Pecado (sometidos 1)
Pecado (sometidos 1)
Por: Tally Mora
Un sueño

Estoy en una habitación. Una chica esta a mi derecha hablando con mi hermana Judith. Ambas me miran y murmuran entre ellas, no las escucho, mis oídos parecen estar tapados. Intento acercarme a ellas, pero una mano me detiene. Es Giselle, pero su cara es diferente, más joven que la de la última vez.

—Jane… Jane —Susurra tocando mi rostro. Se lo permito, su contacto me agrada, es cálido—, fue ella, ella lo hizo.

—¿Quién? —le Pregunto confusa.

—…

(Actualidad)

Un agudo ruido me hace dar un salto en la cama. Fue una pesadilla, sólo eso. Grito de impotencia. Hace cinco años el mismo sueño se repite una y otra vez. He soñado tanto con Giselle, la chica por la cuál me acusaron de asesinato que recuerdo su rostro, todas sus impresiones.

Me levantó y me dirijo al cuarto de baño. Antes, miro la fecha y quedo petrificada. Hoy es mi primer día de trabajo en una cafetería y solo faltan 20 minutos para que empiece mi turno. Me meto a la ducha, me doy una baño rápido y me visto con un simple vestido.

—¡Mamá! 

Reviso la cocina para despedirme de ella, pero al ver que no está, me dirijo a la puerta, al pasar por el salón veo una foto de mi hermana Judith. Sonrió con nostalgia, sigo extrañadola como el primer día, pero sé que está conmigo, en cualquier lugar.

Cuando llegó a la cafetería. Me recibe el dueño de esta.

—Llega 2 minutos tarde, señorita Stanley. Tendrá que trabajar dos horas más para reponerlos.

Lo miro incrédula.

—Pero, ¿qué me dices? Solamente he llegado 2 minutos tarde.

—Son las reglas señorita. Limítese a trabajar y a cumplir sus horarios.—Dice cortante. Quiero estamparle la libreta que tiene en la mano en la cabeza, pero si lo hago me quedo sin trabajo.

—Serás borde —Según digo eso sé que me he pasado. Su mirada incrédula me lo hace saber. Empecé mal, muy mal—. Está bien, disculpa.

Empiezo mi turno, adaptándome a las máquinas viejas de todo el lugar. Pero a las pocas horas de acabar mi turno, una de las máquinas dónde estoy preparando un chocolate caliente hace un estruendoso ruido y vota humo por atrás. Asustada llamo a Will, un compañero que atiende la barra.

—Se quemó. —Anuncia revisándola—. La cápsula esta mal puesta, se mojaron los cables de atrás.

Me muerdo las uñas, asustada. En eso veo al señor Suárez venir hacía nosotros, me enderezó.

—¿Qué pasó? —Le pregunta directamente a Will.

—Jane a quemado una de las máquinas por accidente.

El señor Suárez me mira. Luego, trás llamar a un técnico por teléfono me dice que lo acompañé a su despacho. 

Lo sigo y una vez en el lugar, tomamos asiento.

—En tu primer día haz llegado tarde y haz quemado una de las máquinas. —Razona mirándome con el gesto serio.

Cruza las manos sobre el escritorio.

—Lo siento. —Susurro apenada.

—No puedo tenerte aquí, estás despedida y no pienso pagarte el día. Adiós, señorita Stanley.

No esperaba que lo hiciera, de hecho me extraña que no me pidiera pagarle la máquina.

Me despido de los chicos apenada y cuándo me dispongo buscar un taxi para regresar a casa mi iPhone suena, un mensaje de Félix:

Mensaje de Félix a Jane. 4.55 pm

Oye Catwoman, necesito hablar con alguien o me volveré loco 

¿Cenas conmigo? Yo invito.

Sonrió. Félix y sus problemas de adulto. En los últimos años él ha ocupado el lugar de mis hermanos. Puedo hablar con él durante horas y siempre me da su punto de vista. No me juzga, no se mete en mis asuntos. Me aconseja, y en algunos casos me regaña. Dice que aunque ya soy adulta siempre seré como la niña sin dientes que conoció en la escuela. 

Mensaje de Jane a Félix. 5.00 pm

A las 9:30 en Grama Lounge.

Mensaje de Félix a Jane. 5.00 pm

A las 8:00. Tengo una sorpresa para ti.

Ignoro su último avisó, no me gustan la sorpresa, por lo tanto no me emociono ni me intrigo. Lo que si me saca de mis casillas es su extraño horario guiri ¿No puede cenar a las 9:30? 

A las nueve menos treinta, llego a Grama Lounge, el restaurante donde he quedado con Félix. Entro en el lujoso restaurante y busco a Félix, con lo puntual que es el seguro ya está aquí. Lo veo en una mesa retirará de la gente, eso me gusta, lo que me quiere decir es privado.

—Estaba a punto de marcharme, veo que hay cosas que no cambias. —Me espeta furioso una vez llegó.

—Ya me tienes aquí. Dime que sorpresa me tienes.

—Hay una empresa de licores Alemanes, necesitan una secretaria y pensé en ti. —Asiento dándole paso para qué continué. 

No tengo trabajo y quedarme en casa no es una opción, no porque me falte el dinero, mi madre y yo vivimos cómodamente, pero con 24 años no quiero ser mantenida por mamá.

—La entrevista es mañana, pero tendrías que enviar tu información personal como: Nombre, ciudad de origen y edad. Tu currículum.

—Lo enviaré, pero sabes que es difícil conseguir un trabajo tan grande siendo extranjera.

—Tienes todos los papeles al día, la residencia y el permiso, estas aquí desde los doce años, no creo que eso suponga un problema. 

Llega el camarero, ambos pedimos Atún en emulsión de vino tinto.

—¿Cómo te fue en la cafetería? —Pregunta.

Observo el vado de agua que descansa sobre su lado de la mesa.

—Mal, llegue tarde y quemé una de las máquinas. Me despidieron incluso horas antes de terminar el turno. Soy un desastre.

Suelta una carcajada. Me encojo avergonzada en el asiento. Él a diferencia de mi, es un gran diseñador publicitario.

—¿Como vas con el diseño del nuevo café?

—Los directivos quieren hacer un café con cereza, ¿puedes creerlo?

Arrugo el gesto.

—Ugh.

—Lo mismo hemos dicho en el departamento de diseños, pero ellos deciden. 

El mesero pone nuestro pedido delante de cada uno. Agradecemos.

—Mañana hay una carreta de Enduro, de hombres y mujeres.

—Sabes que no me gusta competir en ese deporte. 

Me llevo un bocado del Atún a la boca. Lo paladeo con gusto, rindiendome a la exquisita explosión de sabores. Félix se estira por encima de la mesa, y con uno de sus dedos retira un poco de salsa de la comisura de mis labios. Sonreímos. Se acomoda en su lugar y expresa:

—Lo sé, pero creí que el dinero te vendría bien. Son principiantes puedes ganarles como pan comido.

—Lo pensaré. 

—No se sí podré acompañarte, mañana estaré ocupado y tengo que recoger a Jessica en el aeropuerto.

Había olvidado por completo ese detalle. Mañana viene Jessica, una gran amiga de la infancia y amor platónico de Félix.

—Tranquilo, me irá bien de igual forma.

—Presumida —Sonrie—. Intentaré que me den el día libre, pero no prometo nada.

—Vale, entare bien. 

Terminamos la velada recordando cosas del pasado y haciendo planes para el fin de semana.

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