CAPÍTULO II

Se desplazó rápidamente sobre los dos cuerpos inhabilitados y sacó de uno de los bolsillos laterales de su pantalón dos brazaletes[1]. Los colocó en cada uno de ellos, luego se apoyó en la pared para recuperar el aliento. Escudriñó el lugar por unos segundos, apretó el pequeño dispositivo subcutáneo que tenía debajo de su oreja izquierda.

―Canal primario ―dijo.

―¿Estatus, agente Dagger?

―Logrado ―informó con voz firme―. Agente Volk en persecución de un sospechoso. Dos sometidos. Envíen agentes de laboratorio para recuperar evidencia.

―Entendido, agente. Comienza fase dos.

De inmediato empezaron a sonar las sirenas. En ese momento, en el edificio lateral irrumpía la policía local y los agentes de La Fuerza para detener y desalojar a las participantes de la fiesta.

Suspiró, tenía solo un par de minutos antes de que todo el equipo entrara al lugar. Inhaló profundo, tratando de calmar su ritmo cardiaco, quería controlar los efectos de las feromonas y el beso de la ninfa. Se retiró la máscara, que una vez fuera de su lugar, recuperó la flexibilidad y la guardó en el bolsillo; pasó su mano por la frente retirando el sudor que comenzaba a formarse sobre su piel. Maldijo por su fanfarronería, le iba a cobrar a Fira algo de esos 300 créditos que había ganado apostando en su contra.

Se enderezó apenas la puerta se abrió, se mantuvo firme y apretó la mandíbula mientras observaba a los agentes hacer el examen preliminar.

―Agente Dagger ―llamó alguien en reconocimiento―, ¿dónde está la agente Volk?

―En persecución ―respondió lacónicamente.

―Procederemos con la custodia de los sospechosos.

Asintió con la cabeza y supervisó el proceso. Dos contenedores de suspensión fueron traídos, introdujeron a los vampiros, uno en cada receptáculo y cerraron las cápsulas. La agente médico examinaba en silencio su tableta mientras se iban descargando los datos de cada sospechoso. Cuando terminó, levantó la vista y le lanzó una dura mirada.

―¿Está herido, agente?

―Lesiones menores ―respondió restándole importancia―. Pero mi compañera requerirá asistencia, antes de salir en persecución fue herida en un costado.

―Ella no hace más sencillo mi trabajo ―se quejó de mal humor.

―Ella no hace sencillo el trabajo de nadie ―respondió entre dientes.

Se replegó contra la pared, observando todo con concentración, en ese momento él era el agente de mayor rango a cargo, examinaba a cada miembro del equipo en silencio pero con severidad. Recogieron cada partícula, tubo y matraz, también todas las sustancias que se encontraban resguardadas en refrigeradores portátiles, y corrieron una prueba de verificación para determinar la clase de droga que se producía.

Quince minutos después la sensación vibrante en su torrente sanguíneo había aumentado, maldijo en su cabeza una y otra vez. La adrenalina de la lucha no fue suficiente para que las feromonas y el efecto de la vampira se diluyeran; tampoco ayudaba el hecho de que Fira no había regresado de la persecución y el canal de comunicación entre ellos funcionaba a un rango específico de distancia. No podía saber si finalmente lo había atrapado, y la triangulación por el canal primario solo dejaba registros de sus movimientos en la base de datos de la Fuerza.

Su compañera no necesitaba más amonestaciones por conducta arriesgada o por temeridad.

―Estoy bien, estoy bien, dejen de joder… ―replicó una voz conocida.

Aston apretó más los dientes para evitar reírse, se suponía que estaba molesto con ella, pero el tono de voz que bajaba por el pasillo no era agradable. Fira atravesó la puerta y se colocó a su lado; otro agente médico, esta vez un hombre, la miraba con severidad. Su compañera adoptó la misma posición, observando el proceso en silencio. El agente no se amilanó, se plantó frente a ella y la enfrentó con frustración.

