Capítulo 2

—¡No, no, no! ¡Todo menos eso! —grita James poniéndose de pie.

—A mí tampoco me agrada la idea de estar cerca de su alteza real, pero una cosa es el trabajo y otra muy diferente el trato personal, debería aprender a diferenciarlas. —expresa ella muy calmada sentada en su silla, pero por dentro el corazón le latía con fuerza y un escalofrío la recorría por completo. Algo la hacía temer, puede que todos esos años tratándolo como se merece de vez en cuando no era nada, pero ahora pasaría junto a él las veinticuatro horas del día. Eso sería un verdadero suicidio.

—Envía a otro en mi lugar, con esta no voy ni a la esquina.

—Le repito que esta, tiene un nombre señor James Brown Wilson.

—¡La estás escuchando! —Vuelve a levantar la voz, dirigiéndose a su abuelo sin prestarle atención. —Me volverá loco.

—La decisión está tomada James. Los pasajes ya están comprados y las reservaciones en el hotel están hechas, te guste o no, irás a Holanda con Emma y esa es mi última palabra.

—¡No! Lo siento abuelo, no puedo ir con ella.

Sin decir más, sale de la oficina hecho una fiera, cerrando la puerta de un portazo.

—Lamento que… —expresa ella apenada.

—No te disculpes por sus malos modales, querida. Mañana estará en el avión. Pero antes tenemos que firmar algunos acuerdos del viaje.

Emma se quedó un poco desorientada viendo como el anciano llevaba sus manos a unos de los cajones del escritorio, saca un folder delgado color verde y lo coloca frente a ella.

—¿Qué es esto? —lo toca intentando abrirlo.

—No lo abras aún —La detiene — esperemos unos minutos más, dándole tiempo a que llegue el licenciado Henderson.

Eso la sobresalta, el abogado Henderson, era el más importante de la empresa y la familia Brown, ellos contaban con un centenar de abogados a su mando, pero él, era el número uno, cuando aprecia era para arreglar problemas que luego al salir a la luz eran minimizados, era el más eficiente, casi todos temían estar en su mira. ¿Qué era eso tan importante que la involucraría?

—¿Cómo sigue William y tu madre?

—Mi madre está más tranquila y… mi hermano está muy bien, señor. Gracias por preguntar.

—Me alegra saber que tienen salud. —sonríe.

Se miran unos segundos, Emma no sabía cómo, pero había algo en mirada de Elliot que la estremecía, su corazón latía fuerte, como avisándole de algo no tan agradable y cuando llaman a la puerta fue inevitable no sentir que los pelos se le ponen de punta.

—justo a tiempo— dice Elliot mirando su reloj —¡Adelante!

El licenciado Henderson hace su entrada, la mira de reojo y la saluda, ella responde un poco temerosa. Le entrega un sobre crema, dejando un “La información que requería, ya verificada” Y mientras el jefe lo examina, el licenciado ocupa la silla vacía, cruza la pierna y se pone cómodo, llevando al vista al viejo que echa un rápido vistazo a las hojas.

Emma permanece inmóvil, sin dejar de sentir miedo y unos minutos después, el viejo levanta la vista.

—¡Bien! Parece que todo está en orden, ya podemos empezar. Abre la carpeta —Le pide mirando a una asustada Emma.

¿Qué podría ser? ¿Por qué sus manos temblaban y su corazón parecía salirse por su garganta? Ante la mirada atenta del licenciado y su jefe, empieza a leer y a cada línea que pasaba su cara se llenaba de indignación. Lo que sus ojos veían era demasiado ridículo. No quiso seguir leyendo, cierra el folder y los mira.

—No creo que sea necesario este acuerdo, señores. Me parece descabellado que piensen que algún día yo podría…

—Lo sé, querida —Dice Elliot —Solo me aseguro de que una mujer como tú, nunca entre a mi familia.

¿Qué cosa? Emma frunce el ceño y despierta esa fiera dormida en su interior, jamás pensó que el hombre que por muchos años la ha protegido y le ha enseñado muchas cosas, le hablará de esa manera, cuando todos esos años se ha comportado como un verdadero padre.

—Creo que no escuché bien, señor ¿Acaso…?

