Capitulo 2:

El cuerpo de Isis estaba exactamente igual que la última vez que Freyha lo había visto días atrás; nadie diría que estaba muerto, ya que sus hermosas facciones parecían permanecer sometidas en un profundo sueño, sin embargo la flecha de fresno clavada clavada en medio de su corazón era prueba de esto.

—Fue planeado, aguardaron hasta que volvió a transformarse antes de disparar—escupió con ira su tío.

Freyha contuvo la respiración durante unos segundos incapaz de seguir oliendo el hedor que emanaba del hombre. Odio, ira y dolor. 

Una combinación explosiva.

—Le dispararon desde el Este, a una distancia de diez metros—dijo Hat, surgiendo desde el espeso bosque acompañado por Fenryr.

Todos en el lugar, incluido el Alfa, asintieron sin detenerse a cuestionar la legitimidad de sus palabras, lo cual era normal.

Algunos lobos nacían con habilidades especiales y ellos dos las tenían.

Tanto Hat como su mejor amigo Fenryr, eran rastreadores desde su llegada al mundo. Esto significaba que su olfato, vista y olfato eran mejores que los de cualquiera, incluído su abuelo.

—¿Una manada rival?—interrogó Skol, señalando con su fuerte mentón a los rastreadores.

—No estamos seguros, no había un rastro u aroma que seguir—respondió Fenryr, pasando una mano por su cabellera color bronce, al mismo tiempo que fruncía el seño.

Su tío juró al tiempo que unía sus dientes con fuerza, sin embargo, era la mirada pensativa que mantenía a su abuelo perdido la que la puso inquieta.

—¿Que pasa?—susurró Freyha, las palabras atrayendo la atención del pequeño círculo de lobos.

Sus palabras trajeron de regreso al Alfa, quien la observaba con mirada cansada y triste. 

—De ahora en más no quiero que nadie esté solo—ordenó el hombre, enderezando la espina. Adoptando la postura del rey.

Nadie lo cuestionó, todos asintieron a sus órdenes y tomaron aquello como una invitación para retirarse.

Sin embargo, cuando ella comenzó a darse la vuelta, el hombre volvió a hablar.

—Freyha… de ahora en más te quiero cerca mío, de Skol, Hat o cualquier otro miembro de la manada—volvió a ordenar, el Alfa no su abuelo se dió cuenta.

Sin embargo, aquellas palabras hicieron brotar la cólera que parecía agitarse dentro suyo como un mar tempestuoso.

—Puedo cuidarme y defenderme sola—gruñó ella.

Todos los presentes parecieron encogerse un poco, después de todo, nadie desobedecía o retaba al Alfa.

A excepción de ella.

Con su mirada de oro fría y carente de cualquier emoción, su abuelo se aproximó a ella solo unos pasos. Seguridad, confianza y poder, presentes en cada movimiento.

—Eres la última mujer del linaje Crescent, tu mejor que nadie sabes lo difícil que es la conversión de una mujer lobo—comenzó a decir el Alfa arrastrando las palabras—si te matan la historia termina ahí, pero dudo que te den caza solo para matarte.

—Puedo cuidarme sola. Soy más fuerte que muchos, incluso anoche vencí a Hat—gruñó Freyha manteniendo su mirada de oro firme.

—No tienes control sobre tu lobo, él te domina y cedes ante sus caprichos… aparte cualquiera vence a Hat—respondió el Alfa con firmeza.

Sintió un bajo gemido proveniente de su hermano y al instante se arrepintió por haberlo usado de ejemplo.

El Alfa era frío y calculador, no medía sus palabras a la hora de defender sus principios, incluso llegaba a olvidarse que era su abuelo.

—Yo tengo el control—volvió a gruñir ella, presionando los dientes con fuerza.

A su alrededor, todos parecieron contener la respiración mientras retrocedían un paso hacia atrás.

Incluso sus hermanos no se atrevieron a estar cerca de ella en aquel momento. A excepción de su abuelo, quien la miraba sin revelar nada.

—Bueno, pruébalo entonces—comenzó a decir él arrastrando las palabras—¡Fenryr!.

Al instante Freyha se había arrepentido de enfrentar al Alfa, pero era demasiado tarde, puesto que el mejor amigo de su hermano ya se había lanzado a la carrera arremetiendo contra ella bajo la orden de su abuelo.

Era varios centímetros más alto que ella y su fuerza era mayor, pero Freyha lo superaba en agilidad.

Por lo que logró esquivar el primer movimiento sin problema pasando bajo sus brazos extendidos, sin embargo, él ya había previsto aquello.

