3-La visita de un caballero de fuego

Había pasado dos días desde que Èliàn y Neithan salieran de Mila y se dirigieran a Noha, una ciudad artificial ubicada en los límites de la galaxia Ols, donde se encuentra Shainy, a tres años luz de la vía láctea.

Élián se encontraba en su habitación, había estado viviendo en la casa de Neithan durante largo tiempo. Años antes vivía con su nana en la ciudad, pero ella desapareció y Élián no pudo regresar a la casa que había estado compartiendo con ella y tras perder el rastro de su madre decidió apoyarse en Neithan y mudarse con él. Shainy estaba casi desierto debido a los daños que recibió tras la invasión. Como muchos planetas atacados por El Emperador, perdió su capacidad casi total de sostener vida. Las pocas personas que lo habitaban debían mantenerse con mascarillas y bombas de oxígeno.

Su habitación era beige, tenía un balcón y unos grandes ventanales, tenía una cama grande y dos mesas pequeñas a los lados, también de color beige, las lámparas que alumbraban la habitación tenían la forma de una lágrima y estaban apostadas en las paredes, la puerta que daba al balcón se encontraba del lado derecho de la cama y la entrada en frente. Del lado izquierdo, cerca de la cama había un sofá beige y detrás, a un lado de la puerta del balcón, había una peinadora. Al otro lado de la puerta del balcón había una entrada, la del baño. Las puertas del balcón eran de vidrio y las cortinas, que también eran beige, estaban cerradas y se levantaban por el viento. Élián estaba sentada en el balcón, y los pies los tenía sobre las sillas que se encontraban ahí.

La puerta de su habitación se abrió, Neithan entró y ella no se dio cuenta de su presencia. El muchacho la miró durante un momento y luego cerró la puerta y fue hacia ella.

- ¿Dónde estuviste? - La muchacha se sobresaltó cuando lo escuchó, Neithan salió al balcón y se apoyó sobre el muro donde ella estaba sentada. – Disculpa no quise asustarte.

- No te preocupes. Es solo que no te escuché entrar. – Élián volvió la mirada de nuevo hacia el paisaje.

- Dijiste que fuiste a La Tierra. ¿Qué no era una leyenda? ¿Realmente existe? - Èliàn le sonrió.

- ¿La Tierra? Claro que es real. Se encuentra en la vía láctea. – su capa y su espada estaban sobre la cama. – a tres años luz de aquí aproximadamente. Es una galaxia casi deshabitada, sólo en La Tierra hay humanos.

- Humanos. – Hizo un silbido de sorpresa. – Y ¿Qué humanos son? Shaining, o siebras.

- No. – Dijo ella. – Son humanos terrestres, humanos nativos de allá No son como los de aquí. Se asemejan mucho a los shaining, y también a los Drake. – Ella lo miró. – ah, y había drakens ahí.

Neithan se sorprendió más aún y la miró.

- ¿Drakens? ¿En la vía láctea? Pero, ¿Qué hacían ahí? Ellos habían desaparecido del planeta. De Drake, ellos murieron. ¿No?

- Así era. – Dijo – Al menos era lo que pensábamos. – Volvió a mirar hacia el cielo. – En realidad huyeron tras el ataque de Mordana a Drake. Desaparecieron, no dejaron rastros y se ocultaron en La Tierra con el único propósito de no perder sus reliquias

- Lo imagino. – el muchacho miró hacia la ciudad. – los Drakens no son guerreros en realidad.

Èliàn rió.

- Te sorprenderías de lo que son capases los Drakens. Bueno. Los que reencarnaron. Es una historia larga pero realmente tuvieron que convertirse en guerreros.

- ¿A que te refieres? – Le preguntó Neithan con curiosidad. Ella lo miró.

- Alanna estaba ahí.

- ¿La hechicera? – Dijo el muchacho sorprendido. - ¿La viste? ¿Sigue viva después de tanto tiempo?

Èliàn rio con nostalgia y asintió.