―Agente, si no se deja examinar procederé a reportar al director médico que no se ha alimentado…

―Si sigues con eso juro que saltaré sobre tu cuello y te clavaré los colmillos en la jodida carótida ―masculló entre dientes, sus ojos eran feroces y otra persona se hubiese cagado de miedo, pero el hombre se apartó el cuello de su uniforme y expuso su cuello.

―Adelante, agente. Tal vez así se le cura el corte que tiene en el costado.

Aston hacía un enorme esfuerzo por no reírse, el médico tenía pelotas y no se lo podía negar, pero no era buena idea, nunca era buena idea, provocar a Fira.

Se escuchó un gruñido bajo que le hizo erizarse de pies a cabeza, aunque no de temor; el tono vibraba al mismo ritmo de su sangre y suplicó en su mente que no se notara el prominente bulto que crecía en sus pantalones. Todos los demás se quedaron paralizados a la expectativa, giraron a mirar la escena, Fira tenía los ojos entrecerrados y el ceño tan fruncido que parecía que iba a destrozar al agente.

―Tienes cojones ―le concedió ella―, pero si no quieres que te los arranque y te convierta en un niño cantor te sugiero que te pierdas de aquí en el siguiente segundo…

―¿Qué es un niño cantor? ―preguntó mirándola directo a los ojos con dureza.

Todos jadearon de forma discreta al mismo tiempo, ese hombre definitivamente estaba tentando su suerte.

―Agente Rodríguez ―lo llamó su colega―, olvídelo. Ya hice un inciso en el informe y Volk se verá obligada a visitar el pabellón médico de la Fuerza cuando vuelva a la base.

El médico le sostuvo la mirada por otro segundo completo, Fira era más alta que él por lo menos por unos tres centímetros, así que Aston aceptó que era bastante alto. Hizo una leve inclinación y se alejó, pero su expresión no era agradable, dejaba entrever que aquello no había terminado. Fira lo siguió con la mirada, manteniendo los dientes apretados.

―¿Estás consciente de que sangras? ―preguntó en un tono bajo y plano para que solo ella escuchara, mientras todos los demás reanudaban sus tareas.

―¿Eres consciente de que estás excitado y hueles como si quisieras tener relaciones con la primera hembra que se atraviese en tu camino? ―atacó ella con el mismo tono de voz.

―Estás dejando un reguero de sangre en el piso ―le recriminó.

―Ya se te está notando el maldito bulto, no recordaba que fuera tan pequeña.

Aston contuvo la sonrisa. No pudo dominarse, así que le soltó:

―Si quieres te puedo refrescar que tan grande es…

―Tal vez deberías temer que te la arranque con los dientes… ―amenazó con un siseo.

―Te jode notablemente el no atrapar a tu presa…

―Tú de verdad no tienes una relación cercana con tu amigo entre las piernas, si fuera así no te arriesgarías a jugar con el lobo…

―¡Agentes! ―llamaron― Necesitan ver esto.

Ambos recuperaron la compostura de inmediato y caminaron en sincronía hasta el origen de la voz. El agente se encontraba en una esquina, observaba con detenimiento mientras otros dos hombres levantaban un panel de concreto y dejaban al descubierto una entrada. El túnel estaba oscuro, tanto que no se distinguía más que unos pocos peldaños de una escalera de hierro.

―Traigan los escáneres ―ordenó alguien.

Una mujer se acercó con una maleta pequeña y se arrodilló en el suelo. Dentro se encontraban un grupo de discos de quince centímetros de diámetro con una serie de botones en su centro; la agente manipuló los controles de tres de ellos y estos comenzaron a levitar, tomó su tableta, verificó las lecturas que enviaban y luego introdujo los comandos necesarios para que se desplazaran por el túnel.

―Estos escáneres solo harán una lectura para diseñar un plano en tiempo real ―informó. La tableta tenía la medida de una hoja de papel y un grosor aproximado de un centímetro―. Voy a comparar las lecturas con los planos del edificio que están registrados en nuestra base de datos.

