? —suplico.

—Me temo que yo no soy nadie para poder contarle nada señorito —suelta un resoplido.

Dejamos a parte ese tema para enfrascarnos en otra muy distinta. Mientras charlábamos llegamos al lugar donde guardaban los mini coches para ir a recorrer los terrenos. Montamos en uno de ellos y me fui enseñando con pacencia y parándose cada dos minutos para poder explicarme cada lugar por el que pasábamos.

Luego dejamos aparcado el mini en su lugar habitual y nos adentramos de nuevo a la gran mansión, la cual me la enseñó de arriba abajo sin dejarse ningún rincón de la estancia.

Lo último que me mostró fue la piscina, la cual parecía más de competición que para disfrutar y jugar. Yo amaba nadar. De pequeño iba a clases de natación. No obstante, dejé aparcado hace años ese ejercicio. La piscina se encontraba dentro de la casa, en el piso menos uno.

—¿Se puede nadar en la piscina? —le señalo está.

—¡Sí! —respuesta corta y sencilla.

—¡Perfecto! Veo que no importa en que época del año estemos. Es una piscina cerrada, en la cual puedes ir nadar en cualquier estación, que no hay necesidad de salir a la calle.

—Exactamente señorito. ¡Es lo mejor que hay! Ya me gustaría a mí hacer unos largos. Lastima que el personal no pueda —su cara lo dice todo.

Yo podría dejarlo hacer lo que quisiera, no dejando aparte sus quehaceres de la mansión.

Le sonrío educadamente, él me devuelve la sonrisa, lastimosamente no le llega a sus ojos.

***

Después de una agotadora mañana pasada con Aleksy. Ahora me encontraba descansando en la suite donde desperté esta mañana. Me encuentro mirando el techo sin hacer nada productivo.

La puerta suena haciéndome saber que al otro lado alguien está esperando impaciente a que le dé la orden para que entre. 

—Pase —alzo la voz para que me escuche desde mi posición.

—Señorito Zarek, acaban de llegar sus amigos. Le esperan abajo. Acaban de llegar hace unos minutos —en cuanto entra por la puerta me lo comunica de inmediato. ¡Mi felicidad esta plena en estos instantes!

Rápidamente me levanto y en casi dos zancadas me encuentro a la par de Aleksy, quién elegantemente se apartó para darme paso para que empezará a caminar por el largo pasillo que ya había recorrido un par de veces ya.

—Le esperan en la biblioteca —me informa Aleksy que va n par de pasos más atrás que yo.

Me dirijo directamente a la biblioteca sin ni siquiera fijarme en nada más. Al paso que vamos, llegamos en pocos minutos. Nos paramos en frente de las puertas de la gran biblioteca. Dudo en abrirla por un segundo.

Me decanté por abrirla, solo eran mis amigos los que aguardaban por mi en el interior de esa espaciosa sala.

Abro las puertas con seguridad y en lo primero que me fijo es que Julek se encuentra sentado en la silla giratoria dando vueltas en ella como si fuera un niño pequeño. Dagmara estaba tumbada en el suelo y con los pies encima del sofá; en donde en realidad debería estar sentada correctamente como las personas normales. Después mis ojos recayeron en Eunika la cual estaba sentada en la cara mesa tallada a mano, teniendo en sus manos una figurita de cristal. Aquí dentro faltaba una persona.

Sin mover mi cuerpo, giro mi cuello para poder mirar a Aleksy que sabía a la perfección que se encontraba detrás de mí.

—Falta Bogdan… —no acabo de terminar la frase entera cuando lo veo aparecer entre las escaleras del lateral de las escaleras de caracol que están dentro de la misma estancia.

—¿De dónde vienes? —le pregunto a mi amigo. Este no me presta atención debido a que va con el móvil entre sus manos —¿Bogdan? —vuelvo a insistir. Casi se le cae el aparato de la impresión.

—En el baño —sube y baja sus cejas con gracia —. ¿Ya has saludado a los demás?

—No, la verdad que están demasiado distraídos cada uno en su mundo —los excuso.