- Hacía tiempo que no la veía. – La muchacha se bajó del balcón y fue hacia su habitación, luego se sentó en la cama, Neithan fue hacia el sofá. – Evolucionaron, se ocultaron entre los humanos de la tierra. Pero no todos murieron. Meithlan tuvo dos hijos y uno de ellos lo mató.

- ¿Su hijo? – Dijo el muchacho sorprendido. – Pero los Drakens no…  no son… así… como fue posible que el hijo de Meithlan lo matara.

- Tengo entendido que fue su hijo menor. Su nombre era Mot. Él no supo de su existencia hasta que volvió con el anillo de la madre de Ruth. Que también murió en manos de su hermano.

- ¿Ese tal Mot, destruyó a toda la raza Drake?

- No. Al igual que Ruth, Mot también tuvo hijos. – Èliàn rió. – Grandes hechiceros. De su hija menor aprendí el ojo azul.

- Lo que le hiciste a los felinos.

- Si. – Dijo la muchacha riendo. – Ella estuvo en contra de lo que hacía su padre, pero no pudo enfrentarlo sola. Aunque fuera muy poderosa, él la superaba. La otra si estaba a su favor., estaba loca. Y también tuvo un hijo varón. Y esto va a sorprenderte aún más.

- ¿Por qué lo dices? Que hay de malo en tener un hijo varón.

Èlián rió.

- No es sólo eso. Resulta que es hijo de un dragón.

- El hijo de Meithlan estuvo con un dragón. Nunca pensé que lo harían.

- No era lo común en realidad. También estaba Anny.

- ¿Tu prima? – dijo el muchacho más sorprendido aún. – La hija de Mordana en la tierra. Interesante. ¿Qué hacía ahí?

Élián rió.

- Esta es la mejor parte de todo. – La muchacha se levantó de la cama y comenzó a revisar su capa. De esta sacó dos rocas, una negra muy grande que parecía estar hecha de otras más pequeñas y una azul de cristal color azul.

Neithan se levantó sorprendido y miró las rocas que la muchacha tenía en sus manos.

- Esas son…

- Las reliquias de Drake y siete. – Ella rió. – La pirámide de cristal y los Subyac.

- ¿Cómo las obtuviste?

Ella se las entregó a Neithan.

- La pirámide de cristal estaba en manos de Alanna. Ni Anny ni Mot lo sabían. Los Subyac estaban en manos de Anny en un principio. Tengo entendido que cuando los hicieron dormir los Subyac se dispersaron por toda la tierra y abrió los portales hacia el mundo deshabitado de Drake.

Neithan miraba las rocas con algo de curiosidad.

- ¿Por qué no intentaron encontrarnos? – luego miró a la muchacha. - ¿Por qué no buscaron ayuda?

- Supongo que pensaron que podrían vencerlo, sólo que no contaban con la aparición de los Subyac.

- Ellos se los llevaron.

- Si. – Dijo la muchacha – Aunque en realidad los Subyac estaban ocultos en Shainy. Aún no se como pudo Mot encontrarlos desde La Tierra. Habían perdido contacto con esta galaxia.

Neithan puso las reliquias sobre la cama y comenzó a caminar de un lado a otro.

- ¿Quién cuidaba los Subyac en Shainy?

Èliàn iba a responder pero reflexionó durante unos segundos. Luego miró a Neithan.

- Mordana.

- ¿Mordana? – Neithan se detuvo y la miró sorprendido.

- Si. – Ahora era ella la que caminaba de un lado a otro. – Mordana era la sacerdotisa del templo de Shainy. Los Subyac estaban ahí por petición de Drake. Pero… – miró a Neithan. - ¿Cómo se conocieron? Mot y Mordana.

- No entiendo que relación podía haber entre Mot y Mordana. – Neithan reflexionaba y ella no decía nada. – Creo que hay algo más en todo esto. Alguien más. Para que Mot pudiera tener contacto con Mordana debía existir un medio.

- Mmm…. ¿Los Subyac?

Neithan negó con la cabeza.

