Mundos. Las Relíquias
Mundos. Las Relíquias
Por: Zafiro
1-Mila

Durante muchos años se pensaba que la tierra era el centro del universo. Mucho tiempo después se descubrió que  giraba en torno a una estrella gigante. Que, como ella, existen otros cuerpos celestes flotando alrededor de otras estrellas en otras galaxias en todo el universo.

 Pero el mundo de la tierra no era tan avanzado como otros. No se conocen seres extraterrestres y los indicios son más historias ficticias que reales.

Pero lo que la Tierra no sabe es que no sólo en ella viven seres humanos. En otras galaxias existen otros humanos: seres que tiene cuatro extremidades, un tronco y una cabeza, aunque en apariencia con los humanos terrestres difieren en el rostro, el color de su piel, cabello u ojos.

La existencia de los habitantes del mundo del dragón es un indicio de que hay vida fuera de la Tierra y sólo los Incas lo sabían,

Los Drake se mantuvieron ocultos de miradas curiosas, no sólo dentro del Imperio Inca, sino fuera también.

Pero con la aparición de Mot y la llegada de Èliàn se desentrañó el misterio del mundo del dragón descubriendo así la existencia de otros planetas lejos de nuestra galaxia, la vía láctea.

***

El cielo estaba nublado y cubierto de rayos. Ella caminaba entre los escombros del gran castillo, iba descalza y tenía el vestido desgarrado color aguamarina. La muchacha era blanca, tenía el cabello castaño y los ojos verdes. Después de caminar se detuvo en un risco.

Toda la ciudad había sido destruida, el fuego se estaba apagando y ya no había nadie salvo ella sobre el risco. Cerró los ojos y las lágrimas rozaron sus mejillas. Todos habían muerto. Todo Shainy había quedado en ruinas. Los grandes reyes habían muerto dejando sola a su pequeña.

Varios días antes, el emperador galáctico había muerto y Mordana había tomado su puesto como emperatriz de la galaxia. Muchos planetas se revelaron y Shainy era uno de ellos, dando como resultado, no sólo la destrucción del imperio, sino de la galaxia y del planeta también.

La muchacha abrió los ojos.

- Mordana – Susurró la muchacha – Volverás a verme en otra vida, lo se. – Dijo mientras ponía la mano en su vientre. – Cuando menos lo esperes. -  cerró los ojos y comenzó a llorar - ¿ME ESCUCHAS? – Gritó y se dejó caer de rodillas – DESTRUISTE EL PLANETA DONDE NACIMOS.

En ese momento se escuchó el sonido de una nave. Ella levantó la vista. Había una nave en el cielo, lentamente iba descendiendo hasta posarse sobre las ruinas de la ciudad. Ella sonrió.

- Espero no olvides que sigo viva hermanita, porque volveré cuando menos lo esperes. – Y desapareció.

Los viajeros comenzaron a subir en la nave pues no encontraron sobrevivientes cuando vieron a una joven que había aparecido de la nada corriendo hacia ellos.

En cuanto la nave salió de Shainy, la noche llegó con una rapidez impresionante, a pesar de que la tarde estaba comenzando una sombra cubrió el mundo. Una mano se cerraba sobre el planeta haciendo que la oscuridad fuera total. Los volcanes comenzaron a hacer erupción destruyendo todo a su paso. Los dragones del planeta Cerpentóide habían vuelto con toda su furia y destruyeron a las razas que dominaban al mundo. La galaxia entera era un caos. Tras la muerte del emperador y la ascensión de Mordana, muchos planetas fueron destruidos y muchos otros se opusieron al poder de la hechicera.

Muy pocos sabían que Mordana sólo era una pieza en movimiento, una de muchas. Algo con más poder se acercaba, algo que nadie conocía, pero de lo que muy pocos habían oído hablar, algo que desolaría todo y destruiría las razas.

Se hablaba de un ser sin nombre pues nadie sabe como llamarlo, pero su poder es inmenso difícil de enfrentar Tan sólo mirarlo, la valentía de aquellos que serían capaces de desafiarlo se reduce a nada. No ha nacido nadie capaz de enfrentarlo y vencerlo. Al menos nadie que pueda conocerse. Nadie que ni siquiera haya tenido las agallas de enfrentarse a Mordana, hasta la desaparición de su hermana con la reliquia de Shainy. La desaparición de Èlhlian.

