CAPÍTULO 2

¿Por qué había tenido que venir? Después de que Noah entrara y el Señor Gabriel me preguntara más de mil veces la razón de mis lágrimas y yo le asegurara que el motivo no era su hijo, pasamos adentro a esperar a su esposa Anna y a los demás para pasar a comer.

Él me contó su día y como algunos de sus incompetentes empleados lo sacaban de quicio, palabras del, no mías; Por otro lado, yo también le conté mi día en la universidad, y como Emma me iba a dejar con dolores en mi delicada espalda.

Ahora todos los miembros de la familia Lambert se encontraban en el comedor y por desgracia me encontraba acompañándolos.

— ¿Por qué no te comunicaste con nosotros en las vacaciones Noah? —preguntó Anna, rompiendo con el inquietante silencio—. Hoy es la primera vez que te veo después de dos meses, se supondría que nos alcanzarías en Islandia, nunca sucedió.

—Quería desconectarme de Francia y de ustedes mamá. Los veo todos los días, a mi novia no, tenía que aprovechar los dos meses con ella.

—Quedamos en que tendrías el puto teléfono a la mano y que durarías un mes, esa fue la condición para que te fueras a Estados Unidos —Anna agarró la mano del señor Gabriel, evitaba que se enojara más de la cuenta.

Noah soltó bruscamente los cubiertos sorprendiéndonos a todos.

—Tenemos que hablar de esto enfrente de ella —me señaló, haciéndome sentir pequeña en mi puesto, tener varios pares de ojos puestos en ti no era algo muy agradable y menos en esta situación.

—Zeynep es como si fuera de la familia, otra hija más —me ruboricé al escuchar al señor Gabriel, la verdad era que siempre me trataban como una.

—Que irónico —rio sin gracia—. A mi novia, con quien llevamos más de tres años no la consideran parte de nuestra familia, pero si a ella…una desconocida.

—Sabes que queremos a Elena Noah —aclaró su madre en un tono suave.

—Pues no se les nota, ya les aviso que me iré a Estados unidos a vivir con ella.

—Sobre mi cadáver te iras con esa oportunista —me sobresalté al escuchar el golpe que el señor Gabriel dio en la mesa.

Volteé a mirar a Emma, logrando escuchar en un susurré un "Lo siento" de su parte. No tenía por qué, no era su culpa.

— ¿Ahora me prohibirán irme? —cuestionó levantándose, esto terminaría muy mal, por Alá que no—. Me prohibiste muchas cosas papá, tú y tu madre. Por su maldita culpa yo…yo

Note como sus ojos se pusieron vidriosos y una profunda tristeza se instalaba en su mirada, estaba expuesto y era un libro abierto en estos momentos.

Por impulso me levanté, sin siquiera pensarlo y Emma agarró mi mano negando.

— ¿Por mi maldita culpa que Noah? —inquirió entre dientes, él se levantó como también Anna.

—Gabriel no —dijo firme, pero su esposo solo tenía su mirada en Noah, ambos se desafían con ella. Tenían el mismo temperamento.

Los demás lo único que hacíamos era ser espectadores de este momento tan intenso, era la primera vez desde que estaba en sus vidas que discutían de tal manera tan intensa.

—Lo…lo recuerdo todo.

¿Qué recordaba?

Salió a paso rápido y sin siquiera pensarlo fui detrás de él. Se dirigía a paso rápido a su automóvil y corrí para alcanzarlo, me subí justo cuando iba arrancar, ganándome una mirada confundida por su parte.

—Bájate —gruñó.

—No me bajaré, no te dejare…no en este estado.

No respondió, solo arrancó su lambo y rápidamente nos alejamos de la mansión.

¿Qué estaba haciendo?

Agarró un camino y empezó a subir por una especie de montaña y media hora después, se detuvo en un prado.

Nos bajamos en total silencio.

Se recostó en el capó del auto y cerró sus ojos disfrutando de la suave brisa, hice lo mismo que él, encontrando este momento placentero, era como una terapia de relajación.

