Capítulo 4

El asiento del avión cada vez se sentía más incómodo.  El hermoso atardecer a través de la ventana se encontraba en segundo plano y el llanto de un pequeño niño a dos metros de distancia no ayudaba con el estado de ánimo de Husein.

Su mente divagada una y otra vez con los posibles escenarios con lo que se encontraría una vez que aterrizara en St. Louis.

Todo el día se había sentido más culpable que nunca. Sentía que Adaeze le debería odiar y que no tendría la suficiente fuerza como para presentarse ante ella, pero aun así se encontraba en un avión que aterrizaría en diez minutos en la ciudad donde se encuentra la mujer que pensó haber perdido hace siete años.

Miles de preguntas se albergaban en la mente de Husein y la culpa se encontraba en cada rincón de su cuerpo.

¿Cómo pude ser tan ciego?

Se preguntaba una y otra vez, pero la respuesta nunca llegaba.

“Adaeze debe odiarme” se repetía una y otra vez, pero sus ganas de volver a verla ganaban y era por ese motivo que se encontraba en el avión.

Tenía tantas ganas de abrazarla después de tantos años y ni siquiera la culpa evitaría que eso pasara.

Su padre se había ofrecido a encargarse del hotel mientras Husein se encontraba en St. Louis, pero con una simple condición.

“Tráela de vuelta” Había ordenado Adriano segundos después de abrazar a su hijo en el aeropuerto y despedirse.

Husein tenía en cuenta el estado de salud de Adaeze, pero nada evitaría que ella vuelva a su lado en Baltimore.

Pero y ¿Qué pasaba si ella ya no lo quería?

Husein recogería cada pedazo de su corazón del suelo y tomaría un vuelo de regreso a Baltimore, solo.

No quería pensar en eso, él solo quería un final feliz junto a la niña que una vez amó y que de seguro lo odia.

Durante todo el transcurso al aeropuerto estaba tentado a pedirle a su padre que diera un giro de ciento ochenta grados con el auto y volver a casa, pero sabía perfectamente que, si él no iba, entonces lo haría su padre, y no permitiría que el hombre que lo apoyaba en todo tenga que cargar con todo el peso de la recuperación de Adaeze.

El movimiento del pasajero del asiento de alado alerta a Husein del final del vuelo y se ve obligado a desabrocharse el cinturón para ponerse de pie.

¿Cuándo aterrizó el avión?

Husein se encontraba tan inmerso en sus pensamientos que no había sentido el aterrizaje ni había escuchado la clásica bienvenida del piloto a la ciudad.

Camina hacia la salida del avión y con una sonrisa forzada agradece a los sobrecargos que se encontraban formados en la puerta.

Pasan unos minutos hasta que el equipaje comienza a visualizarse en la banda rotatoria y tiempo después Husein encuentra la gran maleta de color negro con la que ha estado viajando desde hace tantos años.

Un sonido proveniente del bolsillo en el pantalón de Husein lo alertan de un nuevo mensaje y una vez que lo desbloquea lee el mensaje del detective.

“Hospital Saint George, Avenida Cass y Mullanphy”

Media hora más tarde Husein se encuentra en un taxi rumbo a la dirección donde se encuentra Adaeze.

El miedo paraliza a Husein una vez que llega al lugar. Se encuentra parado frente a la entrada, viendo directamente hacia las grandes puertas de cristal que dan la bienvenida con unas grandes letras en color negro sobre ellas.

“Adaeze debe odiarme”

La misma frase una y otra vez retumbaba en la cabeza de Husein. El miedo a lo desconocido atormentaba a Husein, pero aun así se encontraba dispuesto a enfrentar su mayor temor hasta ese momento en su vida, el desprecio de Adaeze.

Los pasos se vuelven cada vez más pesados a medida que se acerca más y más hasta la puerta. La empuja e ingresa con su equipaje aun en las manos, pero simplemente avanza hasta detenerse en la recepción.

Las manos le tiemblan y el nudo en la garganta comienza a formarse.

- Buenas noches. Vengo a ver a Adaeze Williams.

La voz de Husein parece relajada y nada atormentada. Todo lo contrario, a lo que realmente siente en su interior.

- Su nombre, por favor. – Pide amablemente la mujer en la recepción.

Su elegante porte y la blusa escotada habría llamado la atención de Husein en otras circunstancias, sin embargo, su mente en este momento tiene dueña, y no es la mujer frente a él con un tatuaje en el antebrazo izquierdo.

- Husein Fernsby.

La mujer teclea rápidamente en la computadora junto a ella y después de lo que parece ser diez minutos ante la perspectiva de Husein, pero siendo realmente solo un par, la mujer le entrega un gafete de visitante.