Manipuló la tableta y en el siguiente segundo se dividió en dos placas de medio centímetro de grosor y la parte inferior se deslizó suavemente hacia la derecha. En esa segunda pantalla comenzaron a aparecer los planos oficiales del edificio.

―Esto es extraño ―les comentó―. Esta sección no aparece en los planos originales.

―Se supone que toda esta área son viejos edificios gubernamentales que se construyeron durante la creación de las Arcas. No es extraño encontrar instalaciones subterráneas, fueron las primeras bases desde donde se planificaron y llevaron a cabo la construcción de las ciudades ―dijo Fira.

―Eso es correcto, pero esas instalaciones están registradas en los planos. Esto no. ―Se levantó y extendió ambas pantallas hacia los agentes―. Miren, es bastante extenso allá abajo.

Aston y Fira examinaron al detalle el plano, mientras la mujer extraía una docena de micro robots que iba dejando en el suelo; extendió la mano para que le devolvieran la tableta y empezó a introducir comandos que hicieron que los robots bajaran por el túnel.

―Estos amiguitos nos proporcionarán luz para que puedan ver bien qué hay adentro ―les dijo con humor.

―Yo no necesito luz ―respondió Fira mirando por el borde del túnel―. ¿Cuántos metros hay hasta el suelo?

―Según esto, doce metros.

―Son aproximadamente tres pisos ―reflexionó―. Nos vemos abajo.

Se dejó caer por el hueco oscuro sin darles oportunidad de detenerla. Segundos después escucharon su voz en sus oídos.

―Es un túnel de concreto, tiene sistema de recirculación de aire porque no se siente tan viciado ―les explicó―. Manda los micro robots para que se instalen en el techo, tiene una altura aproximada de dos metros y medio y un metro y medio de ancho. Está vacío, así que no hay peligro de que se tropiecen y se caigan.

―¿Gracias? ―contestó Aston con una nota de cinismo, negó con la cabeza―. Estoy viendo aquí que en aproximadamente cincuenta metros hay un segundo pasillo que se desvía a la izquierda, veinte metros después hay una especie de puerta.

―Copiado.

Fira avanzó a buen paso, el corte en el costado le escocía, pero había dejado de sangrar al momento en que escanearon el túnel. Llegó hasta el segundo pasillo y se desvió, alcanzó la puerta de metal, la examinó con cuidado, aprovechando que un par de robots se habían instalado en el techo y enviaban haces de potente luz blanca en su dirección. Había una cerradura deslizante, estaba en buenas condiciones a pesar de la pátina de suciedad que tenía encima. No había huellas de manipulación en ella, pero aun así, Fira sacó unos guantes de látex de color negro y se los caló con rapidez.

―Es una puerta, en efecto ―anunció al equipo, aunque podía oírlos acercándose―, voy a entrar.

No esperó confirmación del mensaje, tampoco las quejas para que no actuara sola. Deslizó la cerradura, esta soltó un chasquido metálico, la agente Volk empujó la placa de metal hacia adentro haciendo que la puerta cediera con apenas un poco de resistencia. Dos robots de iluminación pasaron sobre su cabeza y se desplazaron por el techo hasta el centro de la habitación alumbrando la estancia.

Fira recibió el primer golpe de olor: moho, putrefacción, agua estancada. Contuvo el aliento, se alejó de regreso al principio del pasillo y esperó. Aston se acercó corriendo a buen ritmo, detrás de él dos agentes adicionales venían con maletines básicos de análisis de sustancias. Ella negó con la cabeza.

―Forenses, necesitamos técnicos forenses, hay cadáveres allí dentro.

**********

[1] Los brazaletes son pulseras de metal que se ajustan a las muñecas de los individuos e inhabilitan a los criminales, sumiéndolos en un estado de inconsciencia reduciendo así sus posibilidades de dañarse a sí mismos o a otros. Estas pulseras permiten mantener un control sobre los signos vitales así se monitoriza si el individuo se encuentra en estado de peligro.

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