***

Alan caminaba lo más rápido posible por un pacillo cubierto de mármol negro, las ventanas tenían cortinas rojas y una luz tenue alumbraba el pacillo proveniente de lámparas apostadas en las paredes entre las ventanas.

Entro a una sala oscura e iluminada sólo en la entrada, pero el reflejo no inundaba el lugar, una oscuridad fuerte y pesada lo impedía.

- Alteza – Alan bajó la cabeza y se hincó ante un escalón frente a él – Mordana está atacando planetas al azar, no podemos permitirlo o de lo contrario…

Una mano salió de entre la penumbra. Estaba cubierta por un guante negro, no se veía más de ella, luego salió una bota negra y una capa vinotinto pudo verse en cuanto la pierna salió de la penumbra, por su posición, estaba cruzada. La bota era de tacón alto de aguja.

- Mordana actúa bajo mis órdenes. Busca las reliquias para mí.

- Pero no quedará nada en la galaxia si sigue atacando de esa forma.

En ese momento las puertas se abrieron y una mujer de cabello negro y muy largo estaba de pie en el umbral. Tenía una braga ajustada al cuerpo de color negro y un cinturón donde colgaba su espada. Llevaba una capa puesta con un extraño símbolo que la abrochaba en el cuello. La mujer era de tez blanca y ojos negros.

- Alteza – la muchacha caminó hasta detenerse junto a Alan y luego  se hincó. – Algunos planetas entregaron las reliquias, otros se rehusaron, pero logré obtenerlas.

- ¿Cuántas tienes hasta ahora?

- Nueve de las diez y siete reliquias. Aún faltan ocho.

- ¿Por qué?

-  Cuatro de ellas se encuentran errantes, una está protegida en la tierra, dos están desaparecidas y temo que una de ellas no será fácil de encontrar.

- ¿Por qué? ¿De qué planeta?

Mordana respiró hondo.

- Shainy.

Hubo un silencio incómodo en el que Alan vio a Mordana muy sorprendido. La mujer se levantó y dejó ver ambas botas, estas eran negras y le llegaban a las rodillas, tenían unos extraños símbolos tallados alrededor, la capa era vinotinto y tenía los mismos símbolos tallados, eran como ramas con algunas hojas. Comenzó a caminar con parsimonia.

- Me estas diciendo que la reliquia de tu planeta desapareció.

- Èhlian se fue con el medallón. Ella sobrevivió a la invasión de Shainy y desapareció. – Dijo Mordana con temor.

La mujer bajó unas escaleras y se detuvo frente a Mordana.

- Así que tu hermana desapareció con el medallón y no conoces la ubicación de cinco de las diez y siete reliquias. ¿Crees que cometí el error de nombrarte emperatriz de esa galaxia y darte libertad de atacar los planetas? -  Mordana bajó la cabeza

- Mi señora… - Comenzó Mordana, pero ella le interrumpió.

- Tus halagos no me sirven Mordana. Sabes perfectamente que no puedo hacer nada si no las obtienes todas. – la mujer volvió a su silla. – Buscarás las reliquias faltantes aunque gastes tu vida en ello. Èhlian está interfiriendo en mis planes y debes evitarlo o de lo contrario la que sufrirá las consecuencias serás tú.

- Así será – Dijo Mordana mientras se levantaba, la reverenció y salió de la habitación.

- Bien – Dijo dirigiéndose a Alan – Los dragones no pueden entrar a los planetas. Tú buscaras las llaves para cada uno.

- Pero mi señora, atacarán los planetas ¿Qué se supone que gobernaría?

- Los dragones están bajo mis órdenes, no atacarán si yo no quiero. Necesito que estén dentro de los planetas. Estarán atentos a la aparición de Èhlian y de todos los que quieren desafiarme. Protegerán las reliquias que se encuentran dentro de los planetas.

- Como usted diga. – Dijo Alan reverenciándola, luego se levantó y salió de la sala.

Los años pasaron. Shainy se convirtió en un planeta desierto, salvo por algunos pocos sobrevivientes que no tuvieron la oportunidad de irse. Shainy fue custodiado durante mucho tiempo por las huestes de Mordana bajo las órdenes del emperador con el propósito de evitar la entrada o salida de cualquier ser viviente al planeta, pues si Èhlian pretendía regresar sería descubierta y el medallón sería recuperado.