Sin darle tiempo a adoptar una posición de ataque, Fenryr barrio sus piernas con fuerza y velocidad, haciéndola caer sobre la fría tierra húmeda.

No conforme con esto, tomó sus brazos y, sujetandolos tras su espalda, la dejo inmovilizada por completo.

No había forma de soltarse o liberarse, por más que se revolvía inquieta bajo su cuerpo, su peso era mayor.

—Si no puedes liberarte de un rastreador en tu forma humana ¿Cómo planeas librarte de dos, tres o cuántos se les ocurran enviar?—gruño el Alfa observando a su nieta en el suelo—Esta noche despedimos el cuerpo de Isis y mañana decidiré cómo seguir.

Hizo un vago gesto con el mentón para liberar a Fenryr de su orden, antes de dar media vuelta y marcharse del lugar, escoltado por su tío, quien cargó sobre sus brazos con delicadeza a su hijo muerto, antes de seguirlo.

—Lo lamento—murmuró Fenryr extendiendo una mano bronceada hacia Freyha para ayudarla a incorporarse.

La chica apartó su mano con brusquedad antes de incorporarse y dedicarle una mirada cargada de odio.

—Si me vuelves a derribar, te mataré—siseó ella mirando sus profundos ojos negros.

Una sensual media sonrisa arrogante emergió en sus labios, al tiempo que se inclinaba hacia adelante y rozando el lóbulo de su oreja dijo.

—Primero tendrás que vencerme—ronroneó, antes de alejarse unos y hacerle un gesto a Hat.

Cualquiera fuera la comunicación secreta que ambos amigos compartían, el lobo negro acintio con la cabeza y comenzó a caminar en dirección al bosque, Fenryr se le unió, caminando a su lado hasta perderse entre los árboles.

Humillada y colérica, Freyha se quedó mirando el punto por dónde ambos habían desaparecido, como si una parte de ella le gritara que les diera caza.

—Si sigues mirando así, incendiarás el bosque—bromeó Skol, unos pasos a su derecha.

La voz de él la tomó por sorpresa, haciéndola sobresaltar levemente.

Girando su rostro hacia el benévolo hermano de oro, suspiró con fuerza, dejando ir toda su ira.

—A veces me resulta difícil contener las ganas—respondió Freyha con honestidad.

Skol le regaló una pequeña sonrisa amable, de las que transmiten tranquilidad y consuelo.

Tal como lo hacía él siempre.

—Por lo visto haces un buen trabajo, hasta ahora el bosque sigue intacto—respondió él, acercándose a su hermana.

Ella bufó el intento de una sonrisa mientras negaba con la cabeza, permitiendo que Skol la rodeara con sus brazos, estrechandola con fuerza en un abrazo.

—Quiere protegerte, al igual que todos—susurró el lobo de oro contra su cabellera negra.

—Yo puedo protegerme—respondió ella con la voz quebrada.

—Lo sé, y él también… pero no puedes culparnos por tener miedo—contestó Skol, pasando una mano por el cabello de ella en una caricia lenta.

Desde niños, él podía percibir cuando ella estaba al borde de cruzar la delgada línea entre lo humano y lo bestial. Con el correr del tiempo, había aprendido a ayudarla a salir de esos momentos, calmandola para traerla de regreso al lado humano.

Skol era su hermano, pero también una especie de figura protectora, paternal, su mejor amigo y confidente.

—Gracias—susurró ella con la voz quebrada.

Él se apartó de ella un instante para observar su rostro con detenimiento, evaluando que estuviera bien.

—Fenryr es un idiota… pero está vez estaba bajo las órdenes del Alfa—soltó con cautela alejándose medio paso de ella.

—Lo sé, por eso no lo mataré… solo le daré una buena paliza—ronroneó en respuesta ella comenzando a caminar hacia la casa.

Su hermano se unió a ella en su camino, soltando una baja risa tranquila, igual que él.

—No esperaría menos de la futura Alfa—respondió Skol rodeándola con un brazo mientras seguían su camino.

Freyha sonrió y se dejó guiar por el medio abrazo.

Si Skol conocía todos sus secretos, ella sabía los de él. Entre ellos, el repudio que su hermano sentía por la mera idea de convertirse en el próximo Alfa y llevar la pesada corona.

Un peso por lo que Freyha moriría para conseguir, algo que Skol conocía muy bien y apoyaba con firmeza.

De alguna forma, todos sabían que ella sería la sucesora del Alfa, en especial los tres hermanos.

La muerte de Isis solo sirvió para confirmar aquello, después de todo, ninguno de los hermanos se atreverían a pelear entre ellos.

¿O sí?

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