Ahora entendía porque había venido hasta acá, no se escuchaba nada más excepto el sonido del viento y varios pájaros.

—Hace una hora atrás te trate de la peor forma y ahora estás aquí… ¿A qué juegas Zeynep Aslanbey?

— ¿Por qué piensas lo peor de mí? —abrí mis ojos encontrándome con la mirada de Noah escudriñándome, me intimidaba su forma de mirarme.

—Las únicas tres razones por las que las chicas se acercan a mis hermanas —enumeró—. Por el dinero, nuestro apellido o porque quieren tener a unos de sus hermanos.

— ¿Piensas que yo estoy por la primera? —quise saber.

—Pienso que eres muy astuta Zeynep.

—Quiero mucho a Emma, Alá sabe que lo que digo es cierto. Es la única amiga verdadera que he tenido en toda mi vida. Es mi mejor amiga y gracias a ella he sentido y presenciado el verdadero amor de una familia. No sería capaz de utilizarla para algo como eso.

No dijo nada, nos quedamos un largo rato en silencio hasta que nuevamente Noah decidió romperlo.

— ¿Por qué estás aquí sola?, ¿por qué te fuiste de tu país? Aun no entiendo como dejaron que estuvieras sola en un país muy diferente al tuyo.

— ¿Por qué te estás comportando tan mal con tu padre? ¿Qué recordaste?

—No es asunto tuyo —respondió borde, lo que me hizo sonreír.

—Tampoco es asunto tuyo por qué estoy aquí sola.

Mordió su labio inferior viéndose realmente sexy en el proceso. Retiré mi vista de esa apetitosa boca, no quería que se diera cuenta de mi atracción por él.

— ¿Por qué huyes de mi mirada? —volteé a mirarlo confundida.

Que no se haya dado cuenta, Alá te pido que no.

— ¿Por qué tantas preguntas? —Cuestioné, aparentando un poco de enojo—. No me gusta ver tu horrible cara Noah, creo que le deberías de hacer un favor al mundo al no salir más.

Se levantó acercándose hasta mí, me recosté un poco para no estar tan cerca suyo, pero al ver que me apartaba, más se acercaba terminando así acostada totalmente en el capo de su auto y el encima de mí.

Esto era mucho. Su cercanía, nuestros cuerpos juntos, su respiración golpeando mi rostro, su mirada, su aroma. Simplemente era mucho para mi débil corazón que golpeaba con fuerza en mi cavidad torácica.

¿Qué era respirar?

Algo demasiado sobrevalorado en un momento como este.

—Respira Zeynep, así —inhaló y exhaló lentamente mostrándome—. Es fácil, ¿cierto? me disculpo, ese es mi efecto en las mujeres…tienes que saber controlarlo.

—Aléjate —ordené tratando de hablar firme, pero falle en el momento, había salido más como una súplica para que no se alejara.

—Con respecto a lo que dijiste antes, tranquila, tal vez se te cumpla tu deseo.

Se levantó y jaló de mi para levantarme.

— ¿Qué quieres decir con ello?

—No creas que te trataré mejor después de esto —hizo caso omiso a mi preguntó—. Seguiré tratándote igual y tú…tú sigue queriéndome en silencio.

Abrí mis ojos como platos al escucharlo decir lo último.

¿En todo este tiempo él era consiente de mis sentimientos hacia él?

—Algo que ya debes de saber Zeynep, es que yo lo sé todo.

[…]    

— ¿Ahora qué harás?

—Buscaré un apartamento más barato y llegaré a fin de mes, eso haré.

—Lo que te ganas en la academia no es suficiente y lo sabes —agarré una almohada de su cama y hundí mi rostro en ella, grité con todas mis fuerzas liberando toda la frustración que tenía—. Puedes vivir aquí, no habría problema. Ya sabes que mis padres te adoran.

Alcé mi rostro al escucharla decir semejante disparate.

¿Acaso bromeaba? No podría vivir bajo el mismo techo que su hermano.