—Hay que dejar las cosas claras, Emma. —la silencia—El que te haya acogido como una aprendiz, no significa que seas digan de entrar a mi familia.

—Nunca quise eso, señor. —Expresa un poco molesta. —estoy agradecida por todo lo que me ha brindado, pero mi intención jamás ha sido ser parte de los Brown.

—Me alegra saberlo, pequeña. Después de todo, no me he equivocado con elegirte. Pero, estás aquí por dos grandes razones. La primera; por un simple capricho del destino. Y la segunda; porque consideré prudente aprovecharte para fines mayores.

—¿Cuáles son esos fines, señor? —pregunta haciendo puños en sus manos.

Se pone de pie y camina hacia la ventana, cruza sus brazos por la espalda uniendo sus manos. Tras unos segundos en silencio vuelve a mirarla.

—Eres fuerte, capaz de lograr lo que propongas, decidía, inteligente y has evolucionado mucho los últimos diez años. El prepararte fue mi elección, pero el que aprendieras tan rápido fue porque en el fondo, aspiras a más que podriste tras un pupitre bajo la orden de alguien.

—No le permito que me hable de esta manera, señor. —Eleva el tono de voz, levantándose y golpeado el pupitre, haciendo que el viejo lleve sus ojos a ella. —Si existe un costo por lo aprendido, solo dígalo.

—Tendrás que pagar con tu propia vida.

—Es un demente. No pienso seguir escuchando una sola palabra más. —después de un nuevo golpe sobre el escritorio, se gira para retirarse.

—Si das un paso más, lo lamentarás —Expresa Elliot deteniéndola.

—¿Qué es lo que quiere de mí? —regresa hecha una fiera —¿Qué firme esta estupidez? —levanta el folder del escritorio. —Pues no lo haré, ni con todo el oro del mundo podría soportar a alguien como James a mi lado. Creí que me conocía, pero ahora me doy cuenta de que no es así. Es igual a todos los millonarios, que creen que pueden comprarlo todo. —Lanza el folder sobre el escritorio.

—Todos tienen un precio, Emma y sé cuál es el tuyo. —Dice Elliot.

—Yo no tengo precio, señor. Se sigue equivocando conmigo.

Henderson, por su parte, ha estado presenciando la escena en silencio, hasta que al fin toma la palabra.

—Disculpen, pero nos estamos dilatando en el tema, señor —Se pone de pie, acomodándose el saco — cada segundo que se pierde en esta discusión sin salida, es vital para nuestros intereses. ¡Señorita, Emma! —la mira —Por qué no termina de leer el contrato y lo firma, para poder pasar al siguiente tema.

—No firmaré nada y no pueden obligarme hacerlo, porque no pienso ir a ese estúpido viaje. —responde ella muy segura.

—Hasta el momento, has dicho y hecho lo que has querido en esta empresa solo porque yo lo he permitido. —Agrega el jefe— Pero eso va a cambiar. —Coloca las manos sobre el escritorio y lanza esa mirada desafiante y ruin que hace que su corazón se detenga del temor. —Firmarás este contrato y cumplirás las condiciones que ahí se estipulan o perderás a quienes amas.

—No le tengo miedo a sus amenazas. Como usted mismo lo ha dicho, puedo ser capaz de  lograr lo que me proponga y si eso es destruirlo, lo haré.

—¿Crees que tus palabras logran algún efecto en mí? ¡Claro que no! — Expresa el viejo con frialdad, entregándole a Emma el sobre crema. —¡Ábrelo! Y contempla el precio que tiene tu vida.

Un escalofrío vuelve a envolver a la dulce chica al abrirlo, saca una de las hojas y se dispone a leer, entonces una daga le atraviesa el corazón, sintiendo perder el aliento ve aterrada hacerse realidad su peor pesadilla.

—supongo que no hace faltan las palabras, Emma. —dice Henderson abriendo el folder verde y colocando a su costado un bolígrafo. —Puedes tomar asiento y volver a leer el contrato, si necesitas poner alguna condición extra para sentir mayor equilibro, no hay problema, estamos dispuestos a negociar.

Sin escucharlo, Emma cierra los ojos y se desploma en la silla, unas lágrimas ruedan por sus mejillas mientras sus manos temblorosas siguen sosteniendo el sobre.

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