Felicidad a medias

Harrison intentaba demostrar felicidad y al menos intentaba ser feliz en la casa de los Pindu y estaba realmente agradecido con ellos, ya que le daban la seguridad, el amor, la confianza que el necesitaba y que nadie más le daba.

A pesar de carecer de amor de parte de su madre, él no era un chico problema, aunque todos pensaban que si, por aquel incidente con más abejas, el cual realmente no fue su intención, pero todos se negaban a creer en todo lo que decía.

Después de que padre e hija llevarán a su casa a Harrison, el dia tomó su curso y muy rápidamente, que muy pronto era un nuevo día de escuela.

Y eso le gustaba mucho a Belén, ya que significaba que vería de nuevo a su amigo Harrison.

A Belén le agradaba tanto la compañía de Harrison, aquel joven que le impartía demasiada confianza, él era su nuevo amigo, y eso le emocionaba  mucho, cuando iba a la escuela, cada minuto, quería aprovechar lo al máximo, aunque sabía que el chico era bienvenido en cualquier momento a su casa y él también lo sabía, ese chico se había ganado a los padres de Belén en tan poco tiempo, ya llevaba días llegando a su casa, era tanto el aprecio de todos en esa casa, hacía ese chico, que hasta lo invitaban a comer, el señor Pindu lo llevaba en su carro y Harrison era muy feliz en esos momentos, mientras estaba con aquella familia, se olvidaba de todo.

Muy pronto les quitarían los yesos y Belén esperaba que el no tomara como excusa eso y se alejara de ella, no quería que él pudiera muchas excusas para que no fuera en el carro o a su casa, esperaba que esa amistad durara más, pero ella pensaba que él se negaría a ser llevado de nuevo a su casa, él es tan independiente, llevaba de conocerlo poco, pero podía descifrar eso en él y eso le preocupaba, pero su papá aún así, intentaría que el accediera, ella lo sabía y eso esperaba.

Harrison, supo cómo ganarse el cariño de todos esa familia, los padres de Belén y aquella joven y esa familia, supieron cómo ganarse el cariño de Harrison.

—Hija, apresúrate, se nos hace muy tarde y sabes que Harrison ya debe de estar en camino a la escuela— esto último que dijo su padre hizo que se apresurada, volvería a ver a Harrison muy pronto.

El padre de Belén, ya había descubierto como hacer que su hija se apresurara, cuando se les hacía tarde, al menos sabía cómo motivarla.

—Wow hija, estás tan emocionada, se ve en tu carita— dijo la madre, mientras la veía con mucho amor y ternura.

—Claro que si mami, después de que mis dos mejores amigos — decía mientras se sentaba, y mientras seguía recordando eso, cada vez que se lo decía a sus padres, les desesperaba mucho, siendo que ellos le seguían guardando el secreto y seguir hablando de esos chicos,es seguía recordando a los señores Pindu, el horrible secreto que le guardaban a Belén y ya no querían saber más de lo que pasó, pero ya no se notaba a Belén que estuviera triste, como lo demostraba en ocasiones anteriores, cuando hablaba de ellos. — se fueron sin decir palabra alguna, Harrison me ha ayudado mucho y me ha dado muchos ánimos, es un gran y buen amigo y además que es tan divertido— los padres se quedaban viendo, ellos querían que ella olvidará a sus "amigos", sus supuestos amigos, pero eso parecía muy imposible, ya que en cada oportunidad que tenía Belén, los recordaba y eso era tan difícil para ellos, si le decían la verdad, ese oscuro secreto, ella sufriría, pero parecía ser que Harrison, haría que los olvidara, eso esperaban ellos.

—Hija, ya tenemos que irnos— dijo el padre intentando que ya no pensara más en eso, ya que le seguía preocupando.

Los padres de Belén, siempre se preguntaban ¿Será que los Lonzelt regresarán?, Esperaban que está respuesta fuera respondida con un no.

—Claro papi— dijo mientras bebía un poco de su jugo , a ella le gustaba desayunar jugo y pan tostado, era su desayuno favorito, si no era eso, no se sentía con ganas de comer otra cosa.

Cuando termino, procedido a agarrar una servilleta y con ella, agarró un pan para luego meterlo en una bolsa y llevárselo a su nuevo amigo, le preocupaba que no hubiera comido nada.

Rápidamente los dos, padre e hija, se subieron al carro, en todo el camino, no pudieron encontrar a Harrison, por más que veían, no estaba por ninguna parte y eso empezaba a preocupar les demasiado, no creían que él pudiera caminar muy rápido.

—Papi, estoy muy preocupada por él— dijo la niña mientras en su mirada se notaba desesperación, ella pensaba que algo malo le podría haber pasado, lo sentía dentro de ella, pero no quería decir le nada a su padre, sentía que le podría hacer sentir mal si le decía eso.

—Yo también hija, entra a clases— dijo mientras la ayudaba a bajar — asegúrate si en realidad no llego, yo iré a ver a su casa, por si algo paso, tal vez llegó muy rápido a la escuela — dijo el padre apresurando se a subir al carro y esperando que en realidad ya hubiera llegado a la escuela —Cualquier cosa, me llamas por favor— dijo en un grito, para luego irse.

Belén, preguntó a todas las personas si habían visto a Harrison y se los describió, para mala fortuna de ella, nadie lo había visto llegar y unos cuantos, no sabían quién era aquel chico, visito a los profesores, al director, había buscado por toda la escuela pero no lograba tener respuesta alguna, ella esperaba que no le hubiera pasado nada malo, no podía tomar muy bien sus clases, en algunas ni prestaba atencion, a absolutamente nada pudo prestar atención, rogaba que ese mal presentimiento que tenía dentro de ella, en realidad fuera una falsa alarma.


Por otra parte, su padre había llegado a la casa de Harrison, tocó la puerta varias veces, pero nadie abría la puerta, no obtenía respuesta alguna, ya se estaba rindiendo, pensaba que no había nadie, hasta que escuchó un quejido, como una persona pedía ayuda, por lo cual decidió entrar sin seguir tocando, pero la puerta no habría, estaba con seguro, entonces procedió golpear con su hombro la puerta, para fortuna de él, la puerta era una puerta de madera, la cual después de unos golpes, logro derribar, ya que sabía que ahí adentro, alguien lo necesitaba.

Entro y camino unos cuantos metros y lo pudo ver.

Ahí estaba él, ahí estaba Harrison tirado, muy mal herido.

—Harrison, ¿ Que te paso?— dijo el padre de Belén muy asustando, mientras se arrodillaba a su lado y viendo cómo la cabeza le sangraba, aquel chico estaba tirado en el suelo, no podía pararse, y la muleta estaba tirada a un lado.

—Por favor, ayudeme— dijo mientras se desmayaba, el señor Pindu estaba demasiado asustado.

Aquel señor, era obvio que no esperaba y no quería encontrarlo en estás condiciones, no tardó mucho tiempo y de inmediato llamo a la ambulancia, no quería tocarlo, no quería empeorar las cosas y si lo tocaba, quien sabe que cosa podría salir mal, así que a comoo encontró, así lo dejo, esperando con desesperación que la ambulancia llegará lo más pronto posible.

De pronto le llegó un mensaje, era su hija.

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