Capitulo 1:

El tan conocido sabor a hierro, producto de la sangre, colmaba sus papilas gustativas, aún así, todavía no había logrado cazar nada.

Corriendo de forma veloz, entre los robustos pinos de amplias copas verdes, el enorme lobo de pelaje gris se desplazaba sin problemas, guiado por el aroma a sangre fresca.

La noche estaba cerrada, y la luna emergió de su velo durante cortos lapsos de tiempo para iluminar su camino, sin embargo, a ella no le importaba, después de todo, su vista era más que perfecta.

Al igual que su olfato u oído.

Este último, le permitió escuchar su llegada antes de ver emerger de entre los árboles con un salto formidable, al enorme lobo de pelaje negro como la noche y ojos brillantes de color amarillo.

Sus músculos en tensión se relajaron, al percibir el aroma familiar que emanaba aquel animal.

Aquella era la forma que adoptaba Hat, uno de sus hermanos mayores, durante la semana de luna llena.

El enorme lobo negro rasgo la tierra con una pesada pata peluda al mismo tiempo que liberaba un bajo gruñido.

Frayha reconoció la invitación de su hermano al instante, una carrera para cazar al animal más grande.

El bajo gruñido que ella dió en respuesta, fue todo lo que Hat necesitó para comenzar a correr por el espeso bosque frondoso, una respiración después, la loba de pelaje gris se había lanzado tras él.

Su hermano era de mayor fuerza que ella, sin embargo, también era torpe y tosco, por lo que no necesitó de mucho esfuerzo por parte de Freyha para adelantarlo. A lo que él solo pudo responder con un pesado rugido fatigado.

Con los pulmones colmados de aire, el cual quemaba a su salida, la loba gris divisó en la lejanía un ciervo, que parecía intentar ocultarse entre los frondosos pinos.

«Eres mío precioso» pensó ella, mientras aceleraba el paso, sin emitir un sonido que delatara su presencia. 

Freyha Crescent debía admitir que aquel cuerpo no era nada mejor que una máquina perfeccionada para matar.

Cómo de costumbre, la chica comenzó a contar los pasos que la separaban del ciervo a la inversa, mientras comenzaba a imaginar cómo desgarraría el cuello de aquel animal.

Cuando llegó a tres, y logró sentir el miedo que desprendía el sudor de aquel animal, su estómago gruñó en son del hambre.

Sin embargo, su cacería se vio interrumpida con la aparición repentina del lobo de oro; quien, acortando distancias, reclamó la presa de Frayha antes que ella pudiera siquiera llegar a contar hasta uno.

Esta vez no hizo falta utilizar su olfato para identificar al lobo, bien sabía que aquella forma pertenecía a su otro hermano mayor. Skol.

El lobo de pelaje color sol, atravesó la suave piel que rodeaba el frágil cuello del animal, y profiriendo una fuerte sacudida con sus mandíbulas, dió muerte al hermoso animal sin inmutarse.

Por el contrario, sus ojos color dorado, idénticos a los de su gemelo y Freyha, estaban clavados en ella, cargados de suspicacia.

Se había dado cuenta, su hermano había notado que estuvo a punto de pasar el límite y sucumbir por completo a los deseos que su lobo clamaba. Por eso se había adelantado, para darle muerte al animal y no permitirle ser ese monstruo que moraba bajo su piel.

Ahogando la cólera con la que rugía el lobo en medio de su pecho, se permitió inclinar la cabeza con delicadeza en son de agradecimiento a su hermano. Este devolvió el gesto, sin embargo, no se marchó ni se apartó de ella en busca de otra presa, por el contrario, permaneció a su lado el resto de la noche, cuidando de que no transgrediera la fina línea entre lo humano y lo bestial.

--------

Cuando Freyha Crescent abrió finalmente los ojos, se encontraba recostada en su enorme cama ubicada en medio de la habitación, el sol moribundo de la tarde se filtraba por las ventanas abiertas, iluminando todo con su grácil toque.

Ella tardó unos segundos en salir por completo de la nebulosa que eran sus sueños, para caer por completo al plano de lo real.

Lo primero que notó, fue el punzante dolor en cada parte de su cuerpo, debido a la atroz transformación de la noche anterior.

Aquello era un dolor inevitable y brutal, sin embargo, desde su punto de vista, era un precio muy bajo a pagar por tener tanto poder bajo su piel.

Habría preferido quedarse en la cama hasta que el sol se pusiera y volviera a salir, pero un embriagador aroma a carne siendo cocinada, la empujó fuera de la cama, y antes de notarlo, estaba saliendo de la habitación descalza y vistiendo su pijama.

Al momento de abrir la puerta, el aroma solo se intensificó aún más, lo cual aumentó la voracidad con la que Freyha anhelaba la carne.

Sin embargo, mientras daba dos pasos fuera del cuarto, la puerta de la habitación frente a ella se abrió de forma brusca, revelando la figura maltrecha de su hermano.

Hat se veía aún peor de lo que ella se sentía; con su cabello oscuro enmarañado, su rostro pálido, su labio superior partido, y postura desgarbada, sin lugar a dudas nadie creería que era mitad lobo.

Aún así, en el instante en el que el aroma a la carne lo abofeteó, abrió sus ojos de forma abrupta al mismo tiempo que sus pupilas se dilataban, acompañado por todos sus sentidos e instintos de cazador.

Si ella quería ganar el mejor trozo de carne, debía ser más veloz que el Hat humano, el cual resultaba ser más hábil y diestro que el lobo.

Con decisión, Freyha se abalanzó hacia adelante, comenzando a ganar distancia de las puertas de los cuartos, aproximándose cada vez más a la cima de la escalera.

En el momento que puso un delicado pie sobre el primer escalón, vio como una figura humanoide saltaba desde la cima del descanso, aterrizando con gracia en la planta baja.

Al pie de la escalera y con una sonrisa burlona dibujada en su rostro perfecto, Hat le sacó la lengua a su hermana, antes de correr hacia el comedor.

Enojada por haberse olvidado de su parte lobo, Freyha terminó de descender por la escalera de forma ordinaria, y siguiendo los pasos de su hermano mayor, se deslizó en el interior de la lustrosa cocina.

Hat ya se encontraba devorando un trozo de carne utilizando solo sus manos, Skol, gemelo del anterior y el mayor de los tres, se encontraba de espaldas a ella cocinando la carne.

—Buenos días Freyha, acercarme un plato—dijo el lobo de oro, algo a lo que ella no se opuso, y antes de notarlo, esperaba paciente la comida mientras sujetaba un plato—Me niego rotundamente a que nos comportemos como animales—agregó él, dando una mirada lasciva a su gemelo.

Ella debió contener la risa que amenazaba con hacerla estallar, al mismo tiempo que caminaba hacia la mesa, evitando mirar dos veces hacia Hat, quien se asemejaba a un perro royendo un hueso.

Skol no demoró en acompañarlos, tomando su lugar habitual en un extremo de hermosa mesa de madera oscura, demasiado grande para ellos tres.

Aquel pensamiento envió una fuerte punzada de dolor al pecho de la muchacha, quien alejó el vago vestigio de un recuerdo que tenía con sus padres.

Era poco más que una infante cuando ambos murieron en un brutal accidente, llevándo consigo la vida de su única tía, quien trágicamente también los acompañaba en aquel viaje.

Desde ese entonces, los tres habían quedado huérfanos al cuidado y tutela de su abuelo.

—¿Qué ocurrió anoche con el ciervo?—preguntó con delicadeza el lobo de oro.

Ante la pregunta, la loba gris y el lobo color noche, levantaron la cabeza de sus platos. Ambos sabían a la perfección a qué se refería Skol, sin embargo, ninguno se atrevía a responder.

Su abuelo era el apoderado legal de ellos, aún así, el mayor de los hermanos era quien cuidaba de ellos desde tiempos inmemoriales.

—Estaba cazando y tú me robaste la presa—contestó Freyha con simpleza.

Sin embargo, la mirada en los ojos dorados de su hermano le dijo que no era un asunto para simplificar, por lo que siguió hablando.

—No lo sé, simplemente me dieron ganas de matarlo—volvió a hablar ella, con un tono casi inaudible.

Al instante, los gemelos centraron sus ojos color sol en ella, nada más que temor y preocupación bailando en estos.

—¿Y simplemente sucumbiste a ellos?—respondió en un tono monótono Skol.

Hat, por su parte, parecía haber olvidado el hueso que mordisqueaba instantes atrás, y ahora asentía a su hermano en apoyo a sus palabras.

«Bien, tenía que lidiar con los dos»

—No estoy de humor para que me regañen—contestó de forma tajante ella.

—¿Por qué, acaso estás hambrienta?—respondió Hat, sin una pizca de humor en su tono de voz, normalmente jovial.

—Tu eres el menos indicado para hablarme de hambre o voracidad—contestó con crudeza Freyha, manteniendo la mirada dorada firme en sus hermanos.

El lobo de la noche abrió la boca para contraatacar, pero Skol elevó una mano dorada por encima de la mesa para llamar la atención de ambos, y sin perder tiempo se giró hacia su hermana menor con ojos benévolos.

—Hay una diferencia entre hambre y voracidad, Freyha. Debes tener en cuenta que tu lobo será más fuerte y poderoso que el de cualquiera de nosotros, es por eso que no debes sucumbir ante sus deseos—respondió con amabilidad el hermano de oro, al mismo tiempo que tomaba una mano de ella y la aferraba con fuerza.

Aquello arrugó el corazón de Frayha, quien no pudo contener una lágrima que se deslizaba por su rostro tenuemente bronceado.

—A veces es muy difícil hacer que me obedezca. Es como si me ignorara—susurró ella a sus hermanos.

Ambos la observaban con amor, preocupación y ternura en sus ojos color sol, gemelos a los de ella.

—Oblígalo a escucharte e impone tu voluntad, el lobo debe sucumbir ante tus deseos.Y si no lo hace, rugele para que te escuche—contestó Hat, aproximándose a ella para tomar su otra mano.

—Lo haces parecer tan fácil—respondió ella con una sonrisa torcida en su rostro.

—¿Fácil? Es todo menos fácil, lleva tiempo, confianza y concentración. Pero acá estamos nosotros para ayudarte—dijo Hat con una sonrisa genuina brillando en sus labios.

—Hat tiene razón, ¿O ya lo olvidaste? Somos los tres mosqueteros, hoy y siempre Freyha—expresó el lobo de oro, dibujando una sonrisa más recatada que la de su gemelo, sin embargo, apretó su menos con mayor fuerza.

La loba gris abrió la boca para hablar, pero el abrupto golpe de la puerta principal sorprendió a los tres hermanos, quienes se separarnos y esperaron en busca de algún indicio de peligro.

Sin embargo, el familiar aroma de su abuelo, no demoró en llegar hasta ellos. 

Aún así, este estaba mezclado con algo más.

—¡Skol!. ¡Hat!. ¡Freyha!.—gritó el Alfa, al tiempo que inhalaba profundamente en busca de alguna pista—¡¿Dónde m****a están?!

—¡En la cocina, sabueso viejo!—ronroneó Hat en respuesta, el humor volviendo a cobrar vida en su tono de voz mientras tomaba nuevamente otro trozo de carne.

Los pasos apresurados de su abuelo, no tardaron en llegar a la cocina, dónde instantes después, un hombre adulto de cabello dorado similar al de Skol, y complextura física que no era propia de su verdadera edad, emergió por la entrada.

Con desesperación observó a los tres hermanos y respiró con alivio, al mismo tiempo que apoyaba sus fuertes brazos sobre la enorme mesa en busca de un sostén.

Al instante los tres hermanos se pusieron de pie, y comenzaron a abalanzarse hacia el hombre en un intento por socorrerlo de cualquier mal que estuviera padeciendo. Pero él los detuvo elevando una mano, un gesto similar al que Skol había realizado instantes atrás.

—Gracias a la luna los tres están bien—murmuró el hombre, su voz quebrándose.

—Abuelo ¿Qué ocurre, te encuentras bien?—se apresuró a decir Freyha, sus ojos escudriñando al hombre que parecía abatido.

Cuando finalmente él reunió la fuerza suficiente para alzar la cabeza hacia sus tres nietos, las lágrimas desbordaban sus ojos color sol, mientras enfocaba estos en su única nieta mujer.

—Anoche mataron a su primo Isis—respondió el Alfa con pesar en sus palabras.

Habían matado al último hijo vivo de su tío, solo quedaban ellos tres para continuar con la línea de sucesión.

Solo uno de ellos portaría la corona por encima de los cadáveres de los otros dos.

Con motivo, los tres hermanos temblaron de miedo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo