Capítulo 3

-¡Bien señoritas es momento de mover ese culo!¡A correr!

-Siempre tan amable - le susurró Anwar a Mark quien sonrió con maldad.

-Ahora van a saber lo que es bueno - respondió aún sosteniendo aquel gesto.

El grupo de reclutas trotaba alrededor de un gran campo deportivo con el sol en lo más alto del día impactándolos directamente con sus poderosos rayos. Los nuevos integrantes debían correr durante un tiempo desconocido para ellos, lo que aumentaba el estrés en sus mentes al no saber cuántos minutos los mantendrían en movimiento. 

-La Omega ya está cansada - dijo uno al pasar al lado de Tau. Ella solo lo fulminó con su mirada y continuó corriendo alrededor del campo.

-Vamos señoritas. Esto no es para ustedes - susurró otro al pasar al lado del grupo de mujeres y les dedicó un sonrisa cargada de burla.

-Sé ven sexys todas sudadas. Cuando terminemos les ayudo en la ducha - sugirió otro dedicándoles un guiño de ojos.

Los comentarios eran constantes, provocando, punzando, empujando, la paciencia de las mujeres al límite, pero ellas bien sabían que si reaccionaban ellos ganaban, por lo que se dedicaron a continuar. 

Tau se sentía al límite de sus fuerzas aunque las Alfa a su lado parecían apenas agotadas. Su respiración comenzó a debilitarse y agitarse, trataba de mantener el ritmo de sus compañeras pero finalmente aminoró su paso en un intento de volver a controlar su respiración. Si bien sus compañeras continuaron adelantándose, no quitaron un ojo de su compañera, sabían que no tardaría en llegar alguien para remarcarle el cambio de ritmo.

-Pequeña Omega. Déjalo ¿Si? - le susurró uno al pasar a su lado, deteniendo su marcha para seguir el ritmo de la mujer. Ella le dedicó una mirada cargada de odio - ¿No puede responder la pequeña Omega porque está muy agotada? - insistió el sujeto con voz infantil.

Tau lo miraba con desprecio. El muy m****a apenas estaba cansado y podía hablar como si no llevaran más de diez minutos corriendo, mientras que ella apenas podía ingresar el aire a su pulmones. Si llegaba a hablar le daría la razón con respecto a su estado, por lo que se limitó a matarlo con la mirada. Desde su posición Anwar estaba en guardia. Detestaba ver a aquel sujeto cerca de la pequeña mujer, no tendría que mirarla, no tendría que hablarle. No toleraba que nadie, fuera de sus compañeras enlazadas, se le acercaran a la pequeña muchacha. Detestaba que aquel idiota corriera al lado de la mujer y se sentía a punto de estallar. Estaba por dar un paso al frente para alejar al imbécil de Tau cuando la pequeña levantó su mano y su puño se incrustó en la cara del infeliz.

-¡García! - gritó Mark -¡¿Qué m****a?! - ambos entrenadores corrieron al lugar donde la mujer se encontraba parada, observando con ira al hombre que se sujetaba la mandíbula. La pequeña apenas podía respirar y rápidamente sus amigas la rodearon en un claro gesto de protección.

-¡Deja de decirme mierdas! - le dijo al sujeto Tau con la mandíbula apretada mientras lo señalaba amenazante.

-Mejor te cuidas - le devolvió la amenaza el sujeto.

-¡¿Qué demonios está pasando?! - volvió a gritar Mark con odio una vez que estaba frente al grupo que había detenido completamente su marcha.

-Nada señor - respondió Tau mirando de frente a los entrenadores y tratando de ignorar el efecto que el castaño provocaba en ella.

-¿¡Nada!? - gritó Mark enojado y eso despertó una increíble irritación en Anwar, quien estaba de pie junto a su amigo - ¿Y por qué m****a todos están parados como si esto fuera una jodida obra de teatro? - preguntó.

-Hubo un malentendido con García. Nada más señor - respondió el sujeto.

-¿Un malentendido? - la tranquilidad de Mark era la antesala de la furia que estaba por caer. Anwar sabía eso más que nadie en aquel lugar y se preocupaba por el castigo que caería sobre la mujer -. Perfecto. Cómo hemos perdido veinte jodidos minutos mientras el resto vuelve a correr ustedes se quedarán haciendo unas muy lindas lagartijas hasta que me cansé de verlos sufrir. ¡¿Entendido?! - gritó.

-Sí, señor - respondieron todos al unísono.

-¡Empiecen a correr sacos de mierdas! - ordenó y todos se pusieron rápidamente en marcha -. ¡Y ustedes hagan las jodidas lagartijas! - y así el par se tiró al suelo para comenzar a hacer lagartijas bajo el fuerte sol de la siesta.

Tau sentía sus músculos temblar, el aire caliente le quemaba la garganta seca por la falta de agua y sus manos dolían por las pequeñas piedras que se incrustaban en la carne. No podía rendirse, debía enorgullecer al Coronel que había sido casi un padre para ella. Debía seguir, no debía quebrarse, ella era fuerte.

-¡Señoritas momento de detenerse! - gritó Mark y todos detuvieron sus marchas bastante cansados y sudados -. Ustedes tienen la buena suerte de tener que correr el tiempo que perdieron con las jodidas lagartijas - señaló al par que terminaba de ponerse de pie. Ellos asintieron y comenzaron a correr.