- Avisaron que vendría señor Fernsby. La paciente se encuentra en el tercer piso. Un especialista se encuentra en este momento junto a ella y será de ayuda por si la paciente se pone violenta.

- ¿Violenta? ¿Adaeze atacó a alguien?

La sorpresa en la voz de Husein era notoria. Él no creí que Adaeze fuera capaz de lastimar a alguien. La dulce niña que él conoció había rescatado a una pequeña ardilla que había atropellado un auto. La había cuidado varios días hasta que finalmente había muerto. Adaeze había llorado durante horas, en las que Husein la había consolado y estado junto a ella mientras enterraban al pequeño animal en un agujero que había excavado Husein en el jardín trasero de su casa.

Pero esa dulce niña había crecido en el peor ambiente posible y ya no era la misma que Husein conoció hace años.

- Disculpe señor Fernsby no estoy autorizada para dar ninguna información médica de la paciente.

La mujer muestra profesionalismo y amabilidad al hablar, por lo que Husein ya no puede seguir preguntando sobre Adaeze cuando es evidente que la mujer no dirá nada más.

Husein con una sonrisa forzada agradece a la mujer su amabilidad y camina en busca de un ascensor.

¿Cómo sabían que vendría? La pregunta le había llegado de sorpresa a Husein. Pensaba que de seguro el detective se había encargado de alertar a su amigo policía y este último, al hospital.

Las puertas del ascensor se abren y Husein camina fuera de este. Un hombre de mediana edad con una bata de color blanco se encuentra de pie a unos pasos de él.

- Señor Fernsby, es un placer conocerlo. El detective Reynolds me informó de su llegada a la ciudad.

¿Acaso el detective tiene amigos en todas partes? Pensaba Husein.

- Buenas noches. – Saluda cordialmente Husein.

- Soy James Daft, lo guiaré hasta donde se encuentra la señorita Adaeze Williams. Mi colega, la Doctora Candace Beaufoy, se encuentra en este momento junto a ella. Le recomiendo que se relaje antes de ingresar a la habitación. Se le diagnosticó trastorno de estrés postraumático.

- ¿Qué significa eso? – Pregunta Husein.

Había escuchado de eso, pero Husein jamás había lidiado con alguien que lo padezca, por lo que no sabe cómo actuar en presencia de Adaeze.

Él solo quería poder abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero ahora sabe que no podrá simplemente acercarse y abrazarla como él hubiera querido.

- Adaeze tiene arrebatos de ira, vive con constante miedo, por lo que se encuentra en un estado de alerta todo el tiempo. Duerme pocas horas al día y eso causa cansancio extremo en su cuerpo. Se ha negado a hablar con alguien, no respondió a ninguna pregunta de los oficiales. Solo pudieron conocer su nombre gracias a que la doctora Beaufoy se comenzó a ganar su confianza y Adaeze dijo su nombre.

Cada palabra se sentía como estacas en el pecho de Husein. Adaeze había sufrido tanto y la culpa seguía creciendo en su interior.

- ¿Cómo supieron que se trataba de Adaeze Williams?

- Bueno el nombre no es muy común y la alerta de una mujer desaparecida de nombre Adaeze Williams llegó a la base de datos de la policía. Cumplía con todas las características. Mujer de diecisiete años con cabello castaño y ojos azules. Pero la marca de quemadura en su pierna fue la clave para determinar su identidad.

Por primera vez en toda su vida, Husein había estado agradecido con la madre de Adaeze por haberle hecho esa quemadura, ya que gracias a esa marca pudieron reconocerla.

- ¿Puedo verla ahora?

La desesperación en la voz de Husein no se ocultaba, por lo que el doctor simplemente asiente con la cabeza y prosigue a guiar a Husein.

Husein sentía como el corazón trataba de salir de su pecho y una gota de sudor comenzaba a caer por su frente.

Se encontraba a segundos de verla después de todo este tiempo y sin embargo no se sentía feliz. Después de conocer el diagnóstico mental de Adaeze se había sentido destrozado y aun que moría por abrazarla simplemente sabía que no podía.

La caminata hacia la habitación donde se encontraba Adaeze había durado una eternidad y aun así Husein quería que durara más tiempo. No sabía con qué se encontraría detrás de la puerta. Adaeze ya no era su Adaeze, la mujer tras la puerta era alguien que había sufrido lo que nadie debería sufrir jamás y sin embargo ella había sido tan fuerte como para soportar todo lo que vivió durante años.

- Una cosa más señor Fernsby.

Habla el doctor antes de abrir la puerta frente a ellos.