Las galaxias estuvieron sumida en el caos, la muerte de emperador fue una sorpresa para todos, pero la ascensión de un nuevo ser desconocido para todos fue aún más sorprendente. Nadie puede ocultarse de su mirada, ella lo ve todo, conoce a cada uno de los habitantes del universo, conoce cada uno de sus movimientos.

***

- Pero Èhlian nunca volvió. Shainy quedó deshabitado y está en constante vigilancia ante la entrada o salida de cualquier intruso. – Una anciana estaba sentada en una mesa frente a un grupo de personas que la escuchaban con mucha atención.

Se encontraba en un pub de una ciudad artificial en los límites de Shainy. La invasión lo destruyó casi por completo, dañando la atmósfera y evitando que la vida pudiera sobrevivir en el planeta. Por lo se construyeron las ciudades artificiales cuyos nombres se asemejaban al planeta  del que provenían o ciudades de dicho planeta. En este caso, esta ciudad era Mila, la ciudad donde estuvo el castillo de los reyes de Shainy.

El lugar no era muy grande, tenía aproximadamente ocho o diez mesas con cuatro sillas cada una. Cerca de la entrada había un escalón, del otro lado, se encontraba la barra y detrás de esta había un estante con muchas botellas llenas de extraños líquidos de varios colores. A los lados de la entrada había dos ventanas por donde se podían ver las estrellas del espacio.

La anciana estaba vestida de un beige pálido, era delgada y tenía el cabello completamente blanco. Su nombre era Nuina. Para algunas personas ella estaba loca, siempre hablaba de Èhlian y de la traición de su hermana Mordana. Pero, a pesar de que muchos no la tomaron en serio, les gustaba escuchar la historia.

- Èhlian desapareció con el Medallón de Shainy, y nadie ha vuelto a verla después de eso.

En ese momento, las puertas del pub se abrieron y un viento frío inundó la estancia. Al cerrarse, había una figura encapuchada justo en la entrada. Llevaba una capa negra cerrada en el cuello y rozaba el suelo. Tenía un traje negro, ajustado al cuerpo, unas botas negras que le llegaban a las rodillas de tacón alto de aguja, llevaba una espada colgada en la cintura, con la vaina y la empuñadura negra. A leguas se veía que era una mujer humana.

Todos enmudecieron. La mujer no se movió, seguía de pie en la entrada del lugar. Luego comenzó a caminar y fue a sentarse en una mesa vacía. Todos la siguieron con la mirada y después de unos segundos volvieron a sus asuntos.

En referencia a todos los que se encontraban dentro del pub las personas tenía apariencias diferentes. Algunos tenían cabello azul, otros tenían la piel roja, otros verde, algunos tenían cuatro manos, otros cachos, incluso hasta tenían cola, entre otras cosas. Pero la mayoría eran humanos, quizá no del mismo planeta pues entre las galaxias se dice que los humanos son aquellos que tienen cuatro extremidades, un tronco y una cabeza, sin importar el color de piel o la cantidad de ojos.

En la barra había  un hombre no dejaba de mirar a la mujer que acababa de entrar desde que llegara, la siguió con la mirada mientras tomaba un líquido verde y espumoso. Después de un rato se levantó y fue hacia ella.

- Eres humana – Dijo el hombre. Más que preguntar lo que hizo fue afirmar.

Tenía los ojos completamente azules, el cabello negro y muy extraño, su piel parecía tener escamas rojas y esta era de un color verde muy opaco. Tenía una especie de aletas en los brazos que funcionaban como unas cuchillas. Era un goshten, un humano del planeta Zoun. Era extraño ver a un goshten cerca de Shainy en esos días, el planeta estaba deshabitado y nadie estaba autorizado a acercarse.

En una época, cuando Shainy estaba en su mayor apogeo, Zoun fue muy nombrado en la galaxia. No a todos les agradan los habitantes de Zoun, son seres brutales, aunque con la ayuda de los Shaining, comenzaron a cambiar su actitud. Pero tras la repentina desaparición de Èhlian muchos planetas sufrieron en manos de Mordana hasta doblegarse a su voluntad, incluyendo Zoun, lo que provocó que muchos odiaran a los humanos de ese planeta.

