Capitulo 4

Pude sentir los rallos del sol entrar por mi ventana, mi cuerpo aun estaba húmedo, pero la peor parte se la ganó el saco de Adrián. Me llené de vergüenza, pero no me arrepentía, me sentía tan relajada y renovada, como si verdaderamente, él hubiera estado en mi cama.

La rutina siguió de manera normal, después de refrescar mi piel bajo la ducha, me observé al espejo y pude divisar, una pequeña marca en mi cuello, tomé algo de maquillaje para cubrirla y así, seguí con mi día, como si la noche anterior, solo hubiera sido un sueño, una dulce pesadilla que torturaba mis entrañas.

Llegué a la florería y luego de ingresar, la puerta se abrió de tras de mí.

-Muy buenos días amiga- Allí estaba ella, con su hermosa sonrisa, llena de vida y luz.

-Laura. No te esperaba tan temprano-

Pude ver su dulce rostro de disgusto- ¿Acaso mi amiga no quiere desayunar conmigo? –

-Vamos Lau, no me digas eso-La tomé del brazo-Ven, tengo que contarte algo-

Nos sentamos en la cocina del local y, comencé con el relato sin dejar pasar un solo detalle.

El rostro de asombro en la cara de Laura, se reflejaba con cada palabra, hasta el punto de hacerla sonrojar.

-No lo puedo creer- Enmudeció por unos segundos-En verdad no puedo creerlo-

-Yo, no se-

-En verdad no entiendo a ese hombre, se que te gusta mucho, pero a la vez no estoy muy convencida, creo que debes empezar a ser mas consciente de lo que está pasando. Apenas lo conoces y aparenta ser completamente diferente, a lo que te mostro la primera vez-

-Lo siento- tape mi rostro con mis manos- No sabía qué hacer. Estaba tan sorprendida, nerviosa, asustada. Él hace que mi cuerpo no reaccione, como si no pudiera negarme–Suspire-Estoy tan frustrada, dejo de tener el control cuando está cerca-

-Amiga-Se acerco a mí-Se que no puedes explicar todo lo que te esta pasando en este momento, como ya te dije, solo tienen que caer en la realidad, nada más-Me abrazo con fuerza-Solo recuerda, que pase lo que pase, aquí me tienes-

Sus palabras me llenaron el corazón, necesitaba un poco de su cariño. Mi dulce Laura, siempre sabe cómo calmar mis caóticas inseguridades.

El día paso rápidamente, ya estaba a punto de cerrar cuando la puerta se abrió.

Ese bello y tan formado cuerpo, en ropa informal era alimento sagrado para mis ojos. Una simple remera de color blanca al cuerpo, pantalones sueltos, zapatillas deportivas grises, lentes negros y una media sonrisa dibujaba en su hermoso rostro.

-Clara-Se quito los lentes-He estado pensando mucho en ti, se acercó al mostrador, apoyando los lentes y una de sus manos en él, no podía creer la diferencia de altura entre nosotros. Tomó mi mentón, con solo dos de sus largos dedos, haciendo que mis ojos se clavaran en su rostro, no podía ocultar mi sonrojo.

Relamió sus labios- Quería verte-Sonrió de lado.

-Adrián- Las palabras se me entre cortaban- Yo. Nos conocemos hace poco- No sabía que estaba diciendo en realidad.

-Si quieres podemos conocernos mejor-Pasó hacia mi lado del mostrador- Ya te dije, no voy a comerte, hasta que me pidas que lo haga-

Una de sus manos se acomodo en mi cintura, mientras con la otra acariciaba mi rostro. Pude sentir como la distancia entre nosotros se hacia cada vez menos, hasta que nuestros cuerpos estuvieron pegados.

Nuevamente el deseo, otra vez mi cuerpo se ponía en piloto automático, mientras su voz hacia eco en mi mente.

-Clara. Pídelo- Su nariz se pegó en mi cuello. Lo sentía oliéndome mientras se movía de arriba abajo-Pídelo-susurro.

Lo sentía, su corazón latiendo al ritmo que el mío, sus manos bajando lentamente por mi espalda, hasta llegar a mis muslos, para luego levantar lentamente mi vestido con la yema de sus dedos.

Otra vez una situación que parecía un deja vu.

El calor comenzaba a aumentar cada vez más, mi piel se erizaba al tacto y mis ojos se entrecerraban por el deseo. Estaba al borde de mis sentidos, mientras el roce de su entrepierna dejaba en evidencia, su enorme necesidad de placer.

No pude notar el momento en que sus dedos, comenzaron a explorar mi ser, de manera suave y caótica a la vez, explorando cada rincón. Tapé mi boca para no dejar escapar ningún sonido.

-No lo hagas-Dijo, mientras quitaba mi mano, para luego lamer mis labios- deja que tu cuerpo hable-

Pude ver su rostro sonrojado y sus ojos llenos de deseo ya los había visto.

Una punzada cruzó por mi cabeza.

-Pídelo-Dijo jadeante.

No podía, las palabras no salían, en verdad lo deseaba, pero estaba tan agitada, que no podía hablar, iba cada vez más profundo, cada vez más rápido.