- Adaeze tiene varios golpes en todo el cuerpo y algunas quemaduras. Puede llegar a ser un poco impactante la primera vez que la vea.

Un sudor frío recorre la espalda de Husein mientras se prepara mentalmente para lo que pueda encontrarse.

El Doctor Daft abre la puerta después de dar un par de golpes con la mano. Entra a la habitación dejando a Husein en la entrada y dándole un poco de tiempo para ingresar.

Husein toma una gran bocanada de aire y camina lentamente dentro de la habitación.

La habitación se encuentra completamente iluminada gracias a dos grandes ventanales con vistas a la ciudad y por supuesto a las luces artificiales encendidas dentro de la habitación. Hay unas cuantas plantas decorando y dándole una armonía al ambiente. Una mujer de alrededor de cincuenta años se encuentra sentada en un gran sofá de color blanco con una libreta y un lápiz en sus manos justo frente a Husein, a unos cuantos pasos de distancia. Detrás de ella se encuentra un gran librero que ocupa todo el espacio de la pared. Libros de todos los colores con títulos con palabras que Husein no comprende se encuentran cuidadosamente ordenados.

Su largo cabello rubio se encuentra perfectamente peinado y los lentes le hacen parecer una mujer mucho mayor de lo que realmente es.

La mujer al verlo entrar lo saluda con una amplia sonrisa y se pone de pie.

Husein observa a la doctora unos segundos, pero inmediatamente se concentra en la mujer sentada con las rodillas en su pecho que se encuentra en un sofá similar al que se encontraba la doctora hace unos segundos. Sus brazos abrazan fuertemente sus piernas y su rostro se encuentra detrás de sus rodillas, cubriéndolo junto a su largo cabello castaño.

Solo es visible desde sus ojos hacia arriba y se encuentra mirando sus descalzos pies. Una mancha en tonos rojos y morados cubre su ojo izquierdo, lo que provoca que Husein sienta una mezcla de tristeza e ira.

Viste un pantalón deportivo de color negro y un gran buzo de color café que cubre toda la parte superior de su cuerpo a excepción de su cabeza.

Sus brazos y piernas cubiertas impiden que Husein pueda apreciar los moretones y quemaduras de los que hablaba el doctor Daft.

- Es un placer conocerlo señor Fernsby. El detective Reynols nos habló sobre usted.

Con un rápido apretón de manos Husein saluda a la doctora.

“Confirmado, el detective tiene amigos en todas partes”. Pensaba Husein.

La mujer camina de vuelta al sofá e inclina su cuerpo en dirección de Adaeze.

- Adaeze quizá y no lo recuerdes, pero hace años tenías un amigo.

Adaeze se mantenía con la vista en sus pies, ignorando por completo a la doctora.

- Ese amigo esta hoy aquí y quiere ayudarte.

Adaeze levanta la mirada hacia la doctora, atenta a las próximas palabras que dirá.

- Él quiere verte y cuidarte. – Habla la doctora con una gran sonrisa en su rostro al percatarse que tiene la atención de Adaeze.

Adaeze comienza a mover su cabeza ligeramente de un lado al otro mostrando su descontento con la idea de ver a otro desconocido.

- Sabes que no te obligaría a nada Adaeze, pero espero que al menos le des una oportunidad. Él viajó hasta aquí solo para verte y simplemente quiere conversar contigo. Yo estaré aquí todo el tiempo y si te sientes amenazada simplemente lo echaré de aquí, ¿de acuerdo?

La doctora le guiña un ojo a Adaeze con una gran sonrisa en los labios y unos segundos más tarde ella asiente con la cabeza, aunque se muestra descontenta con la idea.

La doctora gira su cabeza hacia Husein y le invita a acercarse.

Los nervios comienzan a hacer estragos en Husein, pero aun así camina lentamente hacia Adaeze y observa como la doctora se levanta del sofá para que Husein ocupe su puesto.

En un principio Husein no acepta la invitación de sentarse en el sofá de la doctora, pero una vez que observa como ella camina hacia un gran escritorio que Husein no había visto, ya que se encontraba detrás de la puerta aun abierta, este acepta y toma asiento en el sofá. La doctora toma la silla detrás de su escritorio y con gran facilidad la lleva hasta estar a medio metro de Adaeze y a un metro de Husein.

- Adaeze solo escucha lo que tiene que decir, ¿de acuerdo? – Habla la doctora.

Un sonido llama la atención de Husein y observa como el doctor Daft sale de la habitación mientras cierra la puerta.

- Yo… no sé cómo comenzar. – Los nervios le impiden hablar a Husein con franqueza y simplemente se limita a observar a Adaeze, quien mantiene nuevamente los ojos en sus pies.

- Puede comenzar por su nombre. – habla la doctora, dándole ánimos con una cálida mirada.

Husein suspira y trata de relajar sus nervios. Todo había quedado en completo silencio y se podía escuchar los latidos del agitado corazón de Husein.

- Adaeze. – Habla y ella lo ignora por completo. – Soy Husein.

Adaeze dirige su mirada de inmediato hacia Husein. Nota como la atención de ella se encuentra completamente en él, así que Husein se concentra en seguir hablando.

- Espero que me recuerdes. – Una sonrisa forzada asoma en los labios de Husein. – Jugaba contigo hace años. Me visitabas todos los días desde que nos conocimos.

Husein siempre había sido una persona fuerte y que no lloraba casi nunca, pero a raíz de conocer la realidad de Adaeze había llorado casi todas las noches culpándose. Las lágrimas comenzaban a amenazar con regarse por sus mejillas, pero no permitiría que Adaeze lo viera como una persona débil.

- Durante años creí que tu madre te había arrebatado de mi lado, pero ahora sé que no fue así. Siempre pensaba en ti y en el día en el que te volvería a ver.

Ya no había vuelta atrás. Husein había comenzado con sus disculpas y no se detendría hasta conseguir el perdón de Adaeze.

La culpa había atormentado su mente y jugaba con sus sentimientos. Durante horas se sentó sobre su cama pensando en lo que sucedería este día y sin embargo, jamás pudo concretar las palabras que quería que salieran de su boca una vez que la pudiera mirar a los ojos.

- Me siento culpable por nunca haber visto las señales de maltrato en tu cuerpo. Si hubiera sabido que tu madre te golpeaba y que ella te había quemado con una plancha apropósito y no accidentalmente, como me habías dicho, entonces te hubiera llevado a vivir conmigo, lejos de tu madre y lejos de todo lo que te pudiera lastimar.

Las mejillas de Husein se habían empapado de lágrimas y el corazón estaba a punto de salirse de su pecho. El pensamiento de no querer verse débil se había esfumado por completo y solo le importaba tener a Adaeze a su lado de nuevo.

La culpa no lo había dejado dormir en días y el sentimiento de odio hacia los captores de Adaeze había llenado su corazón.

“Adaeze estuviera en el instituto en este momento si hubiera visto las señales”. Se decía a sí mismo Husein.

“Adaeze sería feliz si no fuera por mi culpa”

Tantos pensamientos negativos inundaban la mente de Husein y cada segundo se sentía peor.  Ya no podía vivir con la culpa, ya no soportaba tener esa carga en sus hombros.

Husein se derrumba por completo ante Adaeze y se arrodilla frente a ella.

Sus hombros caídos muestran una clara derrota en su autoestima. Las lágrimas se derramaban en el piso y Husein simplemente veía a Adaeze en busca de perdón.

- Por favor perdóname Adaeze. Debes odiarme ya que por mi culpa te raptaron y te hicieron daño.

El recuerdo de todo lo vivido detona algo en Adaeze y ella comienza a llorar oculta tras sus piernas.

- Te amé desde que eras niña y aun así destruí tu vida al dejarte seguir viviendo con la mujer que tanto daño te hacía.

La voz de Husein se encontraba cargada de sentimientos que no podía expresarlos todos a la vez.

Se culpaba por cada golpe que Adaeze había recibido todos estos años, a pesar de que él no había sido quien había levantado su mano con violencia contra Adaeze.

- Te imploro de rodillas Adaeze, por favor perdóname.

Cada lágrima era acompañada por una desesperación aguda de parte de Husein por conseguir el perdón de Adaeze.

Adaeze no soportaba el hecho de ver a Husein de rodillas totalmente dado por vencido mientras lloraba y suplicaba un perdón por algo de lo que era inocente.

Sus brazos agarrados fuertemente entre ellos alrededor en sus piernas se debilitaron. Cayeron sobre el sofá junto a sus pies al piso y por una vez en tantos años se sentía dispuesta a darle una oportunidad de confianza a alguien.

- Husein.

La voz de Adaeze había sido escuchada muy pocas veces en el trascurso de los últimos años. Había hablado con la doctora al decirle su nombre solo para que la policía pudiera saber su identidad, pero ahora tenía al amor de su vida frente a sus ojos y no se sentía preparada para correr a sus brazos como tantas veces había soñado.

Las pocas veces que Adaeze había hablado eran para suplicar piedad o que la tortura terminase, ni siquiera ella recordaba lo que se sentía hablar o el tono de su propia voz.

La doctora se sorprende al escuchar por segunda ocasión la voz de Adaeze y todo gracias al hombre llorando de rodillas frente a ella.

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