La muchacha giró un poco la cabeza, pero no levantó la mirada ni respondió. El goshten se estaba desesperando al ver que era ignorado y sacó una espada muy extraña. La hoja era fina pero fuerte, en la punta se curvaba y se hacía puntiaguda y un poco más abajo sobresalía otra punta un poco más pequeña en dirección opuesta

- ¿QUÉ HACE UN SHAINING AQUÍ? – Dijo gritando y todos los que estaban cerca se alejaron. – NO ERES BIENVENIDA A ESTE LUGAR.

La mujer levantó la mano y se quitó la capucha, luego recostó la espalda y levantó la mirada a su agresor. Ella no era muy adulta, pero tampoco una niña, tendría al menos unos 21 o 23 años terrestres. Su cabello era rojo y tenía un mechón amarillo del lado izquierdo, sus ojos eran verdes y tenía la piel blanca y tenía un lunar con forma de lágrima cerca su labio superior.

En cuanto la anciana la miró se levantó de un salto y susurró.

- Èhlian.

Todos enmudecieron. La mujer vio a la anciana y luego le sonrió.

- Así es. – Sonrió – Pero ese no es mi nombre. – El goshten tenía un gesto de asombro y con lentitud apretó la espada.

- Yo no haría eso si fuera tu. – Dijo la muchacha mientras un extraño fulgor iluminaba sus ojos. – Es cierto, pero mi nombre no es Èhlian, soy su hija, sobrina de Mordana.

- ¿Èhlian tuvo una hija? – Preguntó alguien dirigiéndose a la anciana.

- Así es – Dijo la muchacha mientras acariciaba su cabello. – Mi nombre es Èliàn.

- Entonces tráela. – Dijo el goshten. – Dile que regrese con la reliquia de Shainy y la entregue al emperador.

Ella rió.

- No buscaré a mi madre para que haga lo que dices. Además, yo no vine por ella, sino a terminar lo que comenzó. – Se levantó de la silla. – No estorbes mi camino. – Le dijo al goshten.

- No saldrás de aquí hasta que me des lo que quiero.

- Lamentaré que no puedas obtenerlo.

El goshten se abalanzó sobre Élián. La muchacha dio un paso a la izquierda y detuvo la espada con la mano, con un movimiento brusco la bajó haciendo que se rompiera la hoja.

Todos estaban asombrados, luego la muchacha soltó la hoja de la espada sin apartar la vista del goshten, rodeó la mesa y comenzó a caminar a la salida. Subió el escalón y luego se detuvo, un viento extraño inundó el lugar, rápidamente se dio la vuelta y comenzó a pasar la mirada por todas partes, después comenzó a reír y desenvainó  su espada.

Todos dieron un paso atrás, la muchacha parecía fuera de sí hasta que todos se vieron rodeados por un centenar de criaturas extrañas. Tenían la piel escamosa y roja, tenían cara de gato y los ojos eran completamente rojos, las garras eran retractiles como la de los gatos pero la cola parecía ser de cocodrilo.

Por un momento nadie se movió, no era la primera vez que veían a esas criaturas, pero hacía mucho que no aparecían cerca de Shainy o las ciudades artificiales cerca del planeta.

Pero las felinas criaturas parecían no prestar la mínima atención a las personas que se encontraban dentro del pub, sólo miraban a Èliàn, y por extraño que parezca, a su espada.

Cuando hablaron se escuchó una voz fría y siseante con una sensación de sorpresa y triunfo a la vez.

- Èlhlian, Èhlian – Decían una y otra vez.

- Por fin un poco de diversión.

Las criaturas se abalanzaron sobre la muchacha, ella se agachó y rozó la hoja de su espada por las piernas de los felinos cercanos a ella. Con un movimiento rápido saltó y se montó sobre una mesa, todas las personas dentro del pub se agazaparon en los rincones, todos asustados.

Desde donde se encontraba, Èliàn pudo ver que había muchos felinos y ella no podría sola con todos ellos. En ese momento ella tuvo que saltar pues iban a lastimar sus piernas. La muchacha pasó la espada por el cuello de una de las criaturas, decapitándolo.

Uno de los felinos se elevó con unas alas membranosas y se abalanzó hacia Èliàn, pero no llegó a acercarse a ella, se escuchó un disparo proveniente de la puerta del pub y Èliàn tuvo que saltar para evitar que el cuerpo  de la criatura la golpeara. El resto de los felinos guardó silencio. Èliàn seguía sobre la mesa. Todos miraron hacia la entrada.