Me levantó en el aire, para ponerme sobre el mostrador, y llevó sus dedos a la boca, saboreando de cada uno de ellos, la muestra de mis deseos.

Se inclinó un poco, mordiendo mis piernas, arrasando con todo a su paso, hasta llegar a ese lugar, el cual antes era mimado por sus dedos, pero esta vez era su lengua.

No pude evitar el gemido de placer que escapó de mis labios, mis piernas comenzaron a temblar y mi espalda se arqueaba involuntariamente.

Necesitaba un poco más. Levanté con duda una de mis manos temblorosa, para posarla en su cabeza, esto solo lo hizo ir más profundo, mientras observaba mi rostro, con esos azules témpanos llenos de pasión.

-Pídelo Clara-Nuevamente el eco de su voz.

-Yo- estaba decidía, lo quería.

Un ruido tras la puerta de entrada, nos apresuramos a volver a la realidad, pero Adrián no se incorporo como creí que lo haría, el se metió debajo del mostrador de madera, para continuar con lo que estaba haciendo.

-Lo siento señorita-Dijo una mujer al entrar a la florería-Creí que ya no había nadie, pero, al no ver el letrero de cerrado en la puerta, decidí probar suerte he ingresar-

-Di..game-El tartamudeo era incontrolable- traté de estar lo más seria y serena posible.

-Señorita ¿Se siente bien? Esta roja y sudando ¿Tiene fiebre? -

-Señora, por favor- Rogué agitada-Está cerrado, necesito…-no pude terminar la frase.

-Niña ¿Quieres que te lleve a un hospital? -En verdad se veía preocupada.

-No… solo entienda que esta cerrado-Dije firme, mientras estaba por llegar a mi limite.

La mujer se enfadó-Pero que jovencita tan grosera- Y se fue azotando la puerta.

Arroje mi cuerpo hacia delante, dejando escapar todo lo que había estado conteniendo.

Adrián se levantó, lamiendo sus labios y dedos, para luego apoyarse en mi espalda con su enardecido cuerpo, tomó mi cuello con su mano, para levantar mi rostro a la altura de su mejilla. Mi espalda absorbía todo el calor que emanaba de él.

Se acercó a mi oído y susurro- Se que lo pedirás. Se que rogarás- Lamió mi mejilla y con la mano aún en su boca, me dedicó una última mirada y se fue.

No podía moverme, me quedé es esa posición, completamente inmóvil, tratando de recuperar el aliento, mi cuerpo estaba lleno de un sinfín de sensaciones, mis piernas no se enderezaban, por más que lo intentara.

Paso media hora para poder reponerme. ¿Cómo podía ser que esto fuera real?

Estaba a un paso de suplicar por su cuerpo, el limite a cruzar era tan frágil, al punto que quería gritar, pero las dudas me invadían, no quería salir lastimada.

Este sentimiento era real, amor, deseo, pasión, locura, por una persona a la cual solo había visto unas cuantas veces, alguien que me llevaba de la mano por un camino sin retorno.

Necesitaba hablar con él, expresar que mi corazón no solo busca placer, quiero saber quien es en realidad, gritar que se convirtió en el dueño de mi alma, desde el primer momento en que lo vi, que sepa que estoy dispuesta a lanzarme al vacío, si así él lo quisiese.

La ansiedad gano esta vez.

¿Y si solo está jugando conmigo?

¿Y si entrego todo y luego vuelvo a estar sola?

Soy capaz de suplicar por su presencia.

¿Qué debo hacer?

Quiero que me vea y sepa cuanto lo amo.

Quiero ver algo mas que lujuria en sus ojos.

Pude sentir una gota tibia recorrer mi mejilla.

¿Por qué estoy llorando?

Lagrimas salían, sin ninguna explicación.

No por favor.

Comencé a secar mi llanto rápidamente, pero no podía detenerlo.

No por favor.

Ya no podía esconder más esta frustración, este dolor. Deje de luchar y tape mi rostro con las manos para ahogarme en lágrimas, desahogando mis miedos, como si fuera una niña pequeña.

Me dolía, me dominaba, me llenaba de miedos. Sentía que mi corazón se partía en mil pedazos. El simple hecho de pensar, que solo soy un simple juguete, un pasatiempo sin valor, destrozaba mi alma.

Trate de calmarme y pensar un poco en frio.

No. Él no está jugando conmigo, estoy segura.

Esto es amor, sé que él hace todo esto porque me ama.

Este sentimiento, esta conexión, es algo más.

Él me ama de la misma manera o quizás hasta más, de lo que lo amo yo.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro, pero la lagrimas no dejaban de caer.

Él no va a dejarme, sé que no. Y yo estoy segura que no voy a soltarlo, pase lo que pase, es mío y yo soy suya.

Mi cabeza comenzó a dolerme.

Estaremos juntos pase lo que pase. Seremos uno, nos fundiremos en un solo ser, dejando que nuestros corazones se fusionen en uno.

La migraña aumentaba, esto es seguro, debido al llanto.

Sera mío y yo seré suya ahora y siempre.

Mi amado, mi único, mi principio y mi final. Mio, mío, mío y de nadie más.

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