—¿Y a que esperas? —pasa un brazo por encima de mis hombros y vuelve a ponerme de frente a nuestros amigos —¡Chicos! —llama la atención de nuestros amigos.

—¡Zarek! —chillan las dos ocas que me han tocado por amigas —Bogdan nos da espacio y yo estiro mis brazos para que vengan a abrazarme.

Eunika es la primera en llegar, ya que solo ha tenido que dar un saltito para bajarse del escritorio, viene medio corriendo. Haciendo que tenga que retroceder un par de pasos para poder estabilizarnos. Dagmara me abraza por la espalda y me da un beso en la mejilla.

—Pensaba que te habías olvidado de nosotros manzanita. ¿Qué tal tu suite? —parece ser que un valde de agua fría es tirado encima de mi persona.

Me revuelvo incomodo en el sitio en donde estoy, provocando que mis amigas se despeguen y tomen distancia.

—¿Desde cuándo sabéis que iba a vivir aquí? —l pregunta va para todos mis amigos —¡Me he despertado en un lugar desconocido! Mi hermana me escribió una carta diciéndome que esta casa la he heredado y es mía. ¿No se os ha ocurrido en ningún momento nombrarme algo de esto? Al parecer estabais informados desde hace tiempo de todo.

No hablo a nadie en concreto. ¡Solamente quiero respuestas!

—¡Lo tenemos totalmente prohibido Zarek! —replicó Julek con seriedad —y baja ese tono de voz. Nosotros no tenemos la culpa. Sí a alguien le debes de reclamar es a tu familia —lleva la razón. Aunque pensándolo bien, no me lo dirían ni en mil vidas.

—No los veo hace tiempo. No vinieron ayer por mi cumpleaños y dudo que vengan pronto —digo con sequedad intentando cerrar el tema.

—Vendrán, eso tenlo por seguro. Te lo podemos asegurar, aunque antes de que lleguen, deben hacer varias paradas antes de presentarse en tu gran palacio a deleitarnos con sus presencias.

—Se podían quedar haya donde estén —mi tono de voz era duro.

—¡No! —me responde Dagmara con suma rapidez —¡Son tus padres y hermana! Si no sabes lo que a tu alrededor sucede, ten un poco de iniciativa y empieza a buscar las pistas que están delante de tus narices —ella está demasiado seria —. Ellos hubieran deseado estar contigo en tu decimoctavo cumpleaños. Lamentablemente por razones de mucho peso han tenido que ausentarse y prolongar su viaje.

—Dagmara, con más tacto por favor —Bogdan intenta suavizar la situación.

—¿Y qué debo de ver que hay frente a mis ojos? —ya estaba furioso, no entendía nada de lo que sucedida. Y yo sigo empeñado en lo mismo. Necesito saber que es lo que tanto me esconden.

Debe de haber algún secreto.

—Podrías empezar analizando la carta que te mandó Alenka. ¿Qué contiene la carta? —mi amiga se desespera llevándose las manos a la cabeza —Desisto con esto, es un cabezota —me acusa —. Intentarlo vosotros.

—Aleksy por favor, cierra la puerta. Así tendremos más privacidad —el aludido me hace caso y hace lo que le acabo de indicar. Iba a dejarnos solos, cosa que Julek no permite cogiéndole del brazo.

—No te vayas, te necesitamos —le comunica con amabilidad. Una vez que le ha dicho eso, sus ojos recaen en mi —. Siéntate en la silla —me pide mi amigo. Hago lo que me dice, voy hasta el lugar dicho, y esté se sitúa justo frente a mí. Coge el sobre el cual se encuentra en el interior la carta, la abre y la saca. La pone delante de mis ojos sobre la mesa —. Léela en voz alta.

—Yo ya la leí —la aparto un poco. Suspira fuertemente y se mantiene en silencio.

—No has leído lo más importante, porque esta camuflado —sube una de sus cejas desafiantemente.

No quiero leer de nuevo la carta. No obstante, me dispongo a hacerlo para que mis amigos no se enfaden conmigo.

Una vez que empiezo a leerla en alto para que escucharan todos y aparte yo, iban apareciendo letras al final de la carta, en otro idioma.

¿Qué está sucediendo?

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