Había un hombre de pie en el umbral, con un arma en la mano seguía apuntando hacia la muchacha, luego la bajó con lentitud. Tenía el cabello castaño y un poco largo, y los ojos azules. Llevaba un traje parecido al de Èliàn, pero el color era diferente, era gris.

- Vaya, has vuelto. Veo que estas en problemas. – Le dijo a la muchacha mientras entraba en el lugar y baja el escalón cerca de la entrada. - ¿Necesitas ayuda?

Èliàn le sonrió.

- Bienvenido a la fiesta. – Le dijo. La muchacha se lanzó de la mesa, la batalla se reanudó. El muchacho sacó su espada y se unió al enfrentamiento.

- ¿Qué haces aquí? – Le preguntó el muchacho, - ¿Cuándo volviste? Dijiste que regresarías en unos días. Fue antes de lo previsto. – En ese momento, él esquivó una garra y encajó su espada en el estómago del felino que lo atacó.

Luego se agachó para que Èliàn lo usara de apoyo, la muchacha subió a su espalda uniendo la suya. Ella levantó las piernas y golpeó a uno cuantos felinos que fueron hacia ellos, de un lado a otro.

- Es una historia un poco larga de contar. – dijo ella golpeando a otro felino en la cara. – Te lo explicaré, pero antes debemos deshacernos de estas cosas.

Él rió.

- Estoy de acuerdo.

En ese momento un extraño sonido se escuchó proveniente del muchacho, él golpeó a uno de los felinos y luego sacó de su pantalón un pequeño aparato que parecía una especie de televisor portátil. El aparato tenía unos botones debajo de la pantalla, la cual estaba mostrando el movimiento de un punto rojo con unos numeritos al lado que iban cambiando a medida que el punto se movía hacia otro punto de color verde que se encontraba estático con una cifra al lado.

- Se nos acabó la diversión. – Le dijo a Èliàn. – Nos detectaron.

- ¿Cómo? – Preguntó Èliàn en el momento en que levantaba su mano izquierda en un brillo azul segador. En cuanto la luz desapareció, los felinos se habían vuelto cenizas.

- ¿Qué fue eso? – Le preguntó el muchacho.

Èliàn sonrió.

- En la tierra. Lo llaman el ojo azul.

- ¿La tierra? – El muchacho se sorprendió - ¿Dónde estuviste?

- Es largo de contar, pero no es el momento. – La muchacha tomó su mano. – Lo prudente es salir de aquí. – Comenzaron a caminar a la salida cuando una mujer gritó.

- Oigan – Dijo dando un paso adelante. - ¿Qué se supone que va a pasar con este lugar? ¿Quién va a pagar los daños?

Èliàn la miró. Luego el muchacho fue hacia ella.

- Pregúntale a él. – señaló al goshten. – Fue quien llamó a los felinos,

- ¿YO? – Dijo el goshten sorprendido. Èliàn bajó el escalón y fue hacia él, se detuvo no muy lejos y luego hizo un gesto con la mano, incitando al goshten a acercarse, de algún lado del goshten salió un aparato muy pequeño y llegó a su mano.

- Vaya – Dijo Èliàn – Un transmisor, - Rió con ironía y se lo lanzó a la mujer. – Feliz día. – y los dos salieron del lugar.

La salida del pub estaba frente a la salida de la ciudad. Luego ambos viraron a la izquierda y se detuvieron en una especie de estacionamiento donde había un centenar de naves.

- ¿Dónde está tu nave? – Le preguntó  el muchacho a Èliàn.

- Cerca de aquí. Pero no puedes dejar la tuya.

- No me he ido de aquí desde hace varios días. Esperaba que me buscaran.

- ¿Desde cuando estás aquí Neithan? – Llegaron a la nave y Èliàn le dio las llaves para que conduzca.

- Hace un tiempo, destruyeron mi nave y no había podido salir de aquí. He enviado varios mensajes a la ciudad, pero aún no me ha llegado respuesta.

- Vaya, creo que mi historia no será tan interesante como la tuya.

Neithan la miró y le sonrió, luego encendió la nave y se alejaron de Mila.

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