Capítulo cuarenta y dos.

Di otro trago a la botella de cristal que contenía el líquido ambarino, disfrutando del escozor que producía en mi garganta al pasar por ella.

Estaba confinada en la habitación que compartía con Arwood en el castillo en ruinas, Mathyas dormía plácidamente sobre mí, a veces hablando en sueños o moviéndose. Mientras tanto me emborrachaba en nombre de Korbin, pues no podía dejar de pensar en él y en su incierto destino.

La vena del lado izquierdo de mi cuello dio un tirón, anunciándome la presencia de un hombre lobo en la habitación. Inhalé hondo y abrí los ojos al percibir el aroma de Abraham.

— ¿Vienes a regodearte de mi sufrimiento?—Inquirí con una sonrisa amarga y volví a beber de la botella, acabándome su contenido.

—Nunca me ha gustado verte sufrir, Hope, y lo sabes. —Se sentó

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