Anwar miró a su compañero, esperando que hiciera algo que estaba seguro nunca haría, dejar a los nuevos sin el merecido castigo. Le dolía a él en sus músculos ver el cansancio en la pequeña mujer, pero a la vez algo de orgullo se instalaba en su pecho al ver que no se rendía y que, siendo físicamente más débil, aún se mantenía en movimiento, casi al mismo ritmo del imbécil Alfa que trotaba a su lado.

Una vez que el resto del grupo pudo dejar el campo para dirigirse al gimnasio Mark dejó que el par detuviera su marcha y se hidrataran como había hecho los otros mientras ellos corrían.

-Ahora al gimnasio - les ordenó y ambos se pusieron en marcha en dirección al lugar indicado.

El gimnasio era enorme y cada uno debía pasar a buscar las planillas donde se indicaba las rutinas que debían seguir. Tau tomó su hoja y leyó rápidamente los ejercicios que le tomarían las próximas dos horas completar.

-Toma, bebe esto - Alice le extendió una botella con un líquido de un llamativo azul vibrante.

-Gracias - respondió ella tomando la botella. Sabía que lo que contenía era una bebida energizante que le devolvería algo de lo perdido en el sudor de su cuerpo mientras le inyectan pequeñas porciones de energía para terminar el día.

-Debes cuidarte de no volver a perder el control - le sugirió -. No podrás soportar tanto entrenamiento - la miró con calidez fraternal.

-Es que ese idiota…

-No. No me importa. Sé que es un idiota pero tú cuerpo no resistirá tanto - la regañó.

-Oye yo…

-Sí, eres fuerte. Lo sabemos - esa era Nahila uniéndose a la charla -. Pero linda, sin un Alfa que te dé su sangre tus energías no son las mismas que cualquiera de nosotros y te puedes lastimar.

-No necesité nunca un maldito Alfa para eso. Llegué hasta aquí sin una m****a de sangre de otro.

-Lo sabemos linda - Nahila le acariciaba el pelo con suavidad -. Pero esto no es el ejército, es peor y todos aquí lo sabemos. Debes cuidarte. Déjanos cuidarte - la miró con tanta súplica en sus ojos que no le quedó más que acceder al pedido.

-¡¿Se piensan quedar charlando toda la tarde o en algún momento moverán el culo?! - el dulce grito de Mark las puso en marcha.

Tau rápidamente se dirigió hacia una barra que se extendía de izquierda a derecha del salón a unos 2 metros de altura. Miró a lo alto y con un ágil movimiento se trepó por el costado de la pared hasta alcanzar la barra para comenzar a subir y bajar gracias a la fuerza de sus tríceps. Llevaba la mitad de la serie cuando el imbécil se acercó a ella con unas pequeñas pesas que subía y bajaba marcando los músculos de sus amplios brazos. A lo lejos Anwar se removió incómodo al ver la cercanía de aquel sujeto.

-Te ves bien pequeña Omega - le dijo con una sonrisa socarrona. Tau no lo miró, simplemente siguió en su ejercicio -.¿Me ignoras? - preguntó y no obtuvo respuesta -. Contesta - su voz de mando causó un efecto involuntario en la mujer que aflojó el agarre de una de su mano haciéndola caer de la barra.

La voz de mando de un Alfa, no importa cuál sea o si había un vínculo con el Omega que la escuchaba, siempre causaba en estos últimos un involuntario gesto de sometimiento. Tau había luchado contra el impulso de obedecer, pero no lo podía ignorar por completo. Enojada y frustrada caminó directo hacia el hombre, con los ojos inyectados de furia y los puños apretados.

-Escúchame imbécil…

-Vuelve a hacer eso en mi jodido gimnasio y considerate fuera del servicio - la profundidad de la voz de Anwar la dejó inmóvil en su lugar. No lo había visto llegar, no lo vio tensarse al escuchar aquella voz en el lugar ni tampoco cuándo su gesto endureció y corrió atravesando con suma rapidez el salón.

-Lo siento señor - respondió el imbécil.

-¡Que quede claro que aquí nadie usará su m****a de mando con la Omega! - gritó señalando a la muchacha como si los presentes no supieran a quién se dirigía.

-Sí, señor - respondieron todos al unísono.

-¡Quien se atreva a desobedecer considerese fuera de la fuerza!¿¡Está claro!? - volvió a gritar más fuerte.

-Sí, señor - volvieron a gritar todos.

-García ven conmigo - le ordenó a la muchacha antes de comenzar a caminar hacia la oficina al final del gimnasio. La mujer lo siguió a paso rápido, ignorando las miradas de todos los presentes.

Una vez que atravesaron la puerta de vidrio ella se quedó de pie, con las manos detrás de su espalda y las piernas ligeramente separadas.

-El Comandante - comenzó el castaño tratando de ignorar la furia que sentía al escuchar a otro Alfa utilizar su voz de mando con la Omega - quiere que entrenes de manera especial. Además de tus actividades con el resto del grupo vendrás aquí los lunes, miércoles y viernes para entrenar conmigo. Te espero a las 5 de la mañana luego de que hayas pasado por la cocina a buscar un batido que el cocinero prepará para ti. ¿Entendido?

-Sí, señor - respondió ella tratando de ignorar el delicioso olor que rodeaba a aquel sujeto.

-Nos vemos mañana. Ahora vuelva lo que estabas haciendo - la despidió antes de perder el control sobre sus manos que rogaban por acariciar la piel de esa bella mujer.

Tau salió lo más rápido posible de allí, controlando su agitada respiración por la presencia de aquel hombre que la arrasaba e inquietaba.

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