—Prefiero dormir en uno de esos suburbios peligrosos que aquí —dije obvia.

— ¿Tan mal sería vivir con nosotros? —oh no. Negué rápidamente.

—Sabes porque lo digo, desde hace una semana he triunfado en evitar toparme con tu hermano, si viviera aquí me lo encontraría hasta en el baño.

—Cada uno tiene su baño, a menos que quieras ir y verle de… —insinuó pervertidamente.

—Oh cállate —le tiré una de las tantas almohadas que se encontraban en su cama, aterrizó directo en su rostro.

— ¡Me las pagaras Zeynep! —se levantó de su silla, luz verde para que saliera corriendo hasta la puerta, Ethan entraba justo en ese momento, así que aproveche y me escondí tras él.

—Protégeme de tu malvada melliza.

—Ya llegó tu sexy príncipe su majestad, derribaré al horrible ogro que tenemos enfrente.

Entre risas se dirigió a Emma, la agarró y tiró en la cama para comenzar con la tortura de cosquillas. Ya había pasado por esa tortura.

Aproveché el momento para salir de la habitación por un vaso de agua. Se suponía que solo estamos, Emma, Ethan, Sofia y yo, así que no debía preocuparme por Noah.

Cuando estaba por entrar a la cocina escuché unos ruidos, caminé cautelosamente para saber de dónde provenía. Mi boca formó un oh de sorpresa al ver semejante escena.

Sofia se encontraba entre los brazos del mejor amigo de Ethan, se besaban como si no hubiera un mañana.

Por Alá, ella todavía era una niña, apenas tenía doce...era la menor de los hermanos.

—Sofia

Ellos se detuvieron abruptamente. Ambos me miraron con sus rostros pálidos, habían sido vistos y agradecí que no hubiera sido alguno de sus hermanos, matarían a este hombre, y a ella, seguro el señor Lambert la mandaría a un internado.

—Ze…Zey…Zeynep.

—¿Ustedes son novios? —pregunté. Ambos negaron rápidamente, no pasé por desapercibido la desilusión en los ojos de Sofia—. ¿Por qué estaban besándose entonces? Ethan pudo verlos.

—Por favor no les digas nada a nadie —vino hasta mi—. Te lo pido Zeynep, lo mataran si lo llegan a saber.

—No diré nada, pero esto tiene que acabar aquí, eres muy pequeña y él es muy mayor para ti.

— ¿Quién es mayor para ella?

Me tensé inmediatamente, Sofia me suplicó con la mirada que no dijera nada y el chico solo observaba fijamente a la persona detrás de mí.

—No lo volveré a repetir, así que responde Zeynep.

Me volteé lentamente mientras pensaba que podría inventar para salir de esta situación.

¿Por qué había bajado a tomar agua?

—Un amigo del colegio —se adelantó el chico, no podía recordar su nombre—. Le estábamos dando consejos a esta pequeña, ahora nos vamos, tengo que ir con Ethan y ella tiene tareas por hacer.

Traidores.

Me habían dejado sola con Noah y era lo último que quería.

— ¿Acaso el idiota no sabe que Sofia estudia en un colegio femenino? —traté de no mostrarme sorprendida, pero sabía que había fallado—. Dime Zeynep, ¿con que intensidad se besaban?

—No.

— ¿No qué? —alzó una de sus cejas y cruzó sus brazos—. Sofia tenía el aspecto de alguien después de una larga sesión de besos, él tenía una notable erección. ¿Sabes también lo que pude percibir? —Negué levemente—. El futuro olor a sangre.

— ¿Qu-Qué quieres decir?

—Nadie se mete con mis hermanas, y menos con mi niña.

Su mirada era dura, ¿Acaso era una indirecta para mí?

—Tú no eres un asesino Noah —susurré un poco asustada.

—No, no lo soy. Pero, cuál es el padre, así los hijos salen.

Pasó por mi lado, chocando levemente nuestros hombros, no reaccioné por varios minutos hasta que el sonido de mi celular me saca de mis pensamientos.

¿Qué había querido decir con eso?

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