- No. No lo creo. – Dijo. - Es algo más. Los Subyac estaban en el templo pero… - Neithan se interrumpió. Luego la miró. - ¿Cuándo obtuvo Mot los Subyac?

- No lo se.

- ¿Cuánto tiempo tienen el La Tierra?

- Pues, por lo que me dijo Alanna, según los años terrestres deben tener un siglo o casi dos.

- En esta galaxia serían… - Èlián le interrumpió.

- Algunos años antes del ataque de Shainy – La muchacha reflexionaba sobre las palabras de Neithan. – Cuando descubrieron a Mordana. – Afirmó.

- El día en que se llevaron los Subyac.

- Te estas acercando princesa. – Dijo alguien, Èliàn y Neithan se volvieron, Neithan puso la mano en la empuñadura de su espada y Élián tomó la de ella de la cama. Un hombre vestido de amarillo estaba frente a ellos.

- ¿Tú? – Dijo Neithan sorprendido.

- ¿Cómo llegaste hasta aquí? – Preguntó Èliàn sorprendida.

- Eso no importa, se irá ahora mismo de aquí.

Èliàn quiso detenerlo, pero no tuvo tiempo. El muchacho se abalanzó sobre el hombre, pero no llegó a tocarlo, quedó suspendido en el aire y luego cayó a un lado.

- No vine a pelear – Dijo el guerrero de fuego.

- Eres un traidor – dijo Neithan, Èliàn fue a ayudarlo a levantarse. – Shainy cayó por tu culpa eres igual que Mordana.

- No exactamente. – dijo, dio unos pasos para que le diera la luz. El hombre estaba vestido de negro y tenía los ojos amarillos, como los gatos, su cabello era rubio y llevaba puesto un sobre todo negro. – pero no viene hasta aquí para hablar de lo que hice o dije antes.

- ¿Sucedió algo? – Preguntó Èliàn.

- Supongo que sabes que los Subyac llegaron a la tierra por Mordana.

- Si. – dijo la muchacha. – Misteriosamente mantuvo contacto con Mot.

- Los Subyac no estaban destinados para Mot. – Dijo el caballero de fuego – sino para Anny.

- ¿Por qué? – Preguntó Neithan. – Hasta donde se esas rocas pertenecían a los Draken no a los Shaining. Estuvieron al cuidado de Shainy porque Drake así lo dispuso. Si hablamos de razas, le pertenecen a Mot más que a Anny.

- Actuaba bajo sus órdenes. – Dijo Èliàn.

- Anny fingió actuar bajo las órdenes de Mot. – Dijo el caballero de fuego. – Tuvo que hacerlo o de lo contrario Mot arruinaría los planes de Mordana.

- Entonces los Subyac debían estar en la tierra. – dijo Èliàn.

- En la vía láctea, aunque no tenía que ser en La Tierra – concluyó el caballero de fuego.

- Eso significa que El Emperador aún no ha conquistado el universo

- ¿El Emperador? – Preguntó Èliàn con curiosidad. - ¿De quien estás hablando? – Aunque ella pensaba que no era la primera vez que había escuchado hablar de él.

- Cuando te fuiste, comenzaron a revelarse cosas increíbles. Bueno, en realidad, yo me di cuenta de eso después de tu partida, tengo entendido que todo comenzó a vislumbrarse después de que Èhlian desapareciera con el medallón.

- ¿Cosas como que?

- El Emperador había muerto, supongo que eso lo sabes.

- Es precisamente por eso que me parece extraño que digas que El Emperador quiere el gobierno del universo. Es absurdo si está muerto.

- No lo entiendes. – Dijo el muchacho. – Nadie se había puesto a pensar en la figura de El Emperador. Nadie supo quien lo suplantó.

- ¿Suplantarlo? ¿Puede hacerse eso?

- Con el ataque de Mordana, nadie pensó en El Emperador. Hasta unos días después, cuando comenzaron a llegar noticias de las galaxias cercanas.

“Fue por eso que descubrimos que los planes que se estaban llevando a cabo no eran creados por Mordana sino por alguien más. Su energía comenzó a sentirse por la galaxia.”

“A donde fueras, su presencia es permanente hasta hoy. Nadie puede ocultarse de su mirada. Puedes sentir su presencia en cualquier lugar. Aunque lo intentes, es imposible huir.”

Èliàn no apartó la vista de Neithan, parecía reflexionar sobre sus palabras.

- He escuchado eso antes. No es la primera vez que alguien me habla de esa sensación. Pero estoy segura que no fue aquí.

- Anny lo dijo. – Dijo el caballero. – Ella te habló de El Emperador.

- Es cierto. – Dijo Èliàn. – ahora lo recuerdo. – Miró a Neithan. – Ella lo dijo después de que la pirámide inca cayera sobre nosotros.

- ¿Qué pirámide? – Preguntó Neithan.

- Yo estaba luchando con Mot, y Cutyub no quería irse sin mí. – Miró al caballero de fuego. – Ella mató a Mot y después habló de El Emperador. Al menos de lo que podía sentirse con su presencia.

- Creo que tienes la información que necesitabas princesa. – dijo el caballero de fuego y comenzó a caminar hacia el balcón. – Debes conocer la ubicación de las reliquias que ella no tiene y cuales son las que están bajo su poder.

- Aún no comprendo para que quiere las reliquias. ¿Qué puede ganar con ellas? Ya ha destruido gran parte del universo. – Dijo Èliàn.

- Las reliquias son una protección entre todas las galaxias. Es lo que evita la entrada de El Emperador en los planetas. – Dijo el caballero, se volvió y miró a los dos muchachos. – Si Mordana obtiene las reliquias y se las da al Emperador, este podrá entrar a los planetas y todos estaríamos en un grave peligro.

- Espera. – Dijo Èliàn. - ¿Cómo sabremos que reliquias tiene Mordana y cuales no?

El caballero de fuego la miró de nuevo.

- Tienes un navegador. El de tu madre. – le sonrió. – Ella no lo dejó en tus manos sólo por ser suyo.

- No lo comprendo.

- Lo usaste para buscar los Subyac en la tierra.

- Si, estaba programado para eso.

El caballero de fuego rió.

- No es la única reliquia perdida Èliàn. – Le dijo y comenzó a caminar de nuevo hacia el balcón – el navegador no está programado sólo para los Subyac.

La muchacha se sorprendió.

- ¿Ella sabía donde estaban? – Él siguió caminando sin responder. - ¿Lo sabía?

Antes de llegar al balcón desapareció.

- Se desvaneció. – Dijo Neithan.

La muchacha suspiró.

- Si, se desvaneció. – Se dio la vuelta y Neithan estaba justo frente a ella.

- ¿Qué haremos entonces? – Le preguntó.

- Supongo que buscarlas.

- Y ¿Cuándo quieres comenzar?

- Bien. – Dijo ella y fue hacia las rocas que estaban sobre su cama. – Lo primordial es ocultar estas. No podemos permitir que Mordana las obtenga.

- Las llevaremos con nosotros entonces.

- ¿Irás conmigo?

Neithan rió.

- ¿Por qué no?

Ella rió.

- No pensé que lo harías. – Rió de nuevo y lo besó en la mejilla. – entonces busquemos donde guardarlas y luego veremos cuando nos iremos. – La muchacha volvió a ponerlas en la cama y fue hacia su closet, frente a la cama, lo abrió comenzó a buscar algo entre las cosas.

- ¿Qué estas buscando? – Le preguntó Neithan.

- El navegador. Lo guardé cuando regresé.

- ¿Estuviste aquí?

- Si. – se volvió, ya tenía el navegador en sus manos. – Por eso supe donde estabas. – Le sonrió.

- Fuiste a Mila por mí. - Ella rio, pero no dijo nada. - Bueno. Eso podemos hacerlo mañana. – Le tendió la mano a la muchacha. - ¿Comemos?

- Es una excelente idea. – Ella le dio la mano y los dos salieron